Enrique Alí González Ordosgoitti

(Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB, del Instituto de Teología para Religiosos-ITER, del CEJ y de la SVAJ, Coordinador del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinador General desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)

(Referencia del Texto: 1)Ponente y Responsable de la «Mesa de Cultura Urbana» en el II Foro en Defensa de la Ciudad de Caracas, patrocinado por la UCV y la Federación de Comunidades Urbanas (FACUR), realizado en Caracas en el mes de noviembre. Ponencia Central de la Mesa Cultura Urbana, 1987.

2) Publicado en: Enrique Alí González Ordosgoitti (1991).-Diez Ensayos de Cultura Venezolana. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, Asociación de Profesores de la UCV, páginas: 77-86       y

3) Publicado en: Enrique Alí González Ordosgoitti (1997).-Diez Ensayos de Cultura Venezolana. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, Asociación CISCUVE (Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela), Dirección de Desarrollo Regional del CONAC, páginas: 77-86)

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6.1.-Justificación.

     El que en un foro dedicado a analizar los problemas de la ciudad exista una mesa para discutir la cultura urbana, parece ser algo de estricta lógica. Razón por la cual, en este II Foro en Defensa de Caracas, se decidió abrir un espacio para la específica discusión acerca de los haceres y quehaceres de la cultura en nuestra urbe.

     El problema se nos presenta al preguntarnos: ¿cuál es la específica discusión sobre cultura urbana?, ¿a qué realidad pretendemos dirigirnos con la noción: cultura urbana?

     No vamos a intentar precisar nuestro objeto de estudio a partir de una discusión enteramente conceptual que -a más de ser interesante- nos alejaría sensiblemente de la posibilidad de delimitación, ya que el alcance de dos conceptos tan polisémicos (cultura y urbana), se nos revelaría inabarcables.

     Hemos preferido abordar esa delimitación tomando como eje central uno de los objetivos fundamentales que definen el PARA QUÉ de este evento: los vecinos de la ciudad de Caracas y su participación en la dirección de sus actividades ciudadanas.

     Siendo este nuestro eje, reconoceremos entonces que dentro de la diversidad de modos y maneras presentes en la totalidad del hecho cultural, es posible distinguir -teóricamente- la posibilidad de agrupar (como guía cognoscitiva) tal multiplicidad en un número menor de agregados, que a imagen de los sub-conjuntos matemáticos, nos permitirán aprehender la realidad en partes definidas pero no definitivas. A esos agregados los llamaremos Campos Culturales y reconoceremos la existencia de tres (3) de ellos en el ámbito de la cultura urbana: el Campo Cultural Académico, el Campo Cultural  Masivo y el Campo de la Cultura Residencial.

 

     El Campo Cultural Académico, conformado por todas las diversas maneras del saber formal, público o privado y que tiene en el actual sistema educativo oficial su expresión más representativa.

 

     El Campo Cultural Masivo, conformado por todo el instrumental de medios que producen, circulan y consumen hechos culturales sobre grandes densidades poblacionales, bien sea visual o audiovisualmente. La radio, TV, cine, prensa, son algunos de sus más fieles exponentes.

 

     Finalmente el Campo Cultural Residencial, el cual abarca los hechos culturales que se producen en las comunidades, a partir de los impulsos surgidos en la interacción comunitaria al tratar de desenvolver sus vidas en los tiempos de la cotidianidad, tanto como en el de los extraordinarios. Dicho en el argot político, la cultura que se crea en la base social de la ciudad y no en algunas de sus superestructuras (entiéndase el sistema educativo oficial y los MCM).

 

     Esta cultura Residencial recibirá influencia directa y determinante de tres dimensiones de la realidad: el espacio construido por el hombre; las comunidades humanas convivientes en él, especialmente en lo atinente a su etnos, o esencia cultural de las mismas y en el tiempo incorporado en los hechos culturales.

 

6.2.-Contornos de la Cultura Residencial Caraqueña.

     De los tres Campos Culturales existentes en el interior de la Cultura Urbana, es el de la Cultura Residencial el que más muestra afinidad con uno de los objetivos fundamentales de este encuentro: privilegiar el punto de vista de los vecinos.

