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Autoras

Dra. Beatriz Hernández Santana.

(Arquitecto (UCV), Magister Scientiarum en Desarrollo Tecnológico de la Construcción (UCV), Doctora en Arquitectura (UCV). Profesora Asociado de la FAU. Miembro Activo del SiLI en la Línea de Territorio. Ex Coordinadora Docente del IDEC. Ex Coordinadora del Programa de Postgrado en Desarrollo Tecnológico de la Construcción. Directora del Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC) adscrito a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UCV). SPI Nivel I. PEI Nivel B. Autora de varios Artículos en Publicaciones científicas, libros y capítulos de libros. Ha recibido la Orden José María Vargas de la UCV. Área de investigación. Tecnología y Cultura, Techos Livianos en el trópico. Correo: bhernandezsantana@gmail.com)

(Si quiere leer otras publicaciones de la Dra. Beatriz Hernández Santana, ver:

https://ciscuve.org/?cat=4207

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/articulos/HSB-Techo-Vivien-Cultural.pdf

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/articulos/Revista%20Espacios.pdf

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/libros/Hernandez-Santana-Beatriz-Dos%20Poetas-Dos-Ciudades-y-un-Imaginario-Maldito.pdf

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/capitulos-de-libro/IDEC-Veinticinco-años-Postgrados.pdf

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/libros/vivienda95.zip

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/articulos/Glasgow-1995-Hernandez-Santana-Beatriz-Technological-Improvement-low-cost-progressive-housing.pdf

www.ciscuve.org/web/digitalizaciones/articulos/Sitech-Entre-Rayas-Hernández-Santana-Beatriz.pdf)

Carmen Dina Guitián Pedrosa (1944-2013).

(Socióloga, Doctora en Ciencias Sociales, Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura de la UCV,

-Cocreadora y Coordinadora Adjunta -desde 1998- del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande.

-Cocreadora y Coordinadora de Investigación -desde 1991- de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web.

-Cocreadora -desde 2011- de la Página Web de CISCUVE: www.ciscuve.org

ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook;

Si desea leer otros Artículos de la Autora; https://ciscuve.org/?cat=4204)

Descargar el Archivo en pdf: Cultura-Desarrollo-Sostenible-Mirada-Transdisciplinaria-Guitian-Dina-Hernandez-S-Beatriz

 

 

Área Conocimiento:
Materiales y Tecnologías Constructivas   ( X )
Estudios y Gerencia de la Construcción   ( X )
Habitabilidad y Eficiencia Energética      ( X )

 

Resumen: (Máximo 250 palabras)

El objetivo de la ponencia es plantear una discusión acerca de la relación entre tecnología, cultura y sostenibilidad en el marco del postgrado de desarrollo tecnológico de la construcción del IDEC. Para ello haremos un brevísimo recorrido por los hitos claves transformadores de la historia del postgrado, destacando cómo se imbrica la dimensión cultural en dichos estudios para luego elaborar unas consideraciones epistemológicas y metodológicas básicas que den cuenta de la necesidad de integrar enfoques hermenéuticos, transdisciplinares y dialógicos, capaces de articular las categorías claves de la línea de investigación: Sostenibilidad, cultura, tecnología y habitar.Problemas tan importantes como la conexión de la producción local con avances tecnológicos de la construcción requieren comprender la necesidad de incorporar lo social mediante la re-significación de los espacios arquitectónicos, el modo de vida, las representaciones y las significaciones que los habitantes otorgan a su espacio habitable; todo ello apuntando a lograr unas investigaciones de carácter transdisciplinar.

Frente a estos retos multidimensionales es necesario generar estrategias docentes capaces de desarrollar investigaciones en las cuales la tecnología y la innovación formal propongan la búsqueda, el entendimiento y la mediación que ofrecen campos como la fenomenología y la hermenéutica para la comprensión e interpretación de las acciones humanas y su relación integral con el ambiente.

 

Palabras Claves:

Tecnologia de la construcción, desarrollo sostenible, cultura y transdisciplinariedad

 

Desarrollo (A manera de ejemplo puede incluir: planteamiento del tema, justificación, objetivos, metodología)
 

Introducción

       El Programa de Postgrado en Desarrollo Tecnológico de la Construcción en la materialización de las investigaciones que por más de treinta años ha desarrollado el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción, no ha sido ajeno a la dinámica y procesos del paradigma moderno, en cuanto a materia tecnológica se refiere y que hoy por hoy se cuestiona con una nueva visión en los desarrollos y procesos que intervienen en la actividad edilicia fuertemente relacionada con la intervención ambiental, social y económica. Para comprender  este proceso histórico será necesario detenernos en algunas claves relevantes de la mirada moderna frente a los cambios que se están produciendo frente al paradigma de la sostenibilidad.

