
Enrique Alí González Ordosgoitti
(Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB, del Instituto de Teología para Religiosos-ITER, del CEJ y de la SVAJ, Coordinador del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinador General desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)
(Publicado en: González Ordosgoitti Enrique Alí (1997).-El Laberinto Cultural Venezolano. Otros Tapices. Recordando a Don Mario Briceño Iragorry. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, CISCUVE, CONAC, pp. 254, páginas: 41-44 y Revista Familia Cristiana Digital, febrero 2012)
A veces tu silueta me alza en vilo
y me arroja pronto a los azules.
Soy transparente
en la liviandad
de los recuerdos
que marchan
tras la lentitud
del dejar de ser.
(17.03.97)
Introito.
Una de las fortalezas actuales que puede convertirse en debilidad de manera imperceptible, es el abundante volumen de información al cual tiene acceso un lector promedio de la densa red de las TIC (Tecnología de la Información y la Comunicación). La debilidad surge cuando no se discierne adecuadamente entre la información sustancial esencial; la información sólo coyuntural y la información basura. En procura de este discernimiento las organizaciones punta de la sociedad cada vez le dan mayor relieve a los Analistas de Información, quienes por destreza y vocación serían los encargados adecuados para realizar dicho discernimiento.
Tales dificultades se observan cotidianamente en la vida universitaria cuando el necesario afán de actualizarse, no va aparejado del obligatorio dominio de los autores y documentos clásicos del área de estudio específico del profesional, generando opiniones superficiales, con escasa potencia para iluminar la hipercomplejidad de los problemas sociales actuales. Es en esa dirección que se inscribe el actual artículo, una Ponencia presentada por mi ante la UNESCO hace exactamente treinta años (Ponencia presentada en la «Reunión del Comité de Expertos Gubernamentales sobre la Salvaguardia del Folklore». Delegación de Venezuela, París, mimeo, Casa de la UNESCO, 22-26 febrero de 1982), cuya circulación en el país ha sido escasa por no decir inexistente, pero en la que se abordan asuntos estructurales para la caracterización del Folklore, entendido como la cultura popular tradicional de las comunidades criollas.
I.-
Estimados colegas expertos de diferentes países, el presente papel de trabajo acerca de unas breves reflexiones sobre la experiencia venezolana en el campo de la salvaguardia del folklore, no tiene mayor finalidad que el asentar por escrito algunas observaciones que nos preocupan y permitir así, a ustedes, un análisis más o menos paciente de las mismas, meta que sería muy difícil de alcanzar si sólo nos limitáramos a decirla en forma oral. Dichas inquietudes forman parte de un conjunto de intenciones y pistas, que en nuestro quehacer científico y práctico se nos han ido formando en el decurrir diario de nuestras tareas. Para evitar transmitirla de la manera desordenada como bullen en mi mente, recurriré al orden que el documento central de esta reunión señala:
“(…) los diferentes aspectos que implican la protección del folklore se referían a su definición, identificación, conservación, salvaguardia y explotación”. (UNESCO/CPY/TPC/I/3)
1.-En cuanto a la definición.
La revisión de los resultados que arroja la encuesta diseñada por la UNESCO, en lo que concierne a la definición del folklore, nos lleva a aseverar que entre los rasgos caracterizadores de dicho hecho cultural, no presenta particular relevancia los sujetos sociales que lo producen, es decir: la comunidad. Esta apenas se menciona implícitamente en la frase “consenso colectivo”. El hecho de no especificarse podría llevarnos a preguntar; ¿quienes hacen folklore?, ¿toda la nación-estado?, ¿o sectores de ella?, ¿los adultos?, ¿los jóvenes?
Para nuestro país, para nosotros habitantes del Tercer Mundo, la respuesta a dichas interrogantes presenta excepcional importancia y más aún en el caso de los latinoamericanos, de ahí la necesidad de presentar algunas aseveraciones al respecto. Es indudable que en nuestras sociedades, el folklore no es realizado por todos los pobladores del país, sino por sectores específicos del mismo que forman parte de los estamentos populares. Y dichos estamentos se caracterizan a su vez por presentar un profundo grado de mestizaje cultural, que en nuestro caso, se refiere a las mezclas ocurridas entre las culturas indígenas americanas, las culturas de orígen africano y las culturas de origen europeo (hispanas, lusitanas, inglesas, francesas y holandesas).
Estableceríamos así, que las características de la cultura folklórica, de acuerdo a los sujetos sociales que la producen serían:
-qué es una cultura popular (en el sentido de hecha por el pueblo y para el pueblo)
-es realizada por una sociedad mestiza o “criollizada”.
Con esto pensamos responder a dos equívocos: uno; el de confundir culturas folklóricas con culturas indígenas o aborígenes, pues si bien ambas son Culturas Populares Tradicionales, la segunda se da en una sociedad con una fuerte identidad étnica, formada en el transcurso de cientos de años, que no ha sufrido ningún proceso de aculturación forzada, mientras la primera se efectúa en una sociedad producto de la mezcla compulsiva de culturas, incluyendo a veces procesos de aculturación forzada y planificada.