     Por tal razón procederemos a señalar más nítidamente los contornos, progresiones y regresiones de la Cultura Residencial de Caracas.

6.2.1.-El contorno espacial abarca toda la distancia física contenida en la denominación de Área Metropolitana de Caracas. Área que encierra diversidad de conformaciones geo-socio-espaciales, que prefiguran de entrada la variedad de escenarios en donde los hechos culturales son realizados.

 

     Barrios marginales (consolidados, estables, de transición, etc.), urbanizaciones construidas por el Estado (del INAVI, B.O.), zonas tradicionales de la ciudad (siglos XVIII, XIX y principios del XX), urbanizaciones recientes de la clase media alta y de sectores de la burguesía, etc.

 

     Escenarios todos ellos que descansan (o zozobran), sobre una acometida contra la ciudad por parte de todos los poderes fácticos (léase Estado y entes privados), que se guían, en lo esencial, por intereses ajenos a los conjuntos humanos residenciales, vulnerando continuamente la calidad de la vida de los vecinos (contaminación, acrecentamiento del costo de la tierra y de la vivienda, eliminación de sitios de esparcimiento, urbanismo a escalas no controlables por el ser humano, congestionamiento, etc.), cuestión que incide gravemente en los procesos de creación, difusión y consumo de la cultura residencial urbana de Caracas.

 

6.2.1.a.-Ese atropello contra la ciudad va a generar una de las principales características de la cultura residencial caraqueña: la lucha por la memoria. Ante la embestida física (oficial y privada) que destruye calles, esquinas, todos los espacios tradicionales (El Valle, Antímano, probablemente El Hatillo), borra nombres antiguos a cambio de sólo números; los habitantes, a título individual o colectivo, reclamarán la permanencia de sus calles y viviendas, refaccionándolas, pero no demoliéndolas, reivindicarán (así sea sólo en el uso cotidiano de su lengua), los nombres históricos de los espacios urbanos, tal como les fueron enseñados por tradición.

 

6.2.1.b.-Al estar los poderes fácticos guiados casi exclusivamente por la maximización de las ganancias, impulsan y apoyan modelos urbanísticos que van a privilegiar la construcción que mejor asegure resultados metálicos, en detrimento de la calidad de vida especialmente en áreas que inciden directamente en la creación de cultura comunitaria, como son los espacios dedicados al ocio y al entretenimiento. Es aplicable a Caracas esta frase de Eibl-Eibesfeldt: «Los urbanistas tienden a la segregación, y efectivamente queremos estar separados del ‘desconocido’. Más los urbanistas parecen olvidar que también necesitamos la oportunidad de establecer relaciones con nuestros vecinos». (1978)

 

     Esta casi imposibilidad de comunicarse con otros, más allá del círculo familiar, para así poder constituir grupos individualizados más amplios, es lo que configura la segunda característica de la cultura residencial caraqueña: la incomunicación comunitaria.

 

   No es casual la inexistencia de lugares de comunicación inmediatamente cercanos a nuestras casas (salvo excepciones, ubicadas mayoritariamente en las zonas de raigambre tradicional), la desaparición o negligencia en el mantenimiento de pequeñas plazas públicas en el interior de barrios y urbanizaciones, al igual que de mini-parques.

 

     Se han intentado acciones paliativas como el cierre de algunas calles al tráfico automotor (El Silencio), pero aún así, el flujo contínuo de peatones pasando sin descanso impide, o al menos dificulta, las posibilidades de conversar tranquilamente.

 

     Lo realizado por El Metro de Caracas, aunque es una contribución positiva al embellecimiento de la ciudad y una mayor racionalidad del uso del espacio, no contribuye a la interacción comunicativa (tal como la venimos concibiendo), ya que la escala gigantesca de las obras, se presta más a la monumentalidad que al apropiamiento humano y personal de esos  espacios.

 

     Una de las consecuencias funestas de esa incomunicación comunitaria, es el gran derroche de esfuerzo y energía que hay que utilizar para poder  romperla, aunque sea espacial y temporalmente limitada.

