
María del Pilar Rodríguez Mesa [i].
(María del Pilar Rodríguez Mesa. Licenciada en Biología, Universidad Central de Venezuela, 1964. Profesora Asociado jubilada de la Escuela de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad Central de Venezuela (UCV). Docente de Biología Vegetal, Morfología y Anatomía Vegetal. Ha publicado en temas de anatomía y morfología vegetal, plantas de interés etnobotánico, gramíneas. Coautora del texto “BOTÁNICA (Clasificación-Estructura-Reproducción)”, Premio Nacional de Enseñanza de la Ciencia “Olinto Camacho” 1991, otorgado por el CENAMEC. Correo: rorame11@hotmail.com)
(Publicado en: Separata de la Revista Musical de Venezuela, Nro. 40, Año XIX, julio-diciembre, 1999, Caracas, Venezuela)
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Resumen.
La influencia de la cultura canaria en España y América se engloba dentro del concepto genérico de cultura meridional española, sin que se profundice más sobre este tema relacionado con la secuencia de acontecimientos históricos que condujeron a la unidad de España, en primer lugar, y después a su prolongación en América. En España se introducen importantes contingentes de repobladores canarios, hecho históricamente soslayado, que paulatinamente se va aclarando, lo mismo que el importante componente canario introducido en América.
La ocupación de las Islas Canarias por los guanches parece estar relacionada con la expansión neolítica entre 3000 a 1000 a.C. Un cúmulo de testimonios viene a evidenciar que provenían de áreas influenciadas por la civilización sumeria y egipcia: Creciente Fértil, Turquía, Israel, regiones interiores próximas al Cáucaso y Grecia.
1.-El aporte musical introducido en América desde ultramar por España fue de extraordinaria importancia y tuvo una fuerte capacidad de convocatoria entre otras culturas. Esto se sentirá a nivel culto, en parte ligado a la música religiosa, y a nivel popular ligado a la música folklórica.
2.-El proceso fundacional y poblacional en la América española conduce a la distribución de un sustrato poblacional básicamente semejante en todos sus territorios. Esa población provenía, por una parte, y fundamentalmente, de la Baja Andalucía. El otro componente poblador de ultramar eran los aborígenes de las Islas Canarias, que tanto por el número de individuos introducidos como por la continuidad de la entrada en los siglos XVI, XVII y XVIII, resultarán el aporte poblacional más importante. Después de la independencia de la América española se restituirá la entrada de canarios en muchas regiones.
3.-La acción misional se sintió en muchas regiones de la América española influenciando directamente a los indígenas en proceso de reducción, a quienes introducen a las formas musicales que traían, tanto cultas como populares.
4.-En cada región americana los sincretismos musicales llegarán a concretar formas genuinas, distintivas y geográficamente localizadas.
5.-La subyacencia de un aporte musical básico conduce a grandes afinidades dentro del folklore musical de la América española, que a su vez mostrará vinculaciones con el folklore canario y con el del sur y este de España. Estas afinidades y vinculaciones deben ser abordadas en base a estudios comparativos con respaldo histórico.
6.-Aproximarnos a la comprensión del folklore musical, es también aproximarnos a la continuidad histórica y cultural de aquellos territorios que formaron la América española.
Palabras Clave: Banda Guanche, Cantos de Lamento o Endechas, Chacona, Cueca Chilena, Danzas de Cintas, Danza del Seis, Danza del Seis Figuriao, Décima (Espinela), Dialecto Español-Atlántico, El Canario, Etnia Afroespañola-Negra, Fandango, Folías, Gaita Perijanera, Gallarda, Granadinas, Guanches, Guaira, Guara, Guarache, Guaracha, Guitarrillo Canario, Huapango, Instrumentos Musicales, Isas, Jaranas, Jarabes, Joropo, Jota, Jotilla, Juego de Garrote, Juegos de Palos, Lucha Canaria, Malagueña, Malagueña Margariteña, Marinera Peruana, Ñapa, Paloteo, Polo Coriano, Polo Margariteño, Requinto, Rondeñas, Saltonas, San Andrés, San Bartolomé, San Benito de Palermo, Santo Domingo (Santo Domingo de la Calzada), San Francisco de Asís, San Isidro, San Juan Bautista, San Miguel Arcángel, San Nicolás (San Nicolás de Tolentino), San Sebastián, Santa Catalina, Seguidillas, Sirinoque, Solsticio de Invierno, Solsticio de Verano, Tajaraste, Tambor de Agua, Tamunangue, Tangos, Tanguillos, Timple, Tiple, Verdiales, Vestuario, Virgen de la Antigua, Virgen de la Candelaria, Virgen de la Caridad, Virgen de la Cueva, Virgen de Guadalupe, Virgen de Guía, Virgen de la Luz, Virgen del Madroñal, Virgen de Montserrat (Moreneta), Virgen de las Nieves, Virgen de la Peña, Virgen del Pilar, Virgen del Pino, Virgen de los Reyes, Virgen del Rocío, Virgen del Rosario, Virgen de la Salud, Zamba Argentina, Zarabanda. América Latina, Argentina, Chile, Colombia, Cuba, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela.
Índice.
Introducción……………………………………………………………………………….
1. Folklore musical canario prehispánico y actual……………………………
Formas prehispánicas……………………………………………………………….
Formas actuales………………………………………………………………………
2. Vocaciones marianas y santeras dispersadas con los canarios……….
3. Canarios en España y movimientos poblacionales…………………………..
4. Folklore musical del sur y este de España (Banda Guanche)…………..
Influencia musical canaria………………………………………………………….
Festividades de la Candelaria……………………………………………………
Otras influencias musicales………………………………………………………
Folklore andaluz……………………………………………………………………..
5. Proceso fundacional en la América española………………………………
Los canarios. Las misiones……………………………………………………….
Folklore musical……………………………………………………………………..
6. Cantes de ida y vuelta………………………………………………………………
7. Catalogación del folklore musical venezolano…………………………..
Aspectos poblacionales……………………………………………………………
Folklore venezolano de formación temprana…………………………………
Folklore venezolano de formación intermedia……………………………….
Folklore venezolano de formación tardía……………………………………..
El Tamunangue y la Gaita Perijanera………………………………………….
8. El proceso independentista y la música. El Pasillo. La Cueca Chilena
Conclusiones…………………………………………………………………………….
Bibliografía………………………………………………………………………………
El Folklore Musical Canario en el Sur y Este de España y en América.
El Folklore Venezolano y el Proceso Independentista.
María del Pilar Rodríguez Mesa.
Introducción.
La influencia de la cultura canaria en España y América se engloba dentro del concepto genérico de cultura meridional española, sin que se profundice más sobre este tema relacionado con la secuencia de acontecimientos históricos que condujeron a la unidad de España, en primer lugar, y después a su prolongación en América. En España se introducen importantes contingentes de repobladores canarios, hecho históricamente soslayado, que paulatinamente se va aclarando, lo mismo que el importante componente canario introducido en América.
La ocupación de las Islas Canarias por los guanches parece estar relacionada con la expansión neolítica entre 3000 a 1000 a.C. Un cúmulo de testimonios viene a evidenciar que provenían de áreas influenciadas por la civilización sumeria y egipcia: Creciente Fértil, Turquía, Israel, regiones interiores próximas al Cáucaso y Grecia. Sin duda su cultura involucionó, pero mantuvieron costumbres peculiares de su origen:
-forma de estado monárquico,
-ritos funerarios (trepanación y momificación) y sociales,
-sellos de arcilla (pintaderas),
-formas religiosas y culturales,
-agricultura cerealera (trigo y cebada),
-árboles frutales como el higo
-y animales domésticos de pequeño tamaño: cabra, oveja, cerdo y perro.
De manera que parece razonable aceptar que estamos en presencia de una cultura relicto.
El redescubrimiento de las Islas Canarias se fecha en 1291, momento a partir del cual y en forma ininterrumpida, todas las potencias del momento muestran su interés por unas islas densamente habitadas por gentes de aspecto europeo, fácilmente asimilables. Se puede considerar que desde principios de 1300, esclavos canarios se hayan diseminados por sitios de Francia, Génova, Venecia, Castilla, Aragón y Portugal.
De las potencias europeas que intervienen en Canarias nos interesan especialmente dos reinos: Aragón y Castilla, que para el momento, y por varios siglos, estarán enfrascados en el corrimiento de la frontera cristiana hacia el sur peninsular, desplazando a los moros y produciendo una transferencia de bienes y poder asociados a un complejo proceso de repoblación y dispersión de poblaciones.