 

Bajo la mirada de la modernidad y su concepción de mundo con el cual hemos transitado por más de tres siglos, sobresale lo convulso de los tiempos y los signos (ambientales, sociales, económicos, etc.) que en extremos se perciben en la relación hombre – naturaleza. En el siglo XIX se desborda de optimismo en el futuro, de Comte a Marx el futuro es promisorio: Unos apuestan por el orden, otros por la ruptura pero la fe en el futuro es la misma.[1]

 

Se ha producido una nueva forma de dar sentido a la relación con la naturaleza y a la relación entre los actores sociales; el papel de la naturaleza es pasivo, simplemente reservorio de recursos; las relaciones sociales se estructuran para propiciar ese progreso. El poder simbólico impone esta nueva versión y visión de la realidad, algunas voces intentan enfrentarse pero la arrolladora dinámica de la modernidad las minimiza.

 

Orientados por la convicción que la naturaleza está al servicio del hombre para su uso y disfrute, convierten la ciencia y la tecnología en los instrumentos de transformación para ese progreso, las ponen al servicio de la acumulación de capital y la producción de bienes y servicios así como del intercambio de personas, mercancías y símbolos; posibilitan, así, las condiciones del habitar de la nueva sociedad tanto de edificaciones como de ciudades y de los territorios de las naciones constituidas para el momento.

 

Dos guerras mundiales, conflictos locales, revoluciones, desastres naturales y empedernida pobreza en el mundo cuestionan el mito, empieza a derrumbarse y cada vez más las voces disidentes aumentan.

 

La ambivalencia, la incertidumbre y el riesgo impregnan el sentido del futuro. Las acciones humanas conllevan consecuencias imprevistas, atentan contra la idea del orden, “de un mundo ordenado…en el que uno puede saber cómo continuar…en el que uno sabe cómo calcular la probabilidad de un suceso y aumentar o disminuir esa probabilidad” (Bauman, 2005:20), para dar lugar a la ambivalencia ese “malestar profundo que sentimos al no ser capaces de interpretar correctamente alguna situación ni de elegir entre acciones alternativas” (Óp. cit.:19).

 

Todo ello nos muestra esta realidad ambivalente que frente al paradigma de la modernidad actual nos muestra un productivismo material sobresaturado; en contraposición con la confianza lineal en el progreso; la unilateral mirada de la razón instrumental; la maximización del lucro; la búsqueda del crecimiento económico industrial; la intolerancia a la diversidad cultural, sexual, etária, religiosa y de género; la compulsión del cambio por el cambio, la diferencia del sujeto y del  objeto; en aras de que todo lo sólido se desvanezca en el aire en cualquier momento.

 

Los valores y concepción del mundo de la descrita modernidad están siendo radicalmente cuestionados y ese es precisamente el más profundo signo del actual cambio de época y con ello su máximo postulado «la capacidad de la razón y el trabajo humano para dominar a la naturaleza en su beneficio»[2]. Y que por demás, sigue siendo la carta de la cual  dentro de las grandes discusiones éticas y filosóficas no se ha podido alcanzar aquello que no ponga en peligro el ambiente y su equilibrio. Frente al debate en el marco de la relación entre hombre y naturaleza y sus implicaciones ambientales hay un reacomodo, percibidas como transformaciones del mundo conocido.

 

Sin embargo, tampoco se tiene certeza acerca de las consecuencias de la aplicación de los conocimientos: “La cuestión no radica en que no exista un mundo social estable para ser conocido, sino que el conocimiento de ese mundo contribuye a su carácter cambiante e inestable.”(Giddens, 1999:50), he aquí que nos encontramos con el principio de la incertidumbre, en la cual el conocimiento genera duda constante ante los resultados y sus efectos. Y en ello consiste la trascendencia referida por Giddens pues frente a las estructuras sociales en constante dinamismo, no se presenta en rigor filosófico la última palabra, pues sabe que los cambios se están produciendo sin certeza tomando sin complejos las necesidades mas estrechas, locales, de los individuos frente a gobiernos, mercados, etc., reconociéndole importancia vital al individuo frente al Estado para lograr una sociedad justa.

 

Este nuevo sentido del futuro configura una nueva convicción, hay que parar la destrucción del planeta y darle la oportunidad de sobrevivencia a la generación presente y a las futuras, mientras convive con el paradigma anterior.

 

“En la búsqueda de su renacimiento, la sociedad de la posguerra en medio de intensos debates acerca del futuro de la humanidad acrecentó el poder industrial y el subsecuente poder militar para apuntalar la mundialización que eventualmente dio lugar a la globalización. Mientras el sistema mundo se reforzaba y expandía, las voces de alerta sobre sus nefastas consecuencias en la calidad de vida del planeta no cesaban, ni han cesado.