 

     Cualquier acción de difusión cultural en esos espacios requiere de tal aparataje técnico y propagandístico, que sólo están en capacidad de realizarla los poderes fácticos públicos y privados. De tal forma que a los sectores vecinales, sólo les queda la alternativa de resignarse pasivamente a su papel de receptores de mensajes o a coparticipar con los poderes fácticos, por supuesto en calidad de socios menores.

 

     De no aceptar enteramente esas alternativas deben volverse a la acción cultural en su «terreno», ubicado en una escala micro-local o a lo más local (un barrio, una urbanización), limitando en mucho la difusión del mensaje.

 

6.2.1.c.-Un tercer aspecto, en que la agresión urbanística deja su impronta sobre la cultura residencial caraqueña, es el relacionado con la atmósfera visual prevaleciente en la ciudad. El habitante de nuestra capital, al apenas asomar la vista fuera de su casa se encuentra observando un cúmulo de imágenes que, en su mayoría, han sido producidas por el Estado o entes privados poderosos, transmitiendo mensajes ajenos a los intereses de las comunidades residenciales en donde están erigidos.

 

    Esta manifestación del campo de la cultura masiva, coloniza y expolia los espacios visuales de los ciudadanos, limitando las posibilidades de acceder a una visión de la naturaleza, a mensajes autónomos e, incluso, a ampliaciones de información sobre aspectos más ricos de las artes visuales contemporáneas.

 

      Este copamiento de lo visual comunitario constituye una tercera característica de la cultura residencial caraqueña: las gríngolas visuales.

 

6.2.2.-Un segundo contorno de la Cultura Residencial de Caracas, es el  de los grupos humanos habitantes en ella, considerados desde el punto de vista de sus etnos, es decir, de sus contexturas culturales.

 

     Distinguimos seis (6) macro-etnias en Caracas: criollas, indígenas, euro-venezolanas, afro-venezolanas (negras), asiático-venezolanas y nacional-americanas.

 

     La macro-etnia criolla esta conformada a su vez, por varios agrupamientos culturales que obedecen, fundamentalmente, a consideraciones sobre el origen regional: tachirenses, mirandinos, monaguenses, guayaneses, guariqueños (cuando se alude al estado o entidad) y andinos, centrales, orientales, llaneros (cuando se toma en cuenta la característica geográfica).

 

          Igualmente coexisten en la ciudad grupos de las diferentes etnias indígenas venezolanas, que han seguido la ruta de emigración campo-ciudad, que antaño habían iniciado los campesinos.

 

     Las comunidades euro-venezolanas, tienen una gran implantación en la ciudad de Caracas, ciudad a la que llegaron desde comienzos de este siglo como consecuencia de crisis económicas, políticas y militares de Europa.

 

     Comunidades afro-venezolanas (según algunos) o criolla-negra (según otros autores), provenientes de los bolsones poblacionales negros ubicados en la costa nor-central del país, quienes se han agrupado fundamentalmente en las áreas marginales, desde donde desarrollaron y desarrollan importantes acciones de presencia cultural.

 

     Macro-etnias asiático-venezolanas, provenientes de países con graves crisis económicas, políticas y militares, cuya inmigración se efectúa a nuestro país a partir de 1936.

 

     Finalmente, están las diversas comunidades nacional-americanas (colombianas, dominicanas, ecuatorianas, etc.), quienes han migrado a nuestro país fundamentalmente a partir de 1975, atraídas por el boom del aumento de los precios del petróleo.

 

     Tal diversidad étnica tendrá una primera consecuencia sobre la cultura residencial caraqueña: la cuantiosa pluralidad de contenidos, formas y maneras de ser y de hacer.

 

     Esa diversidad étnica encontrará y desarrollará los mecanismos propicios para afianzar e incrementar su identidad y su cohesión como grupo socio-cultural, separado del resto de los habitantes de la ciudad. Creará sus propios circuitos de producción, difusión y consumo cultural, con recursos precarios o abundantes, según el status socioeconómico a que estén adscritos dichos grupos.

 

     Estos circuitos funcionarán autónomamente, tanto de los poderes fácticos oficiales y privados como también de los otros grupos étnicos residenciales. Generándose una atomización y dispersión de las energías culturales residenciales, acentuándose las debilidades organizativas, técnicas y financieras de la misma. Incluso, constituyéndose esa atomización, en un dique de contención para un libre intercambio cultural. El cual sería enriquecedor por la fuerte acción de mestizaje a que podría dar lugar.

