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Universidad Central de Venezuela (UCV)

Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU)

Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva

Sector de Acondicionamiento Ambiental

 

 

El Habitar contemporáneo en América Latina: Repensar la relación entre el Ambiente y la Arquitectura desde lo Social. Memoria.

Trabajo de Ascenso presentado para optar a la Categoría de Titular en el escalafón universitario, según la modalidad de artículos publicados, sometidos a arbitraje. Caracas, FAU-UCV, 2008

 

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Profesora Carmen Dyna Guitián Pedrosa [i], Dra. Ciencias Sociales

Caracas, marzo de 2008

 

Si desea descargar este Artículo en pdf:

(Nota del Editor: Se incorporan tres Archivos. El nro. 1, es el original de la Memoria, tal como fue entregado por la Autora. El nro. 2, es otra versión dejada por la Autora, que posee algunas diferencias con la Original. Y el nro. 3, es copia fiel de la versión que incluimos en nuestra Página: www.ciscuve.org. En las tres versiones pueden verse los Diagramas, que no se observan en la Página)

1-Titular-Memoria-Dyna-Guitian

2-Titular-Memoria-Otra-version-Dyna-Guitian

3-Titular-CISCUVE-Memoria-Dyna-Guitian

-Si desea conocer otros Artículos, Audios, Álbumes de Fotos Etnográficas y Videos de Carmen Dyna Guitián Pedrosa, entre en la siguiente URL: https://ciscuve.org/?cat=4204

 

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Guitián, C.D. (2008) El habitar contemporáneo en América latina: repensar la relación entre el ambiente y la arquitectura desde lo social. Trabajo de ascenso presentado para optar a la Categoría de titular en el escalafón universitario, según la modalidad de artículos publicados, sometidos a arbitraje. Caracas, FAU-UCV

Artículos, capítulo de libro, ponencia y conferencia solicitada

1.- (1999) ¿Reconstituir el sujeto social de la fragmentada sociedad venezolana? En González Ordosgoitti (Coord. Comp.) Filosofar sobre la constituyente. Caracas, Fondo editorial Tropykos, CDCH-UCV y Fondo Editorial de Humanidades-UCV. Pp. 59-89 Conferencia solicitada, sometida arbitraje para su publicación, https://ciscuve.org/?p=1186

 

2.- (2000) La Arquitectura, patrimonio del mundo construido. Tierra Firme, Caracas. Año 18-Volumen XVIII, Abril-junio, pp. 205-215, https://ciscuve.org/?p=1258

 

3.- (2001) Historia Oral, la experiencia vivida en las fronteras del hombre común. Tierra Firme. Año 19-Vol. XIX, julio-septiembre, pp. 393-400, https://ciscuve.org/?p=1238

 

4.- (2001) Imaginarios urbanos o el mundo construido posible. Apuntes Filosóficos 19, pp. 91-102, https://ciscuve.org/?p=1247

 

5.- (2005) Pobres y excluidos aún…y por mucho tiempo. ITER- HUMANITAS, UCAB, Facultad de Teología, Venezuela, No.3, Enero-junio, pp. 123- 136, https://ciscuve.org/?p=1193

 

6.- (2006) Los modos de vida y la creación de paisajes en la cotidianidad de la Caracas contemporánea. Anuario ININCO. UCV, FAHE, ININCO, Venezuela, No. 1, Vol. 18, pp. 239-248, https://ciscuve.org/?p=5822

 

7.- (2007) Los bienes culturales del espacio habitable. Argos USB, Venezuela, Vol.24 No. 47, pp. 28-41, https://ciscuve.org/?p=10193

 

8.- (2007) El inmigrante urbano, sujeto social de la movilidad humana  latinoamericana en Caracas. Tierra Firme, artículo aprobado, en prensa, https://ciscuve.org/?p=2720

 

9.- (2007) Aproximación al concepto de paisaje cultural. Ponencia presentada en la Tercera Jornada de Arquitectura Paisajista, Caracas, Sociedad Venezolana de Arquitectos Paisajistas, Marzo 1. Inédito, https://ciscuve.org/?p=9227

 

  1. (2007) Habitar el territorio del siglo XXI: Saber e incertidumbre. Tecnología y Construcción, 22-I, pp. 63-71. Conferencia solicitada publicada en extenso, https://ciscuve.org/?p=5874

 

 

Resumen[ii]    

Cada trabajo presentado consiste en un tema de investigación cuyas categorías de análisis develaron paulatinamente tanto los contenidos como los modos de abordarlos. Partir de un paradigma socio-físico (Muntañola) resultó ser la estrategia para reelaborar la relación entre el ambiente y la arquitectura; el aporte de las ciencias sociales, en especial de los psicólogos ambientales, y de los profesionales del habitar, en especial de los arquitectos y los urbanistas, fue clave para la construcción de una línea de investigación.

 

La línea presentada constituye el núcleo del proyecto académico actual del investigador, diseñado a partir de su biografía intelectual. Después de un largo recorrido de debates, confrontaciones y formulaciones acaecidos en la experiencia de producir y transmitir conocimiento, se logra precisar el sentido de la línea de investigación como constitución y reconstitución de las regiones socio históricas de América Latina, evidenciadas en las nuevas maneras de abordar y enfocar los territorios de esta región del mundo en el mundo contemporáneo, cuyas palabras claves habitar, territorios, América Latina y contemporáneo, articuladas en una proposición teórica y metodológica que combina ejes temáticos, dimensiones de la realidad e investigación cualitativa dan cabida a una gran diversidad de temas y problemas de investigación

Palabras claves: Habitar, territorios, América Latina, contemporáneo

 

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Índice

I.-La Memoria

Introducción

1.-La trayectoria de investigación

1.1.-Estudios ambientales y Arquitectura

1.2.-De la producción del espacio habitable

1.2.1.-Teorías sociales del espacio

1.2.2.-Teorías geográficas desde la perspectiva social

1.2.3.-El habitar desde lo social

1.2.3.1.-Los paradigmas orientadores

1.3.-Para la formulación del proyecto de investigación de la Tesis Doctoral

II.-La construcción de una línea de investigación: habitar los territorios de América Latina en el siglo XXI

II.1.-Objetos de investigación construidos y problemas formulados

II.1.-Antecedentes inmediatos de la línea: de 1999 a 2007

II.1.1.-Compilación de capítulos, artículos, ponencias y conferencias

II.1.2.-Experiencias de investigación, docencia y difusión

II.2.-Delimitación de la línea de investigación

II.3.-Formulación de la línea

II.4.-Fundamentos teóricos y metodológicos

Conclusiones

Bibliografía

Anexo

 

 

 

Introducción

El análisis y la reflexión acerca de un conjunto de artículos, ensayos y conferencias organizados por el hilo conductor de los objetos de investigación construidos y los problemas formulados en los últimos diez años a partir de la Disertación Doctoral en 1999, permitió a la autora elaborar una memoria cuyo alcance cubrió una parte importante de su biografía académica,[iii]  fundamentalmente aquella vinculada a la trayectoria de investigación en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela. Rastrear los trabajos de investigación presentados como trabajos de ascenso y su vinculación con la actividad docente de pregrado y postgrado así como la  mencionada permanente reflexión resultaron en la formulación de una línea de investigación titulada “Habitar los territorios de América Latina en el siglo XXI”, evidenciando que este trabajo lejos de ser el último de su carrera universitaria es el primero de la próxima etapa de producción académica, enriquecida con toda la experiencia acumulada y con las nuevas ideas, teorías, metodologías y formas de hacer y pensar el habitar, experiencia para compartir con los nóveles investigadores y los estudiantes, sobre todo los tutelados de postgrado.

El  trabajo de investigación posibilitó la incorporación de los proyectos de investigación en Ciencias Sociales y los proyectos de investigación en el campo del diseño arquitectónico, urbano, tecnológico y paisajista en los cuales, en mayor o menor grado, se ha venido trabajando tanto en seminarios de investigación de postgrado como en tutorías de Tesis doctorales y Trabajos de Maestría.

El trabajo combinado con arquitectos tutores ha permitido engranar la especificidad de la arquitectura y el urbanismo con los aportes de las ciencias Sociales a la producción de investigación de los arquitectos, de acuerdo por supuesto, al objeto de estudio; el trabajo con científicos sociales y estudiantes del Doctorado en Ciencias Sociales ha permitido mantener y precisar ese importante perfil disciplinar que, al combinarse con el campo de los profesionales del habitar ha resultado en un enfoque teórico y metodológico clave para la comprensión de la relación  entre la sociedad y la naturaleza y muy especialmente de la relación entre el ambiente y la arquitectura, relación ya presente en 1983 y vigente en el 2008; ahora repensada, reconfigurada, reelaborada y orientada hacia los nuevos retos del habitar contemporáneo.

 

El primer ensayo, escrito posteriormente a la Tesis Doctoral -en una obra colectiva organizada y sometida a arbitraje por Enrique Alí González Ordosgoitti- constituye la piedra angular sobre la que se desarrollan los planteamientos que posibilitaron la definición de la línea. Fue en ese momento cuando la categoría sujeto social adquirió un sentido más denso y propiciador del escrutinio del habitar, trabajo basado en la Disertación Doctoral pero cuya reflexión supera cualitativamente la dimensión social del sujeto del habitar, hasta entonces restringido a un particular sujeto, el poblador urbano.

 

En tal sentido se trabajaron temas concernientes a la consideración teórica de la categoría sujeto social (La Historia Oral o las fronteras del hombre común); concernientes a la expresión del sujeto social en temas vinculados al Patrimonio, la arquitectura y el urbanismo (Arquitectura, patrimonio del mundo construido; Los Modos de Vida y la Creación de Paisajes en la Caracas Contemporánea y Los Bienes Culturales del espacio Habitable) y temas para profundizar en los sujetos estudiados o indagar acerca de nuevos sujetos (Tracing Venezuelan Poverty along the Twentieth Century; Historias de Dos Familias; Pobres y Excluidos…aún y El Inmigrante Urbano, Sujeto Social de la Movilidad Latinoamericana en Caracas[iv])

 

Al mismo tiempo, las invitaciones a dictar conferencias en distintas unidades académicas  de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, me incentivaron a desarrollar un tema que no había prefigurado en mis objetos de investigación, el territorio. De la misma manera, el trabajo con mis estudiantes tutelados, en especial con los del Doctorado en Arquitectura, los de Diseño urbano y con los de Diseño Arquitectónico así como con los estudiantes del Doctorado en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, me fueron conduciendo a perfilar temas, enfoques, categorías y conceptos que resultaron en la configuración de una línea de investigación que converge en el territorio.

 

El aporte teórico para la incorporación del tema del paisaje en la línea lo hace indispensable también. Finalmente, la Conferencia Central solicitada por la Comisión de Postgrado de la Facultad  sienta las bases para disertar acerca de la constitución y reconstitución de poblaciones y regiones socio-históricas contemporáneas en América Latina.

 

Por otro lado, la ampliación de la visión de las implicaciones de la relación entre la Arquitectura, el urbanismo, el paisajismo y las Ciencias Sociales, impulsó la extensión del horizonte de investigación propiciada, además, por el intenso intercambio académico con algunas de las fuentes internacionales más importantes del campo de conocimiento de la arquitectura y el urbanismo. Así escribimos en la presentación de la línea editorial de la Maestría de Diseño Arquitectónico, en la colección Incertidumbres y Discordancias, un texto que resultaría una primera aproximación a los modos de abordar esa relación entre lo habitado, lo pensado y lo construido – para seguir a Heidegger-  que se sintetiza en el territorio y se concretiza en la investigación de la configuración de las regiones socio-históricas como el núcleo central de la línea formulada:

“El signo de los tiempos actuales esta pleno de un imaginario impactado por la contundencia del habitar; del habitar en ciudades de múltiples facetas, la ciudad globalizada coexistiendo con la ciudad en conurbación, con la ciudad histórica, con la ciudad informal y hasta con el campo, desdibujando, así, la convención establecida por la funcionalidad y su forma correspondiente; marcando un reto ineludible este signo para quienes se involucran en pensar y vivir esta nueva manera de habitar el territorio.

Con el giro de esta mirada, desde la ventana hasta el satélite, se combinan las escalas, la grande, la pequeña, la local, la urbana, la regional, la territorial y, sin que cada una de ellas pierda su condición, habremos logrado penetrar el misterio de difuminar las fronteras para construir un nuevo modo de conocer esa relación entre el mundo de vida y el mundo construido.

Como siempre, la historia nos marca la ruta de la comprensión de lo actuado por el hombre, y allí están las nuevas realidades territoriales donde ya no es sólo el aleteo de una mariposa en Hong Kong que se siente en Nueva York sino una revuelta de coqueros en Bolivia que afecta inversiones inmobiliarias en Florida, lo local y lo global son inseparables.

Es una audaz proposición para elaborar una epistemología de los modos de habitar y construir que combina el pasado, el presente y el futuro y propone comprender la relación entre habitar y cultura, desde la perspectiva de descubrir los dispositivos que permitan transitar desde las formas más abstractas de la configuración espacial –los imaginarios- hasta las formas concretas de la construcción de artefactos para vivir, siempre signados por la búsqueda del conocimiento como forma de representación de la realidad” (Introducción, Guitián, 2003 en Piñón, 2004:9-10).

 

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I.-La trayectoria de investigación

I.1.-Estudios ambientales y Arquitectura

Hace 25 años presenté el trabajo de ascenso para optar al escalafón de Asistente en la FAU-UCV; lo titulé Estudios Ambientales y Arquitectura, aproximación a un modelo. En aquella época impartía la asignatura Ecología Humana con un contenido programático que más se acercaba a una Cátedra de Economía Política que a un campo de conocimiento aplicado a la Arquitectura, en un sector de conocimientos denominado Acondicionamiento Ambiental. De allí nació mi inquietud por resolver lo que, para el momento, entendía como un vacío y una discordancia cognoscitiva; mi primera experiencia en la FAU me había llevado por las aulas de diseño arquitectónico por lo que lo desacertado del programa se evidenciaba en la ausencia total de la arquitectura en los contenidos de aquella ecología humana, apenas algunos temas vinculados a la ciudad, muchos vinculados a los problemas ambientales producidos en el marco de la industrialización capitalista de una formación social periférica dependiente, sin que ello posibilitara la articulación con la práctica del arquitecto, a lo sumo el estudiante tomaba conciencia de su papel como ciudadano ante el ambiente pero los paradigmas , las teorías y la metodología necesarios para abordar la relación entre el ambiente y la arquitectura eran inexistentes. A esa tarea me dediqué, entonces.

 

El primer reto fue abordar la propia contradicción del Sector de conocimientos, concebido como un conocimiento instrumental para la práctica de la arquitectura, por ello se denominó acondicionamiento ambiental; partió de una concepción de arquitectura bioclimática tropical en la que el clima, la vegetación, el soporte físico y la física ambiental debían aportar las herramientas para diseñar con el ambiente; sin embargo, en la medida en que las teorías ambientales definían su ámbito incorporando al hombre en sus proposiciones, los llamados factores socio-culturales precisaban su papel en el impacto ambiental a partir de dos problemas, fundamentalmente, el uso indiscriminado de tecnologías contaminantes y la falta de conciencia ciudadana acerca de la importancia de la conservación y la protección del ambiente.

 

Fue este paradigma, precisamente, el primero que debí enfrentar para lo cual realicé un detallado análisis de las teorías ambientales más relevantes del momento; así, llegué a la conclusión de la necesidad de elaborar un modelo teórico y metodológico capaz de hacer síntesis de la relación sociedad-naturaleza:

“(…) El objeto de estudio es la interrelación de los procesos naturales y los procesos sociales en el ambiente. El estudio de las condicionantes y determinantes que impone la biosfera al proceso social de ocupación del territorio y utilización de recursos naturales y, al mismo tiempo, las consecuencias de este proceso sobre la biosfera; en otras palabras, el papel que juegan las condiciones bióticas y abióticas en la conformación de los asentamientos humanos y en la utilización de los recursos naturales y el papel que juega la práctica social en los ajustes y desajustes ecológicos. Todo esto referido tanto a la transformación del medio físico como a las condiciones de vida de la población, a la calidad de la vida, en general, es decir, el objeto de estudio es realmente el ambiente. (Guitián, 1983:27)

 

El modelo consistió en un conjunto de proposiciones teórico-metodológicas que debían dar cuenta del estudio de esa relación y el modo cómo se insertaba la relación entre el ambiente, el territorio, los asentamientos humanos y la arquitectura para elaborar una red conceptual[v] que transitaba los niveles de abstracción desde la sociedad y desde la naturaleza para construir, recorriendo las distintas escalas desde el territorio hasta el objeto arquitectónico, el concepto de espacio habitable como el lugar de la existencia humana.

 

Para construir este concepto dos autores desde la arquitectura resultaron claves, se trató de Vittorio Gregotti, con su obra El territorio de la Arquitectura (1972) y Marina Waisman con La estructura histórica del entorno (1977). Ambos autores buscaban delinear la especificidad de la arquitectura desde la historia y desde el concepto de territorio, desde los cuales bosquejaban, para ese momento, los inicios de una discusión que desembocaría mucho tiempo después en el tema del lugar y muy posteriormente, en el del paisaje. Así, la obra de la Waisman me permitió delinear ese concepto del lugar para la existencia humana.

 

Posteriormente trabajé a  Christian Norberg-Schulz y su proposición del espacio existencial logrando un primer acercamiento a la fenomenología, que luego profundicé sobre todo a partir de 1984, en un seminario en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela, un año después de la investigación comentada. De este modo, la inserción de autores trabajados desde el campo de la llamada teoría de la arquitectura permitió un primer abordaje del campo académico objeto de estudio.