Durante los siglos XIV, XV y XVI, los reacomodos poblacionales conducen a cambios dentro del folklore musical, cuyos efectos se sentirán en los siglos siguientes. Con el descubrimiento de América los canarios aparecerán vinculados a las empresas castellanas en la América española. Al principio, en la etapa de descubrimiento, reconocimiento y exploración, ya que las expediciones recogían gente o contrataban refuerzos fundamentalmente en las Canarias Occidentales y particularmente en Tenerife, que, como última isla conquistada, era la que estaba menos explotada poblacionalmente. También serán base fundamental del proceso fundacional y poblacional colonial que se extiende hasta 1810.
En este trabajo discutiremos la influencia canaria en el folklore musical español y americano. Lo abordaremos desarrollando brevemente los siguientes puntos:
1.-Folklore musical canario prehispánico y actual;
2.-Vocaciones marianas y de santos y santas dispersadas con los canarios;
3.-Canarios en España y movimientos poblacionales;
4.-Folklore musical del sur y este de España (Banda Guanche): Influencia musical canaria. Festividades de la Candelaria. Otras influencias musicales. Folklore andaluz;
5.-Proceso fundacional en la América española: Los canarios. Las misiones. Folklore musical;
6.-Cantes de ida y vuelta;
7.-Catalogación del folklore musical venezolano: Aspectos poblacionales. Folklore venezolano de formación temprana. Folklore venezolano de formación intermedia. Folklore venezolano de formación tardía. El Tamunangue y la Gaita Perijanera;
8.-El proceso independentista venezolano y la música. El Pasillo. La Cueca Chilena;
-Por último se presentan las Conclusiones.
1. Folklore musical canario prehispánico y actual. Formas prehispánicas.
Las primeras observaciones del folklore guanche se deben al relato de Nicolosso da Recco sobre la expedición portuguesa que, bajo el patrocinio del rey de Portugal, Alfonso IV, llega a las islas en 1341. Los cronistas coinciden en señalar que los guanches dedicaban mucho tiempo a competir, cantar, bailar, y saltar, que era un ejercicio principal. Así como que los habitantes de todas las islas eran grandes cantadores y bailadores. Los cantos eran simultáneos con los bailes, utilizando pies, manos y boca para llevar el compás, y esto fue lo que se llamó El Canario (Abreu Galindo, 1977; Torriani, 1978).
Se considera que la expresión folklórica de los guanches conocida como El Canario fue introducida por los portugueses en Portugal hacia mediados del siglo XIV. En la corte portuguesa se calificaron como unos bailes muy particulares y dignos de admiración. De allí se extiende por las cortes europeas durante el siglo XV, alcanzando su máximo auge en el siglo siguiente en la corte francesa, que la pone de moda durante el reinado de Carlos IX (1560-1574), conservando el nombre de El Canario. Después se propaga por Europa con el nombre de Canari a Deux. Su paso por las cortes va suavizando el concepto original, de manera que ya a mediados del siglo XVIII se le confunde y clasifica como una de las cuatro formas de la giga. Con el nombre de El Canario se introducirá en América a nivel culto. También es importante que el vocablo «zapateado», fue utilizado por Gómez Escudero al hablar de los bailes de los antiguos habitantes de Gran Canaria, en documento redactado en parte hacia 1484 (Siemens Hernández, 1969).
Se establecen tres formas principales de expresión prehispánica: competitivas, rituales y festivas. También se describen explanadas que utilizaban como lugar de fiestas y que llamaban «guara». Con las voces guanches guaira, guaras o guarache se designaban a los bailadores públicos entre los indígenas tinerfeños (Álvarez Nazario, 1972). Estas voces deben ser el probable origen de guaracha para designar baile en las Antillas y con el que también se designó en España a una forma popular de cante y baile entre fines del siglo XVI hasta mediados del XVIII.
Las formas competitivas corresponden al juego de palos (juego del garrote o paloteo). Se realizaban con palos pintados, con la resina roja del árbol Drago (sangre de Drago), que los danzantes manipulaban diestramente haciendo ademanes y mudanzas, con gracia y soltura para mostrar sus habilidades, y a pesar de que se puede inferir que tienen algún sentido guerrero en Gran Canaria se usaban incluso en la celebración de los matrimonios. También entran en las formas competitivas la lucha (lucha canaria) y los saltos, que tenían como forma principal de ejercicio.
Las danzas rituales se realizaban bailando en rueda alrededor de algún símbolo religioso, como parte del ceremonial, o durante rogativas de lluvia. Las danzas festivas se bailaban en folía, en las que los danzantes, en dos filas, se acercaban y se alejaban entre sí dando saltos. Son las llamadas danzas de requerimiento y rechazo. A este tipo de danza pertenece El Canario introducido en Europa y el actual Sirinoque palmero. También tenemos las danzas de cintas, en las que un grupo de bailadores describían una línea zigzagueante en una circunferencia mientras trenzaban un palo con cintas de cuero coloreadas.
Otra expresión eran los cantos de lamento, o endechas (lamentos mujeriles), señaladas para todas las islas y que estaban asociadas a ceremonias rituales. Se cantaban todavía en la segunda mitad de siglo XVI en lengua guanche, con motivo de la muerte de alguna persona principal o de algún triste suceso, considerándose las de la isla de la Gomera las más hermosas y dolorosas (Abreu Galindo, 1977; Torriani, 1978). Lograron trascender a Castilla donde se conocieron como «endechas de Canarias» (Arencibia Santana, 1991). Sin duda la endecha está relacionada con la décima.
Como instrumental se señalan: flautas de caña, tamboriles, gaitas de canutos con embocadura de tallo de cebada, silbatos unísonos, caracoles (botutos), sonidos producidos por piedrecillas dentro de un recipiente de barro, batir de palos, golpear el agua en las ceremonias que invocaban la lluvia, collares sonoros que se han asociado a danzas rituales, especies de bramaderas o zumbaderas y la percusión que se produce al batir pies y manos (Siemens Hernández, 1974). Esto daría como resultado un acompañamiento bastante sonoro.
En sus vestimentas los indígenas canarios usaban colores amarillo, azafrán, rojo, azul, negro, blanco, los colores naturales derivados de los tejidos vegetales (ocres y verdes) y los correspondientes a pieles de gamuza que trabajaban muy bien (tonos del marrón). También usaban cubrecabezas muy adornados de colgantes.
Formas actuales.
Abordar los bailes y danzas de las Islas Canarias ha resultado difícil para los estudiosos ya que no queda más remedio que aceptar «ciertos misteriosos dejes de procedencia ancestral» (Crivillé i Bargalló, 1988). Sin embargo, la revisión histórica conduce a considerar que, debido a la muy escasa presencia peninsular en Canarias el folklore canario actual es derivado directo de las formas musicales prehispánicas.
Podemos distinguir las siguientes formas musicales como más dominantes: Sirinoques, Tajaraste, Isas, Folías, Seguidillas, Saltonas, Malagueñas, Tangos, Tanguillos y Endechas. Con las excepciones de Sirinoque, Isa y Tajaraste, los nombres de estas formas musicales fueron castellanizados y se desconocen sus nombres originales. El Sirinoque perdura en la isla de la Palma y se considera que presenta afinidades de danza y música con El Canario. El Tajaraste es la música asociada con el baile del juego de palos, el nombre corresponde a una especie de tambor o pandero. Las Isas son formas del genérico fandango muy parecidas a la jota, con variantes en todas las islas. Folías, una de las formas del fandango, con variantes en todas las islas y predominante en Tenerife. Se atribuye el término folía a los viajeros portugueses. Seguidillas y Saltonas, formas de fandango, populares en varias islas. Malagueñas, otra forma del fandango. Tangos y Tanguillos, formas musicales muy primitivas con tamboril y flauta. Endechas se presentan actualmente en todas las islas y su reporte es temprano y general, se conservan las letras de dos de estas expresiones en lengua guanche. En 1764 se reconocen como danzas rápidas de Canarias: El Canario, danza aborigen; el fandango de carácter popular; y el zapateo (Glas, 1976). Fandango es un concepto laxo que agrupa formas más específicas.
Un instrumento de origen hispánico e introducido en el proceso de la conquista insular vendrá a ser el timple o guitarrillo canario, muy arraigado en todas las islas. Como timple también se presenta en Murcia. El número de cuerdas varía según diversas localidades. Es también conocido como timplo, tiple, contra, requinto, etc. Difundido con los canarios es conocido como tiple en todo el ámbito del Caribe: Puerto Rico, Cuba, Santo Domingo, Venezuela, Colombia, Panamá, México, etc. (Álvarez Nazario, 1972). También en algunos de estos lugares se utiliza el término cuatro como designación más al uso. En México ciertos tiples se conocen como canari o guitarra huichol (Contreras Arias, 1988).