Confrontados entonces, se encontraban el paradigma de la globalización y su correlativo desarrollo de las tecnologías de información y comunicación (las TICs) que catapultó las transacciones más allá de la localización particular de las acciones humanas para convertir al intercambio de mercancías,  capital, personas y símbolos en el signo de los éxitos de la economía mundial, con el paradigma del desarrollo sustentable que había recorrido el laberinto de los movimientos ecológicos, el Club de Roma, la proposición del reordenamiento del Orden Mundial para desembocar en los foros sociales mundiales, por un lado y en el desarrollo del paradigma de la sustentabilidad, por otro. Muchas predicciones se hicieron realidad, desde el cambio climático y el problema energético hasta la intensificación de la pobreza; otros sucesos sorprendieron al mundo desprevenido como el terrorismo mundializado y la droga como consumo cotidiano” (Guitián, 2005:4).

 

No ajeno a este acontecer la ciencia moderna con su matematización y experimentación – inicialmente separado por Descartes por un lado y Bacon por el otro – se han trenzado logrando que de su fruto la “tecnología” se haya entronizado poniendo de lado a la sociedad. Pero veamos lo que da origen a ella.

 

2. Una mirada antropocéntrica de la tecnología

 

La tecnología constituye un cúmulo de experiencias desarrolladas por el hombre en su condición social, por lo que puede ser analizada como un hecho social integral. Al dar respuesta a las necesidades del hombre la tecnología implica trabajo, capital, equipos por lo que es un hecho económico; de la misma manera la sociedad debe decidir cuándo usarla, para quién, cómo ubicar su producto, que prioridades establecer en el momento de distribuir sus beneficios, quién se beneficia y quién se perjudica con ello, por lo que se trata entonces de un hecho económico y ético. Pero también la tecnología implica un modo determinado de transformar la realidad basado en: “un sistema de concepciones heredadas y expresadas en formas simbólicas, a través de medios, con los cuales los hombres comunican, perpetúan y desarrollan su conocimiento y sus actitudes frente a la vida” (Geertz, 1992:88).

 

Asumimos entonces que la tecnología es una expresión cultural que contempla variables de orden económico, variables de orden político y variables sociales. Y esta tecnología desde siempre va en movimiento pendular entre la cultura propia hacia otras culturas, del presente al pasado, de un grupo primitivo a una comunidad de científicos.

 

La tecnología conduce a la necesidad de analizar el problema con criterios humanos, arquitectónicos, constructivos, ambientales, económicos, sociales, etc.  Esto último nos recuerda que la actividad del diseño arquitectónico obliga, ante todo, a una reflexión inicial que nos permita acceder a las soluciones de los problemas en armonía con un entorno dinámico y cambiante, sea cual sea el objeto de diseño.

 

            Es así como se inicia – desde el mirar tecnológico de la construcción el abordaje del diseño de componentes constructivos que se constata que al pasar al actor final en las construcciones edilicias, se verifica, que fueran cuales fueran las condiciones específicas de cada localidad, se presentan las mismas características y especificaciones constructivas; cuestión que aunado a los problemas de confort térmico y a su escasa durabilidad de sus materiales, se traduce en un aumento en los costos de construcción y mantenimiento cuando estos actores no han sido partícipes del objeto tecnológico.

 

Reconocer los modos de uso de los espacios habitables y establecer la relación entre modo de vida y condiciones del habitar, estableciendo un diálogo de saberes entre el profesional, el político y el habitante constituye, a nuestro modo de ver, una práctica ineludible de sostenibilidad; interpretar la realidad socio-cultural de los habitantes, sus modos de vida, las prácticas espaciales, la movilidad, el intercambio, sus condiciones de vida en general al mismo tiempo que se manejan las variables del sitio que ocupan en términos de habitabilidad, acondicionamiento del terreno y paisaje constituyendo estrategias básicas de sostenibilidad.

 

Desde la concepción del mundo actual se multiplican distintos comportamientos sociales e individuales en todas las dimensiones del quehacer humano; que creativamente, ya sea en lo valorativo, en lo económico, en lo político, en lo cultural, y en la propia ciencia de Occidente se confronta frente a otras concepciones para dialogar y transformarse.

 

Ya no hay verdad absoluta. La verdad se mueve en la complejidad de la multidimensionalidad que se construye por la unión de criterios a través de la verificación “intersubjetiva”. Intersubjetividad necesaria para lograr acuerdos, interacción, reconocimiento y divergencias, en la construcción de significados.

