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Habitar el territorio del siglo XXI: Saber e incertidumbre

Acto Inaugural de Apertura de los Cursos de Postgrado del Instituto para el Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC), Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), Universidad Central de Venezuela (UCV)

Clase Magistral

Profesora Dra. Carmen Dyna Guitián Pedrosa

(Socióloga (UCAB), Doctora en Ciencias Sociales (UCV), Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura de la UCV.

-Co-Creadora y Coordinadora de Investigación -desde 1991- de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE.

-Co-Creadora y Coordinadora Adjunta –desde 1998- del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande.

-Co-Creadora -desde 2011- de la Página Web del CISCUVE: www.ciscuve.org

-Si desea conocer otros Artículos, Audios y Videos de Carmen Dyna Guitián Pedrosa, entre en la siguiente URL: https://ciscuve.org/?cat=4204)

 

(Publicado en la Revista Tecnología y Construcción del IDEC, FAU, UCV (Venezuela) 22, 2006)

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 Habitar-el-Territorio-del-siglo-XXI-Saber-e-Incertidumbre-Guitian-Pedrosa-Carmen-Dyna

Si desea descargar la versión en pdf de este Artículo en la Revista Tecnología y Construcción:

 TyC-22-I-Habitar-el-Territorio-del-siglo-XXI-Guitian-Pedrosa-Carmen-Dyna

 

Resumen

Nuevos modos de habitar emplazados sobre los viejos modos, buscando ese futuro que nos es propio y particular, por lo que no se puede ser subsidiario de paradigma ajeno alguno, pero tampoco se puede dar la espalda al mundo globalizado contemporáneo, debe ser un futuro capaz de acoger las distintas visiones y versiones de un proyecto de sociedad, basado en la ciudadanía plena y en la democracia, en la tolerancia, en lo singular pero también en lo universal, en síntesis, el reto de crear y disponer de nuevos paisajes para una vida de alta calidad para toda la población. Pero ¿cómo es esto posible? y ¿cómo crear condiciones para un aporte a la sociedad del conocimiento y a la producción de territorios, servicios y artefactos para un espacio habitable de calidad?

Centraré la exposición en dilucidar cómo la confrontación de algunos principios básicos de la ciencia clásica, nos ha dado la oportunidad de incursionar en el campo de la investigación, de la producción de conocimientos e innovaciones, de tal manera que podamos potenciar nuestras capacidades, para proponer nuevos territorios para nuevas formas de habitar.

Palabras Clave: Habitar, Saber, Incertidumbre, Territorio, Siglo XXI

 

 

En estos acelerados tiempos de producción de innovaciones tecnológicas, la vida cotidiana se asemeja a un torbellino cuya velocidad da la impresión de siempre encontrarse en el mismo momento y en el mismo sitio y, sin embargo, no tenemos tiempo para actualizarnos ante la inmensa cantidad de información y conocimiento que se está produciendo pero, sobre todo, no tenemos tiempo para incorporar esa producción a nuestros esquemas conceptuales y configurar una visión y una versión de la realidad, eficaz y eficiente para la toma de decisiones en todos los ámbitos de nuestra vida.

 

Si compartimos con Hugo Zemmelman que la necesidad, la experiencia y la utopía son momentos indistintos pero simultáneos que se producen en un presente-pasado para construir el futuro, la tarea ya no es tan solo configurar sino también anticipar nuestra visión y versión de la realidad, es decir, proyectar el futuro. Eso precisamente es lo que Ustedes hacen en este momento: al tomar la decisión de cursar un postgrado están reconociendo que en esta sociedad contemporánea el conocimiento es cada vez más un valor agregado a la formación del capital humano y será, cada vez más, un requisito y una condición para innovar y crear, no porque los dote de la capacidad de ejercer un oficio —eso le corresponde al pre grado— sino porque los dota de la capacidad de potenciar ese oficio hacia campos impensados más allá de una disciplina determinada y más allá de unos modos convencionales de resolver problemas.

 

En el mundo del conocimiento, la producción dejó, hace tiempo, de ser individual; la maximización de las capacidades propiciada por el capital social, es decir, el conjunto de redes sociales en las que se puede desenvolver el profesional hoy en día, bien sea por las tecnologías de información y comunicación (TIC) o por las tradicionales relaciones cara a cara, está incidiendo directamente en la capacidad de dar respuesta a los problemas más acuciantes del mundo actual.

