Enrique Alí González Ordosgoitti
(Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB, del Instituto de Teología para Religiosos-ITER, del CEJ y de la SVAJ, Coordinador del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinador General desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)
(Este Artículo fue publicado en la Revista Tierra Firme, Año 18, Volumen XVIII, nº 70, abril-junio 2000, páginas 257-266)
Resumen.
El propósito de este artículo es establecer una línea argumental que parta de la diferenciación entre distintos tipos de Mundialización: Antropológica, Tributaria y Capitalista y el alcance de las mismas, lo cual nos permitirá ubicarnos en un contexto más amplio, para comprender las realidades actuales de los procesos de globalización-glocalización.
Palabras Clave: Mundialización Antropológica. Mundialización Tributaria. Mundialización Capitalista. Glocalización. Globalización. Sociedades Tributarias del Mediterráneo. Local. Regional. Nacional. Mundial.
Indice.
La Mundialización Antropológica.
La Mundialización de los Sistemas de Sociedades Tributarias Mediterráneas.
La Mundialización Capitalista.
La Globalización como la etapa actual de la Mundialización Capitalista: su alcance económico.
La Globalización y su alcance espacial: la Glocalización.
Bibliografía.
El propósito de este artículo es establecer una línea argumental que parta de la diferenciación entre distintos tipos de Mundialización: Antropológica, Tributaria y Capitalista y el alcance de las mismas, lo cual nos permitirá ubicarnos en un contexto más amplio, para comprender las realidades actuales de los procesos de globalización-glocalización.
La Mundialización Antropológica.
Definimos como Mundialización Antropológica a: aquellos procesos de desenvolvimiento de las diversas sociedades humanas que tienden a universalizar la experiencia vivida como especie, como mandato de la potencia que tiende a convertirse en acto, potencia anidada en su sustancia primera. La Mundialización Antropológica descansa en el axioma –ampliamente demostrado en la actualidad- de la unicidad de la humanidad:
“La humanidad es una sola desde sus orígenes. Ya ha comenzado a conocerse el itinerario del poblamiento del planeta Tierra, a partir del núcleo de homínidos que apareció en África Oriental, para bajar por el Nilo, poblar África, atravesar el Mediterráneo y el itsmo de Suez, conquistar Europa y Asia, pasar por el estrecho de Bering y cruzar quizás el Pacífico para instalarse (en una época más reciente) en América”. (Amin, 1997: 14-15)
Esta Mundialización se expresa en todas las sociedades a través de la necesidad de ampliar el mundo conocido, del asombro y miedo ante el extraño, que sin embargo se considera imprescindible para poder definir lo propio. Esta noción de “mundo conocido” (González Ordosgoitti, 1998: 746ss) tiene un papel clave en la conformación del Horizonte Mental de la Época (González Ordosgoitti, 1998: 745ss), dentro del Imaginario Colectivo de cada sociedad.
Esta Mundialización Antropológica está corroborada en los hechos, pero se mantiene en un nivel tal de abstracción que no posibilita la comprensión de los fenómenos de mundialización que transcurren en nuestros días. Estas aseveraciones son respaldadas por Amin:
“La tesis según la cual todas las sociedades humanas habrían constituido en todos los tiempos un sistema mundial integrado, en permanente evolución, sin que el capitalismo haya representado un corte cualitativo, propone una filosofía de la historia que parte a fin de cuentas del concepto de competencia. Es cierto que procede de una observación realista de los hechos, a saber, que todas las sociedades del planeta, en todas las épocas, han estado de alguna manera en competencia unas con otras. No importaría que hayan tenido conciencia de ello, dadas las relaciones que mantenían o no entre sí… En este nivel de abstracción existe un sólo mundo, porque existe una sola humanidad…” (Amin, 1997: 20)
Amin acepta la tesis de lo que estamos llamando la Mundialización Antropológica, explicada por el como la tendencia de universalizar las experiencias humanas, pero a su vez señala sus limitaciones:
“Este discurso no es erróneo, pero se sitúa en un nivel de abstracción demasiado elevado, que reduce el verdadero problema, consistente en saber cómo se manifiesta esta competencia”. (Amin, 1997: 20)
Las respuestas de como se manifiesta la competencia en las diferentes sociedades nos lleva a considerar la insuficiencia explicativa de la Mundialización Antropológica y hablar de otras formas históricas de Mundialización.
