Patrimonio Vivo[i] en Venezuela[ii].
Enrique Alí González Ordosgoitti.
(Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB, del Instituto de Teología para Religiosos-ITER, del CEJ y de la SVAJ, Coordinador del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinador General desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook)
(Publicado en la Revista Familia Cristiana Digital, Año 29, Nro. 32, Noviembre 2011. www.familiacristiana.org.ve)
Las nociones de Patrimonio[iv] dominantes hasta principios de la década de los ochenta del siglo XX, que identificaban al mismo como material, monumental y lleno de siglos, hoy en día lucen anacrónicas, imposibles de sostener con una argumentación clara y racional. La “caída del muro de Berlín” de esta concepción, comenzó con la incorporación a mandarriazos de otras nociones de Patrimonio que lenta pero sostenidamente, socavaron la tranquilidad de los supuestos que sostenían al “muro”. Entre esos golpes demoledores están las nociones de Patrimonio Intangible, Patrimonio Vivo, Patrimonio del siglo XX, entre otras, las cuales han convertido en objeto de estudio de arqueología social a aquellas opiniones (con sus respectivos sujetos), que aún puedan Intentar vivir dentro de la seguridad del antiguo paradigma, que de sólida mansión fortificada tipo bunker, se ha convertido en una carpa para damnificados.
¿Qué cosas han pasado con la noción de Patrimonio?, quizás lo primero que se deba señalar es el paso de la noción esotérica de Patrimonio (entendido esotérico como un lenguaje para iniciados en el área, a la manera como lo son los distintos dialectos disciplinares: el matemático, el físico, el de los arquitectos, el de los sociólogos), a una noción de dominio público del mismo. Paso que demuestra cómo, la noción de Patrimonio se ha ido convirtiendo (primero lentamente, ahora creemos que va a una velocidad vertiginosa) en un centro de interés nacional y mundial, para todas las clases y capas de la sociedad. Este cambio ha ocurrido con otros conceptos en el pasado, verbigracia Sociedad, Política, Cultura, lo que hay de nuevo en este turno del Patrimonio es la celeridad del cambio, la longitud del mismo (longitud en el sentido literal del término, pues estamos hablando de un ensanchamiento semántico del Espacio Imaginal del concepto, dentro del Imaginario Mental de las Sociedades actuales) y el peso político social del mismo, de aumento considerable, al pretender convertirse en sustancia primera de grandes problemas sociales, como por ejemplo la Identidad, la Cultura y el Capital Social.
En este contexto teórico es necesario explorar los nuevos significados que ha ido adquiriendo y que puede seguir haciéndolo, teniendo cuidado en observar una ley epistemológica que se aplica perfectamente en este caso y es la de saber, que las nuevas acepciones de un concepto no eliminan las anteriores, ni necesariamente la subsumen sino que las complementan, se agregan hasta convertirlo en polisémico, lo cual significa que hay que tomar en cuenta sus diversos significados, según los contextos teóricos en los que pretendamos utilizarlo.
En el caso de Venezuela creo que estamos en las puertas de una potenciación de significados del término Patrimonio, siempre que puedan darse dos grupos de circunstancias: uno, que en los sectores dirigentes político-culturales exista la audacia suficiente para romper limitaciones teóricas acumuladas por el origen disciplinar en donde se acuñó el concepto y segundo, que pueda comprender y traducir el pulso que las mayorías nacionales están tratando de darle al concepto.
Patrimonio nos remite a propiedad y como derivado, a lo que es nuestro, lo que acumulado se transforma en riqueza. La cercanía entre Patrimonio y Riqueza es evidente, por lo que no es de extrañar que en sociedades como las nuestras, quienes han detentado la Riqueza (como usuario mayor o residual), han definido lo que es Patrimonio, tomando entre otras cosas para definirlo, lo que ellas tienen, elaborando la ecuación social: lo que yo tengo es lo que debe denominarse Patrimonio y como lo tengo, entonces poseo Riqueza, por lo tanto, lo que no es mio no es Patrimonio y por ende, quienes lo poseen no poseen nada apetecible, pues lo que tienen no genera Riqueza. Si quienes han decidido que Patrimonio es lo que ellos tienen y a partir de ese interés de clase definen lo que no es Patrimonio, es lógico suponer que si nosotros escuchamos las proposiciones que circulan en el seno de quienes tienen cosas que no son consideradas Patrimonio por la sociedad y ahora proponen que si sean aceptadas, los conceptos de Patrimonio deben cambiar, ampliándose, hasta dejar de obedecer a los criterios de un sólo sector social, para intentar representar a la mayoría societal.
