061-RFCD-2015-Enero-Cultura-e-Identidad-Nacional

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Enrique Alí González Ordosgoitti[i]

Itinerario de este Artículo[ii]

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Resumen

En este breve artículo nosotros abordamos cinco cuestiones. La primera de ellas es el problema de la Identidad Cultural. Revisamos las variantes filosóficas del concepto de Identidad planteadas por Sambarino y avanzamos hacia la posibilidad de hablar de Identidad Cultural. La segunda cuestión es ver al menos dos formas de concebirse la idea de Nación, tal como se expresa en la comparación entre Polonia y Venezuela. En el tercer asunto realizamos un bosquejo con tres momentos importantes de la historia de Venezuela post 1936, en los cuales se propusieron maneras de entender la Identidad Nacional. La cuarta cuestión es propiamente explicitar, como entendemos teóricamente la relación entre Cultura y Educación. Y finalmente formulamos Proposiciones sobre dicha relación.

Palabras Clave: Culturas Residenciales Populares, Educación Básica, Educación Media, Programas Educativos, Área de Pensamiento, Acción Social e Identidad Nacional (PASIN), Unidad Curricular Folklore (UCF), Gobiernos: Rómulo Betancourt, Marcos Pérez Jiménez, Luis Herrera Campins, Identidad Cultural, Identidad Nacional, Polonia, Venezuela, siglo XX

 

Índice

1.-El problema de la Identidad Cultural

2.-La definición de Nación: Polonia y Venezuela

3.-Intentos de definir nuestra Identidad Cultural a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez

4.-La relación Cultura-Educación

5.-Proposiciones

Referencias

 

1.-El problema de la Identidad Cultural

Afrontar la discusión acerca de la Identidad Nacional Cultural, es comenzar a recorrer un camino sembrado de dificultades y peligros, que despierta con sólo su nombre, negaciones y afirmaciones rotundas, predisposiciones violentas, resultados de innumerables debates anteriores, producidos a lo largo, en el caso de Venezuela, de decenas de años.

 

Tratando de rescatar lo positivo de dichos encuentros anteriores y con la precaución que sugiere el sentido común, nos adentraremos en la problemática, tratando de unificar primero el significado de los vocablos que vamos a utilizar.

 

Para definir la noción de identidad nos guiaremos por lo afirmado por Mario Sambarino:

«Idéntico, no es lo mismo que «uno», o que «único», o que «igual» o que «uniforme». Juan y Pedro son idénticos, no quiere decir que sean una misma persona, sino que poseen caracteres semejantes en cantidad que es poco frecuente encontrar cuando se comparan personas…En todos los casos de identidades de este tipo, junto con lo que se identifica está presente lo que  diversifica. Que América Latina sea única, en tanto no existe otra América Latina sino solamente ésta, no quiere decir que sea una, en el sentido que existe unidad en ella. La desunión no excluye la identidad. La diversidad tampoco…En el caso de la clase de ser viviente que llamamos «hombre», en el sentido de especie, la identidad no queda reducida al tipo que caracteriza a la identidad biológica, sino que, sin perjuicio de ésta, posee una identidad cultural». (Sambarino, 1980: 17 y 19)

 

Además de ser la identidad, diversa y múltiple, es también dependiente de una sociedad históricamente dada:

«Toda individualidad se constituye a través de condicionamientos sociales y de su toma de posición respecto de los mismos. Toda individualidad es reconocida como tal según pautas de identificación de carácter sociocultural su «quien es» es señalado paso a paso por reglas de parentesco, por reglas sobre su lugar en el quehacer colectivo y por sus acciones y omisiones, todo según pautas establecidas de imitación, y de recuerdo o de registro de lo acontecido: X hijo de tales padres, que hizo tales o cuales cosas que contrajo tal matrimonio en tal fecha, que fue capturado por tales enemigos, que falleció en tales circunstancias. Toda individualidad humana es histórica y social en su identidad, y en la construcción de su identidad». (Sambarino, 1980: 20)

 

Esa identidad así definida para un ser individual, ¿puede ser utilizada para calificar otro tipo de fenómenos, como por ejemplo una comunidad, un país o una nación?, indudablemente que presenta dificultades el hacerlo, pero habría que hacerlo:

«La identidad de América Latina, si es que existe, ha de ser de carácter histórico-cultural; la identidad de tal nación de América Latina, si es que tiene sentido, ha de ser de tipo histórico-cultural. En ninguno de los dos casos esa identidad ha de ser del todo similar a la identidad histórica de un individuo humano, pero desde que éste representa un caso de identidad histórico-cultural, facilita una vía de acceso hacia otros tipos o clases de realidades de ese orden, de suerte que los problemas que se observen en lo que respecta a las «individualizaciones» de personas podrán conducir comparativamente para elucidar el caso de las realidades históricas colectivas y su identidad, aunque estas realidades sólo existan en y por individualizaciones y éstas sólo sean tales en y por formaciones o estructuraciones colectivas o plurales». (Sambarino, 1980: 21)

 

2.-La definición de Nación: Polonia y Venezuela

Sabiendo el riesgo conceptual que significa trasladar el fenómeno de la identidad a otra realidad que no es la individual, lo asumimos, y hablaremos entonces de Identidad Nacional. Pero, ¿qué vamos a entender por nación? Debido a que han sido múltiples las significaciones asignadas al término nación, vamos a ilustrar dos procesos de conformación del Estado-Nación y luego acordaremos el contenido del mismo.

 

Por un lado tenemos a Polonia. La nación polaca surge en el siglo X, derivada de una tribu llamada Polonia. Hasta el siglo XVIII, todos los habitantes se llamaban a sí mismos polacos, y se atribuían un mismo origen, pero luego al irse incrementando en su seno las diferencias sociales (estratos, clases, etc.), comenzaron a atribuirse diversos orígenes según la Biblia. La nación polaca surgió con un enorme grado de identidad cultural; decimos que la nación étnica se convirtió en nación-estado, conservando una gran carga de identidad.

 

Por otro lado, tenemos a Venezuela. Nosotros nunca existimos previamente como nación-étnica, ya que nuestras comunidades indígenas no estaban unidas entre sí por fuertes lazos de solidaridad, salvo los ocasionales acuerdos, defensivos u ofensivos, en casos de guerra. Desde el principio nos conformamos como Nación-Estado, producto de decisiones políticas de la Corona de España (en 1777 se forma la Capitanía General de Venezuela, antecedente remoto de nuestra conformación como país) e igualmente existían entre nosotros profundas e irreconciliables diferencias, de ahí que no pueda afirmarse que nacíamos con importantes grados de identidad cultural.

 

En ambos casos es lógico suponer, que corresponden diferentes significados del término nación y del problema de la identidad.

 

Por ser Venezuela el caso que nos ocupa, vamos a señalar el concepto de nación que más se ajusta a nuestra realidad:

«La nación es por lo tanto, un concepto puramente político, que se realiza solo por la pertenencia de los hombres a un determinado Estado. También en el llamado derecho de gentes tiene la palabra nación exclusivamente ese significado, lo que se desprende ya del hecho de que todo ser humano puede ser miembro de una nación cualquiera por la naturalización…No son las «diferencias nacionales» las que llevan a la fundación de diversos Estados: son los Estados los que engendran artificiosamente las diferencias nacionales y las estimulan con todas sus fuerzas, para hallar justificación, moral a su existencia». (Rocker, 1977: 242-243)

 

Esta conformación del Estado-Nación venezolano nos plantea ya de entrada el problema de la identidad cultural de Venezuela. No es del todo casual que a lo largo de los dos siglos esta problemática haya estado presente.

 

¿Qué somos los venezolanos?, ya se lo preguntaban Bolívar, Bello, Rodríguez, etc., y también se lo planteaba entre otros, Guzmán Blanco, quien hizo múltiples esfuerzos por europeizarnos.

 

Lo constante en este esfuerzo, es que la mayoría de las veces quienes han intentado dar respuesta a esta situación, han sido los representantes de los sectores dominantes, planteando por supuesto una identidad que les favoreciese.

 

3.-Intentos de definir nuestra Identidad Cultural a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez

Brevemente podríamos reseñar, tres intentos de construir conscientemente una identidad cultural nacional, a partir de la muerte de Gómez.

 

El primero de ellos se da con el golpe de 1945 y los esfuerzos por hacer de los personajes de Gallegos: el llanero, lo agrícola; o de Andrés Eloy Blanco: Juan Bimba, la Loca Luz Caraballo, etc…, elementos de identificación nacional, incorporados en el discurso político de Acción Democrática como una demostración del pasado, oscurantista y violento (Doña Bárbara) y del futuro, moderno y civilizado (Luzardo).