2. Vocaciones marianas y santeras dispersadas con los canarios.
De las vocaciones marianas, la que aparece inequívocamente ligada a la presencia canaria es la Virgen Negra de la Candelaria. Era desconocida para la iglesia española, que la describió como aparecida en medio de infieles, paganos e idolatras (Abreu Galindo, 1977; Espinosa, 1980). En la Francia de los Capetos se celebraban las festividades de la Candelaria (Chandeleur) y es probable que la imagen que se llamó de la Candelaria y sus festividades fueran introducidas en la época en que la Santa Sede –para el momento residenciada en Aviñón– crea en Canarias el Reino de la Fortunia (1345). La Fiesta de las Candelas (fogaleras, hachos, hachitos) asociada a la Candelaria se celebra hasta nuestros días en Tenerife y forman parte de la tradición preconquista tinerfeña. La Candelaria pertenece a la estirpe de vírgenes negras de probable origen egipcio, y que en Europa tiene su foco de propagación en una aldea cercana a Marsella, Francia, cuyo nombre antiguo fue Ra y actualmente llamada Saintes-Maries-de-la-Mer (Sánchez Dragó, 1981).
En la zona de introducción de canarios en la península aparecen, además de la Candelaria, otras cuatro Vírgenes Negras (o morenas): el Rocío, la Guadalupe, el Pilar y la de Montserrat (Moreneta). Todas ellas se pueden ligar a la presencia de repobladores canarios, por lo que se puede considerar que muy probablemente deriven de la Candelaria, a la que además se parecen. Otras vocaciones marianas de interés, bien porque a algunas se les puede atribuir origen canario, y a otras su mayor difusión desde Canarias, son: la Virgen de Guía, de las Nieves, del Rosario, de la Luz, de los Reyes, del Pino, de la Cueva, del Madroñal, de la Peña, de la Antigua y de la Caridad.
Vocaciones santeras que tienen su más probable difusión a través de Canarias son: San Sebastián, San Isidro, San Miguel, San Benito, Santo Domingo (Santo Domingo de la Calzada), Santa Catalina, San Bartolomé, San Juan, San Andrés, San Francisco y San Nicolás (San Nicolás de Tolentino).
3. Canarios en España y movimientos poblacionales.
El redescubrimiento de las Islas Canarias en 1291, su conquista final en 1496 y los movimientos repobladores en la Península Ibérica que se extienden, por lo menos, hasta finales del siglo XVI, conducirán a la presencia de población guanche (canaria) en tierras de Andalucía, sur de Extremadura, Murcia, Aragón, La Mancha, Valencia y Cataluña, definiendo la Banda Guanche (gráfico 1; Báez Gutiérrez, Rodríguez Mesa, 1991, 1994). Tempranamente se asentarán nativos canarios en Aragón y las tierras de Levante repobladas por Aragón, acción que se extiende hasta finales del siglo XVI. De la mano de Castilla aparecerán estos pobladores en la intensa actividad de repoblación y fundación que se produce en la Baja Andalucía particularmente en el siglo XV. También actuarán en la repoblación de la Alta Andalucía en dos tiempos. El primero simultáneo a la conquista de Granada (1485-1498), el segundo a partir de junio de 1570, cuando se decreta la rigurosa deportación o expulsión total de los moriscos granadinos y se prepara el proceso de repoblación del territorio granadino, que se extiende hasta finales del siglo. En 1580 recae la corona portuguesa sobre Felipe II y a mediados de 1580 se ordena sacar soldados y recursos de Canarias para tomar Madeira y para la conquista de las Islas Terceras (Azores) (Blanco, 1983). De manera que a las islas atlánticas de Portugal va un fuerte contingente de repobladores y colonizadores canarios.
Gráfico 1.-Extensión de la Banda Guanche en España.
La distribución responde a una conjunción de datos: posesiones de los personajes involucrados en las capturas canarias; tráfico de esclavos; correlación entre los procesos de despoblación canaria y repoblación del sur y este de España; frecuencia por encima de la media española del grupo sanguíneo O con alta incidencia del factor Rh-; influencia guanche folklórica, lingüística y vocacional; abundantes restos arqueológicos de un neolítico no ibérico; frecuencia de la mutación G542X.
La conquista temprana de la Baja Andalucía va acompañada de expulsiones progresivas de la población musulmana, que se reduce drásticamente. Durante los siglos XIII y XIV sufre una situación de depresión poblacional aguda, con ciudades demográficamente depauperadas y las aldeas y alquerías despobladas, quedando vacante la mayor parte del territorio.
Las grandes extensiones territoriales vacantes serán entregadas por los reyes castellanos a los nobles, la Iglesia y las órdenes militares para su poblamiento y explotación, y otras quedarán como tierras de realengo. Esta situación de penuria demográfica comienza a revertirse en el siglo XV, cuando en 1402, se instala la sucursal sevillana del comercio de esclavos en Canarias, y Castilla entra de lleno en la captura de guanches. Al momento del descubrimiento de América, la Baja Andalucía llevaba dos siglos y medio en manos cristianas, y se puede estimar que para 1502, bien fuera por extrañamiento o conversión, prácticamente no quedan musulmanes en la Andalucía occidental. Paralelamente, el reino moro de Granada (Alta Andalucía) se encontraba densamente poblado; su población era racialmente heterogénea, formada por una mezcla de árabes, sirios, bereberes, elementos indígenas y judíos antiguos, con algunas dosis variables de sangre negra o de gente muy diversa: persas, hindúes y turcos inclusive (Caro Baroja, 1976).
Durante el siglo XV, se produce una fuerte recuperación poblacional en la Baja Andalucía y Castilla, al tiempo que paralelamente, desde fines del siglo XV y durante el XVI, se van repoblando los territorios vacantes de la Alta Andalucía. Esta recuperación demográfica general, imposible por impulso vegetativo, lleva a considerar una corriente inmigratoria desconocida (Domínguez Ortiz, 1983). La corriente inmigratoria que la historia no cataloga, sólo pudo ser de canarios.
La población guanche representaba una entidad étnica coherente y radicalmente diferente de los cruces que configuraron la etnia peninsular, hecho que se evidencia en el bagaje genético del canario actual que arroja un 75,1% de la vieja etnia cromañoide, 18.3% norafricano, 6.3% oesteafricano y 0.3% de aporte ibérico (Roberts, Evans, Ikin, Mourant, 1966). El mestizaje africano es debido a la introducción de africanos a las Islas Canarias a lo largo del siglo XVI (Lobo Cabrera, 1982), momento a partir del cual se origina el canario actual. Una evidencia adicional viene dada por la incidencia y distribución en España de la mutación G542X (Casals, Nunes, Palacio, Giménez, Gaona, Ibáñez, Morral, Estivill, 1993), cuya mayor frecuencia se ha observado en Canarias seguida por la zona geográfica peninsular definida como Banda Guanche, y que el ocultamiento histórico de la presencia canaria en España impide relacionar. Este marcador genético lleva a admitir la introducción de canarios en la conquista de Navarra por Castilla en 1512, ratificando la utilización de la población canaria en los procesos de conquista y repoblación emprendidos por Castilla. La mutación G542X posibilita una aproximación numérica razonable de la diáspora Canaria en la península, con la corrección por la introducción de africanos que representó un 25% de la población canaria en el siglo XVI. Esta cuantificación tiende a fijar el aporte genético guanche en la población de la Banda Guanche para 1700 en un 37% (Báez Gutiérrez, 1995), que en puntos discretos, por supuesto, era mayoritario y compartiendo con escasos remanentes moros. Por otra parte, una reconstrucción genética de la historia de la población de la Península Ibérica, no considera las regiones isleñas, ni el sur y este peninsular (Bertranpetit, Cavalli-Sforza, 1991).
Sumada a la introducción de canarios, los reacomodos poblacionales en la Península Ibérica entre los siglos XIV, XV, XVI, y al menos el primer tercio del siglo XVII, crean una nueva situación. Por una parte, se produce tanto expulsión como (mayormente) deportación de la población mora, quedando remanentes más o menos importantes en los lugares históricamente ocupados por ellos, pero en todo caso conduciendo a una considerable pérdida de continuidad racial y cultural. La población mora por conversión derivará en morisca, y lo mismo ocurrirá con los mudéjares.
En 1570, como secuela de los levantamientos de los moriscos granadinos se decide su extrañamiento y son dirigidos a distintas regiones peninsulares, como consecuencia resurge la presencia morisca en la Baja Andalucía, donde para ese momento era despreciable. Por otra parte, se introduce una minoría gitana a partir del siglo XV, cuyo centro principal de asentamiento será Andalucía.