 

Es así como pensar en el desarrollo tecnológico debe ser entendido desde la dimensiones económicas, ecológicas con fundamento antropocéntrico. El hombre es el principal actor y beneficiario de ese proceso. Lo social debe recibir una atención muy especial, sobretodo para no crear mayores desequilibrios entre el péndulo del desarrollo y el subdesarrollo. Entendemos en el análisis de (Tainter, 1980) en su libro “El Colapso de la Sociedades Complejas” que aunque muchas de las civilizaciones antiguas fueron prósperas, de algún modo se hicieron vulnerables a diversos factores -económicos, sociales, climáticos, políticos, entre otros- que condujeron a su fin, haciendo énfasis en dos conceptos importantes como lo es la complejidad y colapso.

 

Como lo recuerda Hall “Es una tremenda equivocación actuar como si el hombre fuera una cosa y su casa,  sus ciudades, su tecnología o su idioma, fuesen otra distinta.”[3]

 

Esta dimensión social, exige una comprensión más explícita de la técnica y la tecnología desde la diversidad cultural de los individuos, desde sus creencias y desde sus representaciones, desde sus modos de vida, sus lógicas constructivas, desde el habitar[4], se requiere urdir el tejido de relaciones que van dando vida a lo cotidiano en los lugares, que traman  un espacio social y de vida dinámica, diversa y multifactorial que se relaciona con las otras estructuras sociales como la política y la económica.

 

3. El acercamiento cultural  y la arquitectura. Un encuentro cara a cara desde una perspectiva sostenible

 

Para la arquitectura, el espacio físico toma dimensiones amplias dentro de la comunicación entre los seres humanos como nos los refiere Umberto Eco, ya que en ella se representan modos de vida y se articulan acciones y funciones como signos y símbolos que dan al espacio construido posibilidad de ser interpretada para un tiempo histórico y una función determinada[5].

 

Los individuos han tenido la necesidad de objetivar y conceptualizar el espacio a través del conocimiento agrupado por los distintos saberes. En la obra arquitectónica estos saberes se complejizan cuando en la función propia de cada obra, se solapan e interactúan las relaciones sociales atinentes a las mega-estructuras de índole económica, política, social y propiamente cultural y se comportan como estructuras fractales de una realidad.

 

Pero esta realidad no siempre es captada por la técnica y la tecnología para dar respuesta a esta multidimensión en forma adecuada. Conviene recordar que los cánones formulados hace más de dos siglos por la modernidad procuraban establecer enfoques homogéneos ante el temor de lo in verificable, establecer nítidamente las fronteras de todo aquello considerado como conocimiento verdadero. Esto lo relacionamos aquí con los modos de construir, con cierto uso particular de la tecnología, con la concepción de la espacialidad y con criterio predominante de poder repetir componentes, sistemas constructivos y viviendas en el mayor número posible de localidades diferentes; algo que puede ser asumido como una expresión más del camino transitado por la revolución científica, durante la cual se sentaron las bases de una nueva manera de mirar el mundo (Hernández S. 2008:299).

 

Este criterio de racionalidad se ajusta perfectamente al requerimiento de la uniformización y universalización. Producir grandes cantidades de mercancías (commodities), comercializable en cualquier parte del mundo – por lo que se requiere la uniformización de un modo de vida moderno industrial urbano, a lo largo y ancho del planeta – universalización – sin contemplar las condiciones locales, lo cual va a tener un impacto ambiental tanto en lo que se refiere al medio físico-natural como en lo que se refiere a lo socio-cultural.

 

No obstante, desde la perspectiva mecanicista – trasladado a nuestro campo “La tecnología de la construcción” – ha representado para el Estado después de grandes inversiones económicas y de un consumo excesivo de recursos no renovables  magros resultados si se compara con las necesidades que siguen surgiendo de nuestras ciudades por la obtención de cobijo, trabajo y calidad de vida. En otros términos, el predominio de políticas abstractas, generales, disociadas de las  necesidades actuales y locales de los centros urbanos, de los sistemas naturales, así como la de sus mismos habitantes, han hecho crisis, y “en consecuencia hay un fenómeno de despersonalización y masificación del ser humano, una uniformidad exagerada que a conducido a una sociedad colmena” (Vethencourt,J.L.,1980).

 

Existe de este modo “(…) la necesidad de elaborar políticas, planes, criterios, técnicas y tecnologías que contribuyan a conciliar los requerimientos de estas mega-estructuras que muchas veces van desde infraestructura de una población local, con la necesaria conservación de sus sistemas naturales” (Curiel, E., 2001:37). Esto no es otra cosa que volcarse hacia una nueva visión en el marco del desarrollo sustentable[6].