 

No escapa de ello el campo de la producción del espacio habitable en el que, la arquitectura y el urbanismo, tendrán que asumir un papel de vanguardia para enfrentar los desafíos de habitar territorios cargados de un pasado-presente,

-que está respondiendo a novedosas formas de vivir los lugares, públicos o privados,

-de cubrir o de minimizar las distancias,

-de disponer de sistemas urbanos y técnicos cada vez más expertos (transporte, infraestructura, mobiliario, paisajes, información y difusión, etc.);

-de repensar los lugares de encuentro, los lugares de trabajo y los de residencia o de recreación, -de poner en tela de juicio los cánones convencionales de la forma urbana, en los que la abstracción geométrica del espacio se contrapone a la concreción del modo de habitar los lugares del hombre común;

-indagar en otras disciplinas las interpretaciones necesarias para estudiar esa relación entre los espacios abstractos y los lugares del hombre común;

-la dialógica, la antropología urbana, la sociología del habitar, la economía urbana, la geografía, la ecología del paisaje, la sostenibilidad, la movilidad humana, el patrimonio,

-los modos de preservar el pasado y hacerlo presente,

-los modos de pensar los lugares para disfrutar la creación humana en sus múltiples dimensiones y los modos de gestionar y gerenciar los capitales urbanos acompañaran a la historia, a la teoría y a la crítica en la búsqueda de dichas interpretaciones.

 

Nuevos modos de habitar emplazados sobre los viejos modos, buscando ese futuro que nos es propio y particular, por lo que no se puede ser subsidiario de paradigma ajeno alguno, pero tampoco se puede dar la espalda al mundo globalizado contemporáneo, debe ser un futuro capaz de acoger las distintas visiones y versiones de un proyecto de sociedad, basado en la ciudadanía plena y en la democracia, en la tolerancia, en lo singular pero también en lo universal, en síntesis, el reto de crear y disponer de nuevos paisajes para una vida de alta calidad para toda la población. Pero ¿cómo es esto posible? y ¿cómo crear condiciones para un aporte a la sociedad del conocimiento y a la producción de territorios, servicios y artefactos para un espacio habitable de calidad?

 

Centraré la exposición en dilucidar cómo la confrontación de algunos principios básicos de la ciencia clásica, nos ha dado la oportunidad de incursionar en el campo de la investigación, de la producción de conocimientos e innovaciones, de tal manera que podamos potenciar nuestras capacidades, para proponer nuevos territorios para nuevas formas de habitar.

 

Posteriormente intentaré dilucidar cómo desde la perspectiva del conocimiento, la sociedad moderna fue puesta en tela de juicio y el impactante desarrollo de las tecnologías de información y comunicación que sembraron el camino para la sociedad del conocimiento y más allá de ésta, cómo el conocimiento crea incertidumbre no sólo por las nuevas interrogantes que plantea sino también y, muy importante, cómo el azar en la sociedad y en la naturaleza da lugar al paradigma de la indeterminación, aún controversial en la discusión de los científicos del mundo, pero presente ya en la conciencia del hombre común.

 

El riesgo, como la muerte, es inevitable e imprevisible, sólo podemos prepararnos para enfrentarlo; al igual que la vida y la muerte, ha penetrado el ámbito de la vida cotidiana, resta aprender a vivir con él.

 

Finalmente haré alusión a los epítetos actuales de la sociedad que dejó de ser moderna, post moderna, post industrial, para ser una sociedad del conocimiento que genera y propicia nuevas demandas de territorios, coexistiendo con viejas formas de habitar.

 

Pero también aludiré a la sociedad de la precariedad y cómo de la geopolítica de ambas sociedades, surgen demandas a la producción del espacio habitable que deben ser igualmente atendidas.

 

Saber e incertidumbre

Para abordar el tema del saber y la incertidumbre me baso en la reflexión que hace Edgar Morin acerca de la complejidad, en un artículo publicado en la revista española Gazeta Antropológica, en el año 2004, titulado “La epistemología de la complejidad”.