Entre estas nuevas posibilidades para acrecentar la universalidad del concepto de Patrimonio, pensamos que al menos tres de ellas necesitan atención inmediata (de otras quizás pudiéramos ocuparnos en otros escritos): el espacio del tiempo extraordinario, los espacios construidos según lógicas distintas a la razón instrumental urbanística dominante y la creación de valores en la educación.
1.-La Noche y el uso extraordinario del espacio.
De tanto ver la manera como se ocupa el espacio en los tiempos ordinarios de la existencia social, comenzamos a creer que es la única posible. Y las limitaciones de esta visión nos impiden ver, tanto otras maneras de ocupar el espacio en ese mismo tiempo ordinario (como por ejemplo la noche), como la ocupación en tiempos extraordinarios recurrentes (como las Fiestas). Para comprender las posibles rutas que habrá de seguir el ensanchamiento del término Patrimonio, si tomamos en cuenta las variedades de ocupación del tiempo social, veamos los que nos dice la noche. Todos tenemos una noción bastante aproximada del uso de los espacios públicos durante el día, pero muy poco sospechamos siquiera la redistribución del mismo apenas cae la noche. En las principales Avenidas de Caracas (Andrés Bello, Urdaneta, Sabana Grande), los zaguanes, las entradas de los comercios cerrados, las alcantarillas, tienen dueños nocturnos que administran dichos lugares, que duermen en ellos. Si alguien en un esfuerzo extremo de turismo de aventura decidiera dormir bajo un puente, no podría, al menos que decidiera pagar un pequeño alquiler por pernoctar, a los dueños reales de ese bajo-puente.
2.-Las Fiestas como Patrimonio.
Igual sucede –en cuanto a riqueza de utilización- al espacio de los tiempos sociales extraordinarios previsibles, es decir el espacio festivo. Las Fiestas son las principales manifestaciones del tiempo social extraordinario de una sociedad y poseen en su seno una enorme potencia cultural dadora de sentido, en tal grado, que es posible aseverar, que la identidad cultural de una comunidad está en relación proporcional con el calendario festivo anual de la misma. En 1992 publicamos por FUNDARTE el “Calendario de Manifestaciones Culturales Residenciales Caraqueñas[1]”, en donde señalábamos la realización anual de 2.201 (dos mil doscientas una) Fiestas en el Área Metropolitana, sin pretender ser exhaustivos. Posteriormente llegamos a la conclusión, de que si tomamos como promedio de fiestas por centro poblado la cantidad de cinco y esta la multiplicamos por el número de Centros Poblados que arrojo el Censo de 1990, 20.000 (veinte mil), tendríamos como resultado que anualmente en Venezuela se realizan 100.000 (cien mil) Fiestas por año, lo que equivale matemáticamente a decir que en nuestro país se celebra una Fiesta cada cinco minutos.
Por lo que resulta imposible pretender hablar de la dinámica cultural nacional sin tomar en cuenta el Calendario de Fiestas. De igual manera, sabiendo el esfuerzo económico que significa cada Fiesta, debemos imaginarnos como los cien mil circuitos festivos, son a su vez circuitos por donde circulan mercancías materiales y simbólicas, organizaciones micro y meso, luchas por liderazgos, etc. No se puede comprender la Venezuela real si no tenemos idea de cómo ese país, cada cinco minutos, se organiza para celebrarse a sí mismo en diferentes escalas. ¿Puede hablarse de una noción integral de Patrimonio que excluya los Circuitos Festivos? Indudablemente que no, por eso hay que hacer notar la importancia del Patrimonio Festivo para el inventario del Patrimonio Cultural nacional.
3.-La Nomenclatura de los Barrios como Patrimonio de los Pobladores.
Un segundo campo lo constituyen los espacios construidos según lógicas distintas a la razón instrumental urbanística dominante, por ejemplo los Barrios, construidos por la práctica cotidiana de los sectores populares, a los que la Sociólogo Doctora Carmen Dina Guitián Pedrosa llama Pobladores, para colocar de relieve su calidad de constructores de ciudad y no sólo de habitantes de la misma. Aquí el deber de ampliación del término de Patrimonio se convierte en imperiosa necesidad social y estratégica. Los Barrios constituyen por lo menos la mitad del espacio construido en nuestras ciudades y prácticamente en su totalidad no ha sido catastrado, es decir, no existe la traducción de su espacio en nomenclatura oficial: los Barrios no existen oficialmente para el Estado. Lo que ha llevado a acrecentar físicamente la ausencia del Estado en dichas comunidades y por ende, acrecentar la sensación de la existencia y consolidación de dos sociedades: la formal y la informal, profundizando la desintegración del país hasta límites francamente desquiciantes y peligrosos, para la sana construcción de un proyecto nacional.
