Carmen Dina Guitián Pedrosa
(Socióloga, Doctora en Ciencias Sociales, Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura de la UCV, Coordinadora Adjunta del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinadora de Investigación desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)
(Publicado en: Tecnología y Construcción, UCV/FAU (Venezuela) 14(2): 9-13, 1998)
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Resumen.
La articulación entre el objeto de prefiguración del diseño arquitectónico y su proceso de proyectación da lugar a la generación de conocimiento. El momento del proceso de prefiguración es también el momento de la investigación. El reto de plantearse la relación entre investigación y diseño es llegar a descubrir cómo se produce ese doble momento en el proceso de proyectación y por cuales medios se explicitan, se registra, se fundamenta y cómo se produce la abstracción teórica. La proposición de este ensayo consiste en la construcción de la biografía proyectual. Es el recurso para dilucidar cómo se produce el conocimiento en el proceso de producción de representaciones en la proyectación arquitectónica y cómo la ha producido el diseñador. El investigador tiene que reconstruir su historia como diseñador, detectando los componentes claves del modelo que ha pretendido seguir y haciendo un análisis crítico del modelo asumido, en términos de estereotipo, tipo o arquetipo para proceder a explicitar lo que constituyen los fundamentos de un modelo propio.
Palabras claves: Diseño arquitectónico; Conocimiento; Investigación; Biografía Proyectual; Modelo Proyectual.
Reunir en un discurso la naturaleza de una práctica determinada y el conocimiento que en su trayectoria de desempeño se genera, resulta por lo menos complejo sobre todo si el énfasis de la práctica ha estado siempre centrado en el desempeño del oficio más que en la construcción de un discurso enunciante de los descubrimientos e innovaciones que esa misma práctica puede provocar.
En el caso del proyecto arquitectónico, la tradición académica, al menos en Venezuela y en nuestra Facultad, ha centrado su atención en el dominio del oficio mientras la producción de discursos ha quedado en manos de los que estudian el campo de la teoría, la crítica y la historia de la arquitectura más que en los arquitectos de oficio. Tal escisión implica que el discurso se ha construido acerca del objeto o artefacto producido, es decir la arquitectura proyectada o construida, más que acerca del proceso por medio del cual se produce el objeto. En otras palabras, el discurso alude al resultado, al producto, y no a las prácticas que tienen lugar para garantizar la producción del artefacto.
El diseño arquitectónico como práctica social.
Desde esta perspectiva pretendo abordar el problema de la relación entre la investigación y el diseño arquitectónico, desde la perspectiva del proyecto arquitectónico como práctica social, como particular expresión del obrar humano, contextualizado en un tiempo-espacio determinado; por la naturaleza de su resultado, se ubica en el campo de la producción social de espacio habitable; por la manera como se produce, es decir formalizado, es inherente al campo académico de la sociedad que lo produce; por su carácter prefigurativo, anticipatorio de posibilidades, se ubica en el campo de la producción social de posibilidades (Osborne, 1995:197); por la condición del actor, profesional con dominio de oficio con escasa tendencia a elaboración de discursos acerca de su desempeño, se trata de conciencia práctica, más que de conciencia discursiva.
La sociedad contemporánea ha definido los procesos y los productos del espacio habitable y los ha ubicado en diferentes campos disciplinares. A la prefiguración de espacios habitables contenedores de edificaciones o conjuntos de edificaciones y sus servicios conexos y urbanos, le ha asignado la arquitectura, diferenciándola de los procesos de construcción del producto final de su prefiguración y diferenciándola de la prefiguración de otros tipos de equipamientos, herramientas y servicios atinentes a los asentamientos humanos, tales como las redes urbanas de servicio, los equipamientos territoriales (léase represas, vialidad regional, instalaciones de telecomunicaciones, etc.) en los que los arquitectos tienen cabida sólo si se contemplan edificaciones de algún tipo en estas instalaciones). Sin embargo, estas delimitaciones suelen ser desafiadas por equipos de arquitectos definitivamente dispuestos a redefinir su campo disciplinar en términos de la prefiguración del espacio habitable contemporáneo y más bien incorporar la producción de los componentes de equipamientos, herramientas y servicios, a sus proposiciones para la prefiguración de espacios habitables cuya escala trasciende al edificio y hasta al asentamiento, abordando la región. En este caso se inscriben experiencias como el estudio de los márgenes posibles del Valle del Alto Aconcagua, Chile, dirigido por el arquitecto Rodrigo Pérez de Arce, el cual constituyó un aporte al Estudio de Planos Reguladores para Poblados del Valle del Alto Aconcagua, encabezado por el arquitecto José Rosas Vera.
