Carmen Dina Guitián Pedrosa

(Socióloga, Doctora en Ciencias Sociales, Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura de la UCV, Coordinadora Adjunta del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinadora de Investigación desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)

(Publicado en la Revista Tierra Firme (Venezuela), 19(75): 393-400, julio-septiembre 2001)

 (Si desea consultar otras publicaciones de Guitián Pedrosa Carmen Dina: ciscuve.org/?cat=4204)

 

Resumen.

“¿Es un simple método al servicio de una vieja disciplina o el advenimiento de otra manera de hacer y de ver la historia? …Reflexionar sobre la introducción de la encuesta oral en historia no es sólo discutir sobre metodología sino interrogar la evolución de las relaciones que nuestra sociedad mantiene con su pasado” (Joutard, 1986:8-9)

En tiempos de perplejidad histórica, de deconstrucción y disipación de la realidad, de invención de realidades mediadas por la tecnología, de posmodernismo descalificador de la razón, elegía de hedonismo y herejía del trabajo, preguntarnos de qué se trata la relación con el pasado, con el presente y con el futuro es una posibilidad para encontrar un camino dentro del laberinto cultural en el que nos hemos sumergido; pero no se trata sólo de tiempo abstracto, se trata del campo de existencia social del hombre en el que la relación espacio-tiempo constituye sustancia para su realización. Por ello, no sólo se trata del tiempo sino también del lugar; por ello, esa nueva manera de ver y hacer historia es indisociable de lo local y de lo regional, desde el hogar, la comunidad, la ciudad, la región histórica y/o geográfica, porque esas son las fronteras del hombre común a partir de cuya historia podemos reconstruir qué ha pasado con la sociedad.

Historia de actores sociales situados y fechados, constructores de su realidad social en el marco de la sociedad de la cual devienen y a la cual contribuyen a edificar.

 

Oral History, life experience within common man´s boundaries.

Abstract.

“Is it a simple method facilitating an old discipline or is it the outcoming of a new way of making and seeing history? …Thinking about the introduction of oral surveys in history is not only a matter of methodological discussion but a matter of questioning the evolution of the relationship that our society maintains with its past.” (Joutard, 1986:8-9) -our translation –

In times of historic perplexity, of deconstruction and dissipation of reality, of invented realities, of a postmodern disqualification of reason, of hedonism enhancement, of labor as heresy, asking ourselves what is the relationship with the past, with the present and with the future may be a possibility to find a way within this cultural labyrinth in which we are submerged. But it’s not a matter of abstract time, it is a matter of man’s social existence field in which space-time relationship constitutes substance for its accomplishment. That’s the reason why it`s not only time but also place, that’s the reason why this new way of making and seeing history is inseparable from local and regional situations; from this point of view, common man’s boundaries such as home, community, city, historical o geographical region constitute the points of departure to establish the relationship between history and society.

History of social actors in a time and in a place; they are the builders of their own social reality in a society to which they belong and which they edify. It is the time and place of oral history.

– Joutard, Philipp (1986) Esas voces que nos llegan del pasado. México. FCE

 

Historia  Oral, la experiencia vivida en las fronteras del hombre común [i]

Si uno le pregunta a cualquier persona ¿qué es la historia? probablemente contestará “los hechos del pasado”. Si uno le pide “Cuénteme su historia” probablemente comenzará con la infancia, intentando llegar progresivamente al día de hoy, pero en el camino recordará cosas, eventos, situaciones, personas, edificios, ciudades, pueblos, caminos, rupturas, muertes, tragedias que atentarán constantemente contra ese orden cronológico que no le hemos exigido; porque contar historias es memoria reconstruida de experiencia de vida en el mundo y estará marcada por la significación que el sujeto otorgue a los momentos, a las personas, a los lugares, a los sentimientos, a los éxitos, a los fracasos.