 

Para ese momento la discusión en el campo del diseño arquitectónico en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo se centraba en el dilema entre la especificidad o lo propio de la arquitectura o su condición de disciplina del entorno construido, es decir, el debate se centraba entre el oficio académico de producción de objetos habitables o el estudio del entorno construido por el hombre en sus diversas modalidades, con especial énfasis en la ciudad y la tecnología (el ambiente se subsumía como un tema urbano) y hasta de la planificación territorial, regional y urbana. Distintas posturas sentadas sobre dos paradigmas irreconciliables, el uno representaba la posibilidad de definir el objeto de la arquitectura como la producción del artefacto y el dominio del oficio para proyectarlo, mientras el otro paradigma negaba la posibilidad de un objeto propio de la arquitectura pues se centraba en que la arquitectura consistía en la concurrencia de conocimientos de distintas disciplinas, sobre todo científicas, que se aplicaban para proponer soluciones a los problemas del entorno construido o del ambiente construido como lo denominaban los ingleses (the built environment).

 

Concepto que, a mi entender, no resolvía el problema de la relación entre el ambiente y la arquitectura. Primero, porque ocultaba la dimensión ambiental en el fenómeno urbano y le restaba especificidad; segundo, porque ocultaba totalmente la dimensión físico natural del problema, aunque planteaba el concepto de ambiente natural para diferenciarlo del construido, no era capaz de establecer la relación entre lo natural y lo construido más allá de reconocer el soporte físico sobre el cual se erigía el ambiente producido por el hombre; por otro lado, un enfoque que privilegiaba el impacto de la infraestructura económica en la producción del entorno dejaba de lado la posibilidad de considerar otras dimensiones igualmente importantes como el poder y la significación:

“Cuya simple yuxtaposición [la del campo de la ecología humana y el campo de la arquitectura] ha conllevado la interpretación de la relación ambiente-arquitectura como la capacidad del diseñador para adaptar el objeto arquitectónico al medio en el cual lo inserta, mediante el proceso de despejar el comportamiento y el valor que asumen las variables ambientales (normalmente interpretadas como variables de orden físico-natural) en el problema de diseño; en contraposición a la interpretación que pretende asignar un papel significativo al diseño y construcción de objetos arquitectónicos en la conformación del ambiente, objetos estos inherentes al ambiente en la medida en que se articulan las dimensiones de lo natural y de lo social para generar espacios habitables, espacios que permitan la existencia humana, en condiciones óptimas tanto para el hombre como para el resto de la vida orgánica y de los elementos inorgánicos de la ecobase” (Guitián,1983:55)

“La ecobase se establece mediante el proceso social y natural de ocupar un territorio para producir, reglamentar y significar el espacio habitable.” (Ob.cit.:51)

“El espacio habitable se caracteriza, así, por las condiciones mismas de la ecobase (factores bióticos, factores abióticos-procesos naturales-) y las dimensiones de la realización social expresadas en términos de los patrones de distribución espacial de población y actividades humanas sobre la ecobase; la distribución, localización e incidencias de las actividades económicas (dimensión económica); los mecanismos de regulación social de ocupación, explotación y ordenamiento de la ecobase (dimensión política) y las diversas maneras como los hombres se representan a sí mismos y a su comunidad, su ecobase y su espacio habitable (dimensión cultural).”(Ob.cit.:51-52)

 

Al construir el concepto de espacio habitable como lugar de la existencia humana pero definirlo en términos de la estructura de la sociedad, aún no discernía la postura fenomenológica y hermenéutica que tal definición contenía al no contemplar los procesos de estructuración de la sociedad, en otras palabras, el papel del sujeto social en la construcción de la realidad social; sin embargo, la incorporación de la dimensión del poder y la cultura en el aparato teórico que intentaba forjar, resultó básico para reconocer la importancia de la realización social como la estructura que no está sobredeterminada por ninguno de sus componentes, fue especialmente importante para desplazar la sobredeterminación de las estructuras económicas y reconocer que un hecho social es total sólo si se conceptúa desde toda la estructura social y no sólo desde la predominancia de una de sus estructuras particulares.

 

Fue este concepto clave, propuesto por primera vez en 1983, el que signó la trayectoria de investigación en adelante. Desde su propia concepción, el espacio habitable tenía una doble condición, la social y la física; aun cuando las teorías sociales otorgaban poca importancia al componente del espacio (y muy particularmente su condición físico-natural) desde un primer momento me convencí que la única manera de enlazar los estudios ambientales y la arquitectura era a través de esta mirada en la que la historia, la sociedad, la naturaleza, el ambiente y el lugar se convertían en las claves necesarias para el arquitecto; 20 años más tarde, las teorías y las posturas de importantes arquitectos de la talla de Josep Montañola y Juan Luís De Las Rivas me demostraron que tenía razón, que había acertado en las proposiciones y en el concepto de espacio habitable.

 

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I.2.-De la producción del espacio habitable

Armada con este concepto regresé a la sociología, ahora para incursionar en un modo concreto de conocer los modos de producción del espacio habitable y así elaboré el segundo trabajo de ascenso –Agregado- en 1993, 10 años y una intensa actividad académico-administrativa mediaban entre los dos trabajos, sin abandonar mi inquietud por explorar el mundo del diseño, me dediqué a rescatar la sociología que estaba en el fondo de mis proposiciones y enuncié por primera vez la sociología del habitar; así titulé el trabajo.

 

A través de un recorrido por la vida cotidiana de un actor social, el poblador urbano y su historia, me introduje en los modos de producción de un particular espacio habitable, propio de las sociedades latinoamericanas (y del llamado tercer mundo), el del barrio auto construido. En este momento de la investigación incorporé la postura hermenéutica y fenomenológica, la propia investigación me llevó a la necesidad de la incorporación del sujeto social; en un trabajo realizado en 1992[vi]  la categoría poblador urbano tomó forma y cuerpo. Regresaré a esta idea una vez que exponga el recorrido teórico crítico realizado para llegar a la construcción de la línea de investigación.

 

No encontraba en las teorías ambientales ni en las teorías sociales la respuesta a los modos cómo se relacionaba la sociedad y la naturaleza. Las teorías ambientales naturalizaban el problema, la propia condición natural de la especie humana la llevaba a producir tecnologías cada vez más demandantes de recursos naturales, especialmente energéticos, lo cual las convertía en contaminantes. Las teorías sociales asignaban –y asignan- a la estructura social, particularmente a la estructura económica, la producción del espacio; la naturaleza, espectadora de la acción del hombre sobre el planeta, permanecía inerte, siempre disponible para los fines humanos.

 

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I.2.1.-Teorías sociales del espacio

El dilema gnoseológico planteado entre las ciencias naturales y las sociales surge, en ocasiones, como irresoluble, en ocasiones como superable. La falla de origen de las ciencias sociales estribó en su adhesión a los cánones de las primeras, en pretender convertirse en física social, así, desde su denominación de inicio comenzaron a cabalgar, para parafrasear a Foucault, entre las ciencias y las humanidades. La tradición cartesiana de la racionalidad como única vía de conocimiento científico derivó en paradigmas, postulados y protocolos signados por la experimentación como simulación y modelación de la realidad física para conocer, prever y controlar la naturaleza. Los aportes de Kant al proceso de conocimiento penetraron la cualidad de la experiencia sensible, aquella que se genera a través de los sentidos en la relación con el mundo, para dar cuenta de los modos de aproximación a la realidad, reservándole a la ciencia la exclusividad de la razón como mediación; el conocimiento científico sólo se produce mediante la razón que demuestra, sólo la filosofía es capaz de discernir la esencia de las cosas y generar el pensamiento universal que requiere la ciencia para legitimar su idoneidad.

 

Así, la ciencia y la filosofía de la ciencia dejaron de lado ese oscuro objeto de conocimiento cual es la hipercomplejidad de la historia y su guerrero más consecuente, la subjetividad, la cual, a pesar de haber signado a la humanidad en todas sus expresiones conocidas en el tiempo y en el espacio, quedó fuera del ámbito de la ciencia y la epistemología para refugiarse en las humanidades, valga decir en el arte, en la historia, en la geografía, en todas las ramas del saber que aún no tenían el estatuto de conocimiento científico; tanto que así se organizó la academia: ciencias y humanidades. Y las ciencias sociales quedaron en ese limbo confuso y borroso, sin estatuto académico preciso, arrastrando aquella falla de origen que la convirtió en la excluida de la fe de la razón, siempre pretendiendo un reconocimiento que los otros le negaban.

 

Pero la hipercomplejidad de la historia se mueve y se sigue moviendo. Al tiempo que esta concepción epistemológica del conocimiento científico se imponía, algunas voces empezaron a proponer paradigmas alternos; la filosofía de la vida y las ciencias del espíritu de Dilthey; la fenomenología de Husserl y posteriormente Schütz desde las ciencias sociales;  Simmel y el formismo social; para penetrar el siglo XX, la Escuela de Chicago y el Campesino Polaco de Thomas y Znaniecki hasta la construcción del paradigma cualitativo como lo conocemos actualmente en las ciencias sociales.

 

Todo este movimiento no hubiese sido posible sin el aporte de dos significativos autores, Durkheim y Weber. En los manuales de sociología se suele ubicar a Durkheim como positivista por haber propuesto el concepto de hecho social, el cual cosifica la realidad social y la convierte en un hecho objetivo, posible de ser captado y escrutado por la razón que demuestra; lo que se escapa, a mi juicio, de este análisis es que Durkheim se monta sobre una plataforma cuya estructura se basa en la historia y en la producción simbólica (denominada representación social), su proposición de la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica está basada en una concepción histórica – evolucionista podrían etiquetarla quienes no profundizan en el papel que asigna a la religión y a la división del trabajo en la transformación histórica de la humanidad -. Influido, por supuesto, por el impacto de las teorías darvinistas (Durkheim, 1965:266) buscó en la sociedad respuestas al problema de la transformación y la permanencia de las organizaciones sociales, acudiendo a la historia y a la muy incipiente antropología para nutrir sus proposiciones teóricas. Entró en el centro del debate  transformación-permanencia; orden-ruptura; progreso-atraso (que posteriormente asumió la forma tradición-modernidad). En este juego de pares oposicionales propone una explicación de lo social a partir de la complejidad de la estructura social y simbólica que es acusada de ocultar el poder como expresión de las fuerzas en pugna por el dominio de la sociedad por lo que se le ubica, de nuevo, en el positivismo, pero ahora conservador, y se contrapone a las teorías marxistas que vienen propugnando una explicación de lo social a partir de la relación orden-ruptura a lo largo de la historia humana y su sucesiva y acumulativa complejidad y progresión, hasta llegar a la sociedad perfecta, sin clases. Para Durkheim, la sociedad sin clases no es posible pues no prevé la eliminación ni de la división del trabajo ni de la constitución de la fe como representación de la utopía social (incluyendo la fe en el progreso infinito). De tal manera que la diferenciación social se imbrica en la propia estructura social expresada en las distintas modalidades que asumen los sistemas clasificatorios sociales, para el caso de Durkheim, la clave está en la división social del trabajo, la cual expresará en forma de proposición:

“La división del trabajo varía en directa proporción con el volumen y la densidad de las sociedades, y, si progresa de manera continua en el curso del desarrollo social, es porque las sociedades se densifican regularmente y se hacen más voluminosas generalmente” (Ob.cit.: 262) Cursivas del autor, traducción nuestra.

 

En esta suposición ya subyace la ciudad como forma espacial derivada de la división del trabajo; sin embargo será necesario que en su obra Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, desarrolle sus planteamientos acerca del origen social del espacio, su representación y las formas que asume en la sociedad, para configurar un discurso que de cuenta del espacio como dimensión de la realidad social:

“Tal como ha demostrado Hamelin el espacio no es ese medio vago e indeterminado que Kant había imaginado: pura y absolutamente homogéneo no rendiría ningún servicio y sería inaprehensible por el pensamiento. La representación espacial consiste esencialmente en una primera coordinación que se introduce en los datos de la experiencia sensible. Pero esta coordinación sería imposible si las partes del espacio se equivalieran cualitativamente, si fueran realmente sustituibles las unas por las otras. Para poder disponer espacialmente de las cosas hay que poderlas situar diferencialmente: poner las unas a la derecha, las otras a la izquierda, estas arriba, aquellas abajo, al norte, al sur, al este o al oeste, etc., etc., lo mismo que para poder disponer temporalmente de los estados de la conciencia hay que poderlos localizar en fechas determinadas. Es tanto como decir que el espacio dejaría de ser lo que es si, lo mismo que el tiempo, no estuviera dividido y diferenciado. ¿Pero de dónde vienen esas divisiones que le son esenciales? Por sí mismo, el espacio no tiene ni derecha ni izquierda, ni arriba ni abajo, ni norte ni sur, etc. Todas estas distinciones provienen evidentemente del hecho de que han sido atribuidos valores diferentes a las diferentes partes del espacio. Y como todos los hombres de una misma civilización se representan el espacio de una misma manera, es necesario evidentemente que esos valores afectivos y las distinciones que de ellos dimanan les sean igualmente comunes, lo que implica casi necesariamente que sean de origen social.” (Durkheim, E. 1992:9-10)

“La sociedad supone, pues, una organización consciente de sí, lo que no es otra cosa que una clasificación. Esta organización de la sociedad se comunica en forma natural al espacio que ocupa. Para prevenir todo roce es preciso que se asigne a cada grupo particular una porción determinada del espacio: en otros términos, es preciso que el espacio sea dividido, diferenciado, orientado, y que todo el mundo conozca esas divisiones y orientaciones.” (Ob.cit.: 411)

 

Leal Maldonado nos ofrece una excelente síntesis de la teoría durkheiniana del espacio:

“…en una diferenciación social ligada a las distintas formas de relación social. La sociedad mecánica responde a un tipo de espacio distinto que la solidaridad orgánica, la dominación de la segunda sobre la primera es efecto del propio desarrollo urbano, es decir, que existe una relación directa entre la transformación social y los distintos espacios. En Las formas elementales de la vida religiosa, establece que la naturaleza heterogénea del espacio es una parte de la teoría general sobre los orígenes sociales de las categorías del pensamiento. Si el espacio fuera absolutamente homogéneo, no tendría ningún sentido tratar de coordinar la información de la experiencia sensorial. El sentido colectivo del espacio tiene, pues, para él, un origen social y existen evidencias de que las clasificaciones que establecemos del espacio son estructuralmente similares a las formas sociales tal como plantea [Durkheim]” Cursivas del autor, corchete nuestro. (Leal Maldonado: 1997: 24)

 

Tendremos que esperar a contar con los excelentes trabajos acerca del poder en la sociedad, el de Eric Wolf desde la antropología, el del poder simbólico de Pierre Bourdieu, desde la sociología y, por supuesto, el denso análisis de Michel Foucault, desde la filosofía, para reivindicar la insistencia de Durkheim en la permanencia de la división social y la representación para descubrir cómo se constituyen en las dimensiones donde reside el poder. También tendremos que esperar  al desarrollo de las teorías de la subjetividad y la hermenéutica para reivindicar el aporte de la representación social y la construcción de la fe como utopía social y poder comprender la relación entre el proyecto (individual y colectivo) y la conformación de las distintas modalidades que asume el sujeto social en la forma de nucleamientos de lo colectivo.[vii]

 

Para Durkheim el análisis se centra en la categoría de espacio; el territorio, la ecobase como la dimensión físico natural del espacio habitable, no forma parte de su andamiaje teórico. Aunque no suficientemente reconocido, su aporte consiste en haber determinado el origen social del espacio, tradición que se instaurará en las ciencias sociales desde Durkheim.

 

Durkheim sienta las bases para comprender la naturaleza de lo social sin concesiones a las ciencias naturales, en la ruta por penetrar lo social desde su estructura y desde sus actores pero será Max Weber quien intentará develar ese misterio de lo social desde la acción social. Aun cuando Weber:

“(…) no suele utilizar conceptos de diferenciación espacial…sin embargo, trata de situar en diferentes ciudades, distantes en el tiempo o en el espacio…formas .distintas de poder lo que supone en cualquier caso una concepción diferenciada de los espacios en relación con las variaciones en las formas de relación social” (ob.cit.: 24)

 

Es imposible resumir la extensa y compleja proposición sociológica de este autor en unas pocas líneas; hemos pretendido hacer síntesis de las ideas claves vinculadas a este tema de la dimensión espacio temporal en sus tesis.

 

Para este autor, la dimensión espacial de la sociedad radica en los modos que asumen los asentamientos humanos y los grupos sociales que en estos se desarrollan así como las relaciones sociales que establecen entre ellos, llegando a la configuración de clases sociales y hasta sectas, dependiendo de la sociedad considerada. La ciudad no es un atributo de la sociedad occidental pero sí lo es el modo específico de asentamiento, relaciones y grupos que en ellas se desarrollaron, hasta el punto que las formas de dominación política y de estructuración económica imbricadas con el predominio de una acción social racional con arreglo a fines van a dar lugar a la sociedad moderna occidental, primero en Europa y eventualmente, al resto del mundo. Lo que sí está claro es que es imposible comprender la realidad espacial aislada de la dimensión histórica de la sociedad, sólo la historia puede dar cuenta de los modos como se articularon las diversas condiciones que dieron lugar a los modos de asentamiento de población, actividades, relaciones y acciones de una determinada sociedad.

 

De esta manera, el interés de las ciencias sociales se desplaza hacia la ciudad como forma de organización de la relación con el territorio, supeditando, incluso, el campo a la condición urbana, asunto que no se superará sino hasta finales del siglo XX cuando la propia realidad urbana desbordará esta diferenciación.