El otro equívoco es el de tomar un rasgo exterior o formal de la cultura, aislarlo del contexto social y entonces proceder a estudiarlo o compararlo dentro de cualquier ámbito de la sociedad. Es lo que sucede por ejemplo cuando se extrae la característica de lo tradicional en el hecho folklórico y entonces comienza a identificarse lo tradicional en cualquier hecho cultural y así se llega a la conclusión de que en todos los fenómenos culturales existe lo folklórico, hablando entonces de folklore del futbol, folklore de los eventos de discusión (Congresos, Seminarios, etc.).
Recalcamos que lo tradicional, o lo oral, no puede ser sustraido de su contexto social, pues entonces lo cosificamos, lo convertimos en “cosa”, lo enajenamos de lo propiamente humano que es su cualidad esencial.
Recapitulamos: Folklore es la Cultura Popular Tradicional de aquellas comunidades que han sufrido un proceso de mestizaje cultural. Y posee como rasgos distintivos, la oralidad, “puede ser una creación colectiva o individual, pero en este caso, es necesaria la expresión del consenso colectivo”, tiene “carácter impersonal, anónimo, empirismo de la transmisión”.
En relación al uso de la palabra folklore preferimos seguir utilizándola, ya que si bien puede traer recuerdos colonialistas (como afirman los colegas de África), nosotros pensamos y así está demostrado por la lingüística histórica, que el significado de las palabras marcha paralelo al decurrir histórico y que si bien en un momento pudo significar situaciones negativas, hoy puede servir para lo contrario: anunciar la era de la revalorización de las culturas de los pueblos del mundo.
2.-Acerca de la Identificación del Folklore.
2.1.-Aspectos comprendidos por el Folklore.
Siendo para nosotros un hecho cultural en toda su amplitud y complejidad, corre por lo tanto con las características de las manifestaciones culturales. Y en este caso, utilizamos el ya célebre concepto de cultura definido por el antropólogo inglés Edward Tylor en el siglo XIX: “cultura es todo lo que hace el hombre”. Entonces el folklore comprenderá todos los aspectos (que resumiendo las características anteriormente señaladas), produzcan los sectores populares mestizos de una sociedad dada.
2.2.-Formación del personal.
En el campo de la formación de personal especializado para la investigación, docencia y difusión del folklore, se notan grandes deficiencias producto a nuestro modo de ver, de dos actitudes generalizadas en la relación que se establece con los hechos folklóricos: una; que se da en los Institutos de Educación Superior y Universidades, que consiste en advertir ribetes de colonialismo existente en el término folklore y por lo tanto se huye de su sóla mención, dejando así el campo abonado para que dichas manifestaciones, que serían esenciales en el momento de reivindicar la identidad nacional, permanezcan carente de estudiosos de sólida formación científica. La otra actitud parte del supuesto de que la cultura folklórica es simple y sencilla y que entonces cualquiera, sin ninguna formación docente, puede enseñarla, o difundirla por cualquier medio de comunicación de masas, sin tener un mínimo de información documental seria y sostenida, ya que la cultura folklórica, según esas personas, puede ser descrita y explicada a través de lugares comunes de la conversación cotidiana.
Para derrotar esas actitudes habría que diseñar toda una serie de políticas culturales que tuviera como norte, la revalorización de la Cultura Folklórica, pero de esto ya hablaré más adelante, en el punto titulado, preservación del folklore.
Queda sólo por señalar la necesidad que tiene cada país de poseer un Centro de Formación de Especialistas de Folkore, la experiencia de Venezuela, donde contamos con el Centro de Formación Técnica en Etnomusicología y Folklore (CEFORTEC), adscrito al Instituto Nacional de Folklore (INAF) y al Consejo Nacional de la Cultura (CONAC), demuestra que una institución de esas características es positiva para la nación.
3.-Preservación del Folklore.
En el tema de la preservación del folklore damos por sentada la necesidad de que cada país disponga de entes especializados para la atención de la Cultura Popular Tradicional en general o de la Cultura Folklórica en particular. Partiendo de ese supuesto, prosigo a señalar tres (3) problemas que a menudo se nos presentan en el camino de preservar la Cultura Folklórica. Dichos problemas son:
-el sistema de educación oficial del país.
-el folklore fuera de su ámbito.
-el derecho de las comunidades a disponer el destino de sus conocimientos y habilidades tradicionales.
3.1.-El sistema de educación oficial del país.
Por tener la Cultura Folklórica como características principales de su transmisión el que no utilice ninguna metodología específica; que sea dinámica; que se base en la interacción informante-informado; utilice la práctica; la casualidad; en fin de cuentas que sea informal; es indudable que presenta un contraste con el sistema de educación oficial de un país, el cual es eminentemente formal, es decir se transmite obedeciendo determinada orientación metodológica, tiene intencionalidad, es dirigido, etc. Del choque entre estas dos maneras de educar se han generado numerosos problemas y deformaciones para con la cultura folklórica.