 

La idea central consiste en demostrar cómo se construye el paradigma de la complejidad, a partir de cómo se someten los principios clásicos de la ciencia a un juicio crítico, teniendo como parámetro la producción del espacio habitable, es decir, no pretendo dar una clase del paradigma de la complejidad de Morin, pretendo, más bien, reconocer en aquellos juicios críticos los que propician una reflexión epistemológica y teórica acerca de nuestro campo de estudio.

 

Señalo la producción del espacio habitable; como el campo de conocimiento donde se insertan la arquitectura y el urbanismo como expresiones formales del campo cultural académico, así reconocido por la comunidad de pares que lo integran, ello para dar lugar a la posibilidad de la relación entre los distintos tipos de saber que se producen, acumulan, difunden y utilizan en este importante campo de acción y conocimiento.

 

•Más que buscar leyes se trata de leer la complejidad en la apariencia simple del fenómeno, no hay fenómeno simple.

Este primer juicio pretende demostrar que el científico contemporáneo está ocupado en leer la complejidad, en reconocerla en los fenómenos que tiene a su alcance para conocer, descubriendo a su vez que no existe tal fenómeno simple, que por más banal o leve que parezca, siempre su condición, esencia y contexto implicarán un alto grado de com-plejidad.

 

Valga traer a colación el famoso estudio del tic nervioso que presenta Clifford Geertz (1992): aparentemente un tic nervioso es algo banal pero si el interlocutor lo confunde con un guiño, puede verse en serios aprietos, sobre todo si se trata de una mujer con tic y un hombre interlocutor.

 

El detallado análisis que hace Geertz nos parece divertido en un principio, para luego adentrarnos en el carácter complejo del fenómeno descrito, hasta el punto que puede que quien hace el tic, esté usándolo como un truco para engañar y desconcertar al interlocutor, si se trata de un coqueteo o de una complicidad buscada, convirtiéndolo así en un gesto con un código cultural, que debe ser debidamente descodificado para garantizar la comunicación.

 

•El tiempo incorporado al fenómeno más que el fenómeno atemporal.

El segundo juicio hace alusión a la condición histórica de los fenómenos. Tanto en las ciencias naturales como en las sociales es un axioma, que la historia es una condición inherente al fenómeno, ya se admite que la materia tiene historia y, hoy en día, es impensable una acción social que no esté vinculada a la dimensión temporal.

 

La teoría del campo de Einstein consagró el principio de la coexistencia del tiempo y el espacio en el ahora, un ahora que incorpora el tiempo y el espacio porque ninguno puede existir sin el otro.

 

En las ciencias sociales Marx, Weber y Durkheim por un lado pero también Simmel, Tarde y Toynbee incorporan la dimensión temporal de lo social como parte de su esencia como fenómeno, quedó de lado el espacio el cual fue asumido como una condición obvia de lo social: si el hombre es un ser físico pues se encuentra en un espacio, pero la dimensión de lo social lo determina y lo explica totalmente.

 

Fue la aparición de las teorías ambientales y su aplicación a la explicación del mundo humano, lo que permitió el desarrollo de un paradigma en el que la relación entre la sociedad y la naturaleza no es unilateral, ni determinada sino bivalente y mutuamente influyente. La sociedad y la naturaleza mantienen su esencia propia pero en el momento en que se relacionan, la una no sobredetermina a la otra.

 

Concepto que ha sido difícil de insertar en los esquemas conceptuales científicos convencionales (tanto en las ciencias naturales como en las sociales), porque el peso del paradigma biológico insiste en la condición biológica humana y porque el peso de las teorías estructurales insisten en la sobredeterminación de lo social sobre lo natural,

-de allí que muchos diseñadores urbanos hayan desechado las teorías de la sociología urbana por considerarlas aespaciales;

-de allí las controversias actuales entre diseñadores urbanos y antropólogos urbanos por la interpretación de los lugares;

-mientras los diseñadores insisten en que la historia es el instrumento por excelencia para la interpretación de la realidad y para la construcción de criterios posibles de diseño,

-los antropólogos y los psicólogos sociales insisten en que el obviar los modos de vida de la gente y sus procesos de apropiación e identificación con los lugares resulta en unos espacios abstractos que no convocan a la población ni reciben la valoración y la significación que la gente otorga a sus lugares de vida, provocando conflictos urbanos o abandono y deterioro de los lugares construidos.