 

Se trataba en fin de cuentas, de exaltar la cultura de un sector del pueblo venezolano, y presentarla como algo común a todo el conjunto, función imposible de realizar en buena ley, por lo cual se acudió a la mixtificación, la simplificación, hasta llegar al estereotipo del sombrero de cogollo, franelilla y alpargatas. Por vez primera se enarbolaron con insistencia, elementos culturales del pueblo para que sirvieran de identificación nacional, pero dichas iniciativas no correspondían a la realidad de un pueblo racial y culturalmente tan diverso, por lo que tales intentos no pudieron penetrar en las conciencias colectivas, sino como procesos de aculturación impulsados por el aparato del Estado.

 

El segundo intento se lleva a cabo en la década de la Dictadura, especialmente cuando Pérez Jiménez asume el mando absoluto. Se trata de seguir la línea abierta anteriormente, pero degenerándose cada vez más, debido a que se descubre en lo cultural una veta muy aprovechable para la política inmediata, cortoplacista. Al formularse el Nuevo Ideal Nacional se asume como dimensión importante del mismo, lo cultural-popular, especialmente el Folklore.

 

Un folklore desarrollado como instrumento de la dominación, saqueado del pueblo y convertido en instrumento de opresión política. La «Semana de la Patria», de ingrata recordación, va a convertirse en la vitrina «nacionalista» del régimen, eso sí, un «nacionalismo» tan propio de la dictadura, que los elementos populares serán tergiversados hasta el aniquilamiento: el llanero con ruanas y botines; esa especie musical de «bolero-vals-pasaje»; el escudo como llavero y la bandera como correa.

 

El tercer intento es el que se inicia en 1958 y que dura hasta nuestros días (matizado según los gobiernos), que pareciera decir que nuestra identidad debe ser la de otros países capitalistas desarrollados, o más específicamente, la de los Estados Unidos.

 

Un Estado que no propone líneas que realmente conduzcan al desarrollo de una identidad cultural propia -ya eso es una línea- que ha cedido sus derechos culturales a los medios de comunicación de masas, que transmiten orientaciones de las transnacionales de la información, incentivando así la dependencia cultural.

 

4.-La relación Cultura-Educación

Hemos visto las implicaciones que tiene lo cultural a la hora de definir la identidad de una nación y para nosotros, que proponemos el cambio, eso no puede resultarnos indiferente. De allí que nos interese incidir en esos procesos, a través de cualquier espacio social donde nos encontremos.

 

Tal es nuestro caso como educadores. El problema podría plantearse entonces de la siguiente manera: ¿La educación puede convertirse en un agente importante en esa lucha por la identidad cultural nacional?

 

La respuesta es afirmativa, las maneras de hacerlo son múltiples y variadas.

 

A nosotros nos interesa que la identidad nacional cultural de la futura sociedad, contenga aquellos elementos presentes en las culturas populares, que propugnan la democracia política, la libertad de pensamiento, la solidaridad, una relación armónica entre el hombre y la naturaleza, la importancia del trabajo y la vivencia en colectivo, etc. Entonces, debemos colocar la educación a tono con esos objetivos.

 

Pero primero hablaremos algo en relación a las culturas populares, cuando hablamos de éstas nos referimos a las culturas que realizan los sectores dominados del país en cualesquiera de sus variantes: tradicionales y modernas; criollas (folklore) y étnicas (indígenas, afro-venezolanas y euro-venezolanas), rurales y urbanas; de costa, llanos y montañas, y no a todos los elementos que ellas actualmente contienen, sino a los afines a los valores propuestos como ideales de una nueva sociedad.

 

Definido estos grandes objetivos es importante señalar, que la Educación escolarizada de Venezuela ha demostrado un pertinaz desprecio, por todo lo que signifique relacionarse con las culturas populares.

 

Si hacemos la salvedad de la Educación Primaria, donde ha sido tomado  en cuenta un sólo componente de las culturas populares, el folklore estereotipado, en los restantes subsistemas ha sido excluido por completo.

 

5.-Proposiciones

Queremos finalizar planteando algunas proposiciones acerca de la relación cultura-educación:

 

-La Cultura hoy en día está considerada como una de las dimensiones esenciales de la sociedad, y por lo tanto, es impensable un modelo de desarrollo planteado sólo en términos económicos y políticos. De ahí surge la necesidad de que en cualquier sector de ese modelo de desarrollo, esté presente de manera explícita, lo cultural.