Desde el punto de vista de la educación oficial, la educación informal que trae el educando de su hogar y comunidad, es un obstáculo más que una posibilidad, y por lo tanto hay que tratar de que sea olvidada lo más pronto posible, comenzando así un proceso que culminará cuando el estudiante rechace las características de su cultura familiar y local. Si a esta situación agregamos el dato de que hay países en los cuales el porcentaje de escolaridad (al menos hasta los primeros grados) es alta, se verá mejor el gran daño que la educación formal puede inferirle a la Cultura Folklórica.
Ahora bien, por supuesto que no se puede exigir -ni es deseable- la eliminación de la educación oficial, sino lo que si hay que hacer hincapié, es en diseñar una nueva relación entre esos dos tipos de educación.
En Venezuela, por ejemplo, el Ministerio de Educación está realizando el Proyecto de Educación Básica, que abarca desde el primero hasta el noveno grado y en los cuales se ha incluido como materia obligatoria que abarca todo el proceso, a la Cultura Folklórica, teniendo cuidado de respetar las peculiaridades regionales y hasta locales de la cultura folklórica, logrando esto a través de la presentación de objetivos con contenidos abiertos, a fin de que estos sean llenados por los docentes, a partir de las realidades de sus propias comunidades y no por contenidos decididos sólo a nivel de la capital del país. Es decir, la experiencia nos dice que si es posible plantear una relación fructífera entre educación oficial y cultura popular, siempre que la primera respete las características informales, espontáneas de la cultura folklórica.
3.2.-El Folklore fuera de su ámbito: la proyección folklórica.
Aquí queremos referirnos a un problema de vital importancia, es el uso del folklore fuera de su ámbito, lo que nosotros llamamos la proyección folklórica. Es acertado señalar que aquí el problema no es tanto de quienes producen el folklore, sino de quienes lo consumen. Y al hablar de consumo, nos viene a la mente esa definición que afirma que nuestras sociedades modernas son sociedades de consumo, donde todo es convertido en mercancía. ¿Cómo evitar que el folklore se convierta en mercancía?, o mejor dicho ¿es posible evitar ese proceso?
La solución a esas preguntas ofrece un panorama complejo de posibilidades y limitaciones, es imposible pretender dar respuestas que sirvan de panacea para evitar esa mercantilización, pero pensamos que si es posible parar ese proceso. En el caso de Venezuela, vuelvo con Santo Tomás “ver para creer”, hemos realizado algunos intentos como los siguientes:
-una campaña permanente de difusión de los auténticos valores de la cultura folklórica, donde se asienta entre otras cosas la historia del origen de esos hechos culturales, de su importancia para el país, el que solamente hacen folklore los miembros de la comunidad y que cuando este es extraído de su contexto ya no es folklore sino proyecciones;
-tratamos que las presentaciones de los grupos folklóricos originales o de proyección folklórica, vayan acompañadas de un mínimo de didáctica que le permita al público comprender que está ante una manifestación cultural importante;
-prestamos asesorías a instituciones, grupos o individualidades que así lo requieran, siempre que se comprometan a no realizar uso comercial con los materiales suministrados.
3.3.-El derecho de las comunidades a disponer el destino de sus conocimientos y habilidades tradicionales.
Aquí queremos referirnos al derecho que poseen las comunidades a señalar el destino de sus conocimientos y habilidades tradicionales. Incluimos dentro de estos derechos no sólo el de autor o de propiedad intelectual, que quizás nos remita solamente a los hechos artísticos (danza, música, artes plásticas, literatura, etc.), sino también a conocimientos empíricos de aplicación práctica a la medicina, o a la farmacología, o al vestir (tintes especiales, modelos de corte, etc), o a la artesanía (fabricación de instrumentos musicales, modelos de corte). Habría que pensar incluso en derechos de patente industrial a nombre de la comunidad donde se originó el conocimiento.
Quisiéramos ahora finalizar haciendo, en nombre de Venezuela, dos proposiciones a la Asamblea:
Primera: Que los resultados de este Encuentro sirvan no sólo para salvaguardar el folklore, sino también las culturas indígenas o aborígenes, ya que ambas culturas (la folklórica y la indígena), forman parte de las Culturas Populares Tradicionales del Mundo.
Segunda: Que dada la creciente urbanización del mundo, adquieren fundamental importancia los procesos de creación de Culturas Populares Urbanas, las cuales, si bien poseen elementos de las Culturas Populares Tradicionales, estos no son los únicos que las conforman, antes bien, nos atrevemos a asegurar que factores contemporáneos influyen mayoritariamente.
Por todo lo dicho planteó que la Asamblea haga suya la necesidad de que la UNESCO convoque a un encuentro para comenzar a debatir dicho fenómeno y asegurar así su justa comprensión para regocijo de la enorme cantidad de personas hacedoras de dichas Culturas Populares Urbanas.
Pedimos mil disculpas por el precioso tiempo de atención que nos dispensaron.
Muchas gracias, Sr. Presidente.