Universidad Central de Venezuela.

Facultad de Humanidades y Educación.

Escuela de Filosofía.

Departamento de Filosofía de la Praxis.

Cátedra: Pensamiento Latinoamericano.

Dirección de Cultura de la UCV.

Coordinación de Extensión de la FAHE.

Seminario: Filosofar sobre la Constituyente.

¿Refundar la República sobre cuál Ser Histórico?

EAGO-08.09.12-7

Enrique Alí González Ordosgoitti.

(Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Titular de la UCV, de la Facultad de Teología de la UCAB, del Instituto de Teología para Religiosos-ITER, del CEJ y de la SVAJ, Coordinador del Sistema de Líneas de Investigación (SiLI) sobre Sociología, Cultura, Historia, Etnia, Religión y Territorio en América Latina La Grande y Coordinador General desde 1991 de la ONG Centro de Investigaciones Socioculturales de Venezuela-CISCUVE, ciscuve.org/web; ciscuve@gmail.com; @ciscuve, ciscuve-Facebook, enagor2@gmail.com, @enagor, Skype: enrique.gonzalez35)

 

(Ficha: González Ordosgoitti Enrique Alí (1999).-“Conferencia Nro. 1 (12.03.99) ¿Refundar la República sobre cuál Ser Histórico?” (21-46) en: Enrique Alí González Ordosgoitti (Coordinador/Compilador).-Filosofar sobre la Constituyente. Memorias del Seminario, Caracas, marzo-julio 1999. Caracas. UCV, CDCH-UCV, Fondo Editorial de Humanidades-UCV, Fondo Editorial Tropykos, pp. 252).

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(Para quienes están interesados en el tema Étnico, Ciscuve coloca a su disposición las siguientes Categorías con sus respectivos links, en donde encontrarán Entradas que pueden descargar en pdf gratuitamente:

-Etnia (ciscuve.org/?s=Etnia);

-Etnia Afroamericana-Negra (ciscuve.org/?cat=28)

-Etnia Criolla (ciscuve.org/?cat=29)

-Etnia Bicultural-Binacional (ciscuve.org/?cat=30)

-Etnia Indígena (ciscuve.org/?cat=35))

Indice.

 

I.-El Proceso Constituyente.

Comencemos

          Luego del despeje emocional, comenzamos con la Inteligencia Racional

II.-El Ser Histórico Venezolano.

Para deconstruir el Modo de Pensar Historiográfico Dominante

El segundo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

De esto se deriva la impugnación del tercer constructo, del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

El cuarto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante continúa con el racismo

El quinto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante insiste en el racismo

El sexto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, continúa la vieja lucha entre las fracciones del Bloque de los Sectores Dominantes, disminuyendo la importancia de la Iglesia

El séptimo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, destaca el triunfo de los conquistadores-militares-criollos, en el Bloque de los Sectores Dominantes

El octavo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante nos remite a lo Regional

El noveno constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, se refiere a la glorificación de la autodestrucción de los venezolanos

Las Nuevas limitaciones del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

Otra limitación del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

         III.-El Ser Social Actual.

 

 

                         Muy buenas tardes a los distinguidos miembros de la Mesa.

                        Muy buenas tardes al distinguido público que hoy nos acompaña.

                        Señoras y Señores.

 

 

                        Nos ha tocado en suerte ser iniciadores de este Curso de Extensión: Filosofar sobre la Constituyente, que a través de trece Conferencias Magistrales, se desarrollará desde este mes de marzo, al mes de julio. Son doce Profesores de la Universidad Central de Venezuela y un Profesor Invitado de la Universidad Simón Bolívar, quienes han decidido dar lo mejor de sí para reflexionar en profundidad acerca de un tema, que está colocado en el centro de las preocupaciones de los venezolanos: la Constituyente.

 

                        Este Seminario representa a su vez, la voluntad colectiva de la Escuela de Filosofía de la UCV, de no seguir haciendo el ejercicio de su pensamiento en solitario, enclaustrada, sino de asumir la plena identidad con su ser social y filosofar al compás de las palpitaciones de la calle, de lo público, de lo histórico venezolano.

 

                        En esta ocasión, le ha tocado organizar esa voluntad de pensar a la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano del Departamento de Filosofía de la Praxis, próximas iniciativas recaerán en otros Departamentos, mejores mentes y manos, que sabrán corregir los errores que este Seminario tendrá debido a la inexperiencia. Para nuestro descargo, sirva recordar que todo comienzo trae de consuno mayores dificultades.

 

                        Pero entremos a lo nuestro, al objetivo de este Seminario y a lo que particularmente nos atañe y que se expresa en el título de esta Conferencia: ¿Refundar la República, sobre cuál Ser Histórico?.

 

I.-El Proceso Constituyente.

Comencemos

                        Pero con una nota de definiciones previas, que apuntan a señalar la vigilancia epistemológica necesaria. Pensamos que al abordar la discusión acerca de la Constituyente, es preciso distanciarse de dos obstáculos que se le presentan a la inteligencia emocional colectiva de aquellos venezolanos, que no han hecho costumbre de reflexionar cuidadosamente sobre los hechos sociales y que lucen angustiados, ansiosos y desorientados, ante los veloces cambios coyunturales e intentan refugiarse a gritos, en una atmósfera afectiva que se expresa claramente en la idea: “detengan el mundo hasta que lo entienda”. 

 

                        El primero de esos dos obstáculos de la inteligencia emocional, es el de aquellos venezolanos que apoyaron la idea de la Constituyente, desde cuando ella formó parte destacada del debate electoral y que creen suponer que les asiste todo el derecho de afirmar, que esa idea ya fue de ellos y así debe seguir siendo, sospechando de cualquier nuevo miembro que desee incluirse en ese club, donde sólo caben los primigenios.

 

                        El otro obstáculo para la inteligencia emocional, es el que poseen aquellos venezolanos que se opusieron a la idea de la Constituyente, durante el debate electoral y consideran cuestión de principios seguir oponiéndose, bien sea absteniéndose de participar, criticar a quienes si quieren hacerlo, o participar con animos de obstruir.

 

                        Ambos obstáculos de esas inteligencias emocionales, descansan en un crudo error de apreciación de la realidad: ya no estamos en época electoral, ya las elecciones se realizaron y ha comenzado un nuevo gobierno, légitimamente elegido, el cual tiene el pleno derecho de gobernar. Por lo tanto, la Constituyente ya no es la oferta electoral que sirvió para dividir a los venezolanos según diferentes opciones presidenciales, sino una acción de gobierno convocada a través de los Poderes Públicos, que seguramente creará nuevos grupos; como aquellos que piensan que es sólo una proposición jurídico-política y aquellos que sostienen que es una oportunidad para la reformulación societal. Y estamos seguros que los dos grupos habidos antes del seis de diciembre, no serán los mismos que se conformarán ante la nueva realidad. Por eso es que insistimos en la superación de los dos obstáculos de la inteligencia emocional: la Constituyente atañe a todos los venezolanos, no caben pues, ni reclamos principistas de primogenitura, ni reclamos principistas de oposición per se.