La Mundialización de los Sistemas de Sociedades Tributarias Mediterráneas.
El científico egipcio Samir Amin aborda el tema de la mundialización, a partir de una proposición que intenta vertebrar los principales desarrollos históricos ocurridos en Eurasia, desde el 300 a.C. hasta el siglo XV. En tal sentido, utiliza como principal herramienta teórica el concepto de modo de producción agrupado en dos familias: la familia comunitaria y la familia tributaria claramente diferenciadas y antagónicas.
En la familia comunitaria existe ausencia del Estado y de la ideología del parentesco (en la etapa comunitaria) y el predominio de la instancia económica, a través del mercado generalizado y una ideología economicista en la etapa capitalista. En la familia tributaria el predominio proviene de la instancia político-ideológica, representada por el Estado y la ideología metafísica que termina cristalizando el poder social bajo una forma “estatista-ideológica-metafísica”.
En este aparte hablaremos de las Sociedades Tributarias del Mediterráneo, por ser las que más directamente están en la génesis de lo que dará en llamarse la cultura occidental, sus límites temporales y geográficos son señalados por Amin:
“He propuesto fechar el nacimiento del “sistema mediterráneo” con la conquista de Alejandro Magno (tres siglos a.C), y distinguir un solo periodo largo, que va desde esta fecha hasta el Renacimiento y que engloba primero el “Oriente Antiguo” (alrededor de la cuenca oriental del Mediterráneo) y luego el Mediterráneo entero, con sus prolongaciones árabe-islámica y europea. La tesis que he propuesto abarcaría un (solo) sistema tributario, que se extiende del 300 a.C. (con la unificación de Oriente por Alejandro Magno) hasta el año 1492”. (Amin, 1997: 11-12)
Esas sociedades son conceptuadas como “áreas culturales”:
“Se trata de una sola “área cultural”, cuya unidad se manifiesta en la formulación metafísica común (ideología tributaria de la región), más allá de las expresiones sucesivas de esta metafísica (helenística, cristiana de Oriente, islámica, cristiana de Occidente)”. (Amin, 1997: 12)
Dentro de las Sociedades Tributarias del Mediterráneo se observan dos tipos de regiones: centrales (Oriente mediterráneo) y periféricas (Occidente europeo), las cuales mantenían un intenso proceso de intercambio alrededor de distintos centros ya que no existía una polarización extrema, que sólo sería alcanzada en el capitalismo:
“Estos intercambios fueron el soporte de una redistribución importante del excedente. Sin embargo, la “centralización” eventual del excedente se encontró, en lo esencial, asociada a la centralización del poder político. Desde este punto de vista, el área cultural en su conjunto jamás constituyó un solo “Estado imperial unificado” (salvo durante los dos cortos periodos del Imperio de Alejandro y luego del Imperio romano, que abarcaron en aquel entonces el conjunto de regiones centrales del sistema”. (Amin, 1997: 12)
En las Sociedades Tributarias del Mediterráneo están presentes procesos de Mundialización, expresados en los intensos grados de intercambio que incidían en la profundización de la transculturación y generaban características similares en el plano de los sistemas de ideas que intentaban explicar el mundo, de las cosmovisiones:
“En el plano –decisivo- de la ideología, veo por el contrario que, desde la fase helenística (del año 300 a.C. hasta los primeros siglos de nuestra era) hasta florecer luego en las formas cristianas (oriental y luego occidental) e islámica, se elabora la ideología tributaria, con su característica fundamental: el predominio de la preocupación metafísica”. (Amin, 1997: 12-13)
La existencia del Sistema Tributario Mediterráneo se daba aparejado con otros Sistemas Tributarios regionales con quienes compartía características comunes:
“A partir de las conceptualizaciones propuestas, pueden ubicarse sin dificultad cierto número de sociedades tributarias que llegaron más o menos al mismo desarrollo general, por sus técnicas productivas, instrumentos, gama de productos, formas de organización del poder, sistemas de conocimientos e ideas…”. (Amin, 1997: 16)
Además de tener características comunes se producían entre ellos gruesas corrientes de intercambio, que constituían formas de Mundialización constantes:
“La autonomía de los distintos sistemas tributarios no excluye relaciones de intercambio económico ni de otro tipo entre ellos, ni excluye que estos intercambios hayan podido ser importantes. Sin hacer referencia a estos intercambios, difícilmente podrían comprenderse muchos de los hechos y de las evoluciones históricas: las transferencias de tecnologías de toda índole (la brújula, la pólvora, el papel, la seda que dio su nombre a las rutas en cuestión, la imprenta, las pastas alimenticias chinas, que se volvieron italianas…), las migraciones de ideas religiosas (el budismo se transfiere de la India a China y Japón, el Islam viaja hasta Indonesia y China, el cristianismo hasta Etiopía, el sur de la India y Asia Central)…”. (Amin, 1997: 18)
Pero estas formas de Mundialización no convergían en un centro rector, sino en múltiples centros situados a escala regional:
“Más allá de los intercambios que pudieron servir de base para la existencia de formas protocapitalistas vivaces, vinculadas entre sí (de China e India al mundo islámico, el Sahel africano y el mundo medieval europeo), y para las transferencias de excedentes (quizás decisivas en los principales nudos de la red de intercambio), es cierto que no existe en el nivel del sistema mundial una centralización del excedente que se compare con la que caracteriza al mundo moderno. Esto se debe a que la centralización del excedente opera en esta época sobre todo en asociación con la del poder, y a que no existe forma alguna de “Imperio-mundo”, ni siquiera de “poder-mundo” que pueda compararse a lo que será la hegemonía británica en el siglo XIX, o la de Estados Unidos en la actualidad”. (Amin, 1997: 18)
Estos múltiples centros de los Sistemas Tributarios trajo como efecto su débil capacidad de polarizar, tal como sucede en el sistema capitalista, razón que lleva a Amin a solo otorgarle el nombre de Sistema Mundial al Capitalismo, pero independientemente de la calidad de sistema de este y de no sistema mundial de las sociedades tributarias, ambas son formas particulares que ha asumido la Mundialización.
La Mundialización Capitalista.
Ya vimos las características de la mundialización en los sistemas de la familia tributaria, vamos a referirnos a continuación a la Mundialización capitalista:
“Por mundialización capitalista entiendo que las evoluciones que rigen el sistema en su conjunto determinan el marco en el que operan los “ajustes” locales. Dicho de otro modo, este punto de vista sistémico relativiza la diferencia entre “factores externos y factores internos”, puesto que todos los factores son internos a escala del sistema mundial”. (Amin, 1997: 5)
Vemos aquí, que a diferencia de la Mundialización Tributaria, la Mundialización Capitalista se comporta como un sistema cuyo eje que lo vertebra es la Ley del Valor a favor del capital y en contra del componente del trabajo:
“A escala del sistema capitalista mundial, sin embargo, la ley del valor mundializada opera sobre la base de un mercado trunco, que integra el comercio de los productos y los movimientos del capital, pero excluye la fuerza de trabajo. La ley del valor mundializada tiende entonces a uniformar los precios de las mercancías, pero no las remuneraciones del trabajo, cuyo abanico de distribución mundial es de lejos más abierto que el de la distribución de las productividades”. (Amin, 1997: 6)
Otra diferencia entre el Capitalismo y los Sistemas Tributarios se expresa en la alta capacidad de polarización del primero respecto al segundo:
“Desde los puntos de vista cualitativo y cuantitativo, y por el espacio en el que opera (el planeta entero), la capacidad de polarización que se expresa a través de la ley del valor mundializada no tiene comparación con las tendencias a la polarización limitadas de los sistemas tributarios (regionales) anteriores”. (Amin, 1997: 6)
El capitalismo diverge del tributario en dos rasgos generales que interesa señalar, el predominio de lo económico y el carácter mundial y no regional:
“En este marco, el corte cualitativo del capitalismo conserva toda su validez. Se expresa por una transformación fundamental: el predominio de lo económico reemplaza al de lo político-ideológico. Por lo mismo, el sistema capitalista mundial es cualitativamente diferente de todos los sistemas anteriores, que son por fuerza regionales, cualquiera que haya sido la densidad de las relaciones que hayan podido mantener con otros”. (Amin, 1997: 6-7)
La característica de ser sistema mundial es la principal cualidad de la Mundialización Capitalista, al contrario de la Mundialización Tributaria cuya cualidad era el de estar conformada por varios sistemas regionales no articulados mundialmente. La aparición de esta forma de Mundialización como sistema mundial nos remite al siglo XV y coloca de relieve el papel de América:
“El sistema mundial no es la forma relativamente reciente del capitalismo, que se remontaría únicamente al tercer tercio del siglo XIX, cuando aparecen el “imperialismo” (en el sentido que Lenin dio a este término) y el reparto colonial del mundo. Por el contrario, cabe señalar que esa dimensión mundial se expresa desde los orígenes, y se mantiene como una constante del sistema en las sucesivas etapas de su desarrollo. Admitiendo que los elementos esenciales del capitalismo hayan cristalizado en Europa a partir del Renacimiento, 1492 –cuando se perfila la conquista de América- sería la fecha del nacimiento simultáneo del capitalismo y del sistema capitalista mundial, y los dos fenómenos serían inseparables”. (Amin, 1997: 8)
Hasta aquí hemos visto tres tipos de Mundialización: Antropológica, Tributaria y Capitalista. De seguidas vamos a continuar con la Mundialización Capitalista en su forma actual llamada Globalización.
La Globalización como la etapa actual de la Mundialización Capitalista: su alcance económico.
La Globalización puede ser definida como la etapa punta actual de la Mundialización Capitalista, con características específicas que sirven para distinguirla de otros momentos, tanto del desarrollo del capitalismo como de otras etapas de la humanidad, es decir estamos ante un fenómeno social original que es necesario tratar de describir y analizar con detalle. En este trabajo sólo nos detendremos en dos de sus caracterizaciones: la económica y la espacial.
Comencemos por la definición de globalización económica:
“(…) la Comisión Europea ha proporcionado una definición clásica en esta línea de pensamiento: La globalización se puede definir como el proceso mediante el cual los mercados y la producción de diferentes países están volviéndose cada vez más interdependientes debido a la dinámica del intercambio de bienes y servicios y a los flujos de capital y tecnología. No se trata de un fenómeno nuevo, sino de la continuación de desarrollos que habían estado funcionando durante un tiempo considerable. (Comisión Europea, 1997, página 45)”. (Thompson, 1999: 1-2)
Para precisar mejor los contornos de la globalización económica, es necesario distinguir entre economía mundial internacionalizada y economía mundial globalizada. La economía mundial internacionalizada sería:
“(…) una economía en la que las principales entidades siguen siendo las economías nacionales, o agentes que siguen atados a un determinado territorio nacional. Si bien hay una integración y entretejimiento creciente entre estas entidades, existe una relativa y permanente separación entre el escenario `doméstico` y el escenario internacional, de modo que los procesos, acontecimientos e impactos internacionales se reflejan a través de marcos, políticas y procesos esencialmente nacionales. Esto significa que una economía mundial internacional estaría articulada `hacia arriba´, por decirlo así, desde los agentes nacionales hasta el nivel o esfera internacional…Los principales agentes privados en este tipo de economía serían las empresas multinacionales. Éstas mantendrían una clara base nacional, un estilo de gestión y una formación de personal nacional. Aún estarían efectivamente reguladas y supervisadas por las autoridades `del país de origen´y seguirían funcionando fundamentalmente en relación a su país de origen base. La imagen aquí, por lo tanto, sería la de un capital asentado nacionalmente en permanencia”. (Thompson, 1999: 2)
De manera muy distinta se caracteriza la economía mundial globalizada:
“Aquí la entidad principal es la propia economía global, que representaría una nueva estructura de relaciones económicas no asentadas. Se trata de una economía que existe `por encima`, y autónomamente, de las economías y agentes nacionales, proyectando su perfil sobre ellos dándoles su especial carácter y forma, énvolviéndolos en su propia dinámica. Por lo tanto, está articulada ´hacia abajo´…Determinaría que puede y no puede realizarse a nivel nacional, tanto por parte de los organismos públicos como privados. Se trataría de una economía que escapa al ´gobierno´, tipificada por fuerzas del mercado no organizadas y descontroladas. Los principales agentes serían las empresas transnacionales. Éstas representan a organizaciones que se han desprendido de cualquier base nacional. Estas empresas están montadas, producen y comercializan auténticamente a nivel internacional. Pretenden encontrar unas ventajas competitivas y los beneficios más seguros y cuantiosos, buscando por todo el mundo lugares de producción baratos pero eficaces. El suyo sería un estilo de gestión y de personal internacionalizado. Por lo tanto, la imagen en este caso es la de un capital móvil que busca en todo el mundo las ventajas de la competencia”. (Thompson, 1999: 2)