Otra minoría eran los judeoconversos, que procedían de los judíos convertidos a lo largo de la Baja Edad Media, a los que se suman los que en 1492 no quisieron exiliarse, y los criptojudíos portugueses (marranos), que entran en el siglo XVI. También tenemos la presencia de esclavitud negra y blanca en la costa atlántica, y muy particularmente en la costa onubense, que originó un número considerable de mulatos. Además se desplazan repobladores septentrionales hacia tierras meridionales. También hay que tener en cuenta a los mozárabes con largos siglos de convivencia con los moros. Todo esto conduce a que muchos modos culturales se definan y establezcan en este lapso. En Andalucía convergen notoriamente todos estos reacomodos poblacionales, razón por la que allí se presenta el espectro de folklore musical más variado de España.
4. Folklore musical del sur y este de España (Banda Guanche). Influencia musical Canaria.
Los análisis que hasta el momento se han hecho sobre el folklore de España, no reconocen la presencia y dispersión de una población de origen guanche a partir, al menos, desde finales del siglo XIII. El desconocimiento de este parámetro primordial da un valor parcial e insuficiente a dichos análisis. Sin embargo, tratando de aproximarnos a una comprensión del folklore español diremos que podemos separar dos grandes regiones musicales. Una correspondiente al núcleo musical del norte de España que ocupa también el centro occidente. La otra correspondiente al sur y este peninsular (Banda Guanche), donde la mayor influencia será la aportada por la cultura musical guanche llevada directamente con los repobladores canarios. Históricamente asentada está la costumbre que tenían los canarios, de andar por las calles de Sevilla cantando y bailando su folklore para regocijo popular y con no poco éxito. La gran aceptación del folklore guanche, que fue descrito como de música viva y de baile gregario muy vigoroso, se debe a que era un concepto musical distinto al que imperaba en la Europa renacentista.
Los cantes y bailes de influencia guanche en la Banda Guanche son en términos genéricos los derivados del fandango y, por supuesto, relacionados con El Canario. Sus formas más tempranas han sido señaladas a partir del siglo XV. Entran en este grupo: Zapateado, Fandangos, Seguidillas, formas precursoras de la Jota, Verdiales, Fandangos por Verdiales, Zángano (Baile por Verdiales) y las Folías antiguas (conocidas en Aragón, Valencia y sur de La Mancha, citadas en documentos del siglo XVI como folies).
De indudable interés son las fiestas de Verdiales, que se celebran en muchísimos pueblos de los Montes de Málaga, asociadas a los solsticios de verano e invierno, donde aparecen reminiscencias del juego de palos y del trenzado del palo con cintas y el canto es recio (Mandly Robles, 1984, García Chicón, 1988). También las Danzas Festivas de sólo hombres con jerarquización paramilitar, en vestimenta blanca con sombreros muy adornados, en la que se utilizan palos para hacer figuras y mudanzas, y se trenza un palo de cintas, relacionadas con el Tajaraste canario, que encontramos en pueblos de la Baja Andalucía, que fueron tierras de realengo y que durante el siglo XV se convierten en zonas de reciclaje de población. Estos pueblos son, al sur de Badajoz: Frenegal de la Sierra y Fuentes de León. Al norte de Huelva: Cumbres Mayores e Hinojales, también Alosno y Cerro del Andévalo (Danzas del sur de Badajoz y norte de Huelva, 1986). En Córdoba, la cofradía de la Virgen de Guía del pueblo de Alcaracejos en el Valle de los Pedroches, se manifiesta con un ritual semejante en vestimenta negra (Márquez Triguero, 1991).
Entre mediados del siglo XVII y mediados del XVIII, derivadas de las expresiones musicales anteriores aparecen definiciones más locales como Malagueñas, Granadinas, Rondeñas, Malagueñas murcianas, Murcianas, Jotas y su variante la Jotilla, y muchas formas locales de fandango. La jota se presenta muy ubicua: navarra, aragonesa, murciana, valenciana, extremeña, andaluza y manchega. Estos cantes y bailes están todos emparentados. Sus cantos son a voz abierta (canto recio) y pueden ser ejecutados por varios cantadores en secuencia. Sus bailes son corporativos y vigorosos, y el acompañamiento profuso, y básicamente ruidoso. Su entorno propio es el espacio abierto y su ambiente es fundamentalmente rural. La jota de marcada afinidad con su ancestro El Canario, dominará ampliamente el folklore de Aragón, región de introducción temprana de canarios.
Danzas populares españolas durante los siglos XVI y XVII fueron la Zarabanda andaluza de carácter gregario, la Chacona y la Gallarda. La Zarabanda fue censurada por los moralistas. A mediados del siglo XVII entran en la música culta. Se ha considerado que representan un mismo concepto coreográfico dentro del cual se incluye El Canario. A esto hay que añadir que El Canario las precede en el tiempo y es, por lo tanto, su muy probable precursor. Con la entrada de la casa de Borbón en España a partir del siglo XVIII se incorporan bailes extranjeros como: Minué, Contradanza, Mazurca, Gavota, Vals, Rigodón, Polka, Escocesa, Alemana, Galop, Cotillón, etc. En Canarias tendrán mayor aceptación la Polka y la Mazurca.
Festividades de la Virgen de la Candelaria.
En muchos pueblos de Málaga donde se venera a la Virgen de la Candelaria se celebran las festividades conocidas por Noche de las Candelas, Hogueras de la Candelaria o Fiestas de las Candelas. También con hogueras o luminarias, encendidas desde la víspera, se celebra la fiesta de la Candelaria el 2 de febrero en Orcera (Jaén), y los celebrantes se dirigen a un paraje especial donde hacen típicos corros y cantan las canciones de la Candelaria. La Candelaria se venera en sitios de Granada y Murcia. Fue vocación en Ecija, en la campiña sevillana, por lo que se puede pensar que estuvo difundida en la zona. También fue vocación en las Alpujarras de Almería. En el Valle de los Pedroches en Córdoba (Márquez Triguero, 1991). Todo esto induce a pensar que durante el siglo XV y XVI estuvo francamente extendida en el sur y este peninsular.
Otras influencias musicales.
La influencia musical canaria dominará en el sur y este peninsular. Junto a ella encontramos otras influencias musicales (Martín Moreno, 1984). Son:
-la influencia de la música castellana, de origen medieval europeo, representada fundamentalmente por el romance, villancico y representaciones escénicas asociadas a la música;
-la influencia de la música mozárabe (hispano-gótica o visigótica), que era la correspondiente a la liturgia cristiano-occidental;
-y la influencia de la música sefardita, que se debe considerar menor ya que los judíos eran minoría y no se mantuvo la continuidad.
Tanto la vertiente castellana, como la mozárabe y la sefardita, eran esencialmente eruditas. La influencia musulmana, aportada por los mudéjares y moriscos, aparece con cierta presencia en Andalucía, así, por ejemplo, las zambras y leylas, estuvieron permitidas desde inicios del siglo XVI una vez deslastradas de sus implicaciones rituales musulmanas (Fernández Borrego, García España, Gómez Rodríguez, 1989). También tenemos la influencia gitana. Otra vertiente que podría haber influenciado fue la música profana que viniera del norte, pero la presencia de habitantes del norte peninsular fue relativamente escasa en los territorios reconquistados, y además esta música estuvo sistemáticamente reprobada por la Iglesia Católica a lo largo de la Edad Media.
Folklore andaluz.
En Andalucía, la convergencia de todas estas influencias será más notoria. Por una parte, tenemos los cantes y bailes de influencia canaria, que aparecen en todo el sur y este peninsular, y que exhiben una misma vestimenta de extracción rural. A estos hay que añadir el Flamenco (o Cantes y Bailes a lo Gitano) y los Cantes y Bailes Andaluces, que derivados del fandango, aparecen aflamencados como las Seguidillas, Fandangos y las Sevillanas con todas sus variantes: flamencas, boleras, corraleras, rocieras, etc.
Tanto el Flamenco como los Cantes y Bailes Andaluces derivados del fandango y aflamencados, tienen carácter básicamente citadino y mayor presencia en la Baja Andalucía. El atuendo femenino es el traje de volantes o faralaes (Medina San Román, 1984; Guerra Valdenebro, 1986). El mestizaje negro en la costa atlántica parece haber dejado huellas folklóricas a través de las cofradías. Los negros gaditanos fundaron las cofradías de Nuestra Señora de la Salud y la de San Benito de Palermo. En Sevilla se funda la cofradía de los Negritos de Sevilla a mediados del siglo XVI.