 

Las grandes urgencias sociales y la irrupción progresiva de los nuevos paradigmas apremian la formulación de mecanismos y estrategias que permitan asimilar la producción local con los avances tecnológicos. Pero, más allá de ello, se requiere comprender que la sociedad debe ser incorporada a estas estrategias, para lo cual es necesario encontrar una plataforma de encuentro a los diversos intentos de concertación.

 

Algunos de estos intentos se plantean en la actualidad desde una visión transdisciplinaria con la dialógica del eminente teórico ruso Mijail Bajtín (1895-1975)[7], hoy rescatado del olvido, y quien, a principios del siglo XX, desarrolla una teoría del espacio-tiempo social dialógico, opuesto a una explicación monológica y mecanicista de la sociedad, según la cual en dialogismo existe una integración de diálogos para construir un conocimiento que se practica a partir de la interacción que, lejos de anular, por el contrario, acepta la multiplicidad existencial.

 

Se plantea la búsqueda, el entendimiento y la mediación que ofrecen campos como el de la fenomenología y la hermenéutica para la comprensión e interpretación de las acciones humanas y de su contexto. Este medio a su vez debe reconocer y fortalecer a todos los participantes, tal y como lo expresa la dialógica para la cual, “la producción del espacio habitable, la arquitectura y el urbanismo tendrán que asumir un papel de vanguardia para enfrentar los desafíos de habitar territorios cargados de un pasado-presente que esta respondiendo a novedosas formas de vivir (…) en los que la abstracción geométrica del espacio se contrapone a la concreción del modo de habitar los lugares del hombre común” (Guitián, D., 2006:64), pero sin perder la perspectiva de lo global, si bien una respuesta uniforme y universal conduce a los problemas antes planteados, una respuesta local sin la visión de lo global (lo que algunos autores han denominado glocal), puede resultar aislado y empobrecerse sin la incorporación de innovaciones y conocimientos desarrollados en otros lugares del planeta (Hernández, S. 2008:301), o como lo planteaba hace décadas el sabio psiquiatra Vethencourt “Un nuevo elemento entra en la dinámica del mundo actual como la búsqueda de una mayor frescura de la vida, que quizás ha estado negada por el abuso del poder tecnológico del mundo desarrollado” (Vethencourt, J.L.1980).

 

Como orientación del sentido de las prácticas sociales, la sostenibilidad aborda el problema de la tecnología como práctica de producción y reproducción social, así, propone evaluar las consecuencias del uso de ciertas tecnologías así como la viabilidad del uso de las tecnologías más apropiadas para dicha reproducción social pero igualmente pretende rescatar aquellas prácticas provenientes de diversas visiones y versiones de la realidad que aporta la diversidad cultural contemporánea, estudiar los modos de resolver problemas que desarrollan distintos grupos humanos, rescatar técnicas tradicionales, relaborar prácticas pre modernas y adaptarlas a situaciones actuales, experimentar con materiales autóctonos posibles de renovar en los mismos ritmos de la naturaleza, estudiar nuevos materiales y su consumo energético, etc. Pueden ser experiencias válidas para garantizar la sostenibilidad.

 

Hoy en día es un reto proponer mecanismo para establecer modos de actuar frente a los profesionales en la enseñanza de un contenido sostenible hacia estudios de cuarto nivel, en el cual la tecnología de la construcción inmersa en las prácticas habituales como se ha concebido hasta los momentos (excesivo gasto de energía, producción de grandes cantidades de escombros, bajo reciclaje de materiales y edificaciones, contaminación ambiental, etc.) produce quiebres importantes en la reflexión académica de esas prácticas constructivas.

 

4. Planteamientos, propuestas, escenarios y discusiones

 

Es así como nos vemos frente a este panorama desde la investigación, la docencia y la transferencia de la información, de tecnología y centramos una discusión preliminar en Tainter 1988, al referirse a las sociedades y sus colapsos:

“El autor analiza cómo la humanidad ha pasado de convivir en sociedades simples, con poca división de actividades, y líderes políticos efímeros; a sociedades complejas, con una población que tiene muchas ocupaciones bien diferenciadas, un territorio definido, y un gobierno que ejerce el monopolio de la fuerza para evitar conflictos internos.

En este proceso hacia la complejidad —que en principio busca resolver los problemas que se le presentan a la humanidad, y mejorar su nivel de vida— se genera una grave situación: cada vez hay que invertir más en actividades que generan menores rendimientos, y es posible que aquí las sociedades colapsen, es decir que se vuelvan más simples de nuevo.

Una sociedad compleja: (1) procesa cantidades crecientes de información, lo que implica dificultad en el manejo de datos, mucha información interrelacionada y en ocasiones redundante; (2) consume una gran cantidad de recursos naturales escasos, que se obtienen cada vez con mayor esfuerzo; (3) tiene un mayor número de burócratas para organizar y regular las diferentes actividades humanas, lo que requiere proporcionalmente un mayor pago de impuestos.