 

Hacer historia no dista mucho de eso. Nos hemos empeñado en querer circunscribir la historia a los documentos sellados y certificados por autoridades de todo tipo, nos hemos empeñado en desconocer la pasión y el dolor, la sensibilidad y la fé y tratamos de reducir todo a una razón crítica, pura, abstracta, ineludiblemente vinculada a un destino, para eso es la historia, para cumplir con un destino o al menos, con el destino de unos cuantos que detentan el poder de contar la versión “real” de la historia. Cuando el destino se cuestiona y se disipa llegamos a una conclusión, “es el fin de la historia”. Si lo que se ha acabado no es la historia, es ese destino predeterminado del siglo diecinueve, la ciencia y la tecnología conducen al progreso infinito, el sujeto histórico se encargará de realizarlo.

 

Hoy, sin destino y sin sujeto histórico, la sociedad occidental contemporánea está descentrada y mucho más lo está el individuo a quien le hicieron creer que tenía un reino de libertad y privacidad invencible; hoy, cuando más depende de los sistemas expertos (acueductos, drenajes, metro, teléfono, aeropuertos, hospitales, etc,) de los artefactos y de la división del trabajo para vivir. Cuando cada vez más su vida se parece a la de cualquier ciudadano que trabaja en una fábrica, vive en un barrio obrero, lee un periódico vespertino, se viste con bluyines y va en Metro a su lugar de trabajo todos los días pero, al mismo tiempo, tiene una vida en la que mantiene a una familia numerosa, católica, devota de la Virgen del Carmen, vive en un barrio en el que tuvo que construir – y aún construye- su vivienda en una empinada colina, se sirve de un “yicero” (conductor de vehículos rústicos que suben las empinadas cuestas de los barrios urbanos de Caracas), juega a remates de caballo todos los sábados y domingos, baila salsa, merengue y joropo, su abuela lo levantó vendiendo arepita dulce y nunca se pierde la cervecita en la bodega, mientras echa coco con sus panas (amigos)[ii].

 

Después de transitar por un mundo lleno de sujetos históricos, motores de la historia, conductores de los grandes procesos revolucionarios, imbuidos de un modo de vida industrial urbano moderno en el que la tecnología sería progreso; el arte, la realización de la vida; la religión se quedaría dentro de la casa y la filosofía, asunto de intelectuales, ya no queda sino el hombre común y corriente que construye su ser social en su relación con los otros hombres y en su relación con el mundo, que no sabe cuál tecnología le produjo el cáncer en el pulmón, que no entiende ni le gusta esa pintura de puras rayas y colores opacos, que se prepara para celebrar el jubileo del 2.000 con la esperanza de que se le perdonen todos los pecados y lee a Trincado, ansioso de encontrar las respuestas que nunca le dieron en la escuela.

 

He aquí que el sujeto social sustituye al sujeto histórico y el destino se convierte en una diáspora de sueños, utopías, objetivos y metas que no necesariamente conducen a un único proyecto societal sino que constituyen un campo de negociaciones donde cada quien presiona para obtener su espacio, unos con más poder que otros pero siempre poniendo en el juego la tensión entre el conflicto y el consenso. Lo múltiple y lo diverso está tomando el espacio de lo hegemónico así como lo local y lo regional luchan por el reconocimiento de su condición histórica, social, económica y política. Diferenciación y descentralización son ya instrumentos participantes de la negociación, irreductibles e irrenunciables, so peligro de romper la tensión entre consenso y conflicto.

 

Paradoja de un mundo globalizado que no puede subsistir sin la articulación entre lo local y lo mundial, sin los comerciantes ambulantes que acercan las mercancías producidas por las grandes corporaciones a los mercados de los pobres de América Latina, sin Amnistía Internacional que no da tregua a los violadores de los derechos humanos y arremete contra Pinochet para amedrentar a quienes quieran repetir la experiencia (quizá por eso ahora empezamos a ver versiones de “autoritarismos democráticos” o la legitimación de la concentración del poder y el aniquilamiento de la oposición); sin las miles de microempresas familiares  de los japoneses sobre las que descansa una de las producciones automotores mas grande del mundo. Un mundo globalizado en el que los franceses se aferran al catolicismo para defenderse de los migrantes musulmanes. Es el mundo en el que el aleteo de una mariposa en Hong Kong tiene consecuencias en Nueva York.