El flamenco constituye la vertiente del folklore andaluz derivada del ancestro musulmán y gitano. Amparó formas reprimidas de expresión islámica y asimiló en algunos casos, una parte basal proveniente de los derivados del fandango. El Flamenco se va gestando en el siglo XVIII, cuando el movimiento migratorio a América desde Andalucía es poco significativo, y hacia el último tercio del siglo XIX aparece definido como forma estética singular (Ortiz Nuevo, 1986). Su primer nicho lo tiene en las gitanerías, donde se reunían gentes de diferentes estamentos, y luego pasa al Café Cantante, donde congrega un público de aficionados muy heterogéneo. En este ambiente se van creando las versiones a lo flamenco de un rico y complejo folklore. La característica fundamental del Flamenco es la de ser una forma de gran flexibilidad, capaz de acoger variadas expresiones musicales en su seno. No existe pues un flamenco puro, ni es en sí mismo el flamenco una raíz; es un modo de hacer. Sus practicantes utilizan todos los recursos a su alcance, característica viva hasta hoy, que ha permitido incorporar ritmos latinoamericanos subordinándolos al Flamenco, dando lugar a: la Rumba Flamenca, las Colombianas, las Guajiras, los Tanguillos, etc.
5. Proceso fundacional en la América española. Los Canarios. Las Misiones.
El proceso fundacional y poblacional de la América española se puede separar en tres grandes períodos: siglo XVI, XVII y XVIII. Entre 1492 y los primeros 21 años del siglo XVI se producen fundaciones en las Antillas, particularmente en La Española (República Dominicana), y puntos del golfo de México y Venezuela. El siglo prosigue con un importante proceso fundacional en el resto de los territorios. En el siglo XVII ocurre una disminución del impulso fundacional, con excepción de Uruguay, Paraguay, Venezuela y Chile. La tendencia comienza a variar en las últimas dos décadas. El siglo XVIII prosigue con un marcado repunte fundacional y poblacional que se siente particularmente en todos los territorios periféricos. Se presta especial atención a Venezuela y a Chile, también a la Alta y Baja California y a los territorios norteños de México. A Santo Domingo para hacer frente al expansionismo francés en el occidente de la isla. A Puerto Rico, Cuba, Colombia, Paraguay, Argentina y a la Banda Oriental del Río de la Plata donde se funda Montevideo para contrarrestar la fundación portuguesa de Nova Colonia do Sacramento (Castillo Meléndez, 1983; Carrocera, 1968, 1972 y 1979; Castillo Lara 1981 y 1983; Deive, 1991; González Claverán, 1987; Gutiérrez Escudero, 1994; Figueroa, 1990; Morales Padrón, 1951, 1977; Maccurdy, 1975).
El más importante componente poblador de ultramar introducido en territorios pertenecientes a la corona española serán los canarios. Los canarios llegaron a América por dos vías: a través de la Baja Andalucía y directamente desde Canarias. Los estudios hechos sobre el movimiento migratorio a América para el período 1493-1600, en base a las fichas conservadas en el Archivo de Indias, indican que durante la etapa antillana, 1493-1519, un 78% de los pobladores registrados son andaluces, de los cuales la mayoría son sevillanos. Para el total del lapso se puede elevar a casi 40% los pobladores andaluces en América en el siglo XVI, que unidos a los extremeños superan la mitad del total de emigrantes a América desde la península (Boyd-Bowman, 1964, Torres Ramírez, 1984). Hay que apuntar que en el área de influencia sevillana los canarios y su descendencia llegarán a producir excedentes poblacionales que se incorporarán a la empresa americana.
Simultáneamente en las Islas Canarias los canarios estaban siendo desplazados por los procesos de repartimiento insular, al mismo tiempo que pasaban de una sociedad neolítica a una que se acomodaba al momento. No censados, porque no pasaban por los registros de la Casa de Contratación, la explicación de la fuerte influencia canaria en América ha quedado sin respaldo documental, y, por lo tanto, por resolver. En términos generales la emigración canaria revistió carácter masivo en muchos momentos, cosa que no ocurrió con los grupos peninsulares. En el siglo XVII, un conjunto de adversidades conducen a un retroceso demográfico en la península, mientras el proceso migratorio aparece poco estudiado. En el siglo XVIII, los emigrantes peninsulares habituales, pero siempre escasos, serán septentrionales: gallegos, asturianos, vascos, catalanes y mallorquines. Estas regiones eran sociedades relativamente igualitarias que podían soportar mejor las presiones demográficas, por lo que no atendían la solicitud de aportar pobladores. Por otra parte, las regiones meridionales empiezan a sentir la recuperación poblacional a partir del siglo XVIII. En estas condiciones la población manipulable era la canaria, que desde la conquista se había visto sometida a desequilibrios demográficos, mostrando gran capacidad de recuperación.
Un intento de cuantificación de la extracción canaria con destino a América entre 1688-1787, realizado en base a los números indicados por la historia, señala el desplazamiento de 115.000 pobladores (Báez Gutiérrez, 1995), verificando que los canarios se convierten en el apoyo, prácticamente único, de la política pobladora de la corona española. A partir de 1675 se garantiza la continuidad del comercio canario-americano con la flotilla canaria, ligándolo a la obligatoriedad de desplazar gratis a un determinado número de familias canarias a las regiones del Nuevo Mundo, señaladas por el Consejo de Indias. Esta práctica comenzará a ser efectiva a partir de abril de 1678 y se prolongará por un siglo.
El comercio canario sufría la tradicional oposición de los monopolios de Sevilla y Cádiz, que con fuerte predominio de fortunas extranjeras, acaparaban el comercio legal entre España y América. Con la llamada «contribución de sangre», se mantenía el comercio canario de exportación. El número de familias transportadas gratis se llegará a fijar en 50, de al menos cinco personas cada una, por cada mil toneladas de mercancía exportada anualmente (Morales Padrón, 1991). Las familias provenían principalmente de Tenerife, que con excedentes demográficos sufría una severa crisis vitivinícola. También del resto del archipiélago, pero estando más representadas las Canarias Occidentales. Esta emigración forzada arrastrará por simpatía una numerosa migración clandestina. Hacia 1810, como consecuencia del proceso independentista en la América española, la migración canaria queda momentáneamente interrumpida.
Después del conflicto independentista, España desalentaba la emigración de súbditos españoles a Hispanoamérica, en consideración a los riesgos a los que estarían expuestos, quedando expresamente prohibida a partir de 1836. Situación que se mantuvo hasta el 16 de septiembre de 1853, en que se permitió a los canarios y sólo a ellos emigrar libremente hacia las repúblicas hispanoamericanas. Este viraje vino a legalizar una situación de permanente emigración canaria clandestina, que era tanto una necesidad para Canarias como para las nuevas repúblicas (Rodríguez Campos, 1989). Destinos canarios preferentes serán: Cuba, Venezuela, Puerto Rico y Uruguay (Paz, Hernández, 1992).
La iglesia ejercerá una influencia fundamental en la cultura musical (Chase, 1947). En su rama misional se sentirá en particular en territorios periféricos, donde los indígenas estaban en proceso de reducción. En Venezuela a partir de 1656, la acción fundacional y pobladora estará principalmente en manos de misioneros capuchinos. En interesante notar que la influencia capuchina tuvo un resultado eminentemente popular e integrador, que contrasta con la acción de los jesuitas, que en toda la América española estarán ligados a la introducción de la música sacra, y que en sitios aislados, como las misiones de los ríos Paraná y Uruguay, del Gran Chaco, de los llanos de Chiquitos y de los llanos de Moxos, alcanzaron su mayor esplendor (Curt Lange, 1991; Waisman, 1991).
En América, la dispersión del elemento canario será responsable de una cierta homogeneidad cultural que es reconocible y verificable. Citaremos algunas influencias como:
-el Español Atlántico;
-influencias folklóricas a través del fandango y derivados;
-la vocación Candelaria y sus festividades, así como el extenso uso del nombre;
-algunas influencias culinarias, de las cuales la más extendida es la utilización de cereales tostados, aliñados y molidos, referidos bajo la denominación genérica de gofio, palabra guanche.
Las formas más distintivas del Español Atlántico se dan en Canarias y en la América española, y también incluye las hablas meridionales españolas: andaluz, extremeño, murciano y formas que se dan en Aragón. Sólo citaremos dos ejemplos de apoyo. El sonido “erre” no existe en el guanche, de manera que la “r” es sustituida por “l” en muchos sitios de las Islas Canarias. La introducción temprana de canarios a las Antillas mayores, hablando casi guanche o un mal castellano, puede ser la causa de la misma sustitución en estas islas.
La palabra «ñapa» de origen desconocido se encuentra en casi toda América (Rosenblat, 1974), coincidiendo con sitios donde hubo introducción de canarios, además en el idioma guanche la “eñe” es un sonido corriente.