De esta forma, la economía tiene que distraer cantidades crecientes de recursos relacionados directamente con la complejidad misma, lo que se traduce en incrementos cada vez menores en la producción de bienes”. (Tainter, 1990)

 

Como contribuir a desandar pasos intrínsecos en nuestra sociedad y con grandes necesidades a su vez en lo correspondiente a la respuesta social que demanda, al responder al desarrollo tecnológico en nuestras ciudades, dos caras de la misma moneda, que gira dentro de factores multidimensionales y culturales muy complejos que tal y como lo explica Tainter (1988) no siempre implican evolución cultural y desarrollo sostenible.

 

“Tainter termina su discusión con algunas consideraciones sobre las sociedades contemporáneas que se pueden resumir en la siguiente frase: el avance industrial y tecnológico se hace a costa de aumentar una complejidad que al final tiene que pagar toda la sociedad. Y finalmente, el grado de complejidad a que obliga cada avance elemental es tan grande, que la sociedad se colapsa sin remedio. En el análisis queda la duda de si este proceso será o no evitable en el futuro, por la acción humana consciente y colectiva, o si está más predeterminado de lo que a veces se cree. El estudio de Tainter ayuda a comprender por qué la ciencia, o más bien sus adaptaciones tecnológicas y sus aplicaciones industriales, comienzan sirviendo a la sociedad en la que se desarrollan y terminan detrayendo de la sociedad más recursos de los que generan (Bríñez G. Olga, 2005:6).

 

Hoy, más allá de ello, se requiere comprender que la sociedad debe ser incorporada en nuevas estrategias, frente a los abismos que avizoran el colapso económico, ambiental y social, para lo cual es necesario encontrar una plataforma de encuentro a los diversos intentos de concertación.

 

Desde la academia, específicamente el Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC) las investigaciones adelantadas sobre la  tecnología y la industria de la construcción edilicia, vienen de desandar los escenarios sobre los procesos de producción industrial, la industria de la construcción y su economía, las condiciones climáticas en nuestro país y sus incidencias en los criterios generales de diseño desde la racionalidad, modulación, industrialización y masificación, postulados de la modernidad frente a los actuales resultados que  generan los estudios y resultados ambientales.

 

A ello se suman los estudios sobre el hábitat popular y la “vivienda progresiva”[8] lo cual ha exigido en la academia profundizar en el tema para abordar en la enseñanza de postgrado otros criterios que permitan rescatar los “diseños” elaborados por la gente, evaluarlos e incorporarlos a la tecnología de la construcción a través de componentes y sistemas.

 

Sin embargo, no ha sido suficiente esta conciencia de transformación que adopta la academia como concepto, puesto que no involucra a todos los actores. Por ejemplo, esto último nos recuerda que la actividad del diseño obliga, ante todo, a una reflexión inicial que nos permita acceder a soluciones de los problemas en armonía con un entorno dinámico y cambiante, sea cual sea el objeto de diseño. Cuando revisamos el concepto de diseño como oficio tenemos la referencia que nos ofrece Fernando Martín:

 

“El diseño como actividad técnica, artística y científica está escindido. Se desarrolla (se hace diseño), por una parte, y se estudia (se reflexiona sobre el diseño), por otra. Los problemas de diseño no son asunto de una sola disciplina, un oficio o un arte; su relación estrecha con la naturaleza y lo humano nos obliga a una visión que integre y comprenda lo específico (una comunidad de usuarios, una técnica, un problema local) y lo que trasciende dicha especificidad (una sociedad, la tecnología, lo global)” (Martín,F., 2002:25).

 

 

Así mismo, Rittel (1966) ya definía que los problemas de diseño posee entre otras características un comportamiento irregular, en contraste con otros problemas que ante su definición no sufren transformaciones. Así refería que:

 

“a) Los problemas de diseño, no están bien definidos; es decir cada formulación del problema se hace teniendo ya en mente algún particular principio de solución. (…) puesto que nadie puede anticipar todas las posibilidades de diseño concebibles antes de comenzar el diseño, nadie puede tampoco hacer una lista de todos los datos potencialmente relevantes, en una formulación del problema completa y bien definida.

b) Para los problemas de diseño no hay criterio que pueda determinar si una solución es correcta o falsa. (…) Un plan que parezca bueno al señor A puede ser motivo de serias objeciones por parte del señor B.

c) Para los problemas de diseño no hay regla alguna que pueda decir al diseñador cuando detenerse en su búsqueda de una mejor solución. (…) Las limitaciones de tiempo y otros recursos lo conducen a decidir cuando la solución es aceptable” (Rittel, H; 1966:12).