 

Es George Simmel quien otorga al espacio una dimensión social, no en términos de causalidad de los hechos sociales sino en términos de condición en la que se desenvuelven los hechos sociales.

“Simmel plantea la dimensión social del espacio a partir del desarrollo de los atributos espaciales en los individuos [y en las asociaciones]: la proximidad o la distancia, la agrupación y la dispersión, la densidad y la diseminación, la permanencia y la movilidad dan lugar a diferentes formas sociales que va examinando una por una.

El punto de partida sería el lugar de forma dialéctica frente al tiempo, estableciendo la relación que tiene con las características sociales y haciendo un especial hincapié en las formas de los movimientos asociativos. Para él el lugar es básicamente la consideración de los aspectos espaciales de las cosas, uno de cuyos atributos principales es el de concitar el recuerdo… <el lugar constituye el punto de rotación en derredor del cual el recuerdo liga a los individuos en una correlación ideal> Simmel G. 1924” (Ob.cit.25) Cursivas del autor, corchete nuestro.

 

Simmel otorga condición de categoría teórica al espacio como dimensión de lo social así como devela el lugar como el encuentro entre el espacio y el tiempo, confiriendo a este concepto el sentido de morada de la experiencia vivida, lo que Heidegger encontró en el morar, estar en el mundo. La cotidianidad se convierte en un interés para Simmel, de allí su capacidad para estudiar la ciudad y los múltiples encuentros, intensos o leves, que acontecen entre los individuos y entre las asociaciones; logra “establecer las formas diferenciadas de comportamiento social que se exigen en un medio denso y grande como es la ciudad.” (Ob.cit.26)

 

Simmel establece las relaciones entre el espacio y la sociedad:

“(…) desde dos puntos de vista diferentes pero complementarios uno del otro. Por una parte determina y analiza las cualidades fundamentales del espacio, que ejercen influencia sobre la interacción, las que deben ser tenidas en cuenta por las formaciones sociales: la exclusividad del espacio, la división y los límites espaciales, la fijación local de los contenidos de las formaciones sociales, y la proximidad o distancia de las unidades interactuantes. Y, por el otro lado, analiza las cualidades de las formaciones sociales que influyen en las determinaciones espaciales respectivas: los grupos organizados por lazos de parentesco y los grupos organizados en forma racional y política, la soberanía territorial, las unidades sociales con un referente espacial específicamente propio, y el espacio vacío o deshabitado”(Acebo Ibáñez,1996: 75-76)

 

Esta doble condición de la relación entre el espacio y la sociedad abre el camino para deslastrarnos de la sobre determinaciones del uno sobre el otro y aporta un conjunto de categorías que serán orientadoras en el análisis de los territorios así como de las dimensiones de la realidad desde las cuales penetramos la configuración de las regiones socio-históricas contemporáneas de América Latina, fundamentalmente los límites y las fronteras, los encuentros, la movilidad humana y, por supuesto, la dimensión histórica. Por otro lado, las redes sociales y las comunidades constituyen dimensiones sociales de análisis imprescindibles para la interpretación de dicha relación entre el espacio y la sociedad.

 

La cualidad de la exclusividad del espacio conduce a Simmel a la consideración de la relación entre la sociedad (en realidad es organismo social el concepto que utiliza) y el territorio; desde allí desarrolla sus proposiciones acerca de los límites. Ese territorio ocupado contiene otra cualidad del espacio cuál es su “división en trozos o unidades para el aprovechamiento práctico. La existencia de estas unidades espaciales, claramente delimitadas, supone la existencia de límites que conformen todos sus contenidos, ya sean materiales, sociales o culturales.”(Ob.cit.:79)

“Para Simmel [continúa Acebo] ‘siempre concebimos el espacio que un grupo social llena de algún modo, como una unidad, y esta  unidad expresa y sostiene la del grupo, siendo al mismo tiempo sostenida por ella’. De ahí que exprese que una sociedad se caracteriza como interiormente unida,  cuando el espacio de su existencia está delimitado por límites perfectamente claros; mientras que la unidad mutua, la relación funcional de todos los elementos entre sí, también se expresa especialmente por el límite que sirve de marco” (Ob.cit.:79)

 

Sin embargo, los grupos sociales no necesariamente tienen una base espacial fija; si bien el territorio y, más aún la condición del habitar, tienen una base espacial, esta no necesariamente ancla a los grupos y a los individuos en un territorio determinado sino que, precisamente, la capacidad humana de vislumbrar distintos horizontes posibilita la movilidad y la posibilidad de distintos tipos de encuentros, sean efímeros o permanentes, muy próximos o muy distanciados, reforzadores de los sentidos otorgados a la base espacial o más bien, reconstructores de un sentido que incluye diversidad de grupos e individuos con raíces culturales distintas (el caso del emigrante).

 

Esta dinámica de bases espaciales fijas o móviles, reales o virtuales, propiciatorias de encuentros, posibilitadas por la construcción de un sentido del espacio y del arraigo a este, compatible o incompatible con la vivencia compartida del espacio, realizada socialmente a través de las interacciones organizadas en redes sociales, desde las básicas residenciales (parentesco, vecindad, amistad, paisanaje) pasando por las institucionales (trabajo, educación, religión, etc.) hasta las mediáticas (tecnologías de comunicación: cartas, internet, medios de comunicación social, convencionales o alternativos, etc.) va a constituir un campo social de relaciones en el que la sociedad y la naturaleza se encuentran para desplegar fuerzas sociales necesarias para la producción de lo social, esa articulación, siempre histórica, entre la estructuración y la estructura de la sociedad; para decirlo en términos de Giddens, entre la estructura y la agencia social.

 

Ha sido el aporte de Simmel el que nos ha conducido a la incorporación de estas cualidades del espacio habitable, tal como lo hemos construido en nuestro corpus teórico. Esta concepción del espacio social se va a mantener en la tradición de las ciencias sociales, con aportes muy importantes de autores como Lefebvre, Castells, Rémy, Giddens y Bourdieu, entre otros, y de escuelas o corrientes de pensamiento como la escuela de Chicago de principios del siglo XX:

“Aparte de esta interesante aportación de Simmel, la historia del pensamiento social a lo largo del siglo XX no ha sido especialmente generosa con la conceptualización del tiempo y del espacio, pero esa ausencia no ha sido absoluta, sino que aparecen aquí y allá referencias que nos pueden ayudar a reconstruir el tema. Especialmente en la sociología urbana y algo también en la Sociología Rural encontramos referencias a las implicaciones espaciales y a las diferencias sociales que se dan en el espacio” (Leal Maldonado, 1997: 26)

 

Aportes tan importantes como el de Henri Lefebvre quien rescató el concepto de espacio para las ciencias sociales con su proposición de la producción del espacio social en la cual introducía las diferencias entre “el espacio imaginado que imagina nuevos significados y posibilidades para las prácticas espaciales” (0b.cit.29),  el espacio representado- el sentido del espacio construido colectivamente- y el espacio vivido –el de la experiencia vital- cuyo ámbito es la vida cotidiana, aún adolecían del ámbito físico natural del espacio (es más, Lefebvre claramente se deslinda de este ámbito); muy lejos estaban las ciencias sociales de considerar un concepto de las características  de ambiente cuya polisemia, (siempre visto como contexto, entorno, medio físico, condiciones psicológicas etc.) dificultaba su incorporación al análisis social.[viii]

 

De nuevo todas estas teorías dejaban de lado las consideraciones acerca de la relación entre la sociedad y la naturaleza por lo que la búsqueda se orientó hacia las teorías geográficas.

 

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I.2.2.-Teorías geográficas[ix] desde la perspectiva de lo social

A  partir de 1977 dos nuevas corrientes se desarrollarían en el campo disciplinar de la geografía, la geografía radical, de orientación marxista, y la geografía humanista de orientación fenomenológica. Dos nuevos paradigmas cuya coincidencia estribaba en buscar cómo resolver la relación sociedad naturaleza, demarcándose de la llamada escuela positivista (que la definía como ciencia espacial); las críticas a esta última corriente se centraron en su pretendida objetividad, su marcado carácter abstracto y su alejamiento de la realidad social. Su diferencia consistía en la determinación de la estructura social sobre la configuración del espacio físico y la localización de población y actividades, para el caso de la corriente marxista o el énfasis en la acción humana, para el caso de la geografía humanista.

 

Para la geografía radical el espacio es un producto social. Harvey (1977) considera “el espacio como un elemento constitutivo de la totalidad social” (Delgado, 2003:88) mientras Soja (1993) inspirado en Lefebvre, propone que “la espacialidad es el espacio socialmente producido por el conjunto de las relaciones sociales, económicas, políticas y culturales entre los individuos y los grupos” (Ob.cit.:95).

 

Mientras que para el brasileño Milton Dos Santos (1977) se trata de:

“(…) la esencia del espacio es social, histórica y política, pero el espacio es en sí mismo un híbrido que participa igualmente de lo social y de lo físico. Este debe considerarse como una instancia constitutiva de la sociedad, en los mismos términos que las instancias económica y cultural ideológica, y no como una simple superestructura o producto reflejo del modo de producción. El espacio no es apenas un conjunto de las cosas naturales y artificiales, sino todo eso junto con la sociedad” (ob.cit.: 99)

 

A pesar de la influencia de Lefebvre quien epistemológicamente logra dar el salto de la sobredeterminación de las estructuras (con la proposición el espacio pensado, el espacio representado y el espacio vivido), los geógrafos radicales no rompen con las ataduras de la estructura social y mantienen su supremacía en la explicación de los hechos de la geografía; sin embargo, logran sacar a la geografía del paradigma naturalista y positivista para dar cabida a una concepción que incorpore la sociedad, no sólo al individuo como especie.

 

Frente a esta corriente, los humanistas “miran el ambiente y ven el lugar, escenario de las experiencias de vida y cargado de significado” (Ob.cit.:106)

“Entre los geógrafos más representativos de la corriente de la geografía humanística están Edgard Relph, Anne Buttimer, David Ley, y Yi-Fu-Tuan (Pett, 1998). Relph, autor de Place and Placeness (1976), considera que lo humano debe ser el punto de referencia de todos los objetos y hechos de la naturaleza. Esta visión antropocéntrica permite la comprensión de los humanos y la naturaleza como un sistema unificado por referencia a las necesidades humanas, y el estudio de dicho sistema constituye el objeto de una geografía unificada.

…Para Relph, la geografía es una disciplina comprensiva cuyo objeto de estudio es el lugar, y la fenomenología el camino apropiado para alcanzar su objetivo” (Ob.cit.:107)

 

Mientras que para Buttimer (1990) el interés se centra en “la humanización de la tierra, vista como un conjunto de procesos en los que la gente ha buscado estilos de habitar en espacio y tiempo.” (Ob.cit.:107) Cursivas del autor.

 

Para Ley “la geografía debe ser una síntesis de lo simbólico y lo estructural, en la que los valores y la conciencia se sitúen en un ambiente o contexto contingente” (Ob.cit.:110)

 

Finalmente para Tuan el núcleo de la geografía estriba en la experiencia del espacio:

“La geografía humanística se interesa en explorar la experiencia humana del espacio y del lugar. Sus investigaciones se dirigen a comprender las relaciones de las personas con la naturaleza, su conducta geográfica y sus sentimientos e ideas respecto al espacio y al lugar…

En Space and Place: The Perspective of Experience Yi-Fu-Tuan (1977) explora con profundidad la experiencia humana de vivir en el mundo  en espacios y lugares, muestra sus especificidades en diferentes culturas y señala aquellas similitudes transculturales que permiten algún grado de generalización.” (Ob.cit.:111) Cursivas del autor.

 

Las contribuciones más recientes de esta corriente incorporan el tema de la globalización en sus consideraciones:

“Es importante reconocer que la geografía humanística no circunscribe el lugar a la escala local, sino que le asigna un carácter multiescalar que abarca desde las microescalas de las experiencias íntimas de las personas, hasta el planeta entero como el lugar constituido en el hogar de la humanidad. El discurso contemporáneo de la geografía humanística, si bien hace énfasis en la experiencia total del lugar, también insiste en que la comprensión de dicha experiencia requiere tener en cuenta las relaciones entre los lugares y las relaciones entre escalas; es decir, no se puede entender el lugar sin analizar las estructuras y fuerzas regionales que regulan y orientan la acción humana, y tampoco es precisa una visión global que desconozca la acción que se expresa en el lugar. Lo local y lo global no son realidades distintas, sino los polos constitutivos de una totalidad integrados dialécticamente. Este hecho ha llevado a varios autores –geógrafos y de otras disciplinas- a definir el mundo contemporáneo como una totalidad ‘glocal’ cuya comprensión requiere el análisis de los procesos de ‘glocalización.’” (Ob.cit.:121)

 

Si bien la corriente humanista tiene el gran valor de incorporar la fenomenología y la hermenéutica en el problema geográfico, dando relevancia a la acción humana, a los significados construidos con respecto a la relación sociedad naturaleza y actualmente incide en una nueva visión de lo escalar, aún es posible reconocer al menos dos vacíos en su teoría; en primer lugar desplaza la dimensión estructural de la sociedad y aísla al individuo al no contemplar las articulaciones que hace el sujeto social con la sociedad como totalidad; En segundo lugar, sigue dejando a la naturaleza en un estado de espectadora como si su condición siempre fuese pasiva ante la acción del hombre, está allí, siempre disponible para ser ocupada y explotada[x]  (al igual que la geografía radical)

 

Finalmente la geografía ha desarrollado una escuela llamada “la tercera vía’ que pretende estudiar el espacio geográfico desde la teoría de la estructuración de Giddens:

“La teoría de la estructuración tiene como propósito articular las relaciones entre estructuras sociales y actores sociales…El concepto de estructuración se fundamenta en la interdependencia entre los sistemas sociales estructurados y los individuos o actores sociales que, en su vida rutinaria, reproducen las condiciones de la estructura social en el tiempo y en el espacio” (Ob.cit.:143)

 

Uno de sus representantes más significativos es Paul Knox (1994)

“Reconoce las potencialidades de la teoría de la estructuración para el análisis de la producción social del espacio urbano, pues, a su juicio, esta permite mirar el espacio físico como abierto a la construcción de realidades significativas que reflejan los valores, las actitudes y las estructuras cognitivas de los diferentes grupos implicados en los procesos, a la vez que ayuda a comprender cómo la urbanización, como estructura socialmente especializada, reproduce y mantiene la dinámica de las relaciones de la sociedad capitalista…Knox plantea que los paisajes son creados por actores reconocidos (agentes) que operan dentro de un contexto social específico (estructura)…Knox identifica tres niveles: estructuras, instituciones y agentes o actores.

(…) La geografía urbana es el producto de la urbanización como un proceso que involucra otros procesos de cambios económicos, demográficos, políticos, culturales, tecnológicos y sociales, todos operando en escalas locales, regionales y globales, y modificados por factores locales como la topografía y los recursos naturales.” (Ob.cit.:145)

 

Así,  la carencia de una teoría capaz de dar cuenta de la  relación entre la sociedad y la naturaleza  y, sobre todo, capaz de proveer las categorías, conceptos y nociones necesarias para dar cuenta de la relación entre el ambiente y la arquitectura, finalmente se concretó en la proposición de la sociología del habitar.

 

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I.2.3.-El habitar desde lo social

A estas alturas las proposiciones teóricas y metodológicas, construidas en el primer trabajo de ascenso, resultaban ya insuficientes; si bien establecían una pauta importante para la construcción de un discurso teórico, eran epistemológica y teóricamente imprecisas para permitir el desarrollo de lo social inherente al problema. Por otro lado, las condiciones físico naturales seguían sólo enunciadas y debía resolver el dilema si me correspondía proponer una ecología social, lo cual me alejaría de mi propósito inicial, primero porque , de alguna manera, regresaría a las concepción naturalista del problema y segundo porque no tenía la formación en ciencias naturales para abordar un tema tan complejo, así que me orienté hacia mi formación, la sociología en particular, las ciencias sociales en general, dejando el espacio para la consideración de los factores físico naturales del espacio habitable y ofrecer la posibilidad de insertar tal dimensión en la investigación, fundamentalmente a través del concepto de ecobase el cual incorporaba la dimensión físico-natural del problema pero definido como un “recorte” de la realidad -para seguir a Simmel- (2001:266) elaborado a partir de la apropiación del territorio que hacen los grupos humanos, situados y fechados.

 

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1.2.3.1.-Los paradigmas orientadores

El paradigma de la hipercomplejidad

El fantasma de la discordancia y hasta incompatibilidad entre los paradigmas naturales y los sociales siempre rondó esta proposición hasta que dos paradigmas me aclararon el camino. El primero fue el paradigma de la hipercomplejidad de Edgard Morin, el segundo fue el paradigma hermenéutico.