También es interesante apuntar las afinidades lingüísticas entre el guanche, el ibero y el vasco, que se extienden al berebere. El guanche permaneció como lengua viva hasta el siglo XVI, el vasco hasta la actualidad, ambas ocupando áreas periféricas. Entre los canarios y los vascos existen proximidades genéticas, más conservadas en los canarios debido al aislamiento insular, a las que se agregan algunas afinidades culturales.
Folklore musical.
La influencia musical debida a la política pobladora descrita previamente, corresponde a las formas derivadas del fandango, seguidillas, jotas y zapateado, todas relacionadas con la expresión de origen guanche que se conoció con el nombre de El Canario.
Entre las formas musicales folklóricas hispanoamericanas que hoy responden a esta influencia están: el joropo y la gaita perijanera venezolanos; la malagueña venezolana, oriental y margariteña; la marinera peruana; la cueca chilena; la zamba argentina. En México: los huapangos, jarabes, zapateados, jaranas, malagueñas y sones. El zapateado se deja sentir también al sur de Sudamérica. En este grupo entra la danza del Seis que estuvo diseminada en muchas partes de América, en Venezuela se mantiene el Seis Figuriao del Tamunangue.
Otra influencia llamativa es la décima (espinelas) que muy extendida en todo el ámbito del Caribe, también la hallamos en Paraguay, Argentina y Chile. En Cuba la décima se canta por punto o por guajira. En Venezuela la décima cantada se hace por gaita, galerón, punto, tono, jota, etc.; también en manifestaciones religiosas de gran solemnidad como en los salves y en las fulías (Cervigón, 1980; Subero, 1991). En México las encontramos en el son y la copla jarocha (Pérez Montfort, 1992). Junto a la décima se presentan las sextetas y las cuartetas cantadas también en muchas formas musicales. Por cuartetas se cantan en Venezuela el polo margariteño, coriano y oriental.
Otra influencia son las Danzas Festivas, asociadas a festividades de la Candelaria, o de algunas otras vocaciones, que se presentan como danzas de sólo hombres con jerarquización paramilitar y vestimenta particular con sombreros muy adornados, en las que se utilizan palos para hacer figuras y mudanzas, y se trenza un palo de cintas que en varias partes de América se llama sebucán. Con este carácter tenemos las Danzas Festivas de la Candelaria en Venezuela (Hernández, Fuentes, 1991) y en Chile (Lavín, 1949; Ruiz Zamora, 1995). Formas emparentadas aparecen, por ejemplo, en México, Colombia, y también las hubo en Uruguay. Ya hemos indicado formas similares en Andalucía.
6. Cantes de ida y vuelta.
Los cantes de ida y vuelta serán consecuencia de los nexos con América. Las dos zonas de ultramar con mayores afinidades americanas fueron, en primer término, Canarias, seguida (muy de lejos) por la Baja Andalucía en su franja de puertos atlánticos. Las Canarias se vinculaban tanto por los pobladores canarios en América española como a través de la red comercial canario-americana. Canarias comerciaba libremente con América sin las trabas de la Casa de Contratación, y en una fecha tan temprana como 1506, la Palma obtenía una prórroga de un año para seguir enviando sus productos. La flotilla canaria alcanzaba todos los puertos importantes, por ejemplo, en 1610 la Casa de Contratación señaló que Perú estaba lleno de mercaderías por la vía de las Islas Canarias (Lynch, 1993). Cuando a finales del siglo XVII y durante todo el XVIII se introducen canarios en muchas fundaciones americanas, también comienza a decaer el comercio legal y a incrementarse el contrabando. Por ejemplo, en Venezuela, los canarios, que ocupaban tierras interioranas de peor calidad, aparecen involucrados en la red comercial de contrabando (Olavarriaga, 1981; Aizpurua, 1993), que ligaba al mundo caribeño. Entran en el concepto de cantos de ida y vuelta los Aires de Lima, el Palmero, las Décimas palmeras, las Guajiras, las Habaneras y otras expresiones.
7. Catalogación del folklore musical venezolano.
El folklore musical venezolano ha sido objeto de numerosos estudios, recopilaciones y descripciones que han contribuido a su conocimiento (Alemán, 1988; Aretz 1953, 1959, 1968; Domínguez y Salazar, 1992; Hernández y Fuentes, 1991; Liscano, 1990; Ramón y Rivera 1959, 1969, 1993; Salazar, 1992). En este trabajo intentamos una catalogación del folklore venezolano distinguiendo:
-un folklore de formación temprana,
-un folklore de formación intermedia
-y un folklore de formación tardía.
Esta catalogación se apoya en: la cronología de ocupación del territorio que terminará siendo Venezuela, la actividad misional ligada al proceso fundacional y poblacional, así como en la demografía de los siglos XVI, XVII y XVIII. Como formas particulares de interés nos referiremos al Tamunangue y a la Gaita Perijanera.
Aspectos poblacionales.
Un breve repaso a los cambios poblacionales a lo largo de los tres primeros siglos nos muestra que durante los dos primeros siglos, como consecuencia del escaso aporte exterior blanco y negro, el espectro poblacional está dominado por el componente indígena.
Desde finales del siglo XVII y durante el siglo XVIII dos hechos van a contribuir a producir un considerable aumento del mestizaje: primero, el fuerte impulso fundacional y poblacional que, asociado a la actividad misional, principalmente capuchina, conduce a la ocupación de los llanos y territorios periféricos todavía no reducidos. En este siglo se logra aproximadamente el 45% de fundaciones de los tres primeros siglos.
El segundo hecho es el permanente arribo de familias canarias, que aumenta considerablemente la presencia de población blanca no elitesca incorporada en los sectores bajos y medios de la sociedad venezolana, que tanto se mestizará, como mantendrá una endogamia de grupo, originando el más importante contingente de blancos criollos, pobres o de orilla (Rodríguez Mesa, 1997; Hernández González, 1993; Lynch, 1987). Estos blancos de ascendencia canaria se referían como canarios criollos, canarios, isleños o guanches. Algunos grupos peninsulares aportaban población blanca no elitesca, particularmente catalanes y vizcaínos, pero su número no era significativo. Los extranjeros eran prácticamente inexistentes.
Los capuchinos crearon gran número de centros poblados que permanecieron; no aislaron a los indios gentiles, sino que en los pueblos de misión que fundaron incorporaron a españoles blancos, criollos blancos, pardos, mulatos, negros libres, negros esclavos en propiedad de los blancos, zambos, indios libres e indios criollos. Los capuchinos según su procedencia fueron: andaluces, aragoneses, catalanes, valencianos y navarros, es decir, de los territorios peninsulares sometidos a repoblación con canarios y donde la interrelación de pobladores provocó que la tolerancia fuera parte fundamental de la convivencia. Unos pocos procedían directamente de Canarias. Se les reconoce a los capuchinos gran condescendencia y tolerancia hacia el entorno indígena en el que se adentraban. Esto no era gratuito, formaba parte de su bagaje cultural y tenía resultados exitosos.
Los capuchinos andaluces fueron franca mayoría. Provenían, a excepción de las ciudades de Sevilla, Cádiz, Málaga, Jaén y Granada, de la Andalucía rural, que presenta características culturales diferentes a la de las ciudades mayores y de marcada impronta corporativa. Unos provenían de la Baja Andalucía, por ejemplo: Alanís, Alcalá, Andújar, Benaocaz, Cádiz, Castilleja, Castro, Cazalla, Coronil, Ecija, Jaén, Jerez de la Frontera, Lucena, Marchena, Martos, Puebla, Sanlúcar, Sevilla, Trigueros, Utrera, Villafranca y Villaviciosa. Otros de la Alta Andalucía, por ejemplo: Alhama, Antequera, Baza, Berja, Campillos, Canillas, Casabermeja, Granada, Grazalema, Gibraltar, Iznájar, Málaga, Motril, Nerja, Orjiva, Sedella, Torrox, Ubrique y Vélez.
A principios del siglo XIX, en Venezuela el grupo blanco era muy numeroso comparado con otros lugares de Hispanoamérica. Hacia 1810, de acuerdo con las estimaciones de varios observadores, la población total de Venezuela era de unos 800.000 habitantes. Esta población, a grandes rasgos, se componía de: blancos, negros, indios y pardos. El número aproximado de individuos en cada grupo, y su incidencia porcentual, eran las siguientes: españoles unos 1.500 (0.18%). Patricios unos 2.500 (0.31%) (se pueden estimar en algo más, pero representando menos del 0.50%). Indígenas canarios (de ultramar) unos 10.000 (1.25%). Blancos de orilla (en su mayoría canarios criollos) unos 190.000 (23.75%). Indios unos 120.000 (15.00%). Pardos unos 400.000 (50.00%). Negros (esclavos, manumisos y evadidos) unos 70.000 (8.75%). Los patricios se sintieron fuertemente amenazados por las presiones que ejercieron pardos y blancos de orilla, situación que, a raíz de 1810, conducirá a una prolongada guerra civil. La corriente migratoria canaria se puede considerar como prácticamente la única hasta 1946 (Arias, 1997).