 

Esta realidad, única en la historia de la humanidad y múltiple en sus expresiones y vivencias es la que debemos historiar, cuidándonos de las trampas de los inventores de realidades, aquellos que usan el poder de sus medios para hacernos pensar que lo local ya no existe, que el hombre común no tiene arraigos de lugar o de tiempo o simplemente que la cibersociedad ya es el nuevo modo de vida del hombre contemporáneo y ha arrasado con la familia, el barrio, el bar de la esquina y la casa del partido. Muchos peligros acechan al historiador de la vida real, debe mantenerse alerta para distinguir entre la realidad y la ficción.

 

En un viejo artículo de Denzin publicado en American Sociological Journal recuerdo que el autor explicaba el surgimiento y el auge de las teorías interactivas por la creciente importancia que le otorgaba la sociedad a la comunicación y a propósito de ello decía que las ciencias sociales se desarrollan impulsadas por las propias tendencias que impone la sociedad, que cuando un método, una técnica o una teoría adquiere peso en la comunidad científica es porque responde a las exigencias de la producción de lo social que los actores de una sociedad realizan. Eso mismo sucede con la historia oral y es un texto de Philippe Joutard el que mejor lo ilustra:

“¿Es un simple método al servicio de una vieja disciplina o el advenimiento de otra manera de hacer y de ver la historia? Los ingleses, italianos y alemanes adoptan con gusto la segunda hipótesis. Para pedirles prestada una expresión a estos últimos, la historia oral sería otra verdadera historia, soporte de la sociedad del mismo nombre. la cuestión no interesa sólo al mundo estrecho de los especialistas y profesionales sino a todos los que conocen el papel central desempeñado por la historia en nuestra cultura. Reflexionar sobre la introducción de la encuesta oral en historia no es sólo discutir sobre metodología sino interrogar la evolución de las relaciones que nuestra sociedad mantiene con su pasado” (Joutard, 1986:8-9)

 

En tiempos de perplejidad histórica, de deconstrucción y disipación de la realidad, de invención de realidades mediadas por la tecnología, de posmodernismo descalificador de la razón, elegía de hedonismo y herejía del trabajo, preguntarnos de qué se trata la relación con el pasado, con el presente y con el futuro es una posibilidad para encontrar un camino dentro del laberinto cultural en el que nos hemos sumergido. Pero no se trata sólo de tiempo abstracto, se trata del campo de existencia social del hombre en el que la relación espacio-tiempo constituye sustancia para su realización. Por ello, no sólo se trata del tiempo sino también del lugar; por ello, esa nueva manera de ver y hacer historia es indisociable de lo local y de lo regional, desde el hogar, la comunidad, la ciudad, la región histórica y/o geográfica, porque esas son las fronteras del hombre común a partir de cuya historia podemos reconstruir qué ha pasado con la sociedad. Historia de actores sociales situados y fechados, constructores de su realidad social en el marco de la sociedad de la cual devienen y a la cual contribuyen a edificar. Sin esta hipótesis basal de la condición productora de lo social por parte del actor, no tiene sustanciación la epistemología de la historia oral.

 

Expuestos los parámetros del paradigma de lo social del cual partimos, veamos sus condiciones antropológicas. Es la relación social la artífice de la producción del mundo de la vida del hombre. Es una relación entre los hombres, que no admite mediación más que a sí misma, pero también es una relación posibilitada por la comunicación. La comunicación consigo mismo, la comunicación con los otros hombres y la relación con el mundo. Todo ello es posible por las condiciones biológicas, cerebro, sentidos y corporeidad; por las condiciones psicológicas, personalidad, el yo; por las condiciones sociales, sociedad estructurada y relaciones sociales y por las condiciones culturales, representación colectiva compartida de objetividades y subjetividades, en el tiempo y en el espacio.

 

Ahora corresponde el turno a la psicología ambiental para aclararnos el panorama. Es sólo a través de los sentidos que el hombre se comunica con el mundo, con el ambiente en el que está inserto. Incluso cuando inventa artefactos para comunicarse, ellos no son más que extensiones de sus propias capacidades biológicas. A través de los sentidos percibe el mundo, a través de la sociedad  lo constituye y vive en él y a través de la cultura lo interpreta y lo convierte en conocimiento transmisible y evaluable. Así, es capaz de comunicar tanto el proceso como el resultado.