 

 

Encontramos entonces que la actividad de diseño, estará en constante transformación, más aún cuando se materializa e intervienen otros actores. Un diálogo es necesario para comprender, re-significar, re-dimensionar los procesos de producción del espacio habitable que se traduce en los espacios arquitectónicos, los modos de vida, las representaciones y significaciones de los habitantes que viven en cualquier lugar.

 

Hoy, enfrentados a la complejidad de las opciones que como especie se nos presentan en la actual bifurcación, es ineludible también heredar la sabiduría distintiva de la modernidad: rehacer sus inventos, corregirlos y adecuarlos a la nueva sabiduría emergente; rehacer su red económico-productiva (que ha sido una potente asociación intrahumanidad), claro que ahora inspirada por los valores del nuevo paradigma social.

 

Y así mismo, se comprenden entonces, las limitaciones lógicas que encuentra el investigador desde su mundo atrofiadamente restringido por el encapsulamiento de las disciplinas  para poder abrirse a captar realidades que no les sean familiares.

 

Desde la perspectiva dialógica el acto de proyectar proviene de una visión compartida, para lo cual, como apunta Martin, Y. (2006), será necesario recurrir a la transdisciplinariedad y poner a dialogar la diversidad cultural, el pensar con el otro y construir con el otro. Para ello será necesario que se produzca un encuentro entre el campo cultural académico y el campo cultural residencial, vale decir, la materialización del encuentro entre el conocimiento académico y el conocimiento popular: “más que buscar leyes se trata de leer la complejidad en la apariencia simple del fenómeno.  (…) El tiempo incorporado al fenómeno más que el fenómeno atemporal. Haciendo alusión a la condición histórica del fenómeno” (Guitián, D., 2006:65). Esto pudiera ser traducido como un conocimiento de ida y conocimiento de venida.

 

5. El reto multidimensional y transdisciplinario en los estudios de postgrado en desarrollo tecnológico de la construcción.

 

En la arquitectura, encontramos en los últimos tiempos muchos ejemplos en la cual, su respuesta ha sido apriorística, no consecuente con aquella noción del lugar, en tanto espacio habitable, que traerán consigo los planes y proyectos familiares de sus habitantes. Es necesario entonces encontrar una dinámica que permita abrir espacios para la comunicación durante la etapa en que se prefigura el proyecto, así como en aquellas posteriores. Todo esto a fin de producir diseños flexibles –  en el sentido de captar aquellos cambios coherentes con su núcleo central de sentido.

 

La gente de los barrios tiene una manera particular de vivir que, al mudarse a las viviendas de interés social, deben ser deformados y/o desvirtuados para adaptarse al nuevo medio. Es por ello que el establecimiento de las normas debe someterse al diálogo,  y establecer formas de organización ideal para los habitantes. Una confrontación de visiones, de autorreflexiones en la que siempre se incluirá la mirada del otro. Esta refracción de las miradas, es la que entramará la relación con el mundo y la posibilidad misma del conocimiento” entre todos los actores (Arfuch, L. 2002:66).

 

Es necesario profundizar en una comprensión integral del hábitat humano – ambientales –  en un mejor entendimiento de sus condiciones bióticas, abióticas y socio-culturales, lo sostenible. Allí la arquitectura se abre al reto de lo cualitativo, lo complejo, lo diverso y lo específico; a lo local y lo global, lo temporal y lo atemporal.

 

Bajo la visión dialógica, es necesaria la búsqueda de procedimientos que permitan integrar distintos modos de conocimientos en una primera etapa, que logren prefigurar pequeños círculos de discusión localizados y específicos que van ampliándose, integrándose, mezclándose, estructurándose en cada caso, con su propia arquitectónica – en la idea esencial bajtiniana – construyendo un lenguaje propio, sistemas simbólicos específicos que se adecuen en cada acto de proyectar tanto en la tecnología de la construcción como en el sentido del habitar.

 

Una búsqueda que implica también el conocimiento producido por las ciencias sociales que participan de la comprensión e interpretación del habitar, la sociología cultural, la antropología urbana, la psicología social, la geografía humanística, entre otras, articuladas de tal manera de producir un nuevo conocimiento multidisciplinar y hasta transdisciplinar; sobre todo cuando el habitante es desconocido o, como suele suceder, se define como un ente abstracto y pasivo, comúnmente denominado “usuario” para mantenerlo en un papel pasivo en el proceso de producción del habitar.