Folklore venezolano de formación temprana.
Se localiza en la región andina merideña y trujillana, extendiéndose a la costa oriental del Lago de Maracaibo y hacia la región larense. Puede asumirse que su definición se produce fundamentalmente a partir de la segunda mitad del siglo XVI, en centros poblados que se estabilizan tempranamente, fundados mayoritariamente entre 1550 y 1620 y distribuidos en el área de influencia de los misioneros agustinos, donde en muchas partes era venerada Nuestra Señora de la Candelaria.
Este folklore presenta una serie de elementos comunes. Se expresa con ceremonias que revisten gran solemnidad, de naturaleza religioso-militar de sólo hombres, aunque recientemente se hayan incorporado mujeres. Su celebración está asociada a un santo y a la existencia de cofradías. Entre los cofrades se establece una jerarquización paramilitar, en la que se distinguen: los capitanes y los vasallos o esclavos del santo. Utilizan vestimentas de aspecto cortesano, generalmente muy vistosas, con sombreros muy adornados. En el baile ritual se produce la batalla entre dos grupos de danzantes, utilizando palos que se manipulan diestramente haciendo figuras y mudanzas. También los danzantes trenzan y destrenzan un palo de cintas o sebucán. La música es sencilla y seria. En los Andes se utilizan instrumentos de cuerda: violín y tiple, acompañados de maracas y tambora. En la costa oriental del Lago de Maracaibo el instrumento fundamental es el tambor, usado en forma de banda de tambores llamada Chimbángueles, a los que se añaden algunos instrumentos de aire. En Lara se utilizan los siguientes instrumentos: cuatro, quinto, requinto, maracas y tambor. Este folklore está representado por las ceremonias conocidas por: Danza de la Candelaria, Moros de la Candelaria, Vasallos de la Candelaria, Negritos de la Candelaria, Danceros de la Candelaria, Baile de la Candelaria, Vasallos de San Benito, Espuntón, Chimbángueles, Danza de los Negros de San Jerónimo, Las Locainas o Baile de los Locos, Las Zaragozas o Locos.
La fecha de celebración es variable. La mayoría se celebra entre la segunda quincena de diciembre y la primera de enero. También entre el último domingo de enero y el 2 de febrero: día de la Candelaria. También el 30 de septiembre, día de San Jerónimo. Los santos festejados son: La Candelaria, San Benito de Palermo y San Jerónimo.
Folklore venezolano de formación intermedia.
Es el folklore que se define en la región norte, central y costera del país, desde Cúpira, en la parte más oriental, hasta la zona litoral de Yaracuy, en la parte más occidental. Incluye los Valles de Caracas, los Valles de Aragua, los Valles del Tuy y la llanada barloventeña. Con fundaciones desde la segunda mitad del siglo XVI, su proceso fundamental de fundaciones y poblamiento se produce en el siglo XVII, y se puede dar por concluido a mediados del siglo XVIII. Habrá una cierta presencia de misioneros franciscanos en la parte central costera. La región adquiere importancia económica a partir del siglo XVII y la afianza en el siglo XVIII, principalmente debido a las plantaciones de cacao, que entre mediados del siglo XVII y mediados del XVIII se convierte en el primer renglón de exportación. Es la zona donde la introducción de negros es numéricamente más importante, con un repunte entre 1730 a 1780, y donde la presencia blanca está asociada a la actividad fundacional de los canarios (Castillo Lara, 1981, 1983).
Las celebraciones están mayoritariamente ligadas a la religión, y pueden tener carácter más o menos festivo. Citaremos algunas: la Fiesta de San Juan Bautista, la Comparsa o Parranda de San Pedro, la Fiesta del Corpus Christi con sus Diablos Danzantes, Fiestas en honor a la Virgen de La Candelaria. Este es un folklore donde la influencia negra es fundamental, pero en el que se puede apreciar la influencia canaria.
Folklore venezolano de formación tardía.
Puede asumirse que su definición se inicia después de la segunda mitad del siglo XVII y continúa durante el siglo XVIII, de manera que hacia 1810 existía como forma de cante y baile popular. Su distribución abarca el área de influencia de los misioneros capuchinos. Andaluces en la Provincia de Caracas y llanos de la Otra Banda del Apure. Andaluces y aragoneses en la Provincia de Nueva Andalucía. En la región se introducen pobladores canarios para la fundación de pueblos de apoyo a las misiones. Este folklore corresponde al del Joropo y todas sus variantes: golpe, pasaje, revuelta, corrido, galerón, etc.; así como: folías orientales, fulías centrales (asociadas a las festividades de la Cruz de mayo), jotas, malagueñas y las parrandas centrales, también la décima y el punto, así como el polo. Es, con mucho, la manifestación folklórica más ubicua en el país, estando presente en toda la región llanera con prolongaciones hacia la parte norte central, occidental y oriental. Los instrumentos fundamentales son cuatro y maracas, y por zonas se incorpora el arpa que puede ser sustituida por la bandola. Hay que incluir en este folklore a la gaita perijanera. En relación al polo margariteño, polo oriental y polo coriano interesa que se localizan en las dos regiones donde, en oriente y en occidente, se asentarán los primeros centros poblados del siglo XVI, y si bien entroncan con este tipo de folklore, parecen provenir de una introducción temprana de elementos musicales como lo prueba su afinidad musical con la batalla del Tamunangue.
A finales del siglo XVIII se reconocían formas de baile llamadas fandangos, además de folías, seguidillas boleras (o boleras), galerón y joropo escobillado, todas relacionadas. La denominación más extendida era la de fandango, que era un baile de las clases populares, término que va decayendo, y hacia 1880 se impone el uso del término joropo. El Joropo, también llamado Fiesta Criolla, es una forma de cante y baile de celebración, caracterizado por el cante recio. No está asociado a la religión, ni a cofradías, ni a vocaciones. No requiere vestimenta especial. Será una manifestación de hombres libres, en tierras donde la esclavitud fue escasa y aún desconocida. El área del joropo corresponde al área de dominancia del elemento pardo, como resultado de la presencia un elemento blanco canario bastante disperso y un elemento indígena numéricamente mayoritario, mientras el elemento negro es escaso y disperso. Los misioneros capuchinos y pobladores canarios, aportan un folklore de la misma raíz: agradable, alegre, libre y corporativo, con cantos a voz abierta (cante recio).
El Tamunangue y la Gaita Perijanera.
El Tamunangue.
También conocido como la Fiesta o Baile de los Negros de San Antonio, se celebra en el Estado Lara, una zona de encrucijada, el 13 de Junio, en honor de San Antonio de Padua. Es el más interesante ejemplo de yuxtaposición de las formas folklóricas venezolanas, donde es posible reconocer elementos de los tres tipos de folklore previamente definidos. En esta festividad tenemos como elementos del folklore temprano: la salve y la batalla. Como elementos del folklore intermedio: yiyivamos, la bella, la juruminga, el poco a poco y la perrendenga, en los cuales se incorpora el tambor. Como elementos del folklore tardío: el galerón y el seis figuriao (también llamado seis corrido o seis por ocho). Los instrumentos utilizados son: tambor (tamunango), cuatro, cinco (tamunanguero), seis cordófono y maracas. La danza del seis figuriao guarda relación con la manera en que se baila en las islas canarias.
La Gaita Perijanera.
Forma de cante y baile que se ejecuta en varios pueblos de la región de Perijá, estado Zulia, durante los meses de diciembre y enero. Como región periférica, hacia la primera mitad del siglo XVIII se producen los intentos de pacificación y sometimiento de los varios grupos indígenas que conducen a las primeras fundaciones. Esta labor será un esfuerzo de los capuchinos valencianos y navarros, unido a la introducción de familias pobladoras provenientes de las Islas Canarias. En 1722 se funda la Villa del Rosario de Perijá, a partir de ese momento comienzan a llegar 100 familias provenientes de las Islas Canarias y se introducen también esclavos negros. Se acepta que en la gaita perijanera son los canarios quienes introducen la danza y ritmo (Ferrari, 1994). La parte de danza colectiva conocida como gaita, se inicia con una cadena que después se va complicando a semejanza del baile canario de la isla. La danza de la gaita perijanera a su vez, se asemeja a la danza del seis figuriao del Tamunangue y también tiene afinidad con la gaita de tambora que se interpreta en la costa oriental del Lago de Maracaibo.