 

Pero es finalmente la sociología de lo vivido la que ofrece la plataforma para vincularnos con la historia oral. Relación y comunicación, eventos y procesos constituyen la sustancia de la experiencia vivida y es la búsqueda, el registro, la sistematización, la construcción y la interpretación de la experiencia vivida de lo que se trata la historia oral. Las versiones de la experiencia vivida se construyen en función de la manera cómo se capta, cómo se interpreta y cómo se comunica la información.

 

Así como nos nutrimos de distintos campos del conocimiento científico para reconocer todas estas formas de percepción, interpretación y comunicación, también podemos acudir a otros tipos de conocimiento para penetrar la historia, el conocimiento religioso, el conocimiento artístico y el conocimiento filosófico y ello tiene que ver con el rescate de la subjetividad del investigador, con el derrumbamiento de los obstáculos entre el investigador y el investigado. El investigador es capaz de reconocer la experiencia vivida porque él tiene una propia. Aquí atentamos contra el principio de la objetividad de la ciencia, del cartesiano modo de dividir el mundo entre razón y pasión, entre sensibilidad y sensatez, entre arte y ciencia, problema que jamás se plantearon los griegos, mucho menos los chinos; sólo la sociedad occidental moderna hubo de desarrollar un tal concepto de racionalidad con arreglo a fines que la llevó a desglosar, a analizar más que a reunir y sintetizar. Por eso nos cuesta tanto abordar la historia oral como expresión de una síntesis de lo social en la experiencia vivida de cada actor social.

 

Desde el punto de vista de los actores

1.-La historia oral prevalece en las sociedades que no han estructurado una tecnología de la palabra escrita, la escritura. Por lo que asume el papel de revelar la experiencia vivida el mito, la leyenda y los cuentos como formas de narración de lo acontecido en la sociedad. El papel de personajes como el “Griot” africano asume aquí una importancia fundamental para garantizar la transmisión del acervo cultural de la sociedad, de su historia, de sus representaciones y para constatar cómo se han transformado las relaciones de esa sociedad con sus tiempos y sus espacios. No sólo qué aconteció sino por qué los hombres construyeron esa realidad social, qué buscaban, cuál era el destino deseado y cuál fue el destino logrado; contado no sólo en versiones para el rey, también con las manera cómo se pretende que se interprete la historia, para eso se construyen los mitos; también narrado para acercar a los hombres y a los dioses a la vida cotidiana, para eso se construyen las leyendas; para narrar la vida cotidiana de los hombres, para eso se construyen los cuentos.

 

2.-En las sociedades contemporáneas, urbanas, industriales, modernas, la historia oral dirige su mirada a la experiencia vivida de los no-héroes, de los no-dirigentes, de los no-conductores, de los condenados de la tierra, de los hombres comunes y corrientes que en tiempos de guerra mueren en el campo de batalla y en tiempo de paz viven para producir lo social.

 

Desde el punto de vista del conocimiento.

1.-Puede estar vinculada la historia oral a un paradigma de producción de conocimiento como es el caso del método biográfico, o

2.-Puede convertirse en una técnica de recolección de información para construir una de las muchas fuentes de información histórica junto a los documentos escritos o icónicos, las series estadísticas, la hemerografía o las genealogías.

 

Desde el punto de vista de su aplicación.

Múltiples son los campos en los que se pueden aplicar los resultados de proyectos de investigación de historia oral.

1.-La educación.

 Aplicable en todos los niveles de la educación.

* Muy importante para construir las fuentes de historia local y regional aplicadas a los distintos niveles de la educación formal y de los procesos de formación ciudadana.

*Para la relación entre la escuela y la comunidad, la historia oral establece el puente que permite a la comunidad no sólo entrar al aula sino también equilibrar el poder de la escuela y el poder de la comunidad, muchas veces minimizado este último por la fuerza de la legitimación del saber técnico frente a la debilidad del reconocimiento del conocimiento común.