“Su objetivo era recoger mediante instrumentos de representación gráfica, una visión arquitectónica del Valle, esto es una interpretación de sus valores espaciales y paisajísticos, de sus posibilidades latentes, de su contextura real, que pudiera servir de materia y referencia a los proyectos de planificación a realizarse en el área” (Pérez de Arce, 1996: 53)
Estas experiencias confirman la postura en cuanto a la arquitectura como producción académica del espacio habitable y no como productora solamente de componentes de dicho espacio habitable. Lo central de la arquitectura como disciplina, a mi modo de ver, es su condición prefigurante de realidades espaciales que expresan la interpretación de los valores ambientales y los modos de vida que en ellos se despliegan en un tiempo-espacio determinado.
Para realizar la práctica del oficio, el arquitecto recurre a su instrumento clave, el proyecto. Filosóficamente hablando, el proyecto tiene su esencia en su condición de anticipación de posibilidades, se define por su realización, es posibilidad de hacer o de pensar. He aquí donde radica su condición de acción social, en la práctica social que implica un hacer y un pensar, en un espacio-tiempo. Práctica proyectual que encierra la condición de reconocer recursos y limitaciones en el proceso de prefiguración de una acción futura, de una realización del resultado de la prefiguración. Para concretar su acción de prefiguración acude a la representación como lenguaje y como contenido de su proposición.
El proyecto arquitectónico es un producto cultural académico que se ubica en el campo de la producción social de posibilidades y cuya práctica puede ser caracterizada como una forma particular de acción social. A mi entender son estas las características propiciatorias para incursionar en el campo de la producción social de saberes, de conocimientos, descubrimientos e innovaciones que acontecen, o pueden acontecer, en el proceso de proyectación arquitectónica.
Vale la pena detenernos para analizar el significado de representación:
“Término de origen medieval para indicar la imagen o la idea. Occam define R. como aquello mediante lo cual se conoce algo y, en este sentido, el conocimiento es representativo y representar significa ser aquello con que se conoce algo [idea] R. es conocer algo, conocido lo cual se conoce otra cosa, en este sentido, la imagen representa aquello de que es la imagen, en el acto del recuerdo. R. causar el conocimiento del mismo modo como el objeto causa el conocimiento.
Kant : R. género de todos los actos o las manifestaciones cognoscitivas independientemente de su naturaleza de cuadro o similitud. En este sentido, los problemas inherentes a la representación son los inherentes al conocimiento en general o a la realidad que constituye el término objetivo del conocimiento, en otra dirección, los relativos a la relación entre las palabras y los objetos significados” (Abbagnano, 1987: 1015-1016) (Corchetes y subrayados nuestros).
Si aceptamos la premisa que el proyecto es representación de la realidad, es evidente que estamos involucrando la categoría conocimiento en el proceso de prefiguración de la realidad. Que ese conocimiento sea sistemático, que ordene y convierta los elementos de una situación original indeterminada en un todo unificado -definición de investigación de Dewey- que ese conocimiento sea filosófico, científico, artístico o religioso formará parte de las premisas de las que se parte para identificar los modos de obtención del conocimiento y las características de tal conocimiento, si se trata de demostraciones, de comprobaciones, de valoraciones o de revelaciones.