 

6.2.3.-El tercer contorno que siluetea a la Cultura Residencial Caraqueña,  es el tiempo incorporado en los hechos culturales. Hablaremos de un tiempo tradicional, cuando la estructura del hecho cultural se haya originado en la Venezuela rural o pre-petrolera y de un tiempo contemporáneo, cuando el origen de la estructura repose en los cambios sucedidos a partir de la explotación petrolera a gran escala, hecho acaecido ya entrado el siglo XX.

 

     Tendremos entonces una Cultura Residencial Tradicional y una Cultura Residencial Contemporánea, ambas existentes en la actualidad. No como realidades fuertemente antagónicas donde la presencia de una imposibilita la otra, sino como realidades que coexisten, en algunos casos armónicamente (permanencia de celebraciones religiosas) y en otros francamente enfrentados (costumbres sexuales, vestimenta).

 

     Lo tradicional arquitectónico, resistiendo y destacando como un lunar en la piel de la ciudad, alisada por los urbanistas.

 

     Lo contemporáneo, nacido en los ajetreos de las migraciones campo-ciudad y en los contingentes de inmigrantes llegados a mejorar (a veces ilusoriamente), su calidad de vida.

 

     De más fácil implantación lo contemporáneo, que recibe el visto bueno (al menos en mayor grado que lo tradicional) de los campos masivo y  académicos (cultura oficial).

 

     Cultura Residencial Contemporánea, que realiza ingentes esfuerzos por no ser una simple vasalla de lo masivo y lo académico, pero que no sólo se resiste a ser fagocitada (con diversa suerte), sino que recrea los mensajes que le envían, generando a veces sus propias alternativas.

 

     Cultura Residencial Tradicional, vapuleada y execrada de los principales medios de difusión masiva y de los circuitos de realización de los saberes formalizados. Decretada su muerte extemporáneamente por la inteligencia progresista. Internalizada por los sectores residenciales como signo de atraso, de rémora, se es practicada a escondidas, en los espacios privados de sus propios grupos familiares y étnicos, o aventurándose a lugares más abiertos, pero a escala local o micro-local. Ya que los intentos académicos o masivos de atender lo tradicional, no pasan de ser grotescos remedos de los originales.

 

     Cultura Residencial Contemporánea, enfrentada a un proceso de vasallaje por parte del Campo Cultural Masivo. Cultura Residencial Tradicional, resistiendo a su exterminio decretado por los campos culturales masivos y académicos.

 

     Lo tradicional y lo contemporáneo en la Cultura Residencial Caraqueña,  convivencia tolerada pero no desarrollada en todas sus posibilidades creativas, salvo por algunas vanguardias culturales que intentan construir los puentes necesarios.

 

     Contradicciones derivadas de los distintos tiempos incorporados en los hechos culturales, que afectan significativamente a los miembros de todos los grupos étnicos de la ciudad, pero su mayor impacto recaerá en los ciudadanos auto-aislados de toda vida comunitaria, microscópicamente asomados por la ventana de sus apartamentos.

 

6.3.-Nudos Críticos en la Cultura Residencial Caraqueña.

     A manera de inventario provisional de los principales problemas presentes en la Cultura Residencial Caraqueña, que obstaculizan su permanencia y desarrollo, tenemos los siguientes:

 

-la lucha por la memoria.

 

-la incomunicación comunitaria.

 

-las gríngolas visuales.

 

-atomización y dispersión de las energías culturales.

 

-existencia de un dique de contención para un libre intercambio cultural.

 

-intento de avasallar a las Culturas Residenciales Contemporáneas, por parte del campo cultural masivo.

 

-proceso de exterminio de las Culturas Residenciales Tradicionales, por parte de los campos culturales masivos y académicos.

 

-insuficiente desarrollo de las posibilidades creativas de las Culturas Residenciales, debido tanto a la disminuida posición en que están ubicadas por parte de los campos culturales masivos y académicos, como también, a la casi inexistente relación entre sus componentes tradicionales y contemporáneos.