La economía mundial internacionalizada se caracteriza por el papel importante de las economías nacionales; se mantiene la separación entre el escenario doméstico y el escenario internacional; la articulación se realiza desde arriba y los principales agentes son las empresas multinacionales, con un perfil de gestión y de personal marcado por el carácter nacional de la forma de organización del trabajo; la autoridad de la supervisión está en manos del país de origen, consolidando la imagen de un capital asentado nacionalmente de manera permanente.
Por el contrario, la economía mundial globalizada se define por el papel negado de las economías nacionales, existiendo por encima de las mismas; la imbricación de los escenarios domésticos nacionales en un nuevo escenario globalizado; los procesos de articulación se realizan desde abajo y los principales agentes son las empresas transnacionales, con un perfil de gestión y de personal internacionalizado; la autoridad de la supervisión no está en manos de ningún país, sino del propio capital que se desplaza móvilmente por todo el mundo buscando ventajas comparativas.
Estas cualidades de la economía mundial globalizada inciden en el debilitamiento de las economías nacionales y por ende, en el consiguiente recorte de las atribuciones de los Estados nacionales. Si bien algunos destacan lo funesto de estas tendencias, es adecuado saber cual es su real incidencia en la actualidad cuestión que es posible medir a través de los flujos financieros, especialmente el comportamiento de los FDI (Inversiones Extranjeras Directas, por sus siglas en inglés):
“Como hemos visto, el grado de integración colectiva real en la economía internacional sigue siendo sorprendentemente bajo, a pesar de las discusiones sobre el aumento de los flujos de FDI mencionados más arriba. La imagen de un capital productivo errante que vaga por el mundo buscando los costes laborales más bajos, los riesgos más bajos y el lugar más rentable para asentarse es una imagen exagerada. El alcance de la producción internacionalizada aún sigue limitado. Hacia 1995, la producción basada en el extranjero se calculaba en torno al 7,5% de la producción mundial (era el 4,5% en 1970) Thompson, 1999). También es importante reconocer que los FDI sólo contribuyeron con alrededor del 5,2% en la formación de capital bruto fijo en 1995 y el stock de FDI hacia el interior representaba sólo el 10,1% del PIB mundial (Thompson, 1999)”. (Thompson, 1999: 10)
Esta limitación cuantitativa del flujo financiero identificado con el capital transnacional se contrapone con la importancia cuantitativa del ahorro interno:
“Por lo tanto, aún no existe un sustituto para el ahorro doméstico en aras del proceso de desarrollo económico. Los países no pueden pedir prestado el camino hacia la prosperidad. El sistema financiero internacional está lejos de ser un sistema integrado y, desde luego, no lo suficientemente integrado como para permitir que una economía pida prestado suficiente capital en el exterior para una estrategia eficaz de desarrollo nacional. Además, cuanto más pide prestado un país, más está acumulando problemas de pago de su deuda. Por lo tanto, la clave para una estrategia exitosa de desarrollo sigue siendo la movilización de los ahorros domésticos, que pasan a formar la base de cualquier programa de inversión nacional serio”. (Thompson, 1999: 10-11)
De los componentes cuantitativos en la economía mundial entre ahorro nacional y flujo financiero transnacional, se desprende una conclusión cualitativa: la economía mundial globalizada es una parte muy minoritaria de la economía mundial, mientras que las economías nacionales ocupan una parte harto significativa de la misma, por lo que la globalización económica representa una tendencia que dista muy lejos de ser la hegemónica, tan sólo puede decirse que es un sentido reciente de dirección de parte de la economía mundial, pero del cual no puede pronosticarse apocalípticamente que ese es el destino de la misma, salvo que adoptemos un tono teleológico cuya única justificación es ideológico, en el sentido de falsa conciencia.