 

•La relación entre el todo y las partes, la deducción y la inducción, lo particular y lo general, lo singular y lo universal confrontan tanto el principio clásico de la elementalidad como el de legislar, el de sólo hay ciencia de lo general.  

El principio de la elementalidad se confronta cuando se precisa que:

-“no estamos constituidos por células, estamos constituidos por las interacciones entre esas células” (Morin, op.cit.).

-“Lo que antes se creía ser el elemento puro y simple, a partir de ahora existe la contradicción, la incertidumbre, lo compuesto” (Ibíd.) pues la naturaleza de las interacciones y su probabilidad de ocurrencia introduce el campo del azar en la consideración del conocimiento; no es tan evidente, ahora, descubrir las regularidades sin antes transitar por el azar y la incertidumbre. Esta confrontación nos vincula con otra, igualmente clave, aquella referida a cuestionar que sólo hay ciencia de lo general “que comporta la expulsión de lo local y lo singular” (Ibíd.)

 

Cito textualmente a Morín:

“Ahora bien, lo que es interesante es que, en el universo, incluso en lo universal, ha intervenido la localidad. Quiero decir que hoy parece que nuestro universo es un fenómeno singular, que comporta determinaciones singulares y que las grandes leyes que lo rigen, que podemos llamar leyes de interacción…no son leyes en sí, sino leyes que sólo se manifiestan, sólo se actualizan a partir del momento en que hay elementos en interacción; si no hubiese partículas materiales, no habría gravitación, la gravitación no existe en sí. Esas leyes no tienen un carácter de abstracción y están ligadas a las determinaciones singulares de nuestro universo; hubiese podido haber otros universos posibles —quizás los haya— y que tuviesen otros caracteres singulares. La singularidad está a partir de ahora profundamente inscrita en el universo; y aunque el principio de universalidad reside en el universo, vale para un universo singular donde aparecen fenómenos singulares y el problema es combinar el reconocimiento de lo singular y de lo local con la explicación universal. Lo local y lo singular deben cesar de ser rechazados o expulsados como residuos a eliminar.” (Morin, 2004).

 

Esta larga cita nos hace pensar en esa aseveración común que niega al proyecto arquitectónico (o urbano por lo que vale en esta discusión), la posibilidad de convertirse en investigación proyectual por su carácter singular y local.

 

Nuestra postura ha insistido en que el proyecto, siendo concepto materializable, inscribe el fenómeno singular y específico del proyecto en el universo de la producción del espacio habitable, el cual no es posible convertir en objeto de estudio sin la relación entre el proyecto y el mundo construido, para decirlo en términos de Heidegger: pensar, habitar, construir. Son estas interacciones claves las que dan lugar a la complejidad, la incertidumbre, la singularidad y la posibilidad de la universalidad de la producción del espacio habitable como conocimiento.

 

Nótese que he usado el término proyecto y no el término diseño, por cuanto el proyecto alude a la construcción epistemológica, teórica y conceptual, mientras el diseño alude a la dimensión instrumental de la posibilidad de materialización del objeto (Fernando Martín Juez, 2002).

 

No quiero decir con esto que circunscribo el proyecto al campo cultural académico, pues el proyecto, como anticipación de posibilidades, es inherente al sujeto social en su práctica social, lo que quiero decir; es que:

-es posible realizar investigación proyectual en la producción formal del arquitecto,

-porque es posible construir un cuerpo epistemológico, teórico y metodológico que sustente tal investigación

-y es posible descubrir las interacciones claves de los elementos que constituyen el proyecto,

-lo cual, eventualmente, conllevaría la formulación de teorías más elaboradas, lo que propiciaría el desarrollo de la investigación en este campo.

 

Teorías elaboradas a partir de los resultados de la investigación, no teorías posibles o deseables —las cuales resultan no teorías sino, en el mejor de los casos, reflexiones críticas—.

 

Los temas de la elementalidad y la universalidad, confrontados con los temas de la interacción y la singularidad, resultan fascinantes como sustrato epistemológico para la investigación en arquitectura y urbanismo; he trabajado el ejemplo del proyecto arquitectónico el cual puede hacerse cada vez más complejo si, por ejemplo, incorporáramos la especificidad de la discusión de la tecnología constructiva, como sustancia primera del proyecto arquitectónico.