 

Luego del despeje emocional, comenzamos con la Inteligencia Racional

                        Y es cuando se inician los verdaderos problemas. ¿Cuál puede ser el alcance de la Constituyente?. Algunas opiniones –basadas en un excesivo ahorro de neuronas- han intentado responder esa pregunta afirmando que: “con la Constituyente no se va al mercado”. En esa línea de argumentación podríamos argüir que igualmente, la Constituyente no alivia las uñas encajadas, ni endereza los juanetes, ni alivia los ataques de caspa, es evidente que para esas cosas existen otros dispositivos sociales. Las funciones que se le pueden asignar a la Constituyente pertenecen a otro orden de ideas y a otros géneros de problemas. Podríamos comenzar por señalar, al menos cuatro momentos dentro de la Constituyente:

1.-Elección y conformación de la Asamblea Constituyente.

2.-Elaboración de la nueva Constitución.

3.-Posicionamiento en la conciencia colectiva venezolana, de la nueva Constitución y

4.-Proceso Constituyente.

 

                        Hasta ahora –por razones aparentemente obvias- el énfasis se ha colocado en la Elección y conformación de la Asamblea Constituyente, quedando la discusión en el círculo de los políticos profesionales y los especialistas jurídicos, marginando a los legos, conformados por la inmensa mayoría de la población. Ha sido un mal comienzo centrar el protagonismo en la Sociedad Política, promoviendo la pasividad de la Sociedad Civil, posicionando la idea de que la Constituyente es eminentemente una acción jurídica-institucional, de ahí la preeminencia de las argumentaciones legales y como dice la sabiduría popular, “cuando entre abogados te veas”.

 

                        Por eso insistimos en dar preeminencia al cuarto momento, el Proceso Constituyente, que incluye los otros tres pero a su vez los desborda, por que entendemos el Proceso Constituyente como una reflexión pública, colectiva y en voz alta acerca de lo que es, lo que ha sido y lo que debe ser Venezuela, tanto en su Ser Histórico como en su Ser Social Actual. Y desde esta definición, nos atrevemos a afirmar que en las actuales condiciones en que vive Venezuela, conforman un marco y una ocasión excepcional para realizar un verdadero Proceso Constituyente, siempre que podamos sortear el peligro de que el mismo sea secuestrado por la Sociedad Política (agrupados en la vieja nomenclatura de fuerzas del gobierno y fuerzas de la oposición), impidiendo que las discusiones se realicen en los escenarios de la Sociedad Civil, con una agenda abierta a todo lo societal venezolano.

 

                        En esa dirección apuntan estos modestos esfuerzos, de tratar de filosofar sobre nuestro Ser Histórico. Entremos de rompe en el punto: ¿cuáles son las condiciones que permiten afirmar que el momento actual es óptimo para un Proceso Constituyente?. La condición más destacada, que debe dar alas al Proceso Constituyente, es la creciente convicción, en gruesos sectores de la población, de la profundidad de la crisis venezolana, su carácter estructural y casi irreversible. La situación de debilidad y en algunos casos de verdadera catástrofe, en las cuales se encuentran ciertas áreas de la sociedad venezolana, permiten afirmar que su recuperación, hasta llegar a los patrones de países desarrollados, puede requerir de un plazo superior a los veinte o treinta años. En tal situación, la búsqueda de atajos que permitan eludir la discusión sobre lo esencial de nuestro Ser Histórico y de nuestro Ser Social Actual, sólo servirá para agravar la situación, igual efecto tendrá ver en la coyuntura, una nueva oportunidad de “correr la arruga”.

 

II.-El Ser Histórico Venezolano.

                        El Ser Histórico de una sociedad se compone de dos conjuntos de elementos: lo que objetivamente (o facticamente), sucedió y los discursos que explican que fue lo que ocurrió. Son estos discursos que explican lo sucedido, los que finalmente construyen “una versión de los hechos”, que se impone como verdad colectiva en el horizonte mental de la sociedad. En el caso venezolano queremos referirnos fundamentalmente, a las versiones historiográficas surgidas en el siglo XIX y continuadas en lo esencial en el siglo XX, que configuran la base desde la cual se sigue pensando la historia de Venezuela. A este constructo ideológico hemos llamado, el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, el cual sostiene la explicación esencial del Ser Histórico Venezolano.

 

                        Este Modo de Pensar Historiográfico Dominante puede ser explicado a través de las siguientes hipótesis y premisas:

Hipótesis Fundacional: El Modo de Pensar Historiográfico Dominante, surge como un constructo ideológico que intenta explicar y asentar como universal, un discurso que expresa solamente los intereses de clase de la fracción de los sectores dominantes, que a partir del reacomodo acaecido al finalizar la guerra de 1810-1822, pasó a comandar el Bloque Social Dominante, del Nuevo Bloque Histórico surgido en consecuencia.

 

-Esta fracción de la clase dominante triunfadora, estará conformada socioeconómicamente, por antiguos y nuevos terratenientes, aliados de incipientes sectores de la burguesía comercial (avanzados del capital de países que le disputaban la hegemonía a España, como Inglaterra, Holanda y avanzado el siglo XIX, Alemania y desde el siglo XX los EEUU) y los nuevos detentadores del poder formal de la Sociedad Política, caudillos militares en el siglo XIX y militares de carrera, conjuntamente con civiles dirigentes de los partidos modernos, en el XX.

 

-Desde el punto de vista étnico, el discurso fundacional insistirá en la exclusividad del Criollo, entendido como blanco nacido en América, de padres españoles, pero además descendiente –real o simbólicamente- del estamento militar-conquistador. Negando, de manera implícita, la participación en la construcción de la nacionalidad venezolana, de otros grupos étnicos como indígenas, negros y canarios, a través del proceso de volverlos invisibles.

 

-Desde el punto de vista de su adscripción geográfica, si bien es cierto que el siglo XIX nos muestra Presidentes Centrales, Llaneros y Orientales, en el Modo de Pensar Historiográfico Dominante se elaborará un discurso centralista, que enfatizará el protagonismo de la región central en detrimento de las otras regiones del país, incluso confundiendo adrede la historia de la Provincia de Venezuela (enmarcada hasta el siglo XVIII, en la Región Central), con la de Capitanía General de Venezuela y posteriormente la República de Venezuela, las cuales ya se referían a toda la nación.

 

-Estas características socioeconómicas, étnicas y regionales de la nueva fracción dirigente del Bloque Social Dominante, caracterizarán el discurso presente en el Modo de Pensar Historiográfico Dominante como: antipopular, racista y centralista, características que se mantienen invariablemente aún hoy en día.

 

Para deconstruir el Modo de Pensar Historiográfico Dominante

                        Debemos tener en cuenta que debido al largo tiempo que lleva de internalización en el Imaginario Colectivo, forma parte de la Inteligencia Emocional de los venezolanos, en donde se ha aposentado como amo y señor de las conciencias, lo cual conlleva grandes riesgos de resistencia a los intentos de cuestionamiento. El primer gran constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, se vincula –astutamente- con Simón Bolívar. De ahí que sostengamos como primera premisa: Bolívar no es el Padre de la Patria. Bolívar es el Padre de la República y nuestro máximo Héroe Cultural Antropológico.