*Para nutrir los procesos de enseñanza-aprendizaje de las asignaturas formales con la experiencia vivida de la familia, la comunidad, la ciudad, la región. Los ejemplos en México y Los Estados Unidos son numerosos y enriquecedores.

* Para construir la relación entre la sociedad y sus tiempos y sus espacios.

 

2.-La salud.

*Para la relación entre el ambulatorio y la comunidad, la historia oral establece el puente que permite a la comunidad no sólo entrar al consultorio sino también equilibrar el poder del médico y el poder de la comunidad, muchas veces minimizado este último por la fuerza de la legitimación del saber técnico frente a la debilidad del reconocimiento del conocimiento común.

*Para hacer registros de mortalidad y morbilidad que jamás han sido llevados a cabo.

*Para conocer la etnomedicina de la comunidad y el saber popular de medicamentos naturales.

*Para conocer los obstáculos más importantes que tiene la población para aceptar la medicina occidental.

*Para conocer la relación entre prácticas religiosas y prácticas de salud y así reconocer las formas de valoración que la población otorga a estas prácticas.

* Para conocer las representaciones colectivas fundamentales acerca de la vida, la muerte, la salud, la enfermedad, el dolor. No todos los grupos se representan a sí mismos estas condiciones de la salud humana de la misma manera.

 

3.-El espacio habitable.

*Para conocer las prácticas constructivas tradicionales de la comunidad, el uso de materiales, la disposición de los espacios en relación con su modo de vida, la agrupación de unidades de vivienda en condominios familiares, vecinales, de paisanos, etc.

* Para conocer las formas de asentamiento en la comunidad, cómo se escoge el lote, cómo se acondiciona para la construcción; también cómo se procede a ocupar los lotes de terreno, cómo fue el proceso de consenso y conflicto para apropiarse de los terrenos.

*Para conocer cómo la comunidad logra el reconocimiento urbano de las autoridades municipales. Cómo fue la lucha por ese reconocimiento, por la obtención de servicios básicos de agua, cloacas, electricidad, vías, transporte interno y transporte conector con la ciudad o el centro poblado al cual se articulan.

En fin, para conocer las formas de apropiación del espacio y los procesos de articulación del mundo construido y del mundo de vida.

 

4.-Para el rescate del acervo cultural de los pueblos y la valorización de su historia como patrimonio cultural intangible.

Muchas pueden ser las aplicaciones de la historia oral a las distintas dimensiones de la existencia social en nuestras sociedades contemporáneas plenas de diversidad cultural, política, económica y social. La historia de los que llegaron y de los que se fueron, la historia de los encuentros entre los distintos, de los que vienen para quedarse, de los que vienen para visitar; la historia de la transformación de las actividades económicas, (de cómo pasaron de ser recolectores agrícolas a paleros de río para recoger arena para la construcción de la ciudad moderna) las transformaciones del modo de vida, la historia de la violencia, la historia del azar y la necesidad, la historia de los gallos, la de los velorios. Las fiestas y la producción de representaciones colectivas en el tiempo extraordinario.

 

Cada versión de la historia oral es memoria reconstruida para relacionarnos con el pasado, el presente y el futuro así como para reconocernos en nuestro territorio y ser capaces de reconocer a los otros en su tiempo, su lugar y su existencia social.

 

 

 

Bibliografía.

-Guitián Pedrosa, Carmen Dyna (1999) Biografía y sociedad: una lectura desde la sociología del habitar. Tesis Doctoral. Mención Honorífica. Doctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, Universidad Central de Venezuela, Tutor: Dr. Víctor Córdoba.

-Joutard, Philipp (1986) Esas voces que nos llegan del pasado. México. FCE

 

 


[i] Esta disertación está basada en mi Tesis Doctoral (Guitián,1999)

[ii] “Echar coco” es un juego popular que consiste en que cada jugador tiene un coco en la mano y lo choca contra el del contendor, el primero que logra romper el coco del otro es el ganador. También significa alardear en lenguaje coloquial popular. En el texto se usa en ambos sentidos pues los pobladores pueden estar jugando y alardeando al mismo tiempo.

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