 

A través del primero se introduce el principio de la incertidumbre en el conocimiento tanto de las ciencias naturales como de las ciencias sociales  “La complejidad nos aparece, ante todo, efectivamente como irracionalidad, como incertidumbre, como angustia, como desorden”  (Morin, 2004:3) y aunque ninguna es subsidiaria de la otra “un paradigma complejo…puede comprender lo humano a la vez en asociación y en oposición con la naturaleza”(Morin, ob.cit.: 18) Paradigma que desplaza el poder absoluto de la razón en la ciencia a través de, al menos, la construcción de principios contrarios a los principios preponderantes de la ciencia clásica, me refiero al principio sólo hay ciencia de lo general, al principio de la experimentación, al principio de la desconsideración del tiempo como proceso irreversible y al principio de la exclusión del ser y la existencia

 

A través de la reconversión del primer principio, se incorpora lo local y lo singular:

“Lo que es interesante es que en el universo, incluso, en lo universal, ha intervenido la localidad. Quiero decir que hoy parece que nuestro universo es un fenómeno singular, que comporta determinaciones singulares y que las grandes leyes que lo rigen, que podemos llamar leyes de interacción (como las interacciones gravitacionales, las electromagnéticas, las interacciones fuertes, en los núcleos atómicos) esas leyes de interacción no son leyes en sí, sino leyes que sólo se manifiestan, sólo se actualizan a partir del momento en que hay elementos en interacción; si no hubiese partículas materiales no habría gravitación, la gravitación no existe en sí. Esas leyes no tienen un carácter de abstracción y están ligadas a las determinaciones singulares de nuestro universo; hubiese podido haber otros universos posibles –quizás los haya- y que tuviesen otros caracteres singulares. La singularidad está a partir de ahora profundamente inscrita en el universo; y aunque el principio de universalidad reside en el universo, vale para un universo singular donde aparecen fenómenos singulares y el problema es combinar el reconocimiento de lo singular y de lo local con la explicación universal” (Morin, ob.cit.: 4)[xi]

 

Principio que remite a la cuestión del conocimiento como “un movimiento circular ininterrumpido” (ob.cit.:9)

“El conocimiento no se interrumpe. Conocemos las partes, lo que nos permite conocer mejor el todo, pero el todo vuelve a permitir conocer mejor las partes. En este tipo de conocimiento, el conocimiento tiene un punto de partida cuando se pone en movimiento, pero no tiene término… Sin ir tan lejos, es notable constatar que, en la organización biológica de los seres multicelulares, cada célula contiene la información del todo, contiene potencialmente el todo. Y en este sentido es un modo hologramático de organización. En el lenguaje, el discurso toma sentido en relación a la palabra, pero la palabra sólo fija su sentido en relación a los discursos en los que se encuentra encadenada. Aquí también hay una ruptura con toda visión simplificante de la relación parte-todo; nos hace falta ver cómo el todo está presente en las partes y las partes presentes en el todo.” (Ob.cit.:9)

 

En esta cita ya se adentra en el análisis de lo social para afirmar posteriormente:

“…cada individuo porta prácticamente, de un modo vago, inacabado, toda la sociedad en él, toda su sociedad.

Los problemas de organización social sólo pueden comprenderse a partir de este nivel complejo de la relación parte-todo. Aquí interviene la idea de recursión organizacional que, a mi parecer, es absolutamente crucial para concebir la complejidad de la relación entre partes y todo. Las interacciones entre individualidades autónomas, como en las sociedades animales o incluso en las células, puesto que las células tienen cada una su  autonomía, producen un todo, el cual retroactúa sobre las partes para producirlas. Dicho de otro modo, las interacciones entre individuos hacen la sociedad; de hecho, la sociedad no tendría ni un gramo de existencia sin los individuos…No obstante, la sociedad misma produce los individuos o, al menos, consuma su humanidad suministrándoles la educación, la cultura, el lenguaje. (Ídem)

Dicho de otro modo, son las interacciones entre los individuos las que producen la sociedad; pero es la sociedad la que produce al individuo. He aquí un proceso de recursividad organizacional; lo recursivo se refiere a procesos en los cuales los productos y los efectos son necesarios para su propia producción.” (Ob.cit.:10)

 

El segundo principio se refiere a la experimentación y subyace en él la concepción de  la disyunción entre el objeto y el medio ambiente

“Se comprendía al objeto aislándolo de su medio ambiente: era tanto más necesario aislarlo como era necesario extraerlo del medio ambiente para colocarlo en un medio ambiente artificial que se controlaba, que era el medio de la experiencia, de la ciencia experimental. Efectivamente, gracias a la experiencia se podían variar las condiciones del comportamiento del objeto y, por lo mismo, conocerlo mejor. La experimentación ha hecho progresar considerablemente nuestro conocimiento. Pero hay otro conocimiento que sólo puede progresar concibiendo las interacciones con el medio ambiente.” (Ob.cit.:10)

 

Pero la disyunción no se restringía a la relación con el ambiente, para Morin, incluye la relación entre el objeto y el sujeto que lo percibe y lo concibe. Debemos plantear, por el contrario, el principio de relación entre el observador-conceptuador y el objeto observado, concebido.”(Ob.cit.:11)

 

Para plantear este problema acude al concepto del principio antrópico el cual, en su versión débil:

“…estipula que la presencia de observadores en el universo impone determinaciones sobre la posición temporal de estos últimos; mientras que “la versión fuerte del principio antrópico supone que la presencia de observadores en el universo impone determinaciones, no solamente sobre su posición temporal, sino también sobre el conjunto de propiedades del universo. Es decir, que el universo pertenece a una clase de universos capaces de abrigar seres vivientes y de ser estudiados por ellos.”(Ob.cit.:11)

 

Es el reconocimiento de las implicaciones –y consecuencias- de la presencia del investigador en el estudio del objeto. Principio que ha permitido no sólo  reelaborar la relación sujeto-objeto sino reelaborar el concepto de objetividad –al menos en las Ciencias Sociales-.

 

El tercer principio a considerar es aquel que plantea la desconsideración del tiempo como proceso irreversible para reformularlo en los siguientes términos “Hoy el mundo, es decir el cosmos en su conjunto y la materia física en su constitución tiene una historia.”(Ob.cit.:4), es decir, ya no es posible entender los fenómenos sin el tiempo incorporado en ellos.

 

El cuarto principio se refiere a las nociones de ser y existencia. El conocimiento simplificante –así denomina Morin el conocimiento de la llamada ciencia clásica- en esta caso la formalización y la cuantificación eliminaban totalmente las nociones de ser y existencia.

“El proceso auto productor de la vida produce seres vivientes. Estos seres son, en tanto que sistemas abiertos dependientes de su medio ambiente, sometidos a aleatoriedades, existentes. La categoría de existente no es una categoría puramente metafísica; somos ‘seres-ahí’, como dijo Heidegger, sometidos a las fluctuaciones del medio exterior y sometidos efectivamente a la inminencia a la vez totalmente cierta y totalmente incierta de la muerte. Dicho de otro modo, estas categorías del ser y la existencia que parecen puramente metafísicas, las reencontramos en nuestro universo físico…” (Ob.cit.:12)

 

Este paradigma fue clave para precisar un conjunto de categorías que se convirtieron en parte del núcleo teórico que desarrollé para la línea de investigación. El sujeto social y la subjetividad social pasaron a ocupar un importante posición en este marco teórico y pude precisar mejor la dimensión espacio-temporal; por otro lado, la categoría de la singularidad adquirió un peso importante cuyo aporte es no sólo teórico sino metodológico, lo cual aunado a ese concepto de la relación entre la parte y el todo, posteriormente dio sustento al uso del método biográfico y  a esa proposición de la Tesis Doctoral de la relación entre la biografía y la sociedad.

 

 Las ciencias sociales cualitativas

El segundo paradigma, la interpretación, me sumergió en las ciencias sociales cualitativas y me llevó hacia la fenomenología. Ahora, otro conjunto de categorías aparecía con mayor claridad. El actor social, constructor de la realidad social,[xii] la construcción del sentido que realiza el actor para posibilitar la realidad social, el momento y el lugar de este acontecer social, la vida cotidiana; la condición residencial del ser social, ese “habitar es ser en el mundo” de Heidegger y el modo como se urden y tejen las relaciones sociales en general y del habitar en particular, las redes sociales.

 

Pero mis primeras reflexiones acerca de los enfoques cualitativos del corte de los interaccionistas y de los etnometodólogos me habían convencido que tal enfoque se centraba en lo vivido, en la experiencia de vida y dejaba de lado las formas estructuradas de la sociedad por lo que no era posible, entonces, penetrar el problema de transformación de lo social, si el actor está construyendo su realidad en la vida cotidiana y esta es efímera ¿cómo se fragua esta acción en formas relativamente permanentes de la sociedad? ¿Cómo dar cuenta de los procesos de institucionalización de la sociedad?[xiii]

 

Dos autores signaron mi postura en este problema. Había tenido acceso a las reflexiones de Hugo Zemelman, quien planteaba la relación entre el proceso de estructuración de la sociedad y lo estructurado social -entre lo dado y lo dándose- para ello centraba su análisis en el sujeto social y en el proyecto de vida que urde para desenvolverse en su experiencia vital, proyecto que se articula con la estructura social a través de los procesos colectivos de construcción de sentido –la cultura- y de las distintas modalidades que asumen los nucleamientos de lo colectivo y las redes sociales así como su inserción en los aparatos productivos y políticos de la sociedad. El sujeto social y sus nucleamientos colectivos resultan ser los articuladores entre lo dado y lo dándose.

 

La obra de Anthony Giddens permitió  categorizar a esta relación entre la experiencia y la estructura, entre la práctica social y los modos de estructuración de la sociedad, a través de su planteamiento de la relación entre el actor y la estructura. Otorga a la práctica social el papel fundamental en la producción de lo social.

 

Con estas bases se propuso un modo de abordar la realidad social desde el sujeto social y los modos como construye lo social en las prácticas sociales:

“Abordar el mundo de lo real social, en el interior mismo del sujeto social; en el proceso de aprehensión-comprensión-comunicación que, expresado en la acción social, se imbrica con el todo social mediante la dimensión de la significación, es decir, la dimensión cultural de la sociedad, capturable mediante procedimientos que dan cuenta del contenido subjetivo de la acción social, las prácticas sociales, objetivable en la reconstrucción de la realidad social que hace el investigador.” (Guitián, 1993a:1)

 

El reconocimiento de la dimensión histórica de los problemas (lo cual siempre había sido una premisa de las Ciencias Sociales marxistas pero pensada en términos estructurales, no del sujeto social) conjuntamente con su dimensión espacial exigió la consideración de los procesos y eventos que hicieron posible una determinada situación social y, muy particularmente, aquellas vinculadas al habitar; fue así como surgió la necesidad de incorporar la historia en sus dos versiones, la historia de lo acontecido social desde la perspectiva de las estructuras y la historia de lo acontecido social desde la perspectiva del sujeto social y su proyecto de vida:

“La sociología del habitar pretende hacer síntesis de lo acontecido social en la producción del espacio habitable, tratando de descubrir las combinaciones de sujetos sociales y opciones; es por ello que busca centrarse en la manera como los sujetos sociales urden proyectos en los que su espacio existencial juega un papel preponderante. Es por ello, entonces que esta sociología encuentra en la noción de ambiente el marco adecuado para incorporar el mundo físico-natural y comprender los procesos sociales de subjetivización de dicho mundo. Caracteriza el espacio habitable y el sujeto social a partir de la lógica de la diferenciación social y de la diversidad cultural, con lo que intenta descubrir las distintas maneras de producir tal espacio habitable.

En el marco de la sociedad latinoamericana contemporánea, la tensión entre quienes se incorporan al ámbito moderno social y quienes quedan restringidos, y en ocasiones excluidos, de dicho ámbito, se evidencia en un sujeto social muy propio, particular y peculiar de este tipo de sociedades, el poblador urbano quien emprende una lucha por el reconocimiento de su ciudadanía al mismo tiempo que emprende la producción de su espacio habitable, de su vivienda, de su barrio, articulando el ámbito de lo propio y lo privado – expresado en las redes sociales vinculadas a la familia, el parentesco, el compadrazgo, el paisanaje, la amistad y la vecindad- con el ámbito de lo colectivo y lo público. En la medida en que va construyendo el barrio construye su historia y en la medida en que interpreta los aparatos institucionales urbanos de orden político y económico, configura un saber que le asegure una incuestionable condición ciudadana.

Para caracterizar ese poblador urbano como sujeto social en Venezuela fue necesario reflexionar acerca del proceso modernizador visto desde una perspectiva histórico-social de la modalidad que la moderna sociedad urbano-industrial ha asumido en el país…

Esta plataforma socio-histórica permite abordar al poblador urbano de Caracas como un sujeto social que construye su realidad social y su historia, construyendo su barrio y su casa, convirtiéndose en sujeto, objeto de la sociología del habitar.” (Guitián, 1993a: II-III)

 

El contextualizar el problema de la producción del espacio habitable de los pobladores urbanos resolvía el problema del análisis de las estructuras políticas y económicas de la sociedad y su incidencia en tal producción; estaba irresuelto el tema de la significación que los actores otorgan a la producción de su espacio habitable, aquí fue fundamental el aporte del concepto de campo cultural[xiv] propuesto por González Ordosgoitti (1991 ) el cual me permitió diferenciar entre la producción académica del espacio habitable (la arquitectura y el urbanismo) y la producción pobladora de los barrios auto construidos.

 

Fue así como se logró configurar la categoría del sujeto social urbano contemporáneo y, específicamente para esta investigación, el poblador urbano, productor de su espacio habitable.

 

¿Cuáles fueron los alcances de la investigación para la formulación de la línea de investigación de la Sociología del habitar?

Demarcar el objeto de estudio como la producción del espacio habitable y su relación con los modos de vida urbanos contemporáneos, vistos a partir de las distintas modalidades que asumen tanto los sujetos urbanos como el espacio habitable que se procuran, constituyó una primera aproximación que resultó en una investigación que pretendió articular los saberes que se manejan y generan en la experiencia del habitar para producir distintos tipos de lugares para la vida.[xv]

 

En la demarcación de este objeto de estudio, la incorporación de las categorías claves de análisis fue articulando el discurso teórico y  propiciando el diseño de la investigación.

 

El actor social, el poblador urbano constructor de su espacio habitable, la vida cotidiana, la dimensión de lo público y lo privado así como las historias de familia evidenciando sus proyectos y sus redes sociales se engranaron con el análisis histórico social para dar cuenta de la relación entre lo estructurado y lo estructurante. Así empezaron a tomar forma  algunas de las categorías básicas que posteriormente formalicé para la línea de investigación.

 

La dimensión de la realidad por épocas se esbozaba en ese contexto histórico; la dimensión de la realidad por sus características singularizantes se esbozaba en ese primer acercamiento a un tipo específico de sujeto social y de espacio habitable, el poblador y el barrio auto construido, en la ciudad venezolana de fines del siglo XX; la experiencia de vida del sujeto en la vida cotidiana, penetrada a través de lo público y lo privado, así como del tejido de las relaciones  sociales articuladas en el proyecto de la familia, constituyeron las dimensiones y condiciones de la realidad abordadas para la definición del próximo trabajo de investigación, asunto que desarrollaremos ampliamente en el capítulo de la construcción de la línea de investigación.

 

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I.3.-Para la formulación del proyecto de investigación de la Tesis Doctoral

Para 1995 había formulado el proyecto de Tesis Doctoral, me tomaría tres años culminarlo. Un intenso trabajo de campo que permitió la construcción de 13 historias de familia y 39 historias de vida, así como los respectivos árboles genealógicos; la revisión de fuentes documentales (textuales y estadísticas) y la construcción de una fuente de información hemerográfica  se organizaron en un diseño de investigación exploratorio para viabilizar el planteamiento central de la Tesis:

“La tesis propone conocer los procesos de producción y reproducción de lo social desde la perspectiva de la estructura de las posiciones sociales, mediante el estudio de un sujeto social muy peculiar, el poblador urbano, cuya historia individual y familiar está íntimamente vinculada a su espacio habitable, construido y reconstruido en una vida cotidiana involucrada en la larga contienda de negociación urbana para adquirir su condición ciudadana.

El problema se aborda en la relación entre lo dado y lo vivido, de la experiencia de lo vivido, de las trayectorias de vida y de los modos de vida. Fue así cómo se configuró definitivamente el marco del proyecto: Biografía y sociedad.

La condición sustancial del espacio habitable en la constitución del sujeto social, adquiere un carácter basal en el estudio de la experiencia vivida del poblador urbano. A través del método biográfico se pretende engranar la historia del barrio, la historia de la familia y la historia de la vivienda, analizando el papel de las trayectorias familiares y de las relaciones y redes sociales; contextualizando la relación entre el espacio habitable popular y la familia en el ámbito urbano que la comprende e insertándola en el proceso socio-histórico en el cual discurre y del cual deviene, para establecer la vinculación entre el corto tiempo histórico y el largo tiempo histórico, coordenadas temporales necesarias para penetrar el mundo de la cotidianidad, sin perder de vista su condición esencial de socialidad. El espacio habitable define otra perspectiva: la lectura desde la sociología del habitar.” (Guitián, 1999a: 13)

 

La Tesis va perfilando las dimensiones de la realidad y ahondando cada vez más en las categorías y conceptos; dado el enfoque desde el sujeto social fue ineludible abordar el problema desde la perspectiva de la producción y reproducción social y de la estructura clasificatoria de la sociedad; sin embargo, la experiencia de vida cotidiana, la construcción social del sentido, las redes sociales y el proyecto de vida, categorías articuladas y aprehendidas a partir de las prácticas sociales y de sus comandos de orientación como lo son las disposiciones para aprehender, interpretar y realizar dichas prácticas -el habitus de Bourdieu- constituyeron el núcleo teórico y metodológico de la investigación; todo ello inmerso en la experiencia del habitar.

 

Fue así como construí el paradigma del habitar:

«La rotunda negación de los condicionamientos biológicos en el mundo social, tanto de orden humano individual como de orden ecológico y su definitiva descalificación al adscribirlas a concepciones ideológicas de la cultura dominante, impidió la consideración tanto de la existencia de una dimensión física de la realidad, independiente de la voluntad del hombre, como de las formas de representación  de la realidad y la realidad de las representaciones inherentes a las estructuras sociales y propias de las formas de vida de los sujetos sociales que de las relaciones entre la sociedad y la dimensión física surgiesen.