La Globalización y su alcance espacial: la Glocalización.
El mismo término de Globalización nos induce a pensar en un espacio que es del mismo tamaño de la tierra, pareciendo que sustituyese las dinámicas espaciales de otras escalas para subsumirlas a la suya propia. Algunos pudieran pensar que se trata de unas relaciones interfronterizas que se encuentran en un nivel superior creando un espacio nuevo, que ha absorbido los anteriores. Thompson critica tales posturas y acuña el término de Glocalización:
“El enfoque sugerido más arriba pone de relieve las interacciones transfronterizas. En este sentido, es relativamente convencional. Un enfoque alternativo que proporcione otra definición del rasgo único del período de ´globalización´ consiste en sugerir que las fronteras ya no son el rasgo clave del actual sistema internacional. Que lo ´global´ es lo ´local´ es una manera de expresar la llamada glocalización. De esta manera, la globalización funciona… imbricando los rasgos internacionales, y no necesariamente transfronterizos, en el nivel local. Se convierte en parte del tejido de lo local… cuando analicemos el establecimiento de las prácticas internacionales de fijación de normas, la manera en que lo internacional y lo nacional o local se influyen mutuamente es una parte importante del proceso de internacionalización. Sin embargo, ¿cuándo han sido diferentes las cosas?. Siempre ha existido una relación entre lo internacional y lo nacional o local de modo que éstos se condicionan y limitan mutuamente”. (Thompson, 1999: 3)
Esta cita de Thompson aclara la necesaria relación entre las distintas escalas espaciales: lo global, lo nacional, lo regional y lo local no se subsumen, sino que mantienen relaciones dialécticas entre sí y además desde siempre. Es decir los procesos de Mundialización Antropológica siguen existiendo, tanto en los procesos de Mundialización Tributaria (fácil de percibir en la historia de la filosofía occidental y en la historia de las religiones mediterráneas, incluida el cristianismo), como en la Mundialización Capitalista, incluida su etapa actual de globalización. Quizás una de sus aristas mas sugerentes, es que se ha profundizado con una intensidad nunca vista la incidencia inmediata de la Mundialización a nivel local, gracias fundamentalmente a los dispositivos radioeléctricos y a la informatización.
