Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Facultad de Teología-ITER. Escuela de Teología. Sección de Filosofía. VII Jornadas de Reflexión Filosófica: Criterios para efectuar un análisis filosófico de una situación histórica. Caracas 11 de diciembre de 2003.
Título:
¿Cuáles son los cambios posibles en la sociedad venezolana actual? ¿Algunos de esos cambios pueden conducir a una sociedad post capitalista?
Ponente:
Enrique Alí González Ordosgoitti (I)
-Para leer otros Artículos nuestros: https://ciscuve.org/?cat=4203
Itinerario de este Artículo (II)
Si desea descargar este Artículo en pdf:
Si desea descargar este Artículo publicado en la Revista Familia Cristiana Digital en pdf:
Si desea leer otros Artículos publicados en Ciscuve sobre:
-Historia de Venezuela https://ciscuve.org/?cat=1729
-Política https://ciscuve.org/?cat=51
Resumen.
Al hablar de cambios posibles en la sociedad venezolana, lo primero que se impone es la necesidad de denunciar el obstáculo epistemológico que la misma palabra cambio trae consigo. Pensamos que a lo largo del siglo XX, especialmente a la muerte de Gómez (y un poco antes, en la constitución de la oposición a su régimen), la palabra “cambio” se ha identificado casi que ónticamente con una carga positiva, afectiva e intelectualmente. La palabra “cambio”, ha adquirido una polisemia de significados positivos y deseables, que prácticamente divide éticamente a la sociedad entre los “buenos”; portadores y propiciadores del cambio y los “malos”; opositores y negadores del cambio. La palabra cambio se ha deshistorizado de tal manera, que se ha transformado en patrimonio del sentido común, traducir el cambio como algo positivo. Sobre este patrimonio sembramos dudas. Y además hablamos de cambios imposibles, como el de construir una sociedad post capitalista. Palabras Clave. Cambio y Conservación Social. Sociedades Precapitalistas. Sociedades Post capitalistas. Propiedad Comunal Productiva. Propiedad Privada Productiva. Venezuela. Quisiera comenzar agradeciendo al Director de la Sección de Filosofía de la Facultad de Teología de la UCAB-ITER, por haberme invitado como Ponente a estas VII Jornadas de Reflexión Filosófica, las cuales han sido convocadas bajo el sugestivo título de “Criterios para efectuar un análisis filosófico de una situación histórica”. El título por sí mismo ya pareciera ubicarnos en los campos de la Filosofía de la Historia, de la Filosofía Política y/o de la Filosofía Social. En mi caso, que provengo de los campos de la Sociología y de otras Ciencias Sociales, el título nos remite a la posibilidad de pensar la realidad –en este caso venezolana- más allá de la coyuntura, para intentar rastrear algunos de los componentes de la estructura social que pudieran facilitar la comprensión del comportamiento de las sociedades en el largo plazo histórico. Visto así, bordearemos la búsqueda de los criterios para elaborar un discurso general sobre la sociedad venezolana y su historia, que inevitablemente rozará los campos de los enfoques disciplinares de la Filosofía de la Historia, Sociología de la Historia (Yaguaribe, 2000[1]) y de la Antropología de la Historia (Wolf[2]). Si bien el reto es enorme, afortunadamente las limitaciones temporo espaciales que impone el formato de Ponencia nos aligera el peso y nos facilita la escogencia de pocos items para abordar el tema. Pensamos que pudiera ser de utilidad el preguntarse acerca de: ¿cuáles son los cambios posibles en la Venezuela actual?. Al hablar de cambios posibles en la sociedad venezolana, lo primero que se impone es la necesidad de denunciar el obstáculo epistemológico que la misma palabra cambio trae consigo. Pensamos que a lo largo del siglo XX, especialmente a la muerte de Gómez (y un poco antes, en la constitución de la oposición a su régimen), la palabra “cambio” se ha identificado casi que ónticamente con una carga positiva, afectiva e intelectualmente. La palabra “cambio”, ha adquirido una polisemia de significados positivos y deseables, que prácticamente divide éticamente a la sociedad entre los “buenos”; portadores y propiciadores del cambio y los “malos”; opositores y negadores del cambio. La palabra cambio se ha deshistorizado de tal manera, que se ha transformado en patrimonio del sentido común, traducir el cambio como algo positivo. ¿Pero todo cambio es bueno y por ende toda conservación es mala?. Bastará con que acudamos a un ejemplo