A nuestro modo de ver, ocurre una confusión epistemológica en el momento en que se asemeja la necesaria e inevitable mediación social como condición humana para relacionarse con la realidad, con la condición objetiva (en términos de objeto) de la realidad o naturaleza. La única manera como los hombres se relacionan con la naturaleza es a través de una mediación social, tanto desde el punto de vista estructural como desde el punto de vista simbólico. Organizados en relaciones sociales determinadas, los hombres extraen recursos de la naturaleza para su sobre vivencia y en la misma acción, aplican su conocimiento del medio físico natural y asignan significación tanto a sus acciones como a los objetos y medios con los que se relacionan. De ahí que la premisa “no existe naturaleza que no esté socialmente mediada” es correcta desde el punto de vista de la condición humana pero no puede extenderse a la condición ontológica de la naturaleza pues, estaría negando la premisa “las leyes naturales existen independientemente de la voluntad de los hombres” y existen. (Guitián, 1999: 167-168)

 

En cuanto a lo social afirmaba entonces:

“También es evidente que lo social constituye naturaleza particular humana, socialmente construida. La base biológica de la construcción de lo social es un postulado básico de las ciencias sociales al aceptar que condiciones tales como el género, la edad, la raza, la altura, el peso, la fertilidad, entre muchas otras, están presentes en las formas que asume la estructuración de lo social; lo que es propio de la sociedad es la manera como se representan y se insertan dichas condiciones biológicas en la definición de las relaciones sociales, campo único y específico de la naturaleza social del hombre que no tiene otra mediación que lo social propiamente tal (Hanna Arendt).

En lo social, el conjunto de condiciones que hace posible su acontecimiento está constituido por las relaciones y fuerzas sociales que producen una determinada manera de estructuración de la realidad social, en un tiempo y en un espacio. Así,  las relaciones y fuerzas sociales resultan “sustancias primeras” de la definición de sociedad, es decir, en su esencia necesaria.

El tiempo y el espacio constituyen “sustancias segundas” porque entran en la definición de la sustancia primera de la sociedad. Sólo en condiciones geo-históricas (sobre la biosfera o referidas a la biosfera) y en el tiempo histórico es posible el acontecimiento de lo social. Sean primeras o segundas sustancias, siguen siendo condiciones y todas son indispensables para posibilitar la producción de lo social.

Que la era moderna haya sido capaz de cambiar de tal manera el ritmo de los tiempos, que el hombre pueda imaginar la posibilidad de la ubicuidad y que haya sido capaz de sacar al hombre de los límites físicos inmediatos de su contexto espacial no significa que se pueda prescindir del tiempo social y del espacio habitable; podemos acortar distancias, movernos en la escala macroscópica o en la microscópica pero no podemos eludir la escala humana, su ineluctable presencia determina la necesidad de habitar un espacio y de vivir en un tiempo.   Aún en tiempos de la cibersociedad, la universalización del tiempo y del espacio por medios tecnológicos, no puede eludir las condiciones de pasado, presente y futuro ni las condiciones el espacio, ni siquiera con la realidad virtual pues, esta asume también dichas categorías. (Ob.Cit. 168)[xvi]

 

Con respecto a la naturaleza establecía:

“Lo que es propio de la naturaleza es la existencia misma de la cosa: ‘Constituye una realidad de hecho’. La naturaleza es ‘la esencia de los seres que poseen en sí mismos y en cuanto tales el principio de su movimiento’ (Ferrater: 2.501)… “Un principio y una causa de movimiento para la cosa en la cual reside inmediatamente por sí y no por accidente” (Ferrater: 2.501)… “De todo ello se desprende que la naturaleza de una cosa es lo que hace que la cosa, o las cosas, posean un ser y, por consiguiente, un llegar a ser o movimiento que le es propio. Por eso lo que existe por naturaleza se contrapone a lo que existe por otras causas, por ejemplo, el arte”… Una cosa que no posea el principio del movimiento -y, podríamos decir más generalmente del comportamiento– que le hace desenvolverse y actuar de acuerdo con lo que es, no tiene esa substancia que se llama naturaleza. La naturaleza es, pues, a la vez, substancia y causa- y la causa es, a la vez, eficiente y final.” (Ferrater Mora: 2.501)

En el caso de la naturaleza, es el conjunto de condiciones que hace posible la esencia de los seres y por ende el principio de su movimiento: la energía, la materia, los ciclos bio-geo-químicos  y el flujo de información entre cada uno de estos tres elementos. En la naturaleza, el tiempo es sustancia primera por cuanto constituye “el orden mensurable del movimiento” (Abbagnano op. cit.) mientras el espacio es sustancia segunda porque entra en la definición de las sustancias primeras, el espacio procura las condiciones para el movimiento, así lo establece Einstein cuando define la cuarta dimensión, el espacio en movimiento, el tiempo incorporado en el espacio. El espacio como campo es la condición por excelencia para la vida; lo que Einstein comprueba para la física, la concepción de Heidegger de la residencia como existencia lo demuestra desde la filosofía.” (Ob.cit. 169)

 

Para luego reflexionar acerca de la relación entre la sociedad y la naturaleza:

“Corresponde ahora analizar la relación entre la naturaleza y la sociedad. A primera vista pareciese que se trata de una relación de inclusión puesto que uno de los términos -la sociedad- está compuesto por seres orgánicos, pertenecientes a una especie, el homo sapiens y a un género, los mamíferos, sometidos a leyes naturales independientes de su voluntad; sin embargo, la propia y particular definición de la especie cuya sustancia primera es sapiens ya la ubica en la dimensión de lo social.

Son los hombres y sólo los hombres quienes tienen la condición de conocer, de saber, de convertir la sapiencia en representación de la realidad, construir códigos para expresar, acumular y transmitir dicha realidad representada y producir artefactos en y sólo en situación de relación social; para decirlo en los términos de la fórmula de Marcel Mauss: representaciones, prácticas y obras.  Por lo cual, la relación entre la sociedad y la naturaleza es socialmente mediada como cualquier otro tipo de relación que establezca la sociedad y es está condición de mediación la que otorga carácter propio al término sociedad en la relación que nos ocupa.

La naturaleza, por su lado, compuesta de múltiples especies de organismos vivos que constituyen su dimensión biótica y de los elementos inertes de estructura físico-química que constituyen su dimensión abiótica,  está presente en la relación con la sociedad con su dinámica propia, su estructuración en ecosistemas organizados para garantizar la vida en la biosfera. En otras palabras, no cumple un simple papel espectador, pasivo, frente a la acción de la sociedad sino que responde en la medida en que su dinámica es interrumpida, alterada o sustentada.

En la relación entre la sociedad y la naturaleza están involucrada las relaciones y las fuerzas sociales, también está involucrada la naturaleza con su estructura física ecosistémica. De esta relación se derivan múltiples consecuencias, en representaciones, prácticas, obras y en dinámica ecológica; el conjunto de dichas consecuencias es el ambiente.

… El ambiente adquiere, así, una condición de naturaleza socialmente mediada y de sociedad posibilitada por la naturaleza. Sus dos componentes básicos constituyen su sustancia primera, aquello que lo define y le otorga su esencia. No existe ambiente fuera de la relación sociedad-naturaleza como tampoco existe determinación de parte alguna de esta relación.  Desde el mismo momento en que imaginamos o pensamos ambiente, lo estamos socializando; desde el instante en que se verifica el hecho en las tres dimensiones del espacio, le otorgamos lugar.

Cuando ese lugar se convierte en el lugar para la existencia social, se trata del espacio habitable. Concurrencia de condiciones físico-naturales y de realización social de las relaciones y fuerzas constitutivas de la sociedad. (Ob.cit. 169-171)

 

El lugar adquiere un peso preponderante en la sociología del habitar. Es precisamente la categoría a partir de la cual se desplegarían las dimensiones territoriales de nuestra nueva proposición de investigación que, posteriormente formularíamos como una línea de investigación; pero fue en las conclusiones de la Tesis donde apareció un problema que habría de convertirse en una nueva dimensión de la realidad y, a la vez, daría cuerpo y forma definitiva a la categoría central de la reconstrucción y reformulación de la línea de investigación de la sociología del habitar, se trata de las regiones histórico culturales.

 

Leamos la conclusión:

“El  poblador urbano enfrenta un futuro poco alentador. Carente de herramientas para luchar y negociar su condición ciudadana plena; precarios en condiciones para traspasar las barreras de la pobreza, al menos en la generación actual y, posiblemente hasta en otra generación más, los que logren el salto. Pero más grave aún, no tenemos certeza de todos los efectos perversos de los procesos de recomposición étnica y de la pobreza en  los países centrales, por lo que avizoramos un escenario posible para la entrada del próximo milenio, la etnogeografía de la globalización de  la pobreza.”  (Ob.cit.:321)

 

Más aún, en esas mismas conclusiones finalizamos con un primer planteamiento hacia la proposición de la línea de investigación a partir de la Tesis:

“Hablar de etnogeografía de la pobreza implica retomar el tema de la reproducción social y de los mecanismos clasificatorios de la sociedad. Insinuar que la etnogeografía tiene algo que ver con la reproducción social atenta contra todos los paradigmas modernos de las ciencias sociales que habían visto en la modernidad la desaparición de los contenidos antropológicos de la constitución de las sociedades para otorgar sólo la condición de sujeto social al hombre moderno, periférico o central, unido o fragmentado, pero producto de ese modo de vida industrial moderno y urbano.

Lo que pretendemos desafiar ahora es que los sujetos sociales nunca han perdido sus estructuras antropológicas básicas y como tales las imponen en todos sus modos de vida, independientemente de que las estructuras capitalistas se lo permitan o no. Quizá sea cierto lo que dice Wallerstein que estamos frente a los albores del derrumbe del sistema capitalista mundial, ciencia o ficción, lo cierto es que el hombre siempre intenta volver a sus orígenes y que aparentemente el proyecto de la modernidad lo deshumaniza precisamente por negar su esencia genealógica.

Pero es una genealogía reconstruida a la luz de tantos siglos de razón y técnica que no pueden simplemente evaporarse, es la posibilidad de reconvertir las estructuras antropológicas en un nuevo modo de existir socialmente. Es por ello que la antropología urbana se convierte en la ciencia de ese modo de vivir siempre y cuando esté dispuesta a romper con sus propios paradigmas inhibitorios de comprender las totalidades sociales de la sociedad moderna. Propuestas están surgiendo, la antropología de los no lugares; la reconstrucción de las nociones de espacio público y espacio privado; la virtualidad de los espacios urbanos; las nuevas formas de apropiarse y de vivir la ciudad, los nuevos actores sociales, los peatones, los espectadores y los viajantes se conjugan con viejos actores redivivos, los ciudadanos, los trabajadores y los residentes. Espectro amplio, múltiple y diverso de actores sociales en el nuevo escenario de un mundo por redescubrir, justo en el momento en que recibimos un nuevo milenio.» (Ob.cit.: 322)

 

La intensa movilidad humana desplegada a fines del siglo XX y principios del actual, fundamentalmente hacia los países de más alto nivel de vida, Estados Unidos y la Unión Europea, Canadá y Australia, mas selectivamente (básicamente profesionales), demuestra que nuestra conclusión apuntaba ya hacia uno de los problemas más importantes de la sociedad global contemporánea, la diversidad cultural y sus implicaciones en las condiciones de consenso y conflicto de dichas sociedades así como de las condiciones de vida de las poblaciones emigrantes y la relación costo-beneficio tanto para las sociedades receptoras como para las emisoras.

 

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II.-La construcción de una línea de investigación: Habitar los territorios de América Latina en el siglo XXI

Se ubica la contemporaneidad de los territorios en el siglo XXI;  se alude a las perspectivas históricas, ambientales, sociológicas, antropológicas y psico-sociales como un concurso de disciplinas capaces de dar cuenta del objeto de estudio de la sociología del habitar, el espacio habitable, sin desmedro de otras disciplinas importantes que hacen aportes a la línea.

Las categorías ya discutidas del espacio habitable establecen la perspectiva ambiental mientras que la perspectiva sociológica se trabaja fundamentalmente cuando pensamos la configuración el territorio desde la realización social (consiste en los modos cómo las relaciones sociales –sustancia primera de la sociedad- se producen y se reproducen tanto en la estructura social como en los sujetos sociales quienes hacen posible dicha estructura, es decir, conforman lo estructurante de la sociedad en tiempo presente -que en lo social implica lo presente pasado y lo presente-futuro <Zemelman>- y en el lugar para la existencia de lo social <sea este real o imaginario, global o local, uno o múltiple>. Tiempo y espacio, sustancias segundas o géneros de lo social, sustancias necesarias para su constitución). La perspectiva antropológica se desarrolla en el planteamiento de la singularidad y la construcción del sentido, aspecto este último que comparte con la psicología social, capaz de dar cuenta de los procesos de apropiación, definición e identificación con el territorio, en sus distintas escalas así como en la definición de las fronteras del habitar.

 

Entendemos el territorio como una singularidad del espacio habitable. Esa porción del espacio físico natural apropiada por una sociedad histórica que define los límites naturales y sociales mediante la construcción del sentido de su historia y de su existencia social.

 

Se trata de determinadas ecobases ocupadas y apropiadas por una determinada sociedad en la cual concurren el conjunto de relaciones sociales que producen y reproducen su vida social. De esta manera, los territorios son portadores de historias, visiones y versiones de la realidad así como de las expectativas y proyectos de quienes los vivencian y conforman (Arcos, 2005) “Hoy entendemos que son las acciones y los pensamientos humanos los que dan sentido a porciones del espacio y los convierten en territorios” (Arcos, ob.cit.)

 

El dar cuenta de los conceptos básicos de esta línea de investigación, – contemporaneidad, habitar y territorio- da pie para la organización de este segundo capítulo centrado en los objetos de investigación construidos y los problemas formulados; en este se presentan primero los artículos, ensayos y conferencias que antecedieron a la definición de la línea, enseguida se procede a su delimitación y formulación para luego disertar acerca de los fundamentos teóricos y metodológicos que la sustentan; mientras las actividades de docencia, investigación y difusión coadyuvantes en el desarrollo de esta línea de investigación se presentan muy sucintamente en el anexo II

 

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II.1.-Objetos de investigación construidos y problemas formulados

II.1.1.-Antecedentes inmediatos de la línea: de 1999 a 2007

Explicitar la exigencia de ampliar y profundizar el concepto de sujeto social, fue el objetivo de escribir el artículo sobre la constituyente y el de los pobres aún; el artículo acerca de la historia oral expone cómo ese sujeto social produce su realidad y cómo se desempeña en las fronteras del hombre común; la necesidad de explicitar la construcción del sentido en la producción académica del espacio habitable y su vinculación con los modos como los sujetos se apropian o no de los objetos que produce la arquitectura y los convierte en patrimonios; la necesidad de ahondar en esa producción de sentidos para evidenciar la relación entre las representaciones y los imaginarios urbanos como orientadores arquetípicos de una práctica concreta, en este caso, el mundo construible posible; el entender la pluralidad de la vivencia de la vida cotidiana en los espacios colectivos de la urbe fue el propósito de escribir Los modos de vida y la creación de paisajes en la cotidianidad de  la Caracas contemporánea; de nuevo el tema de los modos como se otorga sentido a los bienes culturales del espacio habitable y la proposición de una agenda para investigar el problema se desplegó en el artículo los bienes culturales en el espacio habitable; posteriormente, una incursión en la movilidad humana vista como una forma de configuración de paisajes culturales urbanos, tema que permite incursionar en las migraciones como forma de movilidad humana, el tránsito, y en el paisaje como recurso para reconocer escenarios ambientales urbanos producidos por la experiencia de vida cotidiana de estas poblaciones emigrantes asentadas en Caracas y su incidencia en la vida de la ciudad y de su localidad, lo cual constituye el objetivo de los artículos acerca del inmigrante urbano y el del paisaje cultural. Finalmente, la presentación del tema Habitar los territorios de América Latina en la Conferencia Magistral en ocasión de la apertura de los cursos de postgrado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo del año 2006.

 

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II.1.2.-Compilación de capítulos, artículos, ponencias y conferencias[xvii]

II.1.2.1.-¿Reconstruir el sujeto social en la fragmentada sociedad venezolana? https://ciscuve.org/?p=1186

El artículo se escribió mayo de 1999 atendiendo a la invitación de participar con una conferencia en el seminario titulado Filosofar sobre la constituyente, organizado por el Profesor Enrique Alí González Ordosgoitti de la Escuela de Filosofía de la UCV. En pleno proceso de discusión constituyente en el país, el Prof. González Ordosgoitti propone una discusión denominada “Filosofar sobre la Constituyente” en un seminario que recogió trece conferencias magistrales, cada una desde su propia perspectiva construyó un objeto de estudio “que pensamos que contribuyeron a relevar la diversidad de aristas del tema, coincidiendo en no verlo simplemente como una Asamblea Constituyente sino como un Proceso Constituyente” (González Ordosgoitti. 1999:17)

 

En este marco, se desarrolla una reflexión acerca del sujeto social venezolano cuyas reales condiciones y características desconocemos cabalmente.

“Se aborda el problema desde la perspectiva de la lógica de la reproducción social, haciendo un recorrido por los sistemas de clasificación basados en las diferenciaciones genealógicas, aquellas determinadas por las relaciones básicas del ser social” (ob.cit.:17)

 

Relaciones denominadas residenciales porque están vinculadas a la condición residencial del sujeto, en otras palabras, a la condición del habitar. De allí que se plantee una clasificación de sujetos del habitar atinentes a sus condiciones genealógicas, aquellas que están en la esencia antropológica del sujeto, la edad, el sexo, el parentesco, la condición étnica y las clasificaciones residenciales, para  luego vincularlas con el reconocimiento de su condición ciudadana y proponer los tipos de sujetos llamados pobladores urbanos, residentes urbanos y ciudadanos plenos quienes se alejan o se acercan al disfrute de los bienes y servicios de la sociedad moderna contemporánea según su ubicación en dicha clasificación – por lo que el problema se vincula con los procesos de exclusión e inclusión social-  y quienes desarrollaran un modo de vida peculiar según su condición de sujeto social urbano.