 

                        La afirmación de que Bolívar es el Padre de la Patria se sostiene en una premisa falsa, la cual es sostener la identidad absoluta entre Patria y República, asunto que es evidentemente antihistórico, pues si bien es cierto que la República es parte de la Patria, no toda la Patria se confina en los límites de la República. ¿Puede seguirse afirmando que la Patria comienza en 1810 o 1811, sin mutilar la historia real del nosotros mismos?. Es evidente que insistir en identificar la Patria sólo con la República, entraña desconocer tanto los tres siglos anteriores, cuando eramos parte del Imperio Español, como los anteriores siglos precolombinos, lo cual igualmente sirve para excluir de la construcción de la Patria, a todos aquellos grupos étnicos distintos a los Criollos blancos nacidos en América e hijos de peninsulares, asunto sobre el que volveremos luego.

 

                        La creación del constructo ideológico de ser Bolívar el Padre de la Patria, obedece a otras necesidades nada loables: el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, inventó la operación mixtificadora de la identificación de la República con la Patria, con el fin de aparecer ellos –los Criollos blancos nacidos en Venezuela de padres peninsulares- como el prototipo étnico de la creación de la nacionalidad, relegando a través de la invisibilidad a los otros componentes étnicos, una manera muy racista de solucionar el problema.

 

                        Igualmente existe otra intención ideologizadora al insistir en el constructo de Bolívar como Padre de la Patria, consustanciando República con Patria y fue el de tratar de justificar, tanto ante sus contemporáneos del XIX, como en el XX, el ciclo de guerras habidas entre 1810-1822. ¿Por qué habría que justificar estas guerras?. Si nos detenemos a pensar en la Venezuela existente en 1822, encontraríamos que: la mitad de la población había muerto; las áreas económicas del país habían sido arrasadas; las ciudades habían quedado casi destruidas por completo; los servicios de agua, caminos, carreteras, seriamente afectados; el aparato burocrático del Estado demolido; el sector de la inteligencia reducido a su mínima expresión; la esclavitud de los negros continuaba; el ascenso social de los pardos había sido frenado; la explotación y marginación de los indígenas seguía incólume; la exclusión social y semi esclavitud de los canarios continuaba y todo ese saldo dantesco para qué, ¿para qué otra fracción del Bloque Social Dominante pasará a ser hegemónica y pudiera así acceder al “libre” comercio bajo la égida de Inglaterra y Holanda?. ¿Realmente se justificó para bien del país?. Cada vez es más difícil responder afirmativamente esa pregunta.

 

                        Los nuevos Sectores Dominantes, quienes no dejaron entrar a Bolívar a Venezuela y lo dejaron morir en Colombia, después de muerto lo momificarán y lo colocarán a su servicio bajo el título de Padre de la Patria, no es la primera ironía de la historia ni será la última.

 

El segundo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

                        Igualmente lo negamos: No hubo Guerra de Independencia entre 1810-1822, lo que ocurrió fue una Guerra Civil que culminó en Secesión. Para que existiera guerra de independencia tendría que haber habido dos naciones en guerra y no las hubo. Para 1810 existía una sóla nación que era el Imperio Español, conformado tanto por el centro peninsular como por las provincias americanas. En el centro surgieron dos partidos políticos con proyectos societales distintos, que pronto se expandieron a las provincias: el uno conformado por los partidarios de la monarquía y el otro, por los afectos a una nueva forma de gobierno, la republicana. La lucha en América hizo de españoles realistas (monárquicos) y de españoles patriotas (republicanos), dos bandos que se trenzaron en encarnizada lucha, cuyo resultado final llevó a la secesión de España y a la creación de Estados-Nación inéditos, que adoptaron la forma de Repúblicas. Por lo anterior es rotundamente anacrónico sostener que hubo guerra de independencia, sólo guerra civil que culminó en secesión.

 

De esto se deriva la impugnación del tercer constructo, del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

                        El odio a lo español, utilizado tanto para enfatizar que la lucha fue entre dos naciones: Venezuela y España (cualidades inexistentes para el lapso 1810-1822), como sobre todo, para anunciar étnicamente el nuevo predominio de los Criollos blancos americanos, sobre los Peninsulares blancos. Acción esta que ha introducido un hiato (Briceño Irragory), entre el siglo XV y el siglo XIX, contribuyendo a desconocer nuestras raíces profundas como nación, pues el siglo XIX no puede ser explicado sin los siglos anteriores. He aquí la principal razón de nuestras cíclicas crisis de identidad cultural, ¿cómo puede reconocerse y construirse una identidad, si se niegan tajantemente parte importante de los orígenes, se los anatematiza, se les endilga condición vergonzante?. Fuimos españoles, debemos asumirlo con orgullo. No es posible explicar nuestro ser nacional, si no contemplamos lo español en nosotros. España es parte importante de nuestras raíces, aunque no la única fuente por supuesto. De ahí que proponemos para el debate Constituyente: Pedir perdón, como República hegemonizada por Criollos, del Decreto de Guerra a Muerte de 1813, recurso jurídico mediante el cual se lanzó al abismo del asombro, la sorpresa y la ignominia, la identidad histórico-cultural de los contemporáneos, inventando forzadamente y aculturadoramente, nacionalidades ficticias para el momento. Mientras el día anterior todos eran españoles, al día siguiente fueron divididos en venezolanos, españoles y canarios. Las secuencias psicosociales aún están presentes en nuestros días, en la Venezuela profunda.

 

                        Para combatir la xenofobia anti española del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, proponemos:

1.-Reconocer que la Patria comenzó en el lejano siglo XV, a través del encuentro dialéctico entre aborígenes e ibéricos.

2.-Pedir perdón por el Decreto de Guerra a Muerte contra Españoles y Canarios, del 15 de junio de 1813.

3.-Declarar Fiesta Nacional el 15 de junio, como Día de los Españoles y Canarios.

4.-Incorporar en el Panteón Nacional los Cenotafios del Español y Canario Desconocido.

 

El cuarto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante continúa con el racismo

                        Esta vez contra los indígenas. El insistir en que Bolívar es el Padre de la Patria, por lo tanto la misma comienza en 1810, a la vez de resaltar el papel de los Criollos-Blancos, vuelve invisible la participación indígena. La Patria comienza en Macuro en 1498, con el encuentro dialéctico del mundo ibérico con el mundo aborígen, pero lo más importante a destacar: la Patria comienza donde los aborígenes decidieron que comenzara. Pues mientras el Modo de Pensar Historiográfico Dominante simplemente elimina al indígena, otras corrientes historiográficas enfrentadas a ésta, como las encarnadas en Briceño Irragory y Picón Salas, vuelven visible al indígena pero en situación totalmente subsidiaria de los ibéricos. Aquí queremos hacer justicia, al destacar que la Patria comienza donde los aborígenes habían ya domesticado la naturaleza, hasta transformarla en espacio habitable, de ahí el que un número importante de ciudades venezolanas lleven nombres mixtos (Acosta Saignes), indígena-ibérico: Santiago de León de Caracas, Nueva Segovia de Barquisimeto, San Fernando de Apure, San José de Maracay. La actual configuración de la ocupación del territorio venezolano no podría ser explicada satisfactoriamente obviando la domesticación del paisaje llevada a cabo por los indígenas.