 

•La recuperación de la relación entre el objeto y el medio

La confrontación del principio de elementalidad conllevó la necesidad de superar la separación entre el objeto y el medio que lo rodea, tanto en lo que se refiere a la relación con el medio natural, como en lo que se refiere a la relación con el sujeto que lo produce. Para fines de análisis abordaré primero el tema del medio físico natural. Nos dice Morin:

“se comprendía al objeto separándolo de su medio ambiente; era tanto más necesario aislarlo como era necesario extraerlo del medio ambiente para colocarlo en un ambiente artificial que se controlaba, que era el medio de la experiencia, de la ciencia experimental. Efectivamente, gracias a la ciencia experimental, se podían variar las condiciones del comportamiento del objeto, y, por lo mismo, conocerlo mejor. La experimentación ha hecho progresar considerablemente nuestro conocimiento. Pero hay otro conocimiento que sólo puede progresar concibiendo las interacciones con el medio ambiente…nos hace falta, pues, no desunir, sino distinguir los seres de su medio ambiente” (ob.cit.).

 

Para quienes hemos transitado los paradigmas de las teorías ambientales desde la década de los setenta del siglo pasado, cuando esta Facultad fue pionera de los estudios ambientales en la UCV y fue el germen del Centro de Estudios Ambientales de esta universidad, el paradigma de Morin ha sido un marco epistemológico ineludible y muy valioso. Hemos recorrido un largo camino desde que decidimos reconceptualizar nuestros contenidos, a partir de la relación entre el ambiente y la arquitectura y, hoy en día, ya profundizamos en el conocimiento del proyecto arquitectónico y el paisaje, como elementos claves para estudiar la relación entre el objeto y el medio, en sus distintas escalas.

 

Hemos hecho un largo recorrido teórico y metodológico para demostrar; que la relación entre la arquitectura y el ambiente va mucho más allá de la consideración de ciertas variables del medio físico en el objeto, mediante técnicas de adaptación o generación de condiciones de confort en la edificación, dimensión clave para la arquitectura pero restringida, desde la perspectiva de la relación del objeto y el medio.

 

Los aportes del análisis de sitio y las metodologías de diseñar con la naturaleza (MCHarg) -especialmente desarrolladas en la Universidad de Pennsylvania- no son desdeñables y aún tienen vigencia; sin embargo también resultan restrictivos, si se circunscriben a la aplicación de ciertas técnicas de análisis y ciertos instrumentos de diseño como la matriz de variables de McHarg.

 

Actualmente en la propia universidad de origen de este paradigma, la atención a la investigación en diversidad de localidades, a la producción de teorías y al desarrollo del campo de la historia del paisajismo, ha dado un vuelco importante a esta disciplina en la cual podemos decir con orgullo que una venezolana, Anita Berrizbeitia, ha cumplido un papel muy importante.

 

Sin embargo a pesar de estas transformaciones, nos resulta insuficiente el modo cómo se ha trabajado la reinserción de la arquitectura y el urbanismo en su contexto y en su relación con el medio; nos referimos a la consideración de la dimensión sociocultural del ambiente que incluye el campo de la economía, la política y la cultura, consideración que da cuenta de la relación entre el objeto y el sujeto social que lo produce.

 

La proposición de la sociología del habitar pretende dar cuenta de esta dimensión, con especial énfasis en sociología de la cultura. Falta mucho campo por cubrir en este aspecto pues el tema del ambiente tiene que considerarse de manera integral, es decir, así como incide la dimensión económica desde el modo como se produce el objeto hasta el modo como se consume, igualmente incide la dimensión política y la dimensión cultural, hemos intentado este enfoque integral, pero las limitaciones propias del cuerpo de investigadores han llevado a la consideración de ciertas dimensiones en detrimento de otras, sin desconocerlas pero sin poder desarrollarlas.