 

 

Conclusiones o  Resultados:

Frente a retos como la incertidumbre, la multidimensionalidad, la transdisciplinariedad, la diversidad cultural nos encontramos con un postgrado; en el cual la tecnología e innovación formal reconoce, reinterpreta y re-significa múltiples realidades que  se vinculan con la tecnología e innovación informal que dará inicio a un trabajo de preguntas, de dudas y que no todas obtendrán respuesta.Pero, más allá de ello, se requiere diversos actores sociales así como sus visiones y versiones de la realidad deben ser incorporados a estas estrategias, para lo cual es necesario encontrar una plataforma de encuentro a los diversos intentos de concertación.

 

Hoy, la realidad de la dinámica social puede ser abordada desde un paradigma cualitativo y, desde allí, construir los criterios de planificación y diseño de viviendas que produce el Estado con sentido sostenible; algo que amerita una reorganización y unas nuevas formas de producción local, aceptándose que estos criterios irán modificándose en el tiempo según las necesidades de cada momento.

 

El reto consiste en impugnar el paradigma de la modernidad sin perder los beneficios y avances que generó y, al mismo tiempo, proponer un nuevo paradigma para enfrentar la ambivalencia, la incertidumbre y el riesgo instaurados en nuestro acontecer histórico. Para ello, la tarea es multidimensional; por un lado es indispensable trabajar en los valores que sustentan el nuevo planteamiento de la sostenibilidad hasta lograr un cambio de mentalidades y, por otro, desarrollar tecnologías constructivas a partir de la articulación de saberes de los distintos actores participantes en el proceso en las cuales la relación entre la naturaleza y la sociedad constituya un encuentro equilibrado y sostenible.

 

Pero quizás la dimensión más importante sea la de la formación de los recursos humanos con unas sólidas bases éticas y un excelente dominio del oficio de producir espacios habitables.

 

 Referencias bibliográficas y/o bibliografía:

  • Acosta, Domingo; Cilento Alfredo (2005). “Edificaciones Sostenibles: Estrategias de Investigación y Desarrollo. En:// Revista Tecnología y Construcción Nº 21-I. Caracas. Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción. FAU-UCV.
  • Arfuch, Leonor (2002). “Dialogismo”. En:// Altamirano, Carlos (Director). Términos Críticos de Sociología de la Cultura. Buenos Aires. Editorial Paidós
  • Bajtín, Mikjaíl (1999). Estética de la Creación Verbal. México D.F. y Madrid. Siglo XXI editores, S.A. Primera edición en español.
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14-06-12

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


[1] Para ampliar este tema cfr.  Guitian, Dyna (2008) La sociedad del riesgo: El dilema entre el proyecto y la contingencia. Conferencia en el Curso de Ampliación: El Proyecto en la Sociedad de Riesgos, IDEC- COMIR, FAU, UCV, Caracas.

 

 

 

 

[2] Una crítica al paradigma moderno (del crecimiento económico, del desarrollo y del progreso) desde una mirada posmoderna históricamente constructivista. Ensayo // http://www.hernandinamarca.cl/files/4a9354_ensayo.pdf

[3] Hall, Edward (1973)  La dimensión oculta. Enfoque antropológico del uso del espacio. Colección Nuevo Urbanismo. Madrid.  Pp.288.

[4] Guitián, Dyna (1998). “Biografía y Sociedad. Una lectura desde la sociedad del habitar”. Tesis Doctoral. Caracas. Doctorado en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. UCV. Caracas.

[5] Eco, Umberto (1994). La Estructura Ausente. Introducción a la Semiótica. Barcelona. Editorial Lumen.

[6] Curiel, Ernesto C. (2001). “Las Construcciones Sustentables: De lo General a lo Particular”. En:// Tecnología y Construcción 17-II. Caracas. Instituto de Desarrollo Experimental de la Construcción (IDEC). Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU). UCV.

[7] Bajtín, Mikhaïl (1999). Estética de la Creación Verbal. México D.F. y Madrid. Siglo XXI editores, S.A. Primera edición en español.

[8] A propósito del  tema de la construcción progresiva, el IDEC se aboca desde sus inicios a esta investigación y de alguna manera la mayoría de sus investigaciones han tenido que ver con este tema. Se pretendía que esto último fuera el complemento de los planteamientos que venían formulando algunos investigadores sobre la vivienda informal de los barrios de Venezuela – su reconocimiento y por ende su rehabilitación – lo cual demostraba que la forma dinámica de crecimiento y consolidación de los barrios de ranchos en casas,  no guardaba similitud espacial alguna, ni dinámica constructiva, con respecto a los desarrollos formales del Estado (Bolívar 1984, 1987, Bolívar y Baldó, 1996, Quintana, 1985, Rosas, 1995, 2004, Cilento 1999). A este respecto, inicialmente se realizarían grandes discusiones para resaltar que los planteamientos formales ofrecidos hasta la fecha se materializaban, en muchos casos, en espacios tan reducidos que producían el hacinamiento de la familias.

 

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