 

                        Pero al situar la creación de la Patria en 1498, a la vez que se coloca de relieve el papel del aborígen en la conformación de ella, también nos señala de bulto el que los antecedentes históricos que precedieron a la construción de la Patria, están en primerísimo lugar en la historia de los indígenas precolombinos, por lo que los estudios arqueológicos se convierten en una necesidad, para poder explicar en profundidad a Venezuela, lo que a su vez nos lleva a sostener que lo que somos los venezolanos, tiene muchísimo más de unos escasos quinientos años, que nuestra historia es milenaria y que sólo puede tomarse como mamadera de gallo, el afirmar que somos parte de un Nuevo Mundo.

 

                        Para combatir el racismo anti indígena del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, proponemos:

1.-Reconocer que la Patria comenzó en los espacios habitables previamente domesticados por los indígenas.

2.-Reconocer que los antecedentes más lejanos de la Patria pertenecen a la época precolombina, de lo cual destaca la importancia para el país de los estudios arqueológicos.

3.- Declarar injustas las guerras libradas contra ellos, por parte de los conquistadores militares españoles y criollos.

4.-Crear como Fiesta Nacional el Día del Indígena.

5.-Incorporar en el Panteón Nacional el Cenotafio del Indígena Desconocido.

 

El quinto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante insiste en el racismo

                        En esta ocasión contra los negros. Una de las narraciones anecdòticas más socorridas, mediante la cual los negros aparecen en el relato fundacional de la República, es aquella conversación atribuida a Paéz con el Negro Primero, en el cual el primero lo increpa por creer que está rehuyendo el combate y el segundo le responde que ha venido a despedirse, por que está muerto. Estamos seguros que esta anécdota ha sido acompañada por lágrimas, pucheros y pucheritos (que son pucheros disimulados), por un gran número de venezolanos durante más de un siglo. Pero las cosas han comenzado a cambiar, si juzgamos por una investigación reciente efectuada por la Profesora Yolanda Salas, quien estudia el imaginario histórico popular, tal como se expresa en las sesiones espiritistas del culto a María Lionza. Nos relata Salas que estando presente en una sesión, al Medium le bajó el “espíritu” del Negro Primero, quien decía –aproximadamente- lo siguiente: “Si Negro Primero… porque cuando estaban los ejércitos frente a frente, los Generales blancos decían: los negros primeros… Pura carne de cañon pues, los negros primeros por pendejos…”. Es evidente que la sabiduría popular, ha comenzado a sospechar de una tradición historiográfica, que los ha vuelto prácticamente invisibles.

 

                        Insistimos que lo que comienza en 1810 no es la Patria sino la República, resultando Bolívar Padre de la República y que la Patria se inicia en 1498, por lo tanto los esclavos negros africanos venidos en el XVI, XVII y XVIII, son parte indispensable para comprender el desarrollo económico, social y cultural durante esos siglos: el cacao, el azúcar, el cimarronaje, el mestizaje. De este modo comenzaríamos a deslastrarnos de la historiografía racista en que hemos sido formados. El paroxismo de este racismo se expresa indignantemente en la frase –ya hoy del sentido común- de que en la Batalla de Carabobo de 1822, se alcanzó la máxima libertad de Venezuela, encarnó el espíritu de la libertad en nuestra tierra. Desde 1822 a 1854, cuando el 24 de marzo se decreta la libertad de los esclavos, median 32 años ¿es justo proclamar que se ha alcanzado la cima de la libertad, aún cuando los negros siguieran siendo esclavos treinta y dos años más?. Seguir  insistiendo en tamaño despropósito, es la evidencia de que para el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, los negros no son gente.

 

                        Y esa misma afirmación de que los negros no  son gente, se expresa no solamente cuando se celebra en Carabobo el haber alcanzado la libertad, sino cuando se alaba la totalidad del Congreso de Angostura de 1818, cuando fue en su seno donde hubo que dar marcha atrás al Decreto de Liberación de los Esclavos, dictado por Bolívar en Carúpano en 1816. En ese Congreso de Angostura se reafirma el carácter racista de los sectores dominantes, nueva prueba del carácter anti popular de la Guerra Civil de Secesión.

 

                        Para combatir el racismo anti negro, del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, proponemos:

1.-Pedir perdón por la Esclavitud.

2.-Declarar el 24 de marzo, Fiesta Nacional y Día de los Negros.

3.-Reconocer la participación de los Negros (Comunidad Étnica Afrovenezolana), en la conformación de la nación venezolana desde el siglo XVI.

4.-Incorporar en el Panteón Nacional el Cenotafio del Negro Desconocido.

 

El sexto constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, continúa la vieja lucha entre las fracciones del Bloque de los Sectores Dominantes, disminuyendo la importancia de la Iglesia

                        Pues no puede entenderse la historia de los siglos XV al XIX, si a la par de las diferencias entre el Bloque Social Dominante y el Bloque Social Dominado (indígenas, esclavos, pardos, blancos de orilla, canarios), no contemplamos las ocurridas en el propio seno del primero, especialmente entre los estamentos burocráticos, militares-conquistadores-criollos y el clero, es decir: el Aparato Estatal, las Fuerzas Armadas y la Iglesia.

 

                        Desde el temprano siglo XVI, se fueron conformando tres fracciones de los Sectores Dominantes, los conquistadores-militares, el clero y la burocracia del aparato estatal monárquico, las cuales la mayoría del tiempo, vivían con fuertes enfrentamientos entre sí. Para los militares, el derecho de conquista les parecía suficiente base legal para explotar sin trabas a los indígenas y luego, a los esclavos africanos y blancos pobres, guardándose para sí las riquezas obtenidas. Para el clero, la necesidad de expandir el cristianismo a través de la evangelización, les llevó –luego de fuertes disputas teológicas- a reconocer que los indígenas tenían alma y por lo tanto eran seres humanos, cuya explotación debía tener los límites que la concepción de la caridad cristiana del momento permitía, asunto que conllevó enfrentamientos graves con los conquistadores-militares, al punto que fueron estos quienes asesinaron al Padre Bartolomé de las Casas en Centroamérica. Igual choque hubo entre la burocracia administrativa del régimen y los conquistadores-militares, aunque por razones diversas: el reparto de las riquezas obtenidas y la imposibilidad de acceder estos a los puestos de mando gubernamentales.

 

                        Esta lucha entre las tres fracciones dominantes se decidirá al concluir la guerra civil de secesión, en favor de los descendientes de los militares-conquistadores, transformados en Criollos blancos hijos de peninsulares, dueños sólo del poder municipal, quienes al provocar la secesión podrán acceder y copar todos los cargos de mando administrativo, desbancando a los partidarios de la burocracia monárquica, e igualmente, derrotarán simultáneamente a la otra fracción del Bloque Social Dominante, el clero, por haberse aliado la Iglesia Católica -como institución- con el bando realista.

 

                        Esta derrota de las dos fracciones se expresará en el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, con el odio a lo español (revisado en párrafos anteriores) y con la disminución de la importancia del papel público de la Iglesia Católica, en la conformación del Ser Histórico Venezolano.