 

Una última pero imprescindible consideración; es la alusión al desarrollo sustentable, que se deriva de una consideración integral del paradigma ambiental. El tema del desarrollo sustentable es deontológico pero también es científico, en la medida en que la consideración del carácter de las variables físico-naturales no puede aislarse del carácter de las variables socioculturales del problema de estudio; una decisión política puede alterar notablemente el comportamiento de variables socionaturales y socioculturales. La proposición de un plan de reordenamiento urbano no puede basarse sólo en la supuesta racionalidad del uso del espacio, sin considerar que en esa transformación se pueden afectar cursos de agua, reservas vegetales e incluso modos de vida de la población, servicios urbanos, tradiciones y patrimonios urbanos. Igualmente el tema del desarrollo sustentable aplicado a la innovación tecnológica, exige este tipo de enfoque integral.

 

En ocasiones los estudios de impacto ambiental que se realizan en Venezuela resultan insuficientes, porque no han sido capaces de desarrollar metodologías para interpretar el modo como una intervención determinada, afecta las condiciones y el modo de vida de una población. Al basarse en metodologías producidas en otros contextos arrastran el problema de los paradigmas dominantes en esas sociedades, que vinculan calidad de vida con condiciones de confort y no con modos de vida y cotidianidad urbana pues, en el fondo, muchos de esos paradigmas están basados en intereses de clase o en parámetros de vida de clase media en sociedades de alto desarrollo; he aquí todo un campo de investigación y de formación de capital humano que se nos está requiriendo.

 

•Determinismo versus indeterminismo o el problema de la posibilidad del azar.

A lo largo del discurso hemos señalado cómo se relacionan las transformaciones del paradigma clásico de la ciencia, con el conocimiento y la complejidad de la realidad. Igualmente pretendemos señalar cómo la complejidad trae consigo la incertidumbre.

 

En la ciencia física la formulación del segundo principio de la termodinámica, la teoría de la paradoja óptica (la onda y el corpúsculo) que da lugar a la teoría de los fractales y la teoría cuántica; introducen el azar y la incertidumbre y propician el largo debate aún inacabado entre el determinismo y el indeterminismo en las ciencias naturales.

 

En las ciencias sociales los principios del arbitrio social, la heterogeneidad antropológica y la construcción de la realidad por parte del sujeto social, han dado al traste con los conceptos clásicos de orden y progreso, hasta el punto de poner en tela de juicio el paradigma del progreso infinito. Se cuestiona igualmente el concepto de progreso infinito producido por una tecnología, capaz de lograr la felicidad humana por la vía del libre mercado, regido por la competencia perfecta, pero también se cuestiona el progreso infinito producido por una tecnología, capaz de eliminar el Estado como mediador de los intereses de la diversidad de sujetos sociales.

 

La historia ha hablado, las políticas neoliberales tienden a profundizar las condiciones de desigualdad y la pobreza (los ideólogos del protocolo de Washington han reconocido su fracaso), mientras los regímenes socialistas más importantes del planeta o han desaparecido —URSS— o se someten a una acelerada y profunda reingeniería social —China— para sobrevivir en este mundo globalizado, en el cual la entrada del libre mercado, está dando la pauta para transformaciones sociales que afectan la estructura milenaria de esa sociedad, la rápida urbanización de la población y la vertiginosa producción de nuevos asentamientos urbanos, con consecuencias en ambos casos que afectan la calidad de la vida de la población, con salarios de explotación y con la depredación de importantes enclaves ambientales como el delta del río Perla (Velutini, 2005).

 

Falta ver qué pasará con los enclaves residuales del socialismo aún existentes, hacia qué modelo transitaran, hacia la desaparición o hacia la reingeniería social tipo China.

 

Ésta puesta en tela de juicio del modelo de desarrollo de la sociedad hacia un progreso infinito, cuestionó el modelo de la modernidad basado en una sociedad urbana e industrial, así como basada en la razón instrumental, dando lugar a variedad de denominaciones que hacían énfasis en un rasgo o en otro.