En el artículo citado de Pérez de Arce se afirma “El trabajo… en sus herramientas y métodos planteaba también una hipótesis central referida, esta vez, al valor propositivo de la representación arquitectónica” y aquí hace una cita de Solá Morales que establece “Dibujar es seleccionar, seleccionar es interpretar, interpretar es proponer” (Pérez de Arce op. cit. 53,61). He aquí un claro ejemplo de la definición de un punto de partida de la concepción del conocimiento, y por ende de la representación, que se está manejando. Una clara orientación hermenéutica sometida a una forma de ordenar la realidad para representarla.
En este punto nos encontramos con las dos dimensiones del proyecto arquitectónico: proposición de un artefacto y producción de conocimiento. Dos dimensiones como las caras de una misma moneda, la una no puede existir sin la otra. En la medida en que se propone un objeto, se produce conocimiento y este, a su vez, nutre la proposición al desarrollar la interpretación como proceso de abstracción a partir de la realidad constatada. Es este proceso el que da cuenta de los descubrimientos e innovaciones contenidas en cada proposición.
El problema de la relación investigación y diseño desde el punto de vista del proceso.
Para algunos, la investigación es un proceso que puede tener distintas acepciones y modalidades, según se aborde el problema de la condición disciplinar de la arquitectura y según su momento de inserción en el proceso de diseño arquitectónico.
Las acepciones vinculadas a la concepción de la arquitectura como “cierto tipo de terreno común para reencuentro de un cierto número de disciplinas” (Hillier y Leaman, 76:1) a partir de lo cual construyen el edificio epistemológico de la arquitectura, tienden a definir el momento de inserción, al menos en los siguientes términos:
Puede acompañar paralelamente la producción de la prefiguración del objeto arquitectónico tan sólo para nutrir el proceso y proveer el saber necesario y suficiente para resolver el problema de diseño. Este es el típico caso de investigar aspectos puntuales del problema, por ejemplo, las normativas para decidir el uso de una tecnología determinada (si fuese el caso de referirse a especificaciones de materiales de construcción).
Puede ser un proceso anterior al proyecto de arquitectura que configura de manera sistemática y organizada, un conjunto de saberes provenientes de otras disciplinas de apoyo al diseño (en ocasiones puede hasta aparecer ex post facto para constatar las proposiciones del diseñador). En este caso, el programa de diseño resulta el momento adecuado para incorporar gran parte de estos saberes; un proceso de consideración de todos los factores como herramienta de control del programa permite al diseñador verificar si ha cubierto todas las exigencias del proyecto, pero estrictamente como tal, como un control de factores intervinientes.
No hay coincidencia entre el proceso de investigación y el proceso de diseño. El investigador y diseñador se dedica a investigar un objeto determinado y a partir de sus conclusiones deriva hacia posturas, criterios e incluso hacia proposición de valores, cuantitativos o cualitativos, a las variables del diseño. La investigación es un momento intelectual, el diseño es otro y no coinciden como tales.
Por otro lado, las concepciones que definen la arquitectura como una disciplina, abordan el problema bien desde la perspectiva del estudio académico del ambiente edificado o bien desde la perspectiva de la arquitectura (entendida en su acepción del proyecto) como objeto de conocimiento en sí mismo. La diferencia aquí estriba en definir el objeto en términos del producto o en términos del proceso.
La postura que pretendo asumir en este ensayo estriba en definir que el objeto de prefiguración y el proceso de proyectación son indisociables y es precisamente su articulación lo que da lugar al proceso de generación de conocimiento. El momento del proceso de prefiguración es el momento de la investigación.
El proceso se caracteriza por su condición discontinua, no hay prelación, superposición o dominación de la razón sobre la creación, ni viceversa, pero sí hay un primer momento implantado por la producción de la primera idea y la primera imagen; a partir de allí la racionalización produce un primer momento de representación de la idea, de prefiguración de una realidad y de ahí en adelante, la razón asume el papel de convertidor de la creación en representación.