 

                        Esta disminución del papel de la Iglesia Católica, se alimentará continuamente durante los siglos XIX y XX, abrevando de diversas fuentes: en primer lugar su oposición a los Criollos, por ser herederos del estamento conquistador-militar; en segundo lugar, por los enfrentamientos ideológicos entre una Iglesia ultramontana y una ideología cónsona con el pensamiento moderno, como la representada por la Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, asumida por la gran mayoría de los dirigentes del nuevo estamento dominante; en tercer lugar, como apoyo internacional historiográfico se asumió la leyenda negra de la conquista española, difundida por el pensamiento anglosajón, no por casualidad interesado en desplazar la hegemonía española por la inglesa y en cuarto lugar, por el avance de la secularización y la modernidad, que tuvo como principal enemigo, hasta el Concilio Vaticano I, a la propia Iglesia.

 

                        La configuración de una matriz de opinión auspiciada desde el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, en contra del papel de la Iglesia en la conformación de la nación venezolana, ha impedido justipreciar el papel de creación de pueblos y ciudades por parte de los Misioneros Capuchinos, Jesuitas y Dominicos, durante los siglos XVI, XVII y XVIII, sin cuyo detenido estudio no es posible conseguir las suficientes claves para entender las identidades culturales regionales, aún hoy existentes.

 

El séptimo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, destaca el triunfo de los conquistadores-militares-criollos, en el Bloque de los Sectores Dominantes

                        A la par de execrar por la vía de la xenofobia al español, a la fracción de la burocracia monárquica y rebajar el papel de la Iglesia, se ha sobreestimado el papel de los militares en la conformación de la República –y a través del reduccionismo, a la Patria- otorgándoles a ellos la paternidad exclusiva de la misma, a través del llamado culto de los próceres. Aquí vuelve a funcionar a la perfección la estratagema ideológica de plantear a Bolívar como Padre de la Patria y no sólo como Padre de la República. A través del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, se vendió la idea de un Bolívar exclusivamente militar y lo que es aún más falso, un Bolívar progenitor y protector de los militares que luego gobernaron el país a lo largo del siglo XIX. ¡Qué cinismo!. Aquellos militares que impidieron que Bolívar muriera en Venezuela, luego quieren aparecer como herederos. Hay que ser tajantes, la mayoría de los militares, que acabada la guerra civil de secesión en Venezuela, asumieron el poder, fueron unos bandidos, saqueadores del tesoro público, expoliadores populares. Baste recordar que los Bonos dados por Bolívar a los soldados para canjearlos luego por tierras, fueron anulados en los gobiernos posteriores para poder ser comprados a bajos precios y luego, nuevamente legalizados para que fueran cambiados por tierras, después de haber cambiado los bonos para las manos de Generales Presidentes. Así se hicieron las nuevas fortunas, así surgieron los nuevos terratenientes. Esta parte de la historia ha querido ser obviada por el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, destacando en el más puro tono efectista las batallas y las hazañas militares. No negamos que Páez pueda ser considerado una especie de Rambo del siglo XIX, pero fue un saqueador de la Hacienda Pública y el brazo armado de la vieja y nueva oligarquía terrateniente, expoliadora de los sectores populares.

 

                        Los militares honrados, honestos y verdaderos nacionalistas como Bolívar, Sucre y Urdaneta, entre otros pocos en el XIX, y Medina Angarita en el XX, no pueden servir de coartada para presentar un estamento militar beatífico, cuando el comportamiento mayoritario de los mismos, especialmente de sus altos mandos, ha sido el de saqueadores del tesoro público. No se nos escapa la idea de que el actual Presidente de Venezuela está planteando una nueva relación civil-militar, que convierta los casos excepcionales del pasado en la nueva regla, es decir militares realmente dedicados a servir a la Patria. Sólo podemos desear que ojalá pueda cumplirse a cabalidad esa nueva proposición, pues el país urgentemente lo necesita, pero por ahora, es sólo una hipótesis de trabajo, que el tiempo confirmará o negará.

 

                        Al revisar el papel del procerato militar en el siglo XIX y observar la diferencia tajante, entre ese estamento y los planteamientos de Bolívar, nos lleva a otra conclusión: el Proyecto Bolivariano del siglo XIX culminó en un estruendoso fracaso, elocuentemente graficado en la muerte de Bolívar, enfermo, perseguido, pobre y desterrado en lares no natales. Pero desde ese rotundo fracaso surge la telúrica fuerza de la Utopía Bolivariana, entendida en sus dos aspectos principales: la construcción de una nación con pueblo y la integración de las naciones iberoamericanas. Las cuatro Repúblicas que soporta nuestra existencia no han podido cubrir esos dos aspectos, el que una quinta pueda hacerlo, dependerá de la radicalidad del esfuerzo por construir nuestro verdadero Ser Histórico. El Proceso Constituyente es una vía, siempre y cuando podamos evitar que la Sociedad Política (Gobierno-Oposición) lo secuestre y por el contrario, poder asumirlo desde cada uno de los rincones de la Sociedad Civil.

 

El octavo constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante nos remite a lo Regional

                        Al principio afirmamos que el discurso presente en el Modo de Pensar Historiográfico Dominante es antipopular, racista y centralista. De las dos primeras características hemos hablado, queremos detenernos en la tercera. El Centralismo ha constituido una de las principales armas políticas para escamotear los sentimientos de igualdad y justicia de los venezolanos y a su vez, para justificar y continuar la transferencia de valor económico del interior hacia el centro. Tal operación ha sido realizada bajo la ficción ideológica de ser Venezuela una República Federal, es decir, una respuesta sólo a nivel del lenguaje formal, a un problema que sigue siendo real.

 

                        La ficción federalista fue el artilugio utilizado para suscitar el acuerdo entre siete provincias (luego ocho con Guayana), para la secesión de España y la creación de una nueva nación republicana. Pero tales promesas fueron incumplidas y sólo reforzaron el poder de la Provincia Central de Caracas, en detrimento de las demás. La reacción al olvido de una federación verdadera estará en el origen de las innumerables guerras instestinas del XIX, incluyendo la Guerra Federal que culminará en el Pacto de Coche, aún más injusto que el Pacto de Punto Fijo.

 

                        Esta ficción federalista sólo ha comenzado a tener visos de realidad, cuando a partir de 1989, producto de las presiones del 27 de febrero, se efectúan las Elecciones para Gobernadores y comienza una lenta reformulación del balance de poder centro-regiones. El centralismo resiste con fuerza la posibilidad de profundizar la regionalización. La vieja cultura política, con viejos y nuevos actores, intenta aumentar los diques de contención al proceso regional. Pero el rechazo al centralismo descansa en fuerzas muy profundas de la sociedad, que a la voz de profundizar la regionalización, pueden emerger beligerantemente e intentar arrasar todo vestigio de centralismo, incluso hasta el racionalmente necesario. El proceso de cambio radical en contra del sistema sociopolítico generado por el Pacto de Punto Fijo, se plantea no sólo contra las élites corruptas, sino también contra las condiciones que hicieron posible su existencia y no existe duda alguna, que una de las principales causas fue la centralización. En los sectores dirigentes regionales es cada vez más evidente, una identificación entre puntofijismo y centralismo, no quedarán conformes hasta que ambas cualidades de la sociedad venezolana desaparezcan, quien tenga oidos que oiga y ojalá que no se vea obligado a utilizar los ojos, para observar los resultados nefastos de no haber oido suficientemente.