 

6.4.-El desatar de los nudos. El papel de los Vecinos.

6.4.1.-La lucha por la memoria.

-enfrentar los planes urbanistas que contemplen la destrucción de espacios de significación cultural histórica o más reciente (Coso del Nuevo Circo, Triángulo histórico de La Pastora, Cine La Alameda).

 

-insistir en que la nomenclatura de las calles, esquinas, plazas y otros, sea decidido por las comunidades residenciales en donde estén ubicadas (recordar lucha por la Placita Caracas en Las Palmas). Rebautizar los sitios en que no haya sido tomada en cuenta la opinión de los vecinos.

 

-producir memoria escrita y audiovisual sobre el entorno residencial (urbanizado y natural), de manera que las comunidades adquieran conciencia acerca del valor afectivo e histórico del mismo. Difundirlo por los medios masivos de información y tratar de insertar su enseñanza en el aparato educativo local, regional y nacional.

 

6.4.2.-La incomunicación comunitaria.

-luchar por la creación de nuevos espacios dedicados al ocio creativo y al entretenimiento, en escalas micro-locales y locales, y por la mejora y conservación de los ya existentes (por ejemplo: la restauración del Paseo «Los Próceres»).

 

-luchar por la reactivación de antiguas salas de Cine hoy abandonadas o alteradas en su uso por ser consideradas no rentables, o por no haber sido absorbidas por los grandes circuitos de distribución del cine comercial, casos: «La Alameda» (San Agustín); «Lincoln» (Santa Rosalía); «Los Jardines» (El Valle); «Cine Plaza» (La Pastora) y otros.

 

-el cierre de numerosas calles y avenidas al tránsito automotor los días domingos (no sólo la Cota Mil y la parte final de la Av. Río de Janeiro). Decretar el día domingo como «Día del Peatón Metropolitano».

 

6.4.3.-Las gríngolas visuales.

-descolonizar los espacios visuales vecinales de todas aquellas imágenes, que para su implantación, no fue consultada la comunidad.

 

-ocupar todos los espacios visuales de la comunidad residencial y convertirlos creativamente en mensajeros de un urbanismo autogestionario (arte mural).

 

6.4.4.-Atomización y dispersión de las energías culturales.

-crear mecanismos de cooperación inter-comunitarios en la producción, difusión y consumo de las diferentes manifestaciones culturales residenciales, étnicas o no, tanto tradicionales como contemporáneas.

 

-crear mecanismos de relación permanente inter-comunidades, a fin de resistir, presionar, o actuar conjuntamente con los poderes fácticos, para la permanencia, desarrollo y creación de las fuerzas culturales residenciales.

 

-destacar la importancia del libre intercambio cultural entre las distintas comunidades, étnicas o no, existentes en Caracas. Crear espacios propicios para el mestizaje cultural, tanto como para el desarrollo de las diferencias; las irreductibles huellas digitales de cada cultura étnica. Analizar el papel que pueden realizar las distintas Embajadas de otros países acreditadas en Venezuela.

 

6.4.5.-Lo tradicional y lo contemporáneo en las Culturas Residenciales. Hacia una nueva relación.

-rechazar la idea que considera a lo tradicional (in extenso) en las culturas residenciales, como una rémora para el desarrollo de este tipo de manifestaciones.

-establecer una relación creativa, mutuamente beneficiosa, entre lo tradicional y lo contemporáneo de las Culturas Residenciales.

-ganar espacios en el interior de los campos masivos y académicos, para la difusión, docencia e investigación de las Culturas Residenciales. En el caso de la educación oficial, insistir en los centros educativos, desde las comunidades educativas locales, en la incorporación al currículum de  contenidos relacionados con las culturas residenciales de su entorno.

 

Epílogo.

     Culturalmente, los sectores residenciales caraqueños enfrentan hoy un doble desafío: por una parte, torcer la voluntad de los poderes fácticos (oficial y privado) empeñados en urbanizar de acuerdo a la única lógica de maximizar las ganancias y por otra: reflexionar, discutir y coordinar esfuerzos comunes, en pro de situar a las culturas elaboradas en el seno de las comunidades, en la vanguardia creativa que debe preparar condiciones más humanas para la entrada al siglo XXI.

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