 

-Por definición, lo cultural está constituido por las representaciones y valores que una sociedad se hace de sí misma, y la educación por ser transmisora y/o creadora de valores, encuentra un campo de indudable afinidad con lo cultural, de ahí que esté planteado como necesidad social la vinculación más estrecha entre ambas realidades. Tal relación para el caso de Venezuela ha estado llena de incomprensiones, por lo que se requiere un gran esfuerzo para establecer puentes sólidos entre ambos componentes.

 

En tal sentido proponemos que:

1.-Se diseñen Unidades Curriculares permanentes para todos los pensum de los diversos subsistemas de educación, adaptándose a las especificaciones de cada caso. En el actual proyecto de educación básica, se trataría de desarrollar las potencialidades del Área PASIN y de unificar criterios, en la impartición de aquellas unidades curriculares, cuyas temáticas estén vinculadas al conocimiento de las Culturas Populares (U.C Folklore, Danzas Folklóricas) y de determinados contenidos de algunas U.C. (Literatura de tradición oral en Lenguas Maternas; Música tradicional en Artes Auditivas, etc…).

 

2.-Reducir el desequilibrio existente en los Institutos de Educación Superior. entre las actividades de docencia (89%), investigación (10%) y extensión (1%), aumentando el porcentaje de esta última.

 

3.-Creación de estímulos para la investigación de las culturas populares venezolanas.

 

4.-Darle mayor carga crediticia a las actividades culturales, tanto en Educación Media Diversificada como en Educación Superior.

 

Corolario: Estamos convencidos que un desarrollo de la relación educación-cultura, redundará en una profundización de la democracia y en la vinculación y fortalecimiento, de las identidades locales y regionales, aumentando así de hecho, la participación del hombre en la construcción de un entorno, con el cual se sienta profundamente identificado.

 

 

Referencias

-Rocker Rudolf (1977).-Nacionalismo y Cultura. España. Ediciones La Piqueta

-Sambarino Mario (1980).-Identidad, Tradición, Autenticidad; tres problemas de América Latina. Caracas. CONAC Centro de Estudios Latinoamericanos «Rómulo Gallegos». Colección Enrique Bernardo Núñez

 

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[i].-Enrique Alí González Ordosgoitti 

-Doctor en Ciencias Sociales, Sociólogo, Folklorólogo, Filósofo, Teólogo, Locutor, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB (2000-2016) y del Instituto de Teología para Religiosos-ITER (1991-2016). Miembro del Comité Directivo del Centro de Estudios de América (CEA), Vicerrectorado Académico de la Universidad Central de Venezuela (UCV)

-Co-Creador y Coordinador General -desde 1991- de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE.

-Co-Creador y Coordinador -desde 1998- del Sistema de Líneas de Investigación Universitaria (SiLIU) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande.

-Co-Creador y Coordinador -desde 2011- de la Página Web de CISCUVE: www.ciscuve.org

-Para contactarnos: ciscuve@gmail.com@ciscuveciscuve-Facebook; @enagor;  enagor2@gmail.com; Skype: enrique.gonzalez35,

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[ii].-Itinerario de este Artículo

1.-Publicado en el Boletín del INAF (Venezuela) 2 (2): 19-28, enero-diciembre, 1983;

2.-Publicado en: Enrique Alí González Ordosgoitti (1991).-Diez Ensayos de Cultura Venezolana. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, Asociación de Profesores de la UCV, páginas: 69-76.

3.-Publicado en: Enrique Alí González Ordosgoitti (1997).-Diez Ensayos de Cultura Venezolana. Caracas, Fondo Editorial Tropykos, Asociación CISCUVE (Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela), Dirección de Desarrollo Regional del CONAC, páginas: 69-76.

4.-Publicado como Entrada en la Página Web del Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela (CISCUVE): www.ciscuve.org, el 06.10.2012, con el siguiente Enlace: https://ciscuve.org/?p=964 Para esta versión hemos revisado el estilo, abundado en el subtitulado, creado el Índice y el Resumen

5.-Publicado en la Revista Familia Cristiana Digital, Año 30, Nro. 70, Enero 2015. www.familiacristiana.org.ve,

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