 

La sociedad postmoderna dio realce a la reivindicación de la irracionalidad en la práctica social humana; la sociedad post industrial dio realce a la supremacía de las actividades del sector electrónico, fundamentalmente a las telecomunicaciones y la informática (las TIC); finalmente se ha venido desarrollando un epíteto, denominado la sociedad del conocimiento, en el que lo que priva no es cómo el conocimiento se incorpora a la producción (pues ese ha sido un proceso histórico, ya antropológico), sino más bien se trata del ritmo acelerado de producción, difusión, uso y obsolescencia del conocimiento y su capacidad de generar cada vez más innovaciones potenciando el capital humano y reforzando el capital social, de tal manera que la combinación capital humano-capital social, es decir, formación de recursos humanos vinculados a redes sociales mediáticas o cara a cara que impulsan un crecimiento exponencial del conocimiento y la innovación, sea crecientemente eficiente.

 

Pero esta es una mirada incompleta de la sociedad, pues junto a esta versión coexiste la sociedad de la precariedad y, hasta ahora, ningún conocimiento ha sido capaz de revertir esta situación.

 

La geopolítica de la precariedad va más allá de la pobreza, porque reproduce las condiciones para seguir siendo pobre, porque sienta las bases para la pobreza permanente. Se trata de geopolítica porque se ha producido un nuevo patrón de distribución de la población pobre del planeta, se ha revertido el proceso de expulsión de población pobre que se produjo en Europa y Asia, fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XIX y en la segunda mitad del XX dirigidos hacia el llamado Nuevo Mundo.

 

En las últimas décadas del siglo XX, la población pobre del planeta se está dirigiendo a Europa y a Estados Unidos. Canadá y Australia están recibiendo migración selectiva de profesionales y técnicos, por lo que no participan de esta geopolítica de la pobreza. De esta manera, dos fenómenos muy particulares ameritan considerarse, se trata de las remesas enviadas por los migrantes a sus países de origen y la reconfiguración del mapa de los mercados de trabajo globales.

-“Durante décadas, millones de trabajadores inmigrantes han estado enviando miles de millones de dólares a sus países de origen para apoyar a sus familias. …Más de 45.000 millones de dólares han pasado del resto del mundo a América Latina y el Caribe tan sólo en 2004; una vez más esta cifra es superior al total combinado de la inversión extranjera directa y la ayuda exterior en la región entera” (Terry, 2005:2).

-“Hoy, una de cada diez personas de todo el mundo interviene directamente en las remesas. Aproximadamente 125 millones de trabajadores envían dinero para apoyar a otros 500 millones de familiares que viven en sus países de origen” (Ob.cit.:3)

 

En el caso de Venezuela, el autor maneja la cifra de 259 millones de dólares y puede que esté ocurriendo lo que acontece en otras partes, se trata de cifras ocultas, no porque alguien las esconda sino porque llegan en montos muy bajos (entre 200 y 300 dólares mensuales) y a destinatarios pobres, que no son lo suficientemente importantes como para que las entidades bancarias los tomen en cuenta.

 

Esta redistribución de los pobres del planeta ha reconfigurado los mapas laborales del mundo, con especial énfasis en los mercados laborales urbanos.

“Los inmigrantes están redibujando el mapa de los mercados laborales globales. Más de 25 millones de inmigrantes latinoamericanos y caribeños forman parte de una grande y creciente diáspora. De ellos, alrededor de 22 millones están en las economías desarrolladas de América del Norte, Europa y Japón, y otros tres o cinco millones trabajan en países vecinos de América Latina y el Caribe. Por ejemplo, actualmente hay importantes concentraciones de bolivianos en Argentina, nicaragüenses en Costa Rica, guatemaltecos en México, haitianos en República Dominicana, colombianos en Venezuela y peruanos en Chile”(Terry, ob.cit.:5).

 

El impacto en el espacio habitable tanto en los países de origen, como en los países de destino ya se está evidenciando. Las investigaciones de las remesas también demuestran que, tradicionalmente ese dinero se usa no sólo para sobrevivir, sino también para construir viviendas, por lo general informales pues la población que recibe las remesas tiene muy poco acceso a sistemas de crédito. En muchas ocasiones los propios migrantes invierten en vivienda, con la esperanza de regresar algún día.

 

Podemos plantearnos la hipótesis de que, las remesas están incidiendo en la producción de nuevos territorios con viejas formas de habitar, en la medida en que las condiciones socioeconómicas y socioculturales de la población receptora no se transforman radicalmente y en la medida en que las remesas no se invierten en la adquisición de capital humano y capital social. Por otro lado, el impacto de los migrantes en el mapa laboral también tiene una incidencia en los territorios que los reciben, sobre todo los urbanos.