 

Este artículo amplió el espectro de comprensión del fenómeno urbano, de los sujetos sociales, sus redes, su vida cotidiana y las significaciones que otorga a su experiencia de vida más allá de las fronteras del asentamiento auto producido, del barrio urbano en Venezuela por lo que es clave para comprender la orientación de la investigación conducente a la formulación de la línea de investigación presentada en este trabajo.

 

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II.1.1.2.- (2000) La arquitectura, patrimonio del mundo construido, https://ciscuve.org/?p=1258

Este artículo fue originalmente escrito como una conferencia dictada para estudiantes de la Unidad Docente I, de la Escuela de Arquitectura, titulada Ciudad, lugar y Arquitectura; posteriormente revisado y reescrito como un ensayo que pretende centrarse en la construcción de sentido como categoría de análisis de la producción académica del espacio habitable –la arquitectura-  por lo que recorre, entonces la categoría cultura y el concepto de campos culturales para dar cuenta de cómo se producen las representaciones en la arquitectura académica, que no necesariamente convierten al objeto en patrimonio cultural, esto sucede sólo cuando las comunidades, residenciales, profesionales o de cualquier otro orden, asignan una determinada significación de apropiación al objeto proyectado y construido.

 

 

 

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II.1.1.3.-(2001) Historia oral, la experiencia vivida en las fronteras del hombre común, https://ciscuve.org/?p=1238

El artículo se centra en la condición espacio-temporal del habitar vista a través de la historia que reconstruyen los sujetos sociales en su particular modo de vida y en sus singulares modos de construir sentidos orientadores de sus prácticas sociales en la cotidianidad. Ofrece una reflexión acerca del habitar contemporáneo al ubicar la experiencia de vida en las distintas escalas de su discurrir, desde lo local hasta lo global y reconoce la heterogeneidad, la multiplicidad y la diferenciación como atributos de ese habitar contemporáneo. Especial énfasis otorga a la dimensión del poder analizada a partir de los procesos de negociación urbana, el reconocimiento de los sectores excluidos y la posibilidad de generar conflictos o consensos en el habitar.

 

Propicia este artículo una primera reflexión conducente al planteamiento de la dimensión de la realidad por su condición espacio-temporal, de la dimensión por la singularidad de los fenómenos, sus escalas y fronteras, y de la dimensión de la realidad por la dimensión política, vista desde la construcción que hacen los sujetos de sus reales posibilidades de participar en las pugnas sociales por espacios de poder, así como establece la condición multidisciplinaria necesaria para el abordaje de los problemas atinentes al mencionado habitar contemporáneo. Atributos y dimensiones que permanecerán y se desarrollaran en los planteamientos teóricos y metodológicos de la línea de investigación construida.

 

 

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II.1.1.4.-(2001) Imaginarios habitables urbanos: o el mundo construido posible, https://ciscuve.org/?p=1247

Originalmente escrito como conferencia solicitada por el Prof. Omar Astorga para el seminario Fuentes del Imaginario en el período lectivo 2001-1, en la Escuela de Filosofía de la UCV, el artículo se centra en el imaginario como fuente ineludible para la formulación de proyectos individuales y colectivos (alusivo al sujeto social) así como para la orientación de las prácticas sociales en la vida cotidiana, formando parte de la estructura socio-simbólica de la sociedad pues, es, en esencia, construcción de sentido.

“El imaginario es la forma de representación de la realidad objetiva y subjetiva de la constitución de la sociedad que se caracteriza por combinar la percepción, la memoria, el proyecto y la ilusión en una operación única de construcción de significados asociados a la relación tiempo-espacio, en la dimensión de lo real y de lo ideal…” (p.93)

 

Al adjetivarlo como habitable, el imaginario se asocia al espacio, fundamentalmente al lugar y al paisaje.

“Los imaginarios habitables constituyen el banco de imagines posibles en el horizonte mental de una época para la construcción de un paisaje determinado, en el caso que nos ocupa, el paisaje que necesitamos para desenvolvernos en la ciudad.” (p.97)

 

Este trabajo fue clave para dilucidar y precisar la dimensión del mundo construido y los modos de habitarlo y vivirlo; entendiendo ese mundo construido como el conjunto de artefactos producidos por la sociedad ocupante de una ecobase situada y fechada.

 

Esta primera indagación acerca del paisaje permitirá formular el concepto de paisaje cultural y, muy particularmente, el paisaje cultural urbano; conceptos discutidos y trabajados en los seminarios de pregrado y postgrado del Sector de Acondicionamiento ambiental. Igualmente sirvió de base para la formulación del proyecto de investigación que actualmente adelanto.

 

 

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II.1.1.5.-Pobres y excluidos aún…y por mucho tiempo, https://ciscuve.org/?p=1193

Artículo escrito en octubre 2004, publicado en 2005.

Artículo construido a partir de la categoría del poblador urbano como sujeto social pretende constatar y contrastar resultados de investigaciones acerca de la pobreza y la exclusión que comparten una misma plataforma epistemológica y una metodología cualitativa, incursionando en lo que se ha denominado la sociología de la cultura. Este artículo, escrito en el año 2004 respondió a la invitación del Programa de Postgrado de FACES a participar en su Jornada de Investigación. El tema de la Tesis Doctoral se retomó por dos razones, la primera porque se inscribía en el tema solicitado “Las Ciencias Sociales ante la desigualdad, la pobreza y la exclusión” y la segunda, porque, por primera vez,  se presentaba la oportunidad de mostrar algunos de los resultados más importantes de la Tesis, además de realizar la mencionada constatación y contraste.

 

El artículo aborda el problema del habitar desde las dimensiones espacio-temporales, evidenciadas tanto en las consideraciones de  la vida cotidiana como en el papel central que juegan las redes sociales residenciales, denominadas RESORES. Sólo se entiende la vida cotidiana inmersa en estas dimensiones, por lo que el habitar constituye una categoría central del análisis.

 

 

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II.1.1.6.-(2006) Los modos de vida y la creación de paisajes en la cotidianidad de la Caracas contemporánea, https://ciscuve.org/?p=5822

En el año 2002 asistí con carácter de ponente invitado al foro titulado El espacio público Mutaciones, transformaciones y persistencias, organizado por el Prof. Frank Marcano para el seminario Ordenanzas de la Maestría Diseño Urbano. IU FAU UCV. En esa ocasión se evidenció la polisemia con la que los arquitectos trabajan el concepto de espacio público, desde la concepción que sostiene que todo espacio abierto a quien quiera usarlo es espacio público hasta los que mantienen que lo que hace público un espacio es su vocación de convocar a su tránsito o a la concentración de usuarios, independientemente de su condición de propiedad –típico caso de los malls-. Por esa razón me decidí a sistematizar mis ideas acerca del tema, más aún cuando tres de mis tutorados estaban trabajando el concepto.

 

Fue entonces cuando propuse el concepto de espacios de cotidianidad colectiva para dar cuenta de los múltiples, heterogéneos, diversos y diferenciadores modos de experimentar espacios urbanos disponibles para usos colectivos pero no necesariamente disponibles indistintamente para todos los habitantes de la ciudad. El criterio cernidor para acceder al uso de estos espacios sería la condición de la vida cotidiana de actores sociales diferenciados por el sistema clasificatorio de la sociedad, análisis ya adelantado en el artículo sobre el sujeto social constituyente que se retomaba para interpretar y pensar los usos públicos del espacio urbano.

 

Más allá de la diferenciación de los espacios públicos establecida a partir de su carácter local, urbano y hasta metropolitano, se planteó su relación con el modo de vida de los sujetos así como su apropiación e identificación con dichos espacios, espacios que se convierten en lugares en la medida en que adquieren especificidad, albergan vivencias y son valorados y significados por quienes los ocupan y los usan.

 

Este artículo constituyó una reflexión importante precedente de la elaboración del constructo acerca de la dimensión de la realidad por el movimiento y el tránsito para circunscribir el problema del intercambio simbólico cuando de espacios habitables se trata. Posteriormente este intercambio se amplió al de personas, mercancías y tecnologías, precisando este concepto de movimiento en los procesos de intercambio que se producen en los tránsitos y los encuentros.

 

 

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II.1.1.7.-(2007) Los bienes culturales en el espacio habitable, https://ciscuve.org/?p=10193

Este artículo escrito a partir de una conferencia dictada en enero de 2006 para la Maestría de Conservación y Restauración de la FAU fue el detonante para concebir la línea de investigación que presento posteriormente. Inicié la reflexión con la idea de una agenda de investigación pensando en temas poco investigados que requieren una exploración profunda para definir posibles proyectos de investigación. Contrastando, entonces, con mi experiencia de investigación caí en cuenta que era posible formular una línea de investigación que tratara el habitar desde una perspectiva multidisciplinaria; línea que se ubicaría espacio temporalmente en América Latina en los tiempos contemporáneos.

 

El otro tema de interés desarrollado a partir de este artículo fue el de la sociología del espacio. La indagación acerca de las teorías, escuelas y corrientes de las ciencias sociales que tratan el tema del espacio, en general, y de la relación entre la naturaleza y la sociedad, en particular, expuesto en este documento se inspiró en este trabajo en el que introduzco someramente el tema.

 

El interés central del artículo es investigar acerca de los procesos de producción e intercambio de los contenidos simbólicos de los bienes culturales del espacio habitable y los modos como se convierten en herencia cultural, en patrimonio. Para ello recurro a la plataforma conceptual que he venido desarrollando a lo largo de mi experiencia de investigación y condenso algunas de las categorías para aplicarlas al análisis de dichos bienes culturales. Se considera un ejercicio de análisis de un problema determinado realizado con el arsenal teórico, constituyendo, así, un tema posible de problematizar y convertir en proyecto de investigación, en el marco de la línea de investigación del habitar contemporáneo.

 

 

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II.1.1.8.-(2007) El inmigrante urbano, sujeto social de la movilidad humana  latinoamericana en Caracas, https://ciscuve.org/?p=2720

Este artículo presenta un tema de investigación en el marco de la línea de investigación propuesta. En este caso ya es posible formular un proyecto que reúne las categorías del habitar así como las dimensiones de la realidad que nos interesa indagar. Es acotado espacio temporalmente, se trata de la ciudad de Caracas en la segunda mitad del siglo XX y principios del actual; es singular al ahondar en comunidades binacionales biculturales americanas -colombianos, ecuatorianos y peruanos- ; se trata de la movilidad y el intercambio de símbolos, personas, mercancías y tecnologías acaecidas en el marco del proceso migratorio de estas comunidades y su proceso de asentamiento y vida cotidiana en comunidades de la ciudad. Evidentemente enmarcados en las estructuras económicas, políticas y culturales de la sociedad de origen y de la sociedad de destino.

 

Atraviesan las dimensiones de la realidad las categorías centrales de análisis del habitar, es decir, los sujetos sociales, las redes sociales, la construcción de sentido y la vida cotidiana, así como las condiciones de la ecobase que caracterizan el territorio de origen y el territorio de destino.

 

El artículo constituye las bases teóricas y metodológicas de la formulación del proyecto de investigación titulado El paisaje cultural de la Caracas contemporánea, actualmente en desarrollo y financiado por el CDCH.

 

 

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II.1.1.9.-(2007) Aproximaciones teóricas acerca del concepto de paisaje cultural. Ponencia presentada a solicitud del Comité Organizador de la tercera Jornada de Arquitectura Paisajista realizada en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV el 1 de marzo de 2007, https://ciscuve.org/?p=9227

Aunque no ha sido publicado, este trabajo incursiona en el tema del paisaje como una de las expresiones más significativas del espacio habitable. Ante la polisemia del concepto fue necesario hacer un esfuerzo por teorizar acerca de este importante objeto de estudio, sobre todo para acometer la actividad docente de pregrado y postgrado dedicada al tema. Este trabajo me permitió hacer una primera definición con miras a precisar el componente cultural del paisaje; es frecuente el uso del concepto  de paisaje cultural aplicado al tema del patrimonio, a las huellas históricas, al arte público, entre otros, lo que nos parecía muy limitado pues no agotan la condición cultural del paisaje; por otro lado, la discusión acerca del paisaje como constructo lo ubica en una construcción de sentido elaborada por los sujetos sociales involucrados en percibir, conocer y evaluar el paisaje por lo que consideramos que todo paisaje es de orden cultural y, aunque por supuesto contiene elementos importantes de la naturaleza no es un problema atinente a la misma, tal como lo plantea magistralmente Simmel (2001:266-267).

 

La otra discusión clave en este asunto es preguntarnos si en el concepto de paisaje siempre tiene que estar el componente natural o si podemos definirlo en términos de escenarios; aquí el problema consiste en definir si el problema del paisaje es o no un tema del habitar, si lo es, indudablemente estarán presentes los elementos de la ecobase pero pueden no ser preponderantes ni necesariamente fundamentales para la definición de un determinado tipo de paisaje, por ello hablamos del paisaje cultural en términos de los escenarios en los que se despliega la acción de los sujetos sociales urbanos y podemos aludir a los paisajes lúdicos, a los paisajes étnicos, a los paisajes de exclusión, etc. Discusión no totalmente resuelta, aún en proceso de discusión pero indudablemente de vital  importancia para la arquitectura y el Urbanismo.

 

 

Carmen-Dyna-Guitian-Pedrosa

II.1.1.10.-(2007) Habitar el territorio del siglo XXI: saber e incertidumbre, https://ciscuve.org/?p=5874     

Aunque escrito en el año 2006 con carácter de Conferencia Magistral dictada para recibir a los nuevos estudiantes de postgrado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, se coloca al final de los trabajos presentados porque recoge una importante reflexión acerca del papel de la escala del territorio para el abordaje de los temas de Arquitectura y Urbanismo y en especial, para los temas concernientes a la relación entre el ambiente y la arquitectura así como del habitar, en general.

 

Escrito para estudiantes graduados incursionando en el mundo de la formación de investigadores o en la especialización profesional, la conferencia pretendió ubicarlos en la discusión paradigmática acerca del conocimiento y el papel que este cumple como riqueza intangible en las sociedades contemporáneas para luego vincularlo con los modos como los profesionales vinculados con el habitar desarrollan modelos de abordaje de la realidad, enmarcados por esa condición escalar del territorio que está signando los modos de hacer y los modos de pensar las transformaciones y los nuevos y viejos artefactos del habitar, sobre todo en nuestras sociedades latinoamericanas.

 

Aún mucho que recorrer tiene este tema también y a eso, precisamente, se dedican los esfuerzos de investigación enmarcados en la línea de investigación del habitar los territorios del siglo XXI en América Latina.

 

 

II.2.-Delimitación de la línea de investigación

Así, la constitución y reconstitución de regiones socio-históricas, convencionalmente definidas, sobre todo a partir de la instauración de los estados-nación, así como los procesos de globalización económica, política y cultural acaecidos en el mundo contemporáneo, hoy revierten los límites establecidos para propiciar nuevos modos de abordar el asunto de los territorios, sus fronteras y sus escalas. Procesos geo-históricos posibles porque los sujetos sociales construyen y reconstruyen el sentido de sus acciones en la práctica de su vida cotidiana, tejiendo y destejiendo redes de relaciones sociales así como diversificándose y diferenciándose, insertos en sociedades sacudidas por las condiciones de la división internacional del trabajo y la globalización del capital;  A eso se refiere, precisamente, el objeto de la línea de investigación producto del trabajo realizado a partir de 1.999: Sujetos sociales construyendo sentido en su vida cotidiana, en la medida en que urden distintos tipos de redes de relaciones sociales, quienes en su relación con la sociedad constituyen y reconstituyen nuevos y viejos territorios, con viejos y nuevos sentidos del habitar simultáneamente.

 

 

II.3.-La formulación de la Línea

La línea se define como la investigación de los procesos y acontecimientos atinentes a la constitución y reconstitución de las regiones socio históricas de América Latina, evidenciadas en las nuevas maneras de abordar y enfocar los territorios de esta región del mundo en el siglo XXI, sean estos reales o virtuales, convencionales o reelaborados, globalizados, localizados o glocalizados, en cuyos procesos y acontecimientos distintas dimensiones de la realidad concurren para  posibilitar la comprensión de estos nuevos giros de los fenómenos territoriales del siglo XXI, se refiere a la dimensión espacio temporal; a la dimensión del movimiento de personas, símbolos, mercancías y tecnologías; a la singularidad de los fenómenos vistos desde sus escalas y sus fronteras; a la dimensión que da cuenta de las estructuras sociales y sus implicaciones en el territorio, es decir, el poder (la estructura política), el trabajo (la estructura económica) y la significación (la estructura cultural).

El núcleo central de la línea se refiere a los modos de abordar los territorios contemporáneos de la región y a la necesidad de re-conceptualizarlos a la luz de las tendencias históricas prevalecientes global y localmente. Se centra en las transformaciones históricas de un espacio habitable, expresadas en lugares, paisajes, arquitectura, ciudades y regiones,  a los cuales la sociedad imprime atributos y propiedades y donde los sujetos despliegan sus experiencias de vida, convirtiéndose en actores de transformación de dicho espacio habitable.[xviii]

 

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II.4.-Fundamentos Teóricos y metodológicos

Al definir el habitar como el objeto de estudio significó la transformación de los fundamentos teóricos y metodológicos de la línea; al definir el ámbito como América Latina implicó la ampliación del contexto de la línea.