La biografía proyectual: una proposición para convertir la conciencia práctica en conciencia discursiva.
En este momento de la reflexión cabe una disertación acerca de algunos problemas epistemológicos recurrentes en materia de proposición arquitectónica. Aparte de las implicaciones de abordar la realidad con prenociones o prejuicios basados exclusivamente en condiciones subjetivas, personales, sin que se sometan a confrontación entre pares de la comunidad intelectual o problemas atinentes a la carencia de categorías debidamente definidas y articuladas a un corpus teórico coherente, en la práctica proyectual se plantea el problema del modelo transmitido en el proceso de enseñanza aprendizaje. La manera de aprender un oficio está, por lo general, ligada a la relación maestro-aprendiz en un proceso continuo de ensayo y error; ello no significaría problema si el proceso de enseñanza-aprendizaje no se convirtiese en una manera constante de comprobar los modelos elaborados por el docente que tienden a derivar en tipos, estereotipos y, si se me permite el término, hasta en arquetipos. En cualesquiera de los casos, el problema consiste en que el aprendiz tiende a reproducir el modelo y le cuesta mucho hacer la ruptura que le permita elaborar su propio modelo. Por supuesto que si se trata de un estereotipo estará cargado de prenociones y prejuicios establecidos por el maestro; si se trata de tipos, aunque hay un importante proceso de abstracción que permite establecer la confrontación intersubjetiva de la comunidad intelectual, el problema es que sigue siendo creación del maestro. Si se trata de arquetipos, el modelo resulta irrefutable, inexpugnable e intransformable. Difícil la tarea del diseñador de separarse del modelo del maestro para crear el suyo propio.
A esto alude la categoría de la biografía proyectual, método para reconocer e interpretar el recorrido proposicional y cognoscitivo del diseñador para elucidar sus condiciones para la construcción del modelo propio. Este método requiere una introspección en todo el proceso formativo hasta llegar al dominio del oficio, reconocer los modelos transitados y sobre todo, ser capaz de reconstruir los constructos básicos que subyacen la actividad propositiva del diseñador.
Aquí nos encontramos ante la situación de pasar de una acción social que se caracteriza por una conciencia práctica a una caracterizada por una conciencia discursiva. Normalmente se entiende por diseñador arquitectónico aquel que es capaz de manejar los códigos aprendidos para “efectuar la transición desde necesidades individuales, organizacionales y sociales a artefactos físicos” (Hiller & Leaman, 1976:6). Es en este sentido que se categoriza como conciencia práctica, en la medida en que reconoce un saber compartido, es eminentemente instrumental y está orientada a resolver situaciones concretas, consideradas únicas e irrepetibles; su discurso articula un conjunto de imágenes que proponen una situación futura del objeto materializable pero que no necesariamente explicitan los fundamentos de la acción, la trayectoria recorrida ni las consecuencias de las acciones.
Mientras “el teórico arquitectónico se preocupa por estudiar esta conexión [entre necesidades y artefactos] como realmente es y cómo ella se expresa a sí misma en la estructura de códigos del diseñador y en otras estructuras de código usadas en la interpretación y uso del ambiente” (Op-Cit.: 7). En este caso se trata de una práctica intelectual dirigida al producto de otro, no a la acción del diseñador, vista por el diseñador.
La proposición de la biografía proyectual hace coincidir al diseñador y al teórico en la medida en que explica una manera de relacionar la creación y la razón sin que se escindan en proceso irreconciliables, sino por el contrario se complementen de manera dialéctica. Es un método que permite pasar de la conciencia práctica a la discursiva.
Conciencia discursiva en la que el saber se somete constantemente a un proceso de racionalización que implica el registro continuo de la acción propia y la de otros autores, la certeza de que los otros actores intervinientes serán capaces de explicitar los fundamentos de su acción así como de realizar una reflexión que permita reconocer cómo las consecuencias de la acción se revierten sobre el mismo actor, los otros actores y el mundo de lo posible y lo vivido, finalmente, para otorgarle carácter de investigación, ser capaz de elaborar constructos teóricos para la interpretación y quizá para la explicación de la práctica proyectual.