-Desde conflictos socioculturales como el conflicto por el uso del velo musulmán en las escuelas públicas en Francia

-o los recientes conflictos por la muerte de dos jóvenes en un barrio de marroquíes,

-hasta la desvalorización de zonas urbanas ocupadas por migrantes pobres y sus implicaciones en el mercado inmobiliario y en el desarrollo de nuevos condominios o de viviendas unifamiliares; -el impacto en las políticas urbanas,

-en los planes de desarrollo urbano,

-en los servicios urbanos, en especial salud, educación y recreación,

-en infraestructura urbana, sobre todo, agua, electricidad, gas, teléfono y transporte.

 

En fin, todo un impacto en los modos de habitar y en los nuevos y viejos territorios de las ciudades receptoras. Coexisten, así, en la sociedad del conocimiento y en la sociedad de la precariedad, viejos y nuevos territorios, viejas y nuevas formas de habitar.

 

El reto de los arquitectos, de los urbanistas y de las restantes profesiones y disciplinas que se incorporen a la producción del espacio habitable, será reconocer estas formas de habitar y proponer lugares de gran calidad para estas realidades.

 

Ya no se trata tan solo de países centro y países periféricos, se trata también de la coexistencia en un mismo territorio de las dos formas de habitar, con sus modos de vida, su vida cotidiana, sus procesos de apropiación e identificación espacial, sus valores patrimoniales y su calidad de vida.

 

El desafío del postgrado implica innovar en los procesos de investigación y su relación con los procesos de enseñanza-aprendizaje, convirtiendo la formación del capital humano en un proceso formal y en un proceso práctico;

-insistir en la estrategia de aprender haciendo para explicitar lo más posible el conocimiento tácito, no formalizado, que los profesionales van acumulando en la medida en que desarrollan su vida profesional;

-insistir en las pasantías académicas y laborales, de tal manera de garantizar la práctica de los instrumentos adquiridos y poner a prueba las capacidades y destrezas desarrolladas;

-insistir en el intercambio académico, nacional e internacional;

-insistir en proyectos conjuntos interdisciplinarios;

-hacer un uso más intensivo de programas como el de cooperación inter facultades

-y el programa de las macro universidades: difundir programas de financiamiento tales como el ALBAN de la Comunidad Europea y algunos ofrecidos por países particulares como España y Alemania.

 

Todos ellos recursos posibles para el logro de nuestras metas de postgrado. A ese reto nos enfrentamos todos los aquí presentes (y muchos de los que no están)

-para pensar cómo intensificar nuestras redes académicas nacional e internacionalmente,

-para pensar en nuevos paradigmas sin ser subsidiarios de paradigmas dominantes de otras realidades,

-para potenciar el conocimiento académico formal y aprender de quienes tienen una práctica constructiva informal para enfrentar la prenoción de que academia y práctica profesional son poco compatibles;

-en fin, asumir el compromiso de proyectar para habitar los nuevos territorios que nos exige el futuro.

 

Referencias Bibliográficas

-Ferry, Donald (2005) “Para mejorar el impacto de las remesas en el desarrollo”. Foreign Affairs [en español] Vol. 5, No. 3, pp. 2-16.

 

-Geertz, Clifford (1992) La representación de las culturas. Gedisa, Barcelona.

 

-Martín Juez, F. (2002) Contribuciones para una antropología del diseño. Gedisa, Barcelona.

 

-Morín, Edgar (2004) “La epistemología de la complejidad”, Gazeta Antropológica No. 20. [Citado 22 de marzo, 2006] Disponible en Internet: www.ugr.es/~pwlac/

 

-Velutini, Liliana (2005) Globalización. Mimeo. Papel de trabajo para la asignatura Ciudad, Ambiente y patrimonio, Sector Acondicionamiento Ambiental, Escuela de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva, FAU-UCV, Segundo período lectivo 2005.

 

-Zemmelman, Hugo (1997) “Sujetos y subjetividad en la construcción metodológica”, en: Zemmelman y León (Coords.) Subjetividad: umbrales del pensamiento social, Anthropos, México.

 

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