 

Al traspasar los límites disciplinares de la sociología, abordando el tema del habitar fue necesario desarrollar una mirada multidisciplinaria, si se quiere transdisciplinaria:

-La sociología, y en particular la sociología de la cultura,

-debía acompañarse con la antropología urbana,

-la antropología del espacio

-y la antropología del territorio para ahondar en la construcción de significados del espacio habitable;

-por otro lado, la psicología social,

-y en particular la psicología ambiental y su abordaje teórico de los procesos de apropiación del espacio y la construcción de identidades así como su aporte epistemológico a la construcción de la realidad social reforzaron tanto los fundamentos teóricos como los metodológicos (Sánchez y Weissenfeld);

-el enfoque geohistórico para dar cuenta del eje temático central, la constitución de los territorios la cual se hace operativa en las regiones socio históricas (Cunill Grau, 1999);

-el aporte de la reestructuración de los estudios urbano regionales (Lindón, 1998 y Hiernaux,1997)

-y el aporte de la historia urbana como disciplina dedicada a rastrear los modos de localización, asentamiento y configuración de las ciudades, con especial énfasis en los procesos latinoamericanos (Almandoz, 2004) constituyeron aportes fundamentales para la organización y estructuración de los ejes temáticos y las dimensiones de la realidad en los que se desenvuelve la línea de investigación.[xix]

 

Lo extraordinario de la investigación consiste en cómo va develando la realidad como si fuera levantando sus velos o capas cobertores para revelar nuevos modos de explicar o interpretar el mundo, o al menos, la porción del mundo que se pretende conocer. De ahí la necesidad de definir los ejes temáticos de la línea de investigación y sus ámbitos de realización.

 

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II.4.1.-Los ejes temáticos

La relación naturaleza- sociedad contiene los atributos del habitar, cuya categoría clave, el espacio habitable, se despliega en territorios, regiones, asentamientos humanos, la ciudad, lo urbano, el lugar, la arquitectura y el paisaje como condiciones indispensables para su acontecer.

 

Indudablemente fue la categoría del habitar la que no sólo permaneció en todos los escritos sino que se profundizó y se enriqueció en la medida en que tejíamos las redes conceptuales, así como los distintos modos de interconectar categorías, conceptos y nociones perfilados y definidos en nuestros procesos investigativos.

 

En cada uno de los escritos el espacio habitable y el sujeto social juegan un papel preponderante, constituyen el hilo conductor que permite hilvanar los temas exponiendo las categorías de análisis pertinentes al objeto presentado, trátese del lugar en cualesquiera de sus expresiones o de las redes sociales, de la construcción de sentido o de la vida cotidiana, todas estas últimas categorías  dan cuenta de los procesos de estructuración de lo social mientras se entroncan con las categorías atinentes al análisis de lo estructurado social, las estructuras y las instituciones. También alude a la ecobase, sobre todo desde la perspectiva de los modos de significar sus componentes, de crear significaciones en términos de creencias, leyendas y mitos acerca de dichos componentes, de los modos de ocupar e intervenir dicha ecobase, de los modos como la sociedad, los grupos, las clases, los sectores sociales definen la relación con la naturaleza, de los modos como se apropian y se identifican con estos elementos naturales (como es el caso de la  montaña en Caracas). Un habitar imposible de conceptualizar disociando su condición físico-natural de su condición social histórica.

 

 

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II.4.2.-Los ámbitos de realización del objeto de investigación construido

Entendiendo por ámbitos de realización la síntesis de posibilidades de construcción de objetos de investigación planteados en proyectos concretos, aquellos en los que es posible desplegar los problemas objetos de investigación. Siendo vacíos de conocimiento, estos problemas requieren un abordaje teórico y metodológico capaz de definir las dimensiones de la realidad caracterizadas por un conjunto de categorías claves propias del habitar contemporáneo.

 

 

 

 

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II.4.2.1.-Épocas y regiones

En primer lugar, la dimensión de la realidad por épocas y por regiones da cuenta de la relación entre el espacio y el tiempo. Las transformaciones espaciales acontecidas a lo largo de los procesos históricos y los modos como los procesos históricos han estado signados por los modos de socialización del medio físico que han desarrollado nuestras sociedades latinoamericanas, así como por las propias condiciones físicas de la ecobase, ocupada y apropiada en los distintos momentos históricos de la gran región América latina.

 

 

 

 

 

 

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II.4.2.2.-La singularidad

En segundo lugar, la dimensión de la realidad por su singularidad alude al rescate de lo singular y lo local como propiedades constituyentes recursivas (en términos de Morín), es decir, “se refiere a procesos en los cuales los productos y los efectos son necesarios para su propia producción…Dicho de otro modo, son las interacciones entre los individuos las que producen la sociedad; pero es la sociedad la que produce al individuo. He aquí un proceso de recursividad organizacional” (Morín, 2004:10).

 

La singularidad se refiere a los diversos modos como se expresa la diferenciación y la especificidad social, en particular, lo atinente a la construcción del sentido de reconocimiento de lo propio y de lo ajeno, del uno y del otro para lo cual se establecen fronteras y se distinguen escalas de agrupación de atributos y propiedades para cada singularidad; pero la constante transformación del reconocimiento de lo local y de lo global somete a las fronteras y a las escalas a una continua redefinición, así como cada nucleamiento de lo colectivo define y redefine permanentemente su condición cultural en función de sus relaciones con los otros nucleamientos y hasta con el mundo a escala global. La singularidad alude a esa especificidad adquirida y reforzada en el marco de la relación entre lo local y lo global:

“Especificar [escribe Lisón] es precisar, particularizar; determinar los atributos y propiedades diferenciadores; distinguir, limitar, excluir. Un grupo o categoría de personas es específico cuando exhibe características peculiares, determinaciones esenciales dominantes que le distinguen y separan de otros conjuntos o clases genéricamente similares…La especificación es una categorización cultural. Cultura y especificidad son, pues, sinónimos. (Lisón, 1983:96)

 

Lisón define las siguientes fuentes de la especificidad cultural:

“La biología y la localización territorial, el pueblo o la pequeña comunidad con sus recursos ecológicos y con sus celebraciones simbólico rituales, han constituido los loci originarios de la estructuración de una diferenciación inicial pero profunda” (Ob.Cit.:97) Cursiva del autor.

A esta fuente la define como la comunitas.

 

La segunda fuente la denomina el corpus historicum:

“No necesariamente objetivo, pero sí moldeable, en continua reincorporación. El pasado puede estar presente a través de instituciones, formas de vida, monumentos y símbolos, pero puede hacerse efectivo simultáneamente a través de una mitologización, de una idealización del genius populi altamente valorado” (ob.cit.:97) Cursivas del autor.

 

La tercera fuente es el corpus mysticum:

“Las creencias, el dogma, la formalización religiosa, la secta, el culto encarnan, incluso hoy y con las consecuencias que todos conocemos, uno de los más poderosos principia individuationis…Un cuarto locus de movilización de diversidad es la lengua y aún el dialecto, incluidos los más remotos, arcanos y hasta olvidados (corpus linguisticum)” (Ob.cit.:97) Cursivas del autor

 

La quinta fuente está constituida por el corpus consuetudinarium:

“Instituciones, asociaciones y costumbres…con frecuencia en simbiosis con el medio físico que habitan y del que viven, separan…a unos pueblos de otros.

…Pero –sexto- donde este adquiere su grado más intenso y sutil de especificidad es, sin duda, en la creación y reactivación de un universo simbólico unitario. En este corpus symbolicum pueden verse reflejados el medio geográfico y sus límites territoriales, la organización interna relacional, la irracionalidad y la fantasía, los valores, aspiraciones, ideología y últimas realidades del grupo. Los símbolos encapsulan el pensamiento y el sentimiento, resumen los principios abstractos, materializan el ethos y el pathos del grupo que los formula.” (Ob.Cit.:98) Cursivas del autor.

 

El detenerse en el minucioso análisis de la singularidad de Lisón obedece a la condición clave de esta categoría, a partir de ella desarrollamos el resto de las categorías, siempre referidas a ésta.

 

 

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II.4.2.3.-La dimensión del movimiento de personas, símbolos, mercancías y tecnologías

Inspirados en la obra de Levi-Strauss Antropología Estructural en la cual el autor propone el intercambio como una categoría central para el estudio de las sociedades y centra dicha categoría en el intercambio comunicacional, el intercambio de bienes y el intercambio de mujeres, proponemos la dimensión de la realidad por movimientos; se refiere a los procesos de intercambio y circulación de orden simbólico, mercantil, tecnológico y de movilidad humana. Incluye el análisis de los medios y modos de realización de tales intercambios y circulaciones así como los sujetos involucrados, la construcción de significados, las redes sociales, la vida cotidiana y las condiciones estructurales de la sociedad, inmersos en la especificidad que les corresponde.

 

 

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II.4.2.4.-Las mega estructuras formales de la sociedad

La dimensión de la realidad por las mega-estructuras formales de la sociedad se refiere al abordaje de temas atinentes a las estructuras económicas, políticas y culturales de la sociedad latinoamericana, pensado más en términos de un contexto de la especificidad que como temas con carácter propio, es decir, no se incorporan en esta línea temas de carácter estrictamente económico o político sino en referencia a las singularidades que indagamos. En cuanto al tema cultural, por definición este es singular por lo que la aclaratoria no le concierne.

Abordamos lo económico y lo político desde la perspectiva de la construcción de sentidos que hacen los sujetos sociales en su relación con el territorio; siendo la relación cultura territorio la que establece el hilo conductor de la línea, es desde esta perspectiva que se miran los temas atinentes al trabajo y al poder.[xx]

 

 

 

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II.4.3.5.-La delimitación histórico-cultural y geográfica, la gran región denominada la América Latina del siglo XXI

Pensar América Latina implica de inmediato imaginar coordenadas geográficas.

Los modos de construcción de las ideas que pretenden definir este territorio están asociadas a un pasado común, un presente que reconoce en los sistemas simbólicos de la religión y la lengua las estructuras estructurantes de estas sociedades que, aun cuando se definen y reconocen como distintos Estados-Naciones, también se perciben como sociedades culturalmente afines y a ello apuestan las proposiciones de establecer bloques de alianza en este territorio.

 

Si a un latinoamericano se le pregunta ¿Qué es América Latina? Seguramente contestara que se trata del territorio al sur del Río Grande hasta la Patagonia. Así se ha elaborado esta construcción simbólica del territorio para diferenciarse de la América anglosajona del norte (EEUU y Canadá). Dirá, probablemente que no se trata del hemisferio norte, del frío y el hielo en su estación del invierno;  que no se trata del Lejano ni del Cercano Oriente, tampoco de África o Australia.

 

Estamos conscientes de la existencia de un territorio que convencionalmente, desde el siglo XIX, se denominó América Latina. Que hoy en día esa imagen territorial se expande o se contrae de acuerdo a la manera como se conceptualice la historia, la cultura y la sociedad de ese ámbito territorial; es parte del reto de investigar los modos de habitar esta porción del planeta. La discusión de la condición latina versus la condición sajona, por ejemplo, perfila una definición del espacio habitable pensado y vivido por quienes se identifican con lo latino que trasciende la convencional definición de América Latina como los territorios al sur del Río Grande.

 

Más aún, habitar América Latina hoy, en el siglo XXI, implica manejar unas ciertas coordenadas culturales que pasan por la identificación a través de la lengua común que garantiza una comunicación inmediata; la religión que nos religa en un modo propio de relacionarnos con lo sagrado, el mestizaje que nos hace reconocernos múltiples y variados en nuestra propia condición de sujeto social, mestizaje que se mantiene en el tiempo y en el espacio en la medida que muchos y distintos grupos étnicos se trasladan a este territorio para habitarlo.

 

Implica también situar la experiencia vivida en una sociedad que no deja de ser tradicional para además ser moderna; una sociedad donde la diferenciación puede llegar a ser extrema si hablamos de pobreza y calidad de vida pero puede ser insignificante si hablamos de paisanaje y compadrazgo, por ejemplo.

 

Pero también puede significar aquellos territorios ocupados y colonizados por Europa entre los siglos XV y XVII y por Estados Unidos entre el XIX y el XX. Territorios sometidos al impacto de la globalización económica, política y cultural dando respuestas propias y particulares; involucrados, en este siglo XXI con las economías de la India y de China, sobre todo Brasil, Chile y México, van a acentuar, diferenciar o construir nuevos modos de articulación territorial, comunicacional, de intercambio comercial, migracional –sobre todo profesional[xxi]– y hasta simbólico.

 

Habitar América Latina hoy es enfrentar la contundente realidad de los asentamientos populares auto construidos por sus pobladores en las ciudades pero a la vez, es reconocer las grandes autopistas urbanas, las edificaciones modernas, los espacios públicos de la cotidianidad colectiva, los sistemas urbanos expertos – sistemas de infraestructura de aguas blancas y servidas, electricidad, transporte masivo, incluyendo subterráneos, etc.- , los grandes centros comerciales –los malls norteamericanos- cadenas de tiendas, de comida rápida, en general de centros de consumo contemporáneo como se pueden encontrar en cualquier otra parte del mundo…y, sin embargo, algo nos hace peculiar y particular, distintos al resto del mundo. Este es otro de los retos de la línea de investigación, lo propio y lo ajeno en América Latina desde la perspectiva de los modos de habitar el territorio, en el mundo globalizado.

 

Un mundo globalizado cuya mayor riqueza es el conocimiento; sin embargo, coexiste con dicha sociedad del conocimiento:

“(…) la sociedad de la precariedad y, hasta ahora, ningún conocimiento ha sido capaz de revertir esta situación. La geopolítica de la precariedad, porque va más allá de la pobreza, porque reproduce las condiciones para seguir siendo pobre, porque sienta las bases para la pobreza permanente.

Se trata de geopolítica porque se ha producido un nuevo patrón de distribución de la población pobre del planeta, se ha revertido el proceso de expulsión de población pobre que se produjo en Europa y Asia, fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XIX y en la segunda mitad del XX dirigidos hacia el llamado Nuevo Mundo.

En las últimas décadas del siglo XX, la población pobre del planeta se está dirigiendo a Europa y a estados Unidos. Canadá y Australia están recibiendo migración selectiva de profesionales y técnicos por lo que no participan de esta geopolítica de la pobreza. De esta manera, dos fenómenos muy particulares ameritan considerarse, se trata de las remesas enviadas por los migrantes a sus países de origen, y la reconfiguración del mapa de los mercados de trabajo globales.

Durante décadas, millones de trabajadores inmigrantes han estado enviando miles de millones de dólares a sus países de origen para apoyar a sus familias.

…Más de 45.000 millones de dólares han pasado del resto del mundo a América Latina y el Caribe tan sólo en 2004; una vez más esta cifra es superior al total combinado de la inversión extranjera directa y la ayuda exterior en la región entera.” (Terry, 2005:2)

…”Hoy, una de cada diez personas de todo el mundo interviene directamente en las remesas. Aproximadamente 125 millones de trabajadores envían dinero para apoyar a otros 500 millones de familiares que viven en sus países de origen.” (Ob.cit.:3)

 

En el caso de Venezuela, el autor maneja la cifra de 259 millones de dólares y puede que esté ocurriendo lo que acontece en otras partes, se trata de cifras ocultas, no porque alguien las esconda sino porque llegan en montos tan bajos ($ 200, $300 mensuales) y a destinatarios pobres quienes no son lo suficientemente importantes como para que las entidades bancarias los tomen en cuenta.

 

Esta redistribución de los pobres del planeta ha reconfigurado los mapas laborales del mundo, con especial énfasis en los mercados laborales urbanos.

“Los inmigrantes están redibujando el mapa de los mercados laborales globales. Más de 25 millones de inmigrantes latinoamericanos y caribeños forman parte de una grande y creciente diáspora. De ellos, alrededor de 22 millones están en  las economías desarrolladas de América del Norte, Europa y Japón, y otros tres o cinco millones trabajan en países vecinos de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, actualmente hay importantes concentraciones de bolivianos en Argentina, nicaragüenses en Costa Rica, guatemaltecos en México, haitianos en República Dominicana, colombianos en Venezuela y peruanos en Chile”(ob.cit.:5)

El impacto en el espacio habitable tanto en los países de origen como en los países de destino ya se está evidenciando. Las investigaciones de las remesas también demuestran que tradicionalmente ese dinero se usa no solo para sobrevivir sino también para construir viviendas, por lo general informales pues la población que recibe las remesas tiene muy poco acceso a sistemas de crédito. En muchas ocasiones los propios migrantes invierten en vivienda con la esperanza de regresar algún día. Podemos plantearnos la hipótesis que las remesas están incidiendo en la producción de nuevos territorios con viejas formas de habitar, en la medida en que las condiciones socioeconómicas y socioculturales de la población receptora no se transforman radicalmente y en la medida en que las remesas no se invierten en la adquisición de capital humano y capital social.

Por otro lado, el impacto de los migrantes en el mapa laboral también tiene una incidencia en los territorios que los reciben, sobre todo los urbanos. Desde conflictos socioculturales como el conflicto por el uso del velo musulmán en las escuelas públicas en Francia o los recientes conflictos por la muerte de dos jóvenes en un barrio de marroquíes, hasta la desvalorización de zonas urbanas ocupadas por migrantes pobres y sus implicaciones en el mercado inmobiliario y en el desarrollo de nuevos condominios o de viviendas unifamiliares; el impacto en las políticas urbanas, en los planes de desarrollo urbano, en los servicios urbanos, en especial salud, educación y recreación, en infraestructura urbana, sobre todo, agua, electricidad, gas, teléfono y transporte. En fin, todo un impacto en los modos de habitar y en los nuevos y viejos territorios de las ciudades receptoras.