grosero para demostrar la inconsistencia de ese patrimonio del sentido común. La casi totalidad de quienes me escuchan y probablemente me lean, son personas quienes poseen sus dos brazos. Si por azar, enfermedad o curiosidad quedarán reducidos sus dos brazos a sólo uno, habrán realizado un cambio. ¿Es positivo cambiar de dos brazos a sólo uno?. Es muy probable que quien haya sufrido ese cambio, tienda a decir que el cambio ha sido negativo. De tal respuesta obtendríamos la constatación empírica, de que no sólo todo cambio no es positivo, sino de que algunos cambios son negativos y además duelen y son irreversibles. Si el cambio que nos lleva a tener un solo brazo es malo, concomitantemente sabremos, que es bueno y útil conservar algunas cosas (como los dos brazos por ejemplo) Colocado así el asunto, abordaríamos la realidad venezolana con las ideas siguientes: 1)hay cambios buenos y positivos; 2)hay cambios malos y negativos; 3)hay realidades sociales que deben conservarse y 4)hay realidades sociales que deben cambiarse. Las cuatro proposiciones anteriores, demuestran las relaciones lógicas entre conservación y cambio en cualquier sociedad que se quiera estudiar. Pero estas relaciones lógicas no son suficientes para “efectuar un análisis filosófico de una situación histórica”, pues es necesario ubicarlas en una realidad dada. Y aquí surgen otras categorías que vienen en nuestra ayuda, las cuales son: posibilidades e imposibilidades de cambio o conservación de determinadas realidades sociales. Es decir puestos frente a una “situación histórica”, el investigador debe indagar acerca de, al menos, cinco posibilidades: 1)cuáles situaciones pueden o no ser cambiadas; 2)de las que pueden ser cambiadas cuáles deben serlo y cuáles no; 3)cuáles situaciones no deben ser cambiadas aunque pueda hacerse; 4)cuáles situaciones hay que esforzarse en conservar y 5)cuáles situaciones –aunque pueda quererse- son imposibles de cambiar.
Situaciones –que aunque pueda quererse- son imposibles de cambiar:
el sistema capitalista.
Por limitaciones de espacio vamos a referirnos solo a la última posibilidad: situaciones –que aunque queramos- son imposibles de cambiar. Por ejemplo, rezar o regar con cremas especiales la mano ausente para ver si vuelve a crecer; desear que nuestros países vecinos fueran otros (el síndrome que según Jorge Luis Borges sufrían los argentinos: italianos nacidos en América que se creen ingleses); creer que Venezuela puede ser una potencia mundial que determine el curso internacional en el siglo XXI y pensar que el sistema capitalista puede ser sustituido por otro sistema mundial de organización de las sociedades. Sobre la imposibilidad de sustituir el sistema capitalista es que voy a continuar la reflexión. Para la misma me basaré fundamentalmente en las formulaciones de Carlos Marx[3], especialmente en las sostenidas en una de sus obras publicadas post mortem, apenas en el siglo XX y cuya traducción del ruso[4] al alemán fue en el año en 1953 y de esta edición, fue traducida a los idiomas latinos (italiano (1956), francés y español) a finales de la década de los sesenta, por lo que es relativamente poco conocida, me refiero a las “Formaciones económicas precapitalistas”[5]. En esta obra, no pensada nunca para su publicación sino como apuntes de investigación que Marx iba elaborando en la búsqueda de elementos que abonaran sobre la historia del capital y del capitalismo, se esbozan gruesos trazos de la evolución de la propiedad comunal, la propiedad privada y el capital, en el continente europeo, con algunas observaciones sobre el continente asiático, especialmente China y la India (que posteriormente servirán de referencias fundamentales para el surgimiento de la noción de Modo de Producción Asiático, que se quería hacer derivar de la noción de “despotismo oriental” utilizada por Marx y luego por Engels). En estos apuntes Marx esboza una genealogía de los Modos de Producción -que luego Stalin se encargará de canonizar y caricaturizar- que parte del Modo de Producción de las Sociedades Primitivas y continua con los Modos de Producción Esclavista, Feudal y Capitalista. El hilo conductor que hilvana tal proposición parte de la propiedad de los Medios de Producción -que irá desde la propiedad comunal hasta la propiedad privada- y su relación con el par dialéctico de capital y trabajo. Marx considerará a la Sociedad Primitiva como el primer escalón de las sociedades humanas[6], en las cuales no existirá propiedad privada productiva, sino sólo propiedad privada individual y propiedad comunal de los medios de producción. Esta sociedad primitiva tenderá a descomponerse en la medida que se van desarrollando las Fuerzas Productivas, especialmente por el avance en las técnicas y herramientas de producción que traían consigo un incremento de la productividad y con ello un aumento del excedente económico. Este excedente económico será canalizado a través de tres vías fundamentales: el mejoramiento de la calidad de vida, el aumento del consumo básico y del consumo suntuario y la acumulación en forma de capital. Por tales condiciones, la propiedad comunal productiva, especialmente constreñida a la tierra y a la naturaleza explotable de ella, cederá su paso a la creación de una cada vez más creciente propiedad privada de los medios de producción. Tal situación llevará a la disgregación del Modo de Producción Primitivo, dando origen a distintos Modos de Producción en los cuales la primacía de la propiedad privada de los Medios de Producción no será impugnada. A continuación de la disgregación de la sociedad primitiva y por ende del predominio de la propiedad comunal productiva, se abrirán dos vías; una la seguida por las sociedades asiáticas que darán origen al Modo de Producción Asiático y la otra la seguida por las sociedades europeas que conducirán al Modo de Producción Esclavista, luego al Feudal y finalmente al Capitalismo. Marx demuestra que –en el caso europeo- hay una perfecta línea de continuidad del esclavismo al feudalismo y al capitalismo, cual es el creciente dominio de la propiedad privada productiva y el mantenimiento de la desaparición de la propiedad comunal productiva. La evolución de la primera se expresará en la continua acumulación de capital, la cual no es más que acumulación del trabajo excedente, que históricamente se va condensando en bienes patrimoniales cada vez más abstractos hasta llegar al predominio en el proceso de intercambio; del valor de cambio sobre el valor de uso, de la hegemonía de la moneda sobre el trueque y de los criterios de riqueza expresados preferentemente en los bienes de consumo mediato y preferentemente en los bienes que aseguran la propia reproducción del capital. La evolución de la propiedad comunal va a sufrir un cambio cualitativo que conducirá a su desaparición estructural y absoluta, no sólo por la marcha cada vez más acelerada de la acumulación de capital, sino además por el cambio de escala con el que la humanidad comienza a considerarse a sí misma. Mientras la comunidad primitiva mantenía unas dimensiones micro locales o hasta locales, las comunidades humanas europeas a partir del desarrollo del Modo de Producción esclavista griego y romano, ya no pensarán en sí mismas sino en términos de ecúmene, es decir a escala planetaria, con la salvedad de que el concepto de planeta varía de tamaño según la época a la cual nos refiramos y es indudable que la conciencia planetaria de los griegos y romanos, es decir su mundo conocido será inferior al mundo tal como hoy lo conocemos, que es capaz de adoptar dimensiones mundiales objetivas, a partir del proceso de mundialización y expansión del capitalismo ocurrido desde 1492. De esta forma la propiedad comunal nunca más podrá ser equiparada a la propiedad de toda la sociedad humana, porque esta sociedad humana ya se expresa en diferentes escalas que sobrepasan el ámbito microlocal y local y siempre se tendrán que definir como propiedades comunales parciales frente a otras propiedades comunales parciales, pero no en la acepción de cuando eran consideradas por Marx “sociedades primitivas”, momentos en los cuales las pocas vinculaciones orgánicas y productivas entre las diferentes sociedades podían alimentar la idea de estar en presencia de sociedades autárquicas y por lo tanto capaces de ser una especie de micro mundo. Tales condiciones desaparecieron con el desarrollo de las fuerzas productivas que condujeron al capitalismo y desde entonces dejaron de existir sociedades autárquicas (si es que alguna vez tuvieron existencia propia durante períodos prolongados), para irse convirtiendo en sociedades parte de la sociedad mundial. De tal manera que no había ninguna posibilidad de seguir existiendo lo que Marx llamaba propiedad comunal, entendida como propiedad colectiva de los medios de producción. De ahí en adelante lo que existe son diversas formas de propiedad privada de los medios de producción. Y si la propiedad privada de los medios de producción es una de las condiciones necesarias para el desarrollo del capitalismo, es posible deducir que en la actualidad lo único que existe es capitalismo. Es decir que al menos desde el siglo XV, en el planeta Tierra se ha ido consolidando el sistema capitalista y durante ese tiempo sólo han existido sistemas precapitalistas, pero ningún sistema post capitalista, tal como algunos han querido entender las sociedades derivadas de la impronta soviética que adoptaron el exótico nombre de socialistas. Marx logró demostrar la génesis del capitalismo, como aquel sistema que se basa única y exclusivamente en la reproducción ampliada del capital. Este sistema se fue incubando en aquellos procesos vividos en Europa que permitieron que el trabajo excedente, producto de los avances científicos técnicos aplicados en la producción, pudieran conservarse y acumularse en forma de capital, especialmente gracias a la gran acumulación originaria que se realizó en Inglaterra producto de los metales preciosos provenientes de América y de la trata atlántica. Luego de esta acumulación, el capital tuvo la suficiente fuerza como para crear un sistema, en el cual la acumulación de capital no fuera un producto secundario sino el propio centro, su esencia. Y la ley descubierta por los economistas clásicos y desarrollada por Marx estipula que el capital tiende por su propia naturaleza social a concentrarse y no a desconcentrarse. De esa manera el capital genera capital aun en sus relaciones con otros capitales de diversa composición orgánica, a través de la ley de transferencia de valor de los de menor a los de mayor organicidad. Y como el capital se asienta en la propiedad privada de los medios de producción y como esta es la única forma de propiedad existente luego de la disgregación de la comunidad primitiva y de la propiedad comunal productiva, sólo existe el sistema capitalista en la actualidad y no existe ninguna base científica como para aseverar que este sistema capitalista pueda ser sustituido por un sistema post capitalista, al menos en los términos en que fue comprendido por Marx y el marxismo. Es tan clara esta aseveración de la primacía del capital y del capitalismo, basada en la ley de la reproducción ampliada del capital, que el propio Marx cuando criticaba al capitalismo industrial de su tiempo y proponía un sistema alternativo, este sistema no consistía en desmontar la concentración de capital para regresar al “comunismo primitivo”, ni en alterar realmente las relaciones de propiedad entendidas como pasar el testigo de la propiedad privada productiva a la propiedad comunal productiva[7], sino en acentuar cambios en las relaciones de producción “de cada cual según sus capacidades” y en las relaciones de distribución “a cada cual según sus necesidades”, basadas –a sotto voce- en una reforma moral de la comunidad de inmediata ascendencia estoica. Realizada no por mera voluntad “subjetiva” de lo que hoy podríamos llamar sociedad civil[8], sino de una manera “objetiva” a través de la acción política ubicada en la superestructura. Pero en ningún momento pretendió hacerla en lo que desde su enfoque pudiera llamarse la parte más objetiva de la sociedad, su infraestructura económica, por ser simplemente imposible. Marx no podía –científicamente hablando- proponer una sociedad distinta al capitalismo, pues en este se había dado ya la máxima concentración posible de capital, de ahí que considerara como positiva la invasión inglesa a la India, pues así se aceleraría el dominio capitalista mundial sobre las formas precapitalistas. Viéndolo desde hoy, podría decirse que Marx apostaba a cambios en el capitalismo industrial de su época que apuntaran a una redistribución más justa de la riqueza productiva y a una revalorización del trabajo frente al capital, ideas que han estado en la base de gran parte de las proposiciones de cambio que han enarbolado los diferentes movimientos sociales, que desde finales del siglo XIX han venido introduciendo cambios positivos en el capitalismo, tanto desde el punto de vista de las relaciones entre las distintas composiciones orgánicas del capital[9], como de las relaciones entre capital y trabajo. Asunto que ha conducido que el capitalismo industrial decimonónico conocido por Marx, no se reconozca por completo en el capitalismo globalizado de hoy, especialmente en las zonas altas y medianamente ricas del planeta. Podríamos preguntarnos, si es relativamente fácil demostrar que según Marx es imposible la existencia de sociedades post capitalistas ¿porqué se sigue utilizando esa denominación de anticapitalismo por parte de aquellos grupos e individualidades que están en desacuerdo con las injusticias estructurales actuales? Las respuestas necesitarían un espacio del que no dispongo en esta Ponencia, pero me gustaría señalar los alcances que dos de los grupos llamados anticapitalistas le dan a las mismas, al menos a manera de hipótesis, estos grupos son algunos teólogos cristianos y algunos teólogos de la New Age. Como parto de la premisa que en la actualidad sólo existe el sistema capitalista y de que no hay forma objetiva de vislumbrar lo que pudiera ser un sistema post capitalista, creo que algunos teólogos cristianos cuando se refieren a la necesidad y posibilidad real de crear un sistema post capitalista se basan en el supuesto siguiente: como Cristo dijo que su reino no es de este mundo y como anunció que a su segunda venida será el tiempo de la resurrección y todos tendremos acceso a la vida eterna, es posible pensar que estos teólogos cristianos consideren que el sistema post capitalista será aquel que emerja después del juicio final. En el caso de los teólogos de la New Age, me refiero a quienes forman filas en la disciplina de la “Ovnilogía”, es decir los creyentes en los Ovnis (Objetos Voladores no Identificados), quienes no sólo están convencidos por artículo de fe, de la existencia de los extraterrestres, sino de que –lo afirma la congregación venezolana- además tienen sus bases en el interior del cerro El Avila. Para estos teólogos de la Ovnilogía, el sistema post capitalista se construiría en un planeta distinto de la Tierra, quizás incluso en otra galaxia. Como esta Ponencia está basada en las modestísimas condiciones intelectuales y laborales mías, debo aclarar que mi único mundo se circunscribe al planeta Tierra que habitamos en la actualidad, razón por la cual no tengo luces suficiente, ni dispongo del tiempo libre en abundancia, como para hacerme partidario de las proposiciones anteriores, por lo que simplemente seguiré refiriéndome y analizando al sistema capitalista actual, que es el único que existe y que va a seguir existiendo. Por lo tanto cualquier posibilidad de cambio de las sociedades actuales tiene inevitablemente que circunscribirse a cambios dentro del sistema capitalista mundial, pues no hay otro, independientemente de que nos guste o no. Y para finalizar volvamos al principio, a la advertencia de que no siempre todo cambio es bueno y si aun lo duda, ¡córtese una oreja y luego escuche!.
(I).-Enrique Alí González Ordosgoitti
-Doctor en Ciencias Sociales, Sociólogo, Folklorólogo, Filósofo, Teólogo, Locutor, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB (2000-2016) y del Instituto de Teología para Religiosos-ITER (1991-2016). Miembro del Comité Directivo del Centro de Estudios de América (CEA), Vicerrectorado Académico UCV.
-Co-Creador y Coordinador General -desde 1991- de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE.
-Co-Creador y Coordinador -desde 1998- del Sistema de Líneas de Investigación Universitaria (SiLIU) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande.
-Co-Creador y Coordinador -desde 2011- de la Página Web de CISCUVE: www.ciscuve.org
-Para contactarnos: ciscuve@gmail.com; @ciscuve; ciscuve-Facebook; @enagor; enagor2@gmail.com; Skype: enrique.gonzalez35
-Si desea conocer otros Artículos, Audios, Álbumes de Fotos Etnográficas y Videos de Enrique Alí González Ordosgoitti, entre en la siguiente URL: https://ciscuve.org/?cat=4203
II.-Itinerario de este Artículo:
1.-Ponencia en las VII Jornadas de Reflexión Filosófica: Criterios para efectuar un análisis filosófico de una situación histórica., organizadas por la Sección de Filosofía, Escuela de Teología, Facultad de Teología-ITER de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB),
2.-Revista de Filosofía y Humanidades ITER-Humanitas, Instituto de Teología para Religiosos (ITER), Facultad de Teología de la UCAB (Venezuela) 1(1): 45-53, enero-junio 2004
y 3.-Revista Familia Cristiana Digital, Año 30, Nro. 63, Junio 2014. www.familiacristiana.org.ve, https://ciscuve.org/?p=386
————————————————————