 

                        Pero hay que advertir, que para la construcción de una nación desde el punto de vista popular, la regionalización no puede quedarse en el simple traspaso de poder de las élites centrales a nuevas élites regionales, que declaren a su estado feudo personal. No, la necesaria regionalización pasa por profundizar sus alcances hasta los niveles municipales, parroquiales, locales y microlocales, entre otras cosas, porque la dimensión de la crisis es tal, que sólo con la amplísima participación de los venezolanos en la condución de sus destinos, será posible su solución en plazos medianos y largos.

 

                        Para combatir el centralismo anti regionalista, del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, proponemos:

1.-Modificación de la Bandera Nacional, cambiando las actuales siete estrellas, no a ocho, como se hizo en el Congreso de Angostura al agregar Guayana, pues eso sería hacer cambios con los ojos en la nuca. El cambio debe ser del presente hacia el futuro, por eso proponemos que la Bandera Nacional contenga veinticuatro (24) Estrellas, una por cada Estado actual del país, como demostración palpable en un símbolo patrio, de que todos somos necesarios, útiles, iguales e imprescindibles.

2.-Crear una Quinta República realmente Federal y

3.-Fomentar la creación de Panteones Regionales, con el mismo carácter de honrar la memoria de los constructores regionales de Venezuela.

 

El noveno constructo del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, se refiere a la glorificación de la autodestrucción de los venezolanos

                        Cuando observamos que la principal fiesta nacional de los EEUU está consagrada a la llegada de los peregrinos, que conformaron el grupo fundador de su nacionalidad. Y a su vez, vemos como España declara como uno de sus principales días nacionales, el 12 de octubre pues celebra la expansión del ser español allende el océano, a través del Día de la Hispanidad. Debe llamarnos a preocupación que nuestras fiestas nacionales giren alrededor de la Batalla de Carabobo y de la Guerra Federal, recuérdese que en los documentos oficiales se estila colocar las fechas, de a tantos años de habernos destrozado en Carabobo y a tantos años de habernos destrozado en la Guerra Federal. Durante la guerra civi de secesión murió la mitad de los venezolanos y luego durante la guerra civil del federalismo murió un tercio de los habitantes del país. ¿Cómo podemos aspirar a construir una nación si permanentemente glorificamos los momentos cuando más nos hemos autodestruidos?.

 

                        De ahí el triunfo de una visión militarista presente en el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, en detrimento de una historia civilista. En estos doscientos años la hegemonía de lo militar sobre lo civil, de la guerra sobre la paz, ha sido una constante. La paz no goza de estima en la conciencia común moldeada por la historiografía dominante y sin embargo, han sido los momentos de paz los más fructíferos para el avance. Se han sobrevalorado las virtudes militares sobre las cívicas, la preparación para la guerra antes que para la paz. Incluso, personas especialistas en el fácil arte de economizar neuronas a través del ejercicio del no-pensamiento, llegan a identificar paz con debilidad, cobardía, complicidad. Sin paz no son posibles los cambios que Venezuela necesita, pero la paz no significará la ausencia de conflictos, sino la forma de solucionarlos en una civilización democrática. Hoy existe una proposición de relación más abierta y horizontal entre civiles y militares, es francamente inédita en nuestro siglo XX, pero por ahora sigue siendo una hipótesis, que ojalá resulte afirmada por la experiencia.

 

Las Nuevas limitaciones del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

                        Nos remiten a las ocurridas por su anclaje en el XIX y su incomprensión del siglo XX, a la vez que otras limitaciones surgidas por la indefensión intelectual que presenta nuestro aparato educativo, enajenado por una conciencia neocolonial. La primera se refiere a la nueva composición étnica de Venezuela y la segunda, a la incomprensión de la ubicación de Venezuela en el contexto mundial.

 

                        La insistencia del Modo de Pensar Historiográfico Dominante, en la preponderancia étnica de los Criollos blancos hijos de penínsulares, a la vez de conllevar injusticias como las analizadas anteriormente, también las comete contra las nuevas realidades étnicas del siglo XX. Para finales del siglo XIX, Venezuela presentaba una debilidad demográfica elocuente y preocupante, las aniquilaciones de la guerra, la insalubridad, la alta tasa de mortalidad infantil y la baja expectativa de vida, conformaban un círculo vicioso irrompible. Entrado el siglo XX, la drástica eliminación de las confrontaciones bélicas, pero la continuación de las otras condiciones de la calidad de vida, contribuían poco para aumentar significativamente la densidad demográfica. Será a partir de la década de los cuarenta, cuando al mejoramiento de la calidad de vida (salubridad, urbanidad, paz), se unirá la puesta en marcha de un vasto programa de inmigración, elementos que si lograrán el crecimiento acelerado de la población.

 

                        Estas migraciones, continuadas hasta los inicios de los sesenta,  sentaron raíces y hoy en día se han ramificado en tres y hasta cuatro generaciones, dando origen a lo que en otros trabajos hemos llamado las Comunidades Étnicas Biculturales Binacionales, las cuales conforman entre 42-46% de la población venezolana. ¿Qué les dice a este 42-46% de la población venezolana, cuyos principales elementos de identificación con el país se remontan al propio siglo XX, el Modo de Pensar Historiográfico Dominante, que sólo se remite al siglo XIX?. Nada, absolutamente nada. Los discursos que sientan la base de nuestra nacionalidad, no toman en cuenta a las Comunidades Étnicas Biculturales Binacionales, al 42-46% de los venezolanos. Lo que es mas grave, cuando ellos van a su otro país, por ejemplo Italia, son llamados extranjeros, sudacas y en Venezuela, se les dice igualmente extranjeros, musius, llevando a que no se sientan ni de aquí, ni de allá, asunto que hay que cortar tajantemente, creando un discurso que les diga: desde el punto de vista étnico, hay tres tipos de Macrocomunidades Étnicas Venezolanas: Indígenas, Criollos y Biculturales-Binacionales, por orden de aparición. Y las tres Comunidades Étnicas tienen igual dignidad cultural e iguales derechos para manetener y desarrollar su especificidad cultural. Por lo tanto, Ustedes son de aquí, Venezolanos Biculturales-Binacionales. Urge entonces actualizar nuestro discurso étnico de una manera radical. En este sentido proponemos:

1.-Reconocer que las tres Macroetnias que conforman el pueblo venezolana actual, son: la Indígena, la Criolla y la Bicultural-Binacional, todas con igual carga de dignidad cultural.

2.-Incorporar en el Panteón Nacional, el cenotafio del Inmigrante Desconocido del siglo XX.

3.-Crear la reformas legales que permitan que los Nacionalizados puedan ser Congresantes, Ministros y hasta Presidentes de la República.

 

Otra limitación del Modo de Pensar Historiográfico Dominante

                        Es la incomprensión de la ubicación de Venezuela en el contexto mundial. Al presentar la disolución de la Gran Colombia, como una demostración de la imposibilidad y hasta prescindibilidad de la unión entre los países hispanoamericanos, no se ha prestado atención a las reales necesidades de inserción de Venezuela en bloques de países americanos, para poder viabilizar y aumentar nuestras potencialidades como nación. Se ha difundido una imagen de país autosuficiente, con un liderazgo histórico en América del Sur, cuyas principales líneas de acción política internacional serían hacia los países centro.