En los tiempos actuales de globalización pareciera un contrasentido hablar de regionalismos o localismos, a menos que no fuera para demostrar su inviabilidad, su irremediable vinculación con un pasado superado por la propia dinámica de la sociedad mundial. Quienes así piensan, tienen una concepción inadecuada de los alcances de los procesos de globalización, si bien es cierto que estos tienden a cubrir espacios a nivel mundial de cierta manera, no menos cierto es que no los cubren todos, sino sólo aquellos que les resultan rentable para la reproducción ampliada de su capital bien sea económico (con la trasnacionalización del capital y de la mano de obra a través de la maquila); político (el control de las grandes decisiones políticas que puedan afectar las hegemonías de las potencias agrupadas en los tres Mega Bloques EEUU-Canadá, Unión Europea y Japón y en menor grado la potencia en ascenso de China); comunicacional (promover el acceso a las redes telemáticas y radioeléctricas a los sectores punta de las diversas naciones, que participan en las decisiones relacionadas con la creación de consensos alrededor de las políticas, planteadas en las agendas mundiales elaboradas por los intereses de los países centro) y cultural (asegurar el acceso a las diferencialidades culturales capaces de ser absorbidas por los intentos de aculturación del modo cultural dominante mundial, cuya impronta anglosajona no deja lugar a dudas, pudiendo fagocitar aquellos bienes culturales de los países periféricos más fáciles de convertir en mercancías, tales como la música, la comida y la sabiduría farmacológica tradicional en primer lugar y en segundo lugar la danza y el vestido).
Aquellos espacios no colonizados por la globalización quedan a la libre determinación de sus propias tendencias, que incluyen los momentos de aceptación/impugnación/alteridad de los mismos procesos globalizadores, tales como las tendencias simultáneas de globalización/regionalización o gobalización/localización, que da origen a la Glocalización. De manera dialéctica se efectúan estos procesos y por lo tanto le son concomitantes y no simples accidentes o desviaciones, pues está presente aquí el mismo comportamiento que le es inherente a los procesos identitarios.
Todo proceso de Identidad es un llamado para que se nucleen alrededor de un centro, un conjunto de elementos de una sociedad que lucían o estaban dispersos y se les llama a constituir un nuevo Todo que previamente no existía (al menos en el tiempo histórico inmediatamente reciente, independientemente que hubiese existido muy anteriormente en forma real o mítica). Simultáneamente que se convoca y atrae ese conjunto de elementos, se rechaza igualmente a otro conjunto de partes que quedan etiquetadas como distintas, no necesarias para la identidad, es decir que se crea lo diferente, lo otro, lo distinto, los ellos. Al igual como los procesos identitarios ocurren a través de la relación dialéctica entre Identidad-Diferencia, los procesos de globalización se suceden en el marco del par de opuestos Globalización-Regionalización, o más antropológicamente, Mundialización-Localización, por lo que podemos coincidir en el término acuñado por Thompson de Glocalización, que grafica el cambio de tendencia presente tanto en épocas de la Mundialización Tributaria, como del Capitalismo temprano, la cual era el situar el proceso de Mundialización dándose a través de relaciones interfronterizas, que sucesivamente iban copando las escalas hacia abajo, hasta llegar a lo local después de pasar por lo nacional y lo regional, por la nueva tendencia del Capitalismo Globalizado, la cual es la de imbricar directamente la Mundialización en el nivel local (y por supuesto en los otros niveles de la escala espacial también) de manera simultánea, señalándose con el término Glocalización, la especificidad de la Mundialización Capitalista actual.
Bibliografía.
AMIN Samir (1997).-Los desafíos de la Mundialización. Mexico. Siglo XXI Editores. Colección El mundo del siglo XXI. pp. 298.
GONZALEZ ORDOSGOITTI Enrique Alí (1998).-Imagen, Imaginario e Imaginación productiva en Occidente. TIERRA FIRME (Venezuela) 16 (64): 743-754. Octubre-diciembre.
THOMPSON Grahame (1999).-Introducción: situar la globalización. Revista Internacional de Ciencias Sociales (UNESCO) 160: 1-17. Mimeo, copia en papel directo de Internet: http://www.unesco.org/issj/index.htm, junio.
Es muy importante esta reflexión sobre la conexión de las dinámicas del pasado con el presente y con las tendencias económicas de la sociedad contemporánea, para comprender lo que hoy vemos en nuestras ciudades y pueblos. Enormes mercados con productos de todas partes del mundo, que se extienden en Brasil, Argentina, Bolivia, Perú, Venezuela y donde confluyen relaciones antropologicas tradicionales de parentesco, etnicidad, con corrientes financieras y comerciales transnacionales. Feliictaciones a tan excelente Página. Saludos
Gracias por tus acertados comentarios María Inés. Saludos