Coexisten, así, en la sociedad del conocimiento y en la sociedad de la precariedad viejos y nuevos territorios, viejas y nuevas formas de habitar; el reto de los arquitectos, de los urbanistas y de las restantes profesiones y disciplinas que se incorporen a la producción del espacio habitable, será reconocer estas formas de habitar y proponer lugares de gran calidad para estas realidades. Ya no se trata tan solo de países centro y países periféricos, se trata también de la coexistencia en un mismo territorio de las dos formas de habitar, con sus modos de vida, su vida cotidiana, sus procesos de apropiación e identificación espacial, sus valores patrimoniales y su calidad de vida.” (Guitián, 2006: 69-70)

 

Finalmente, es ineludible ubicar lo contemporáneo en el marco de la globalización, para decirlos en términos de lo que Monroy G. (2004) plantea:

“A pesar de que la conciencia global, en lo que a su vertiente geográfica se refiere, encuentra su punto de partida en el siglo XVI en la concepción del mundo como globo, la etapa histórica que estamos viviendo actualmente nos obliga a reflexionar nuevamente las nociones de tiempo, espacio y territorialidad” (p.131)

 

Más adelante nos dice:

“La fragmentación y dispersión geográfica de los sistemas productivos, la flexibilización de las relaciones de trabajo y de los procesos de producción, la especialización y la reconfiguración de la división del trabajo, así como la centralización del poder empresarial y el aumento de la efectividad de su poder sobre decisiones políticas han facilitado que el capital industrial adquiera las características de movilidad y volatilidad propias del capital financiero.

De acuerdo con lo anterior, la globalización se caracteriza por producir un desarrollo temporal y geográfico desigual, que, con base en la vertiginosa innovación en tecnologías, se transforman los procesos productivos y, según los imperativos de estos, se reconfiguran los espacios de manera diferencial” (p.135)

 

A esa condición de la fragmentación espacial por un lado y de la reconfiguración – lo que hemos denominado reconstitución- por otro, la hemos analizado no sólo desde la perspectiva del impacto de las nuevas tecnologías en la recomposición de los factores de producción y localización de las actividades económicas, así como de los factores del capital y el trabajo, sino también hemos propuesto una lectura de estos procesos de transformación espacial desde la transformación de las estructuras sociales en general así como de los procesos que la estructuran desde el sujeto social, sus redes, los modos de construir, asignar e intercambiar significados a sus prácticas sociales vinculada al territorio que ocupan en un tiempo determinado. En fin, nuevos modos de pensar y vivir la relación entre la naturaleza y la sociedad.

 

Así, distintas dimensiones de la realidad concurren para  posibilitar la comprensión de estos nuevos giros de los fenómenos territoriales del siglo XXI, se refiere a la dimensión espacio temporal; a la dimensión del movimiento de personas, símbolos, mercancías y tecnologías; a la singularidad de los fenómenos vistos desde sus escalas y sus fronteras y a la dimensión que da cuenta de las estructuras sociales y sus implicaciones en el territorio, es decir, el poder (la estructura política), el trabajo (la estructura económica) y la significación (la estructura cultural).

 

 

 

II.4.3.-Planteamientos metodológicos

La comprensión y la interpretación se privilegian en el abordaje de los procesos investigativos necesarios para el desarrollo de la línea, una perspectiva hermenéutica que se enriquece con el método biográfico, la etnografía, los mapas cognitivos y tantos otros dispositivos de investigación como sea necesario incorporar para el logro de nuestros objetivos. No  excluimos la posibilidad del recurso metodológico de los paradigmas cuantitativos y mucho menos lo que se ha dado en llamar los enfoques mixtos que combinan lo cualitativo y lo cuantitativo; no podemos cerrarnos a posibilidades de avance en el conocimiento, si un determinado tema de estudio, por la propia condición del objeto que lo comprende, requiere, o mejor dicho, le es más eficiente un abordaje cuantitativo, pues esa será la opción del proceso investigativo a tomar; probablemente serán más las fuentes secundarias[xxii] las que tengan un enfoque cuantitativo mientras que nuestras fuentes primarias, construidas por nosotros, serán de carácter cualitativo.

 

Este tipo de investigación exige la construcción de diversos tipos de fuentes de información que el investigador realiza según el objeto y según su contexto, combinar distintas fuentes, primarias o secundarias, distintas técnicas de recolección y procesamiento de información así como construir los ordenadores del análisis o las categorías analíticas claves para producir una descripción densa del problema objeto de estudio, constituyen aspectos metodológicos indispensables de una investigación cualitativa.

 

Condiciones epistemológicas y teóricas de la investigación cualitativa la convierten en la proposición más acertada para nuestro enfoque, sigamos el planteamiento de Sánchez y Weissenfeld:

“La IC trasciende una disciplina o un campo de estudio particular, de modo que su empleo puede producir conocimientos valiosos en disciplinas tan diferentes como la medicinal la educación, la arquitectura o la psicología. Igualmente puede afirmarse que a pesar de la existencia de múltiples perspectivas de abordaje de los objetos de estudio, tiende a enfatizar un enfoque interpretativo y naturalista de la realidad mediante el estudios de los eventos en sus contextos naturales y desde los significados que le asignan los sujetos, destacando de esta manera su visión de construcción social de la realidad (Denzin y Lincoln, 2000 citado por Sánchez y Weissenfeld, 2002:19)

 

Siguiendo el análisis de los autores, se destacan algunas características claves de la investigación cualitativa:

“Realidad múltiple.

Realidad socialmente construida, múltiple es la noción de la realidad que se propone para la IC…admite la existencia de múltiples criterios que orientan la interpretación de los fenómenos y originan pluralidad de perspectivas…

Interactiva.

La IC es interactiva en dos aspectos. En primer lugar, porque cada componente del diseño de investigación interactúa de tal manera con los otros, que la modificación en uno de ellos genera cambios en los restantes. En segundo lugar, porque investigador y participante están en una relación de frecuente interacción, en la que se admite que los valores de uno influyen en  el otro, reconociéndose así la imposibilidad, y la inutilidad, de ejercer controles para logra la neutralidad…

Ideográfica.

La IC es ideográfica porque asume que toda acción o situación pertenece a un contexto y a un tiempo determinado, en vista de lo cual su entendimiento debe hacerse estudiándola en profundidad, verticalmente, y no horizontalmente, buscando la frecuencia con que se repite en uno o varios conjuntos poblacionales.

Holística.

La IC es holística porque toma el objeto de estudio no en piezas (variables), sino como totalidad, tanto en lo referente a la constitución del evento o proceso en estudio, como en su relación con el contexto al que pertenece.

Diseño emergente.

El diseño de la IC es emergente ya que, como dicen Lincoln y Guba (1985), se desconoce el significado de los procesos a estudiar, esos significados están en función del contexto que es también desconocido y porque los significados que pueden ser distintos de un participante a otro, se van desarrollando en una relación dinámica del investigador con él o los sujetos. Una estructura previa del diseño tiene el riesgo de no ser consonante con las particularidades del fenómeno que van surgiendo, por lo que es necesario un plan de investigación que vaya constituyéndose a medida de la especificidad que se construye del objeto.”(Ob.Cit.: 20-22)

 

Este tipo de investigación exige la construcción de diversos tipos de fuentes de información que el investigador realiza según el objeto y según su contexto, combinar distintas fuentes, primarias o secundarias, distintas técnicas de recolección y procesamiento de información así como construir los ordenadores del análisis o las categorías analíticas claves para producir una descripción densa del problema objeto de estudio, constituyen aspectos metodológicos indispensables de una investigación cualitativa.

 

 

 

II.4.4.-A manera de ejemplo: Proyectos formulados y desarrollados

Sub línea: Paisaje urbano contemporáneo

Proyecto formulado y en curso

Proyecto desarrollado

Este proyecto fue desarrollado y presentado por la Arq. Ángela Romero como trabajo de grado de la Maestría de Diseño Urbano (FAU-UCV)

 

 

III.-Conclusiones

La línea presentada constituye el núcleo del proyecto académico actual del investigador, diseñado a partir de su biografía intelectual. Después de un largo recorrido de debates, confrontaciones y formulaciones acaecidos en la experiencia de producir y transmitir conocimiento, se logra precisar el sentido de la línea de investigación como constitución y reconstitución de las regiones socio históricas de América Latina, evidenciadas en las nuevas maneras de abordar y enfocar los territorios de esta región del mundo en el mundo contemporáneo, cuyas palabras claves habitar, territorios, América Latina y contemporáneo; articuladas en una proposición teórica y metodológica que combina ejes temáticos, dimensiones de la realidad e investigación cualitativa da cabida a una gran diversidad de temas y problemas de investigación. Cada trabajo analizado consiste en un tema de investigación cuyas categorías de análisis develaron paulatinamente tanto los contenidos como los modos de abordarlos; partir de un paradigma socio-físico (Muntañola) resultó ser la estrategia para reelaborar la relación entre el ambiente y la arquitectura; el aporte de las ciencias sociales, en especial de los psicólogos ambientales, y de los profesionales del habitar, en especial de los arquitectos y los urbanistas, fue clave para la construcción de esta línea.

 

Hemos pretendido con este trabajo mostrar una trayectoria iniciada por la convicción de la necesidad de desarrollar un marco teórico desde lo social capaz de dar cuenta de la relación entre la naturaleza y la sociedad para desembocar en el objeto de la investigación y docencia del Sector de Acondicionamiento Ambiental de la Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva, la relación entre el ambiente y la arquitectura (particularmente lo que acontece en la sociedad) sin desconocer los atributos físico naturales del territorio ocupado, reconocido y valorado por los grupos humanos que lo componen, ese concepto de ecobase que dilucida ese controversial antagonismo entre lo natural y lo social.

 

Hemos procurado, también, hacer un aporte a la metodología de construcción de líneas de investigación, mostrando cómo a partir de una biografía intelectual se producen las bases epistemológicas, teóricas y metodológicas de un acotado campo de investigación, definido a partir de los ejes temáticos y de las dimensiones de la realidad que se convierten en los parámetros de ese paradigma socio-físico que nos ocupa.

 

Biografía intelectual aunque experiencia vivida individual se convierte en trayectoria de sujeto social en tanto y en cuanto reúne y absorbe las experiencias de la comunidad académica en la cual se desenvuelve para dar sentido a ese concepto de nucleamientos de lo subjetivo y dar sustentación a la relación entre la biografía y la sociedad.

 

 

 

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[i] .-Carmen Dina Guitián Pedrosa (1944-2013)

-Socióloga (UCAB), Doctora en Ciencias Sociales (UCV), Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura de la UCV.

-Co-Creadora y Coordinadora de Investigación -1991-2013- de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE.

-Co-Creadora y Coordinadora Adjunta –1998-2013- del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande.

-Co-Creadora -2011-2013- de la Página Web del CISCUVE: www.ciscuve.org

-Si desea conocer otros Artículos, Audios, Álbumes de Fotos Etnográficas y Videos de Carmen Dyna Guitián Pedrosa, entre en la siguiente URL: https://ciscuve.org/?cat=4204 

 

[ii] .-Trabajo de ascenso presentado para optar a la categoría de titular en el escalafón universitario, con la modalidad de artículos arbitrados, según el artículo 91 del reglamento del personal docente y de investigación de la UCV

 

[iii] .-El recorrido por la biografía académica del investigador consiste en un proceso que permite descubrir vacíos de conocimiento para formular proyectos y, eventualmente, la línea de investigación. Se pretende demostrar en este proceso cómo la biografía y la sociedad se van entramando en las posturas epistemológicas y teóricas del investigador.

 

[iv] .-Las dos primeras conferencias de este grupo no se incluyeron en el conjunto los diez trabajos incluidos en el anexo porque son presentaciones en láminas (power point) y no  están escritas como artículos.

 

[v] .-Ver anexo I

 

[vi] .-Carmen Dyna Guitián (1993b) CF. Bibliografía.

 

[vii] .-Se refiere a un concepto de subjetividad constituyente que alude a “la expresión sintética del movimiento en el tiempo y en el espacio tanto del individuo como del colectivo, ya sea en el plano de la familia, de una red de relaciones primarias, de un espacio territorial determinado, o de otra entidad mayor de lo colectivo, ilustraciones todas estas de lo que hemos llamado nucleamientos de lo colectivo.” (Zemelman, 1997:22)

 

[viii] .-La antropología marxista desarrollada en la década de los setenta, fundamentalmente la corriente mexicana vinculada al indigenismo, elaboró el concepto de las sociedades ecológicas, entendiendo por esto aquellas sociedades capaces de mantener el equilibrio ecológico de la ecobase, tenían como característica fundamental una demografía controlada, por la vía natural o la social y un territorio muy acotado, en ocasiones muy poco diversificado ecológicamente, es decir casi coincidente con un tipo de ecosistema. Poco aportaba este concepto al tema de las sociedades urbanas contemporáneas de las sociedades periféricas dependientes (para mantenernos en el marco teórico asumido por el Sector en la época)

 

[ix] .-El análisis de las corrientes geográficas contemporáneas está basado en el libro de Ovidio Delgado Mahecha. Cf. Bibliografía.

 

[x] .-Fue esta una de las concepciones que desmonté en mi primer trabajo de ascenso, la naturaleza no es simple espectadora de la acción humana.

 

[xi] .-Esta misma discusión la plantea Lisón desde la antropología, la retomaremos cuando corresponda discutir la categoría de la singularidad en la red conceptual de la línea de investigación construida a partir del último quinquenio de investigación.

 

[xii] .-La fenomenología de Schütz  aporta a la sociología el camino para emprender la comprensión de lo social desde el sujeto.

 

[xiii] .-El mismo problema teórico de la corriente de la Geografía Humanista

 

[xiv] .-Para González Ordosgoitti el campo cultural consiste en “la manera cómo es posible organizar teóricamente la diversidad cultural en una determinada sociedad [de clases históricamente determinada]” (1991:133). En otras palabras un campo cultural “es un preciso escenario de condiciones de constitución de lo social (lo dado y lo vivido)…es una específica manera de producir, transmitir, intercambiar y consumir un determinado conjunto de significaciones colectivas que posibilitan, a su vez, una particular forma de realización sociocultural, dando cabida a la totalidad de saberes, sujetos y artefactos correspondientes a tales significaciones…” (Guitián, 2000: 209)

 

[xv] .-La posibilidad del encuentro entre el saber popular y el saber académico fue una conclusión clave de este trabajo que contribuyó en el desarrollo de trabajos como la Tesis Doctoral de la Prof. Yuraima Martín. Igualmente hizo una especial contribución a la Tesis Doctoral de la Prof. Iris Rosas, así como constituye el núcleo de la hipótesis de la Tesis Doctoral de la Prof. Beatriz Hernández, todas de la FAU. (Cf. Bibliografía)

 

[xvi] .-En ese constante confrontar de ideas que hace el investigador, encontré los resultados de una investigación realizada en los grandes centros de innovación tecnológica de Silicon Valley en California y Research Triangle Park en Boston, ambos en EEUU, Oxbridge en Inglaterra, Wireless Valley en Finlandia, entre otros, en la cual se demuestra la necesidad que tienen los actores de las relaciones cara a cara, nada sustituye en la comunicación la posibilidad de captar gestos, miradas y silencios, todos espontáneos y no mediados por dispositivo tecnológico alguno. (Feldman, 2002)

 

[xvii] .-El texto completo de estos trabajos se presenta en el anexo III

 

[xviii] .-En palabras de Rosas Vera: “A lo largo de la historia, la relación entre sitio, naturaleza y arquitectura, no sólo ha tenido distintas respuestas y manifestaciones sino que en algunos momentos singulares de esta larga relación de transformaciones producidas, algunos hechos en el territorio se han convertido en piezas indisolubles del sitio, emergiendo esta acción como una nueva naturaleza sobre el territorio asignado y por ende conformando el paisaje cultural desde el cual entendemos la realidad existente.”(2006:17)

 

[xix] .-Por razones de síntesis no se especifican los aportes de cada enfoque o teoría señalados, estos se presentan en los distintos proyectos de investigación, según el objeto de estudio respectivo.

 

[xx] .-En un excelente ensayo escrito en el libro El Poder simbólico, Pierre Bourdieu desmantela la concepción de lo pensado, establecida a partir del conocimiento “objetivo” desarrollado por la geografía y la economía que establece criterios mediados por la razón técnica para delimitar los territorios, criterios tales como actividades económicas o como características naturales van desapareciendo a los ojos del lector mientras el autor demuestra cómo lo que clasifica y divide así como establece los límites de un territorio es la construcción simbólica que hace la sociedad para apropiarse de dicho territorio, más aún, de la construcción que un sector de la sociedad pretende hacer sobre el resto de la sociedad para imponer su visión y versión de la realidad, lo que el autor denomina la violencia simbólica. Nos explica magistralmente cómo la sociedad es un escenario permanente de luchas por el control de dicha violencia simbólica, en todos los órdenes de la vida social, el territorio es sólo uno de ellos. (Bourdieu,1989)

 

[xxi] .-Con la contracción del empleo para pilotos de aviación en líneas aéreas venezolanas, muchos de nuestros profesionales en el área fueron contratados por líneas asiáticas.

 

[xxii] .-En Ciencias Sociales, a diferencia de la Historia, las fuentes primarias se refieren a las construcciones que hace el investigador, mientras las secundarias se refieren a construcciones hechas por otros investigadores.

 

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