8. El proceso independentista y la música. El Pasillo. La Cueca Chilena.
El complejo y largo proceso independentista desarrollado en el territorio de Venezuela, conduce a oficiales venezolanos al vecino territorio de la Nueva Granada después de la capitulación de la Primera República en 1812. En 1814, tropas republicanas venezolanas al mando de Rafael Urdaneta se repliegan a la Nueva Granada. Se puede considerar que a partir de estas fechas se produce una continua movilización de oficiales y tropa. El hecho de que la oficialidad venezolana republicana fuera básicamente de origen elitesco y la tropa de extracción eminentemente popular, permite separar una influencia culta y una influencia popular en la música del momento independentista, aportada por los venezolanos. Como influencia culta podemos señalar la del valse criollo venezolano, de manera que se reconoce que los pasillos antiguos tienen todas las características del valse venezolano (Peñín, 1995).
Dado que a partir de 1813 el escenario del proceso independentista venezolano se traslada a los llanos y tiene como fuerza a los llaneros, en la influencia musical popular debe haber dominado la del fandango y sus derivados. Un muy probable ejemplo de la influencia musical popular venezolana lo tenemos en la zamacueca peruana y su derivada la cueca chilena. En este sentido haremos algunas puntualizaciones. En agosto de 1820 un ejército libertador integrado por chilenos y rioplatenses al mando de José de San Martín desembarca en las cercanías de Lima, dominando por breve tiempo sólo parte de la costa. En septiembre de 1822 San Martín se retira del Perú. En 1822 permanecían en Perú sólo 600 chilenos y aún menos rioplatenses (Rodríguez O., 1996). En 1822 tropas colombianas comienzan su desplazamiento hacia el sur al mando de Simón Bolívar y con oficialidad mayoritariamente venezolana. Los venezolanos que formaban parte de esta tropa colombiana provenían principalmente de la extensa región llanera, también había negros barloventeños y grupos de otras regiones. El primero de septiembre de 1823 Simón Bolívar, presidente de Colombia, está en Lima y es nombrado dictador del Perú y suprema autoridad militar. Llegan con gran fuerza y permanecen hasta finales de 1826. Algunos de los sitios trajinados por este ejército libertador en la campaña del sur serán: Quito, Chimborazo, Guayaquil, El Callao, Lima, Trujillo, Pativilca, Junín, Ayacucho, Huancayo, Huancavelica, Arica, Arequipa, Cuzco, Puno y el Alto Perú (Bolivia).
En 1824 se hace notorio en Lima un nuevo baile llamado zamacueca, del que se ha dicho sería quizás la única danza popular del Perú. Las coincidencias históricas permiten descartar la influencia de las tropas sureñas, mientras llevan a considerar una muy probable influencia folklórica aportada por la tropa venezolana, en un medio cuyos estamentos altos no tenían este tipo de manifestaciones y cuyos estamentos bajos eran básicamente indígenas. A fines de 1824, o a principios de 1825, la zamacueca llega a Santiago de Chile, donde es asimilada por las clases cultas y por las clases populares (Merino, 1981). Ya a mediados del siglo está muy extendida y adquiere categoría de danza nacional con el nombre de cueca. Grafías afines a zamacueca son zambacueca, samacueca, sambacueca, cueca, zamba, etc. La zamacueca peruana será rebautizada como marinera.
Conclusiones.
1.-El aporte musical introducido en América desde ultramar por España fue de extraordinaria importancia y tuvo una fuerte capacidad de convocatoria entre otras culturas. Esto se sentirá a nivel culto, en parte ligado a la música religiosa, y a nivel popular ligado a la música folklórica.
2.-El proceso fundacional y poblacional en la América española conduce a la distribución de un sustrato poblacional básicamente semejante en todos sus territorios. Esa población provenía, por una parte, y fundamentalmente, de la Baja Andalucía. El otro componente poblador de ultramar eran los aborígenes de las Islas Canarias, que tanto por el número de individuos introducidos como por la continuidad de la entrada en los siglos XVI, XVII y XVIII, resultarán el aporte poblacional más importante. Después de la independencia de la América española se restituirá la entrada de canarios en muchas regiones.
3.-La acción misional se sintió en muchas regiones de la América española influenciando directamente a los indígenas en proceso de reducción, a quienes introducen a las formas musicales que traían, tanto cultas como populares.
4.-En cada región americana los sincretismos musicales llegarán a concretar formas genuinas, distintivas y geográficamente localizadas.
5.-La subyacencia de un aporte musical básico conduce a grandes afinidades dentro del folklore musical de la América española, que a su vez mostrará vinculaciones con el folklore canario y con el del sur y este de España. Estas afinidades y vinculaciones deben ser abordadas en base a estudios comparativos con respaldo histórico.
6.-Aproximarnos a la comprensión del folklore musical, es también aproximarnos a la continuidad histórica y cultural de aquellos territorios que formaron la América española.
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[i] .-En temas históricos se ha interesado en la movilización de aborígenes de las Islas Canarias tempranamente a partir del s. XIV y seguidamente en los procesos de conquista, población, repoblación y fundación emprendidos por la Corona de Castilla tanto en España como en América, tema que presenta una importante laguna historiográfica. En España ocuparán espacios en el sur y en el este; en la zona sevillana y sus puertos atlánticos conformarán excedentes poblacionales coherentes que hay que estimar que fácilmente pasaron a América. Como resultado de la continuidad de su dispersión territorial se pueden reconocer la presencia de afinidades en el folklore musical, en el aspecto lingüístico, además de incidencias genéticas. En relación a Venezuela, la presencia del elemento canario presentará un repunte a partir de mediados del s. XVII convirtiéndose en el componente foráneo mayoritario. La existencia de un importante contingente canario criollo tendrá consecuencias en el proceso independentista.
Correo: rorame11@hotmail.com
Estoy muy emocionada y agradecida por este artículo. No puedo creer mi suerte al toparme con él. Para resumir: en este momento preparo un estudio sobre algunos apectos de la herencia hispánica en la isla de Trinidad. Es un área en que he trabajado durante muchos años.
Varios capuchinos catalanes y aragoneses llegaron a Trinidad en 1687 y establecieron misiones para evangelizar a los indígenas. Sin embargo, ya en 1708 las misiones quedaron abandonadas. Quisiera saber si usted tiene alguna información sobre la presencia de los monjes capuchinos en nuestra isla. Me interesaría mucho tener alguna referencia a la influencia do los frailes en la introducción de cantares populares religiosos (los aguinaldos) que todavía se cantan acá. Opino que esos aguinaldos y otros versos conocidos entre nosotros se deben a la migración hacia Trinidad de peones venezolanos durante la época de las guerras federales etc. Lo que me llamó mucho la atención en su monografía fue la idea de que con respecto a la música, a diferencia de la de los jesuitas por ejemplo, la influencia capuchina tuvo un resultado popular e integrador. Ojalá pudiera conseguir yo alguna referencia a los cantares que introdujeron esos hombres a los nativos a quienes catequizaban en las encomiendas y misiones de la época. Podría usted dirigirme en cuanto a estudios realizados en ese campo. Espero con ilusión su grata respuesta. La felicito mucho por la información sobre la herencia canaria.
Nos alegra mucho que el Artículo de la Profesora Rodríguez le haya sido útil. 1.-Le recomendaríamos para saber más de la Historia de las Misiones Capuchinas, ver al Padre Buenaventura de Carrocera, quien en vida fue uno de los principales historiadores de la Orden. 2.-Igual recomendamos revisar a los Historiadores de la Música en Venezuela: José Peñín y Walter Guido. 3.-Puede buscar el término «Parrang» que es la adaptación de la música de Parranda en Venezuela, pues se reconoce el intercambio cultural por ejemplo entre la población de Güiria (Estado Sucre, Venezuela) y de Trinidad, adoptando la primera el Calypso y la segunda las Parrandas Navideñas, nosotros mismos lo colocamos de ejemplo de conculturación en uno de nuestros trabajos (https://ciscuve.org/?p=974). 4.-Particularmente algunos pensamos que -al menos- el intercambio de Parranda-Parrang debe provenir al menos del siglo XIX, pues la relación-difusión de los venezolanos hacia el Caribe y Trinidad se realizó fundamentalmente en el XIX, mientras la difusión del Caribe Oriental hacia Venezuela (trajeron el Calypso para Güiria y El Callao, Estado Bolívar) fue en el primer tercio del siglo XX y/o finales del siglo XIX. Esperamos haberla ayudado y seguimos a vuestras órdenes. Atentamente