El reto de plantearse la relación entre la investigación y el diseño no es tanto si es posible o no investigar en el interior del proceso de proyectación, (como si el problema fuese dilucidar cuál es el carácter de la acción, prefigurar realidades espaciales y obtener conocimiento sistematizado) el reto, insisto, es llegar a descubrir cómo es ese doble carácter del proceso de proyectación y por qué medios se explicita, se registra, se fundamenta y se produce la construcción de la abstracción para la producción teórica.
La investigación es una forma de práctica discursiva cuyo más alto nivel de producción se expresa en la capacidad de elaborar un constructo teórico, abstracción de múltiples experiencias concretas, posible de ser sometido a confrontación en futuras experiencias que permitan la elaboración de nuevas proposiciones y el avance del programa de investigación que se pretende desarrollar.
Para definir un programa de investigación.
Para finalizar expondré lo que considero serían los momentos fundamentales para un programa de investigación que se sustente en la premisa que hace coincidir al diseñador y al teórico en la medida en que aborda una manera de relacionar la creación y la razón:
La biografía proyectual. Es el momento para dilucidar cómo se produce el conocimiento en el proceso de producción de representaciones en la proyectación arquitectónica y cómo las ha producido el diseñador. El investigador tiene que reconstruir su historia como diseñador, detectando los componentes claves del modelo que ha pretendido seguir y haciendo un análisis crítico del modelo asumido, en términos de estereotipo, tipo o arquetipo para proceder a explicitar lo que serían los fundamentos de un modelo propio.
El momento para investigar: a partir de un tema determinado, siguiendo las pautas de la biografía proyectual, elucidar el proceso de investigación.
El primer momento de investigación y diseño: primera aproximación a la construcción del objeto de estudio/objeto de prefiguración arquitectónica.
El segundo momento de investigación: la construcción de la representación.
Para continuar la discusión.
Hemos sostenido que se pueden construir y desarrollar líneas de investigación en la maestría de Diseño Arquitectónico de nuestra Facultad, sustentadas en la posibilidad de la investigación en el interior del proyecto arquitectónico.
Hemos sostenido que es posible desentrañar la dialéctica entre la razón y la creación teniendo como mediación la práctica social del oficio del arquitecto que permite la producción del espacio habitable.
Ahora corresponde el proceso de confrontación, refutación y crecimiento de la proposición. La importancia de abrir este espacio de reflexión consiste en que nos ofrece una oportunidad para el debate académico en el ámbito del diseño arquitectónico y su vinculación con la investigación. Espacio largamente anhelado por investigadores y diseñadores de nuestro mundo académico.
Bibliografía.
-Abbagnano, Nicola (1987) Diccionario de Filosofía. México. FCE.
-Giddens, Anthony (1995) La Constitución de la Sociedad. Bases para la Teoría de la estructuración. Buenos Aires. Amorrortu, pp. 412
-Guitián Pedrosa, Carmen Dyna (1993) Sociología del Habitar. Ascenso a Agregado. Caracas. FAU-UCV, pp. 154.
-Hillier, Bill y Leaman, Adrian (1976) Architecture As A Discipline. Journal of Architectural Design. Vol. 5 N° 1. Marzo 1976. Versión en castellano traducida por Eduardo Miralles (1978)La Arquitectura como una disciplina. Laboratorio de Técnicas Avanzadas de Diseño. FAU-UCV. pp. 16
-Osborne, Peter (1995) The Politics Of Time. London, Citado por Jermy Till en Architecture in Space-time. Architectural Design Profile N° 124:9-13
-Pérez de Arce, Rodrigo (1996) Los Márgenes Posibles Del Valle Del Alto Aconcagua. El Valor Propositivo De La Representación Arquitectónica. Revista ARQ. (Chile) 34:52-61. Diciembre 1996