 

                        Se soslaya el hecho de que el liderazgo de Venezuela en América del Sur en el siglo XIX, en los momentos de la guerra civil de secesión de España, se difuminó con las muertes de Bolívar y de Sucre y desde entonces, más nunca se ha obtenido el lugar privilegiado que ocupáramos. En la medida que nuestro discurso histórico fue ocupado por nociones historiográficas europeas, especialmente inglesas y francesas, nos hemos alejado de latinoamérica para habitar un limbo geográfico enajenado, que en algunos casos ha alcanzado cimas de ridiculez.

 

                        Sirva para ilustrar ese estado espiritual, esta confesión autobiográfica. En 1967 yo descubrí que era extraterrestre, peor aún, que los venezolanos eramos extraterrestres. ¿Cómo lo descubrí?, cuando estudiando segundo año de bachillerato, me tocó cursar la Asignatura Historia Universal y observar que ni Venezuela, ni América eran contenido de la materia. Es decir, si una Asignatura de Historia Universal no contempla el estudio de América, quiere decir que América no es del planeta Tierra y por ende, los venezolanos somos extraterrestres. ¿Cómo pudo ser posible que el Ministerio de Educación, planifique una materia que va a tratar la historia que ocurrió alrededor de ese charquito llamado Mar Mediterráneo y la denomine Historia Universal y no Historia del Mediterráneo por ejemplo?. Despropósito similar al que sucede, cuando EEUU juega beisbol contra sí mismo y lo llama Serie Mundial. ¿Hasta dónde ha llegado la indefensión intelectual de los Ministros de Educación, de los Profesores de Historia de las Universidades, de los Profesores de Historia de los Liceos, de hablar de una Historia Universal que no incluye a Venezuela ni América?. ¿Es qué todos ellos son habitantes del mundo del no-pensamiento?. Por supuesto que podrán argüir en su defensa que uno de los derechos inalienables que existe en una democracia verdadera: es el derecho a ser bruto. Asunto que no negamos, los que nos preocupa es que lo hayan ejercido con tanto entusiasmo.

 

III.-El Ser Social Actual.

                        Entramos ahora en la última parte de esta disertación, el Ser Social Actual. Es necesario tomar conciencia de lo que realmente somos, como sujetos sociales colectivos. Para eso debemos puntualizar que el actual Bloque Histórico Venezolano, ha logrado articular el Bloque Social Dominante con el Bloque Social Dominado, a partir del ejercicio de la Hegemonía por Consenso, la cual ha descansado en una visión del Ser Histórico, expresada en la ideología que hemos denominado Modo de Pensar Historiográfico Dominante y una visión del Ser Social Actual, que denominamos Modo de Pensar Rentista.

 

                        Este Modo de Pensar Rentista, parte de un axioma absolutamente falso, cual es el de afirmar que Venezuela es un país rico. Falso, Venezuela no es un país rico, por el contrario, Venezuela es un país pobre. Y lo es, tanto por razones actuales como por razones históricas. La razón actual es que hoy en día, la riqueza de las naciones no se basa en la tenencia de materias primas para exportar, sino en la capacidad del valor agregado que pueda hacerse sobre las mismas, verbigracia Japón. Este valor agregado está en sintonía con el volumen de Capital Social disponible, especialmente el Capital Cultural, el Capital Intelectual y el Capital Informático. Estos tres Capitales se expresan –no única, pero si fundamentalmente- en la Sociedad Civil del Conocimiento. Esta Sociedad Civil del Conocimiento atañe a la realización social del conocimiento: su producción, distribución, intercambio y consumo. Si tomamos los indicadores del estado actual de los diversos sectores de la educación formal; de la investigación pura y aplicada; de las escasas redes de comunicación informatizadas; es consensual el juicio acerca del atraso que como país presentamos en esos renglones, lo cual avala la afirmación de ser Venezuela un país pobre y con excelentes oportunidades de seguir siendo pobre por tiempos interminables.

 

                        Las razones históricas que permiten afirmar que Venezuela es un país pobre, están presentes en los trabajos de investigación de la Profesora Carmen Dyna Guitián, cuyos resultados expondrá en la tercera Conferencia de este Curso, que demuestran que aproximadamente el 80% de la población venezolana ha sido pobre, a lo largo del siglo XIX y del siglo XX, que la pobreza no es coyuntural sino estructural y que están dadas las condiciones para reproducir la situación de pobreza eternamente, de manera casi inmodificable. Incluso para graficar más esta afirmación, en un importante artículo escrito por el Profesor Maza Zavala, sostenía que para el quinquenio 1974-78, la clase media abarcaba alrededor del 14% de la población y 6% la clase alta, de lo cual se desprende que el 80% era pobre. Estas cifras, vigentes en los momentos del primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, cuando la fantasía del venezolano soñaba estar en el período de las vacas gordas.

 

                        La diferencia entre 1974 y 1999, no es que haya significativamente más pobres, sino el cambio cualitativo de la pobreza. La pobreza ha multiplicado su diversidad interna, dando origen a una sofisticada clasificación de, al menos, siete estratos: 1)Clase Media asustada arrastrándose hacia abajo; 2)Clase Media que no se lo creen ni ellos Mismos; 3)Pobre Inconfundible; 4)Más que Pobre; 5)Super Pobre; 6)No llega a Pobre y el 7)No llega a Gente, estrato conocido como Pobreza Atroz.

 

                        El Modo de Pensar Rentista, ha creado el espejismo de ser Venezuela un país rico, cuyo principal problema político económico debería ser la distribución de la riqueza ya existente, léase la renta petrolera. Esa ha sido quizás la mayor responsabilidad criminal, que han tenido los sectores dirigentes políticos, educacionales, culturales, gremiales. Y el culto al espejismo de país rico se gestó, como uno de los grandes atractivos de la entrada en la modernidad, en los tempranos cuarenta y siguió imperturbable a lo largo de todos los gobiernos habidos en estos casi sesenta años, aunque es dable señalar, que el paroxismo fue alcanzado en el quinquenio 1974-78. Pero no solamente han sido los gobiernos sino también la oposición. Son culpables tanto los que hoy son oposición y ayer gobierno, como los que hoy son gobierno y ayer oposición. La vieja cultura política decimonónica continuada en el siglo XX, divide a los venezolanos en partidarios del gobierno y partidarios de la oposición, acción reductora de la diversidad de lo real, que ha obligado a encajonar las posibilidades de opinión en Venezuela, pues la complejidad de las opciones que se presentan en la vida, son reducidas a simples alternativas: conmigo o contra mí. Y ese conmigo y contra mí, se reduce a la opinión de cogollos que definen qué es lo mío y qué es lo que está contra lo mío, secuestrando, en una práctica vergonzosa de amedrentamiento moral, las justas expresiones de la diversidad. El gran problema es que el ciudadano común, le ha dejado la creación de opinión política sólo a los políticos profesionales, bien sean del gobierno o de la oposición y esa vieja cultura política hay que enfrentarla decididamente. La política pública es algo demasiado importante, como para dejarla sólo en manos de los políticos profesionales.