Uno de esos abandonos se manifiesta –hablando en términos patrimoniales- en la ausencia de reconocimiento oficial de los nombres que la vivencia popular ha dado a sus espacios construidos. Antropológicamente sabemos que las cosas sólo existen si tienen nombre, lo que carece de nombre no existe, entonces el que no exista una nomenclatura oficial (expresada físicamente en placas, señalizaciones) en los Barrios, es una demostración permanente de que la sociedad legal comienza cuando la gente sale de sus lugares de vivienda y llega hasta la Avenida que está a sus pies, con nombre, placas y señalizaciones, pues representa los límites de la otra sociedad controlada y dirigida por el Estado, al que no le interesa lo que suceda de esos pies hacia arriba, hacia los cerros. Por eso pensamos en la urgente necesidad de asumir como Patrimonio los nombres que los sectores populares le han dado al espacio construido por ellos y que el Estado les dignifique su vivencia a través del reconocimiento material de su nomenclatura, asunto que extenderá de manera apreciable en el Imaginario Colectivo Popular, la presencia del Estado incorporando los Barrios a la legalidad formal del Nombre, es decir, del derecho a la existencia dentro de una sociedad que de esta manera, evidenciaría su voluntad de integración y no de exclusión.
El Patrimonio como Eje Transversal en la Educación.
Y el tercer campo al cual brevemente quisiera referirme es al de la creación de valores en la educación. Urge proponer el tema de Patrimonio como elemento fundamental de los circuitos educativos académicos, pero no sólo como Asignatura (que debería estar), sino como un eje transversal en donde se asientan los Valores. Pues el Patrimonio entendido como lo que es mio, lo que es nuestro, tiene que ser más una actitud que una actividad cognoscitiva, debe ser un valor que moldee los espíritus en la comprensión de que lo nuestro es irrenunciable, que sin Patrimonio quedamos sin riquezas de ningún tipo.
En estos tres campos descansa la parte sustancial para convertir el concepto Patrimonio, de algo sectorial propuesto por los Sectores Dominantes y limitados a su percepción de espejo, a un concepto de mayor alcance universal que interprete las distintas maneras de sentir lo propio, lo que es suyo de todos los sectores nacionales. Se trata de ver si se da el paso de un Instituto de Patrimonio que legisla para los rincones de la sociedad, o que colocado en el centro, abarca todas las redes de todos los caminos societales.
[1] .-González Ordosgoitti Enrique Alí (1992).-Calendario de Manifestaciones Culturales de Caracas, 2.201 Fiestas Caraqueñas. Caracas, FUNDARTE, Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela (CISCUVE), Colección Rescate, Serie Caracas toma Caracas, pp. 606
[i] .-Una primera versión de este artículo fue publicada en: Revista Memoriales del Instituto de Patrimonio Cultural (Venezuela) 2: 53-56, 2002, para esta ocasión lo hemos revisado y ampliado en pequeña medida.
[ii] .-Este artículo es un adelanto de las investigaciones que realizamos en la Línea de Investigación: “Socioantropología de las Culturas Residenciales”, perteneciente al Sistema de Líneas de Investigación (SiLI): “Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande”, perteneciente al Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela y vinculado con la Dirección de Investigación de la FAU-UCV, la Maestría de Teología Pastoral de la UCAB/Facultad de Teología/ITER, el Doctorado en Cultura Latinoamericana del IPC/UPEL y de la Maestría en Gestión y Políticas Culturales del ININCO/FAHE/UCV.
[iii] .-Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular en la UCV, UCAB e Instituto de Teología para Religiosos (ITER).
[iv] .-En esta misma Revista publiqué el artículo: ¿Cuál es el Patrimonio Cultural Tangible en el siglo XXI? La Bomba de Gasolina de El Tigrito, Anzoátegui. Revista Familia Cristiana Digital, Año 29, Nro. 29, Agosto 2011. (www.familiacristiana.org.ve)