 

                        Por eso la necesidad de cuestionar el Modo de Pensar Rentista y construir un Modo de Pensar Productivo, que deberá llevar también su propia definición ética que se distinga del Modo de Pensar Rentista, en este último, la ética descansa en principios que se expresan en la pregunta: ¿por qué Venezuela no me ha dado lo que me corresponde?, lo que justificaría prácticas de corrupción pequeñas y grandes, auto explicadas como meras acciones de justicia para recuperar lo que nos correspondía o incluso, ser la base para gran parte de la fuga de cerebros y de mano de obra calificada, “pues ya que Venezuela no nos ha dado lo que nos tocaba, sentimos que nos ha defraudado” y esa acción permite que ya no nos sintamos obligados para con ella y el auto exilarnos se convierte en un acto perfectamente moral y justo. En contraposición a esta ética, proponemos una ética que se desprenda del Modo de Pensar Productivo, que descanse en principios que se expresen en las siguientes premisas: Venezuela no me debe nada a mí, por el contrario, todo lo que yo soy se lo debo a Venezuela, por lo tanto no debo preguntarme: ¿qué va a hacer Venezuela por mí?, sino su opuesto: ¿qué puedo hacer yo por Venezuela?.

 

                        Sabemos que el cambio de un Modo de Pensar Rentista a un Modo de Pensar Productivo, no es algo simple, es necesario generar una conversión de las conciencias individuales y colectivas, pues hay que cambir el Ethos Venezolano. No se nos escapa la connotación religiosa que tiene la palabra conversión, es más, su uso es adrede. Pues si queremos cambiar el Ethos Venezolano, que nos ha conducido en los dos últimos siglos a crear un país con 80% de pobreza estructural, tiene que haber una conversión espiritual, una conmoción de los espíritus por el asombro y sobrecogimiento que produce el convencimiento de la presencia del desastre y la disolución nacional. Las religiones surgieron ante el asombro por la capacidad destructiva de las fuerzas naturales y la reducción de los hombres y mujeres individuales a un simple decorado, en esos estados límites de la conciencia, se apeló a la convocatoria de fuerzas que más allá de lo humano, pudieran protegerlos. Hoy nos sobrecoge el asombro ante el desastre nacional y nos paraliza su fuerza destructora, la razón nos dice que Dios está demasiado ocupado para solucionar un problema que ha creado la propia sociedad venezolana, debemos hacerlo nosotros mismos.

 

                        ¿Cuál será la fuerza espiritual suficientemente convincente, que nos permita unirnos para enfrentar la disolución del país?. La convicción de que: dada la falsedad del discurso que sobre el Ser Histórico se generó en el siglo XIX, que podríamos contestarlo afirmando que ¡ni Patriotas, ni Realistas: Nacionalistas! y continuó en el XX; dada la situación de pobreza estructural y casi eterna de nuestro Ser Social Actual; del desprestigio de los sectores dirigentes políticos, económicos, gremiales, educacionales, culturales y de la ineficacia generalizada de la mayoría de las instituciones, sólo es posible concluir que: Venezuela no existe como Nación. Venezuela es una Hipótesis.

 

                        La historia política republicana del país, presenta dos constantes que se han retroalimentado inmisericordemente: Gobiernos sin Pueblo y Pueblo sin Nación. No se trata sólo de refundar la República, sino que el pueblo construya una nación. Y aquí entra en juego el papel de Bolívar, el Profeta derrotado durante estos dos siglos. Bolívar es el Heróe Cultural Antropológico del pueblo de Venezuela. No puede pensarse en construir la Nación Venezolana sin invocar su nombre. Pero debemos estar alertas, Juan Vicente Gómez y Carlos Andrés Pérez, se declararon públicamente bolivarianos y ya sabemos los resultados.

 

                        Para crear una nación se necesitan tres virtudes y una de ellas comienza en el Proceso Constituyente. Hay que ver en el Proceso Constituyente, lo que decía Ernest Bloch, la búsqueda del Principio Esperanza, por que eso debe ser el Proceso Constituyente, una Esperanza, la primera virtud. Pero toda Esperanza sólo puede descansar en la Fé, es decir la certeza de lo que no se ve. La Fé para luchar contra el escepticismo, el cinismo, la adecuación a la derrota, la eternización de la desesperanza aprendida. ¿Pero cómo tener fé ante todo lo que hemos vivido, sobre todo los últimos veinticinco años?. La respuesta deberá encontrarla individual y colectivamente cada conciencia, pero es un hecho: no hay Esperanza sin Fé, la segunda virtud. La tercera virtud es la Caridad, pero no entendida como la han planteado ese club de ahorradores de neuronas, que despacha desde los salones del diletantismo, como simples dádivas. No, la Caridad, en el sentido original cristiano, es la capacidad de darse uno mismo en función de los demás, es la manera de socialmente cumplir el mandato de Cristo, de Amar al prójimo como a tí mismo. Porque la Caridad nos prepara para la dicha del sacrificio, pues si hay quienes piensan que en Venezuela se han acabado los sacrificios, lamentamos decirle que ahora es apenas cuando han de comenzar. Todos tendremos que dar algo más de nosotros mismos, si queremos distribuir más soportablemente las cargas. Para señalar sólo un renglón, una diferencia entre las sociedades desarrolladas y las subdesarrolladas, se mide por la gran cantidad de trabajo voluntario, comunal, vecinal y gratuito que existe en las primeras. Por supuesto que no debe entenderse esta proposición, como una coartada para aumentar la sobreexplotación de los sectores mayoritarios. Hay que distinguir el auto sacrificio del beneficio. A lo largo de estos dos siglos, las grandes mayorías del pueblo venezolano han sido beneficiadas, según la definición del término beneficio, tal como aparece en las bolsas de los pollos que compramos en los mercados, pollo beneficiado es igual a pollo muerto, en ese sentido hemos sido beneficiados. El autosacrificio debe comenzar obligatoriamente en todas las instituciones públicas, aparato estatal, universidades, gremios, industrias. El auto sacrificio individual sólo puede ser asumido voluntariamente, pues el autosacrificio es un acto de amor para construir la nación, y el amor no puede ser impuesto, porque el amor es gratis.

 

                        Para finalizar, queremos confesar que sabemos que las exigencias para hacer de Venezuela una Nación, lucen hoy inalcanzables, imposibles de satisfacer ante el peso de los hechos. Yo personalmente, como afirmaba Gramsci, tengo el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Se igualmente que las fuerzas humanas son insuficientes, por lo cual habrá que convocar la potencia, de las energías que descansan en los ovarios y los cojones del alma. Recordando a Don Mariano Picón Salas, este es un mensaje con destino: hacer de Venezuela una Nación inmortal, sólo eso.

 

He terminado.

Muchas Gracias.

 

 

2 Comentarios

  1. Buenísima charla Enrique. Que bueno que muchos tendrán la oportunidad de leerla ahora y, esperemos, gastarse unas cuentas neuronitas reflexionando sobre tus confrontadoras verdades.

    Me gustaría ver como incorporas la dimensión género a esa revisión